sábado, 3 de noviembre de 2012

EL 'COCHE CORREO' DE LOS SIMONES


 







Me enteré por la radio de la venta de la empresa Maestra-Autedia, que es como el buque insignia del Altiplano, al Grupo Continental Auto. Y fue entonces cuando decidí pasarme por Baza a preguntar por Simón Maestra, consejero delegado y uno de los hermanos propietarios. Allí me recibió en la penumbra de su oficina. Simón es un hombre amable, me dijo que no quería hablar del asunto “mientras durara la negociación pero, no te preocupes, que ya te llamaré”. Le confesé que las lágrimas se me saltaron al conocer la noticia de la venta, porque mi padre era cartero y yo me había criado viendo llegar casi todos los días el ‘coche-correo’.

En los atardeceres de mi infancia, era todo un acontecimiento cuando llegaba el ‘coche- correo’ a los solitarios y perdidos pueblos, de aquella tierra reseca y dura del Altiplano. Recuerdo que entonces los chiquillos corríamos detrás del autocar, en medio de una nube de polvo, hasta que conseguíamos subirnos por la escalerilla de atrás. Y luego íbamos saludando a la gente, cual si del torero ‘el Carra’ se tratara. Se puede decir que casi todo el pueblo se movilizaba, pues venían cartas, paquetes, periódicos, dineros... ¡Correooo! Y también llegaban los seres queridos, aunque otras veces se marchaban. Era un trasiego de gentes, unos para acá y otros para allá... Después, la ‘paquetería’ se repartía en la burra del Cosme y en un carrillo de mano. Y un día, el conductor Julián se ve que, en un descuido, atropelló a un mulo. O el labriego aquel que, ‘acabaico’ de bajar del coche, iba pregonando para que todos se quedaran con la copla: “¡Hoy nos hemos comido en Baza unos perritos calientes!”.

Y aquella pobre mujer que se rilaba a mitad del trayecto: “¡Pare usted, buen hombre, que no puedo aguantar más!”. Cuántas veces no se habrá mareado uno con los botes que daban aquellos petardos con ballestas: “¡Ay, qué cosa más mala me está entrando por el cuerpo!”. Y cómo no acordarme de Bartolo, el anterior conductor, que hacía el recorrido Baza-Castilléjar-Castril; mientras que Juan, el cobrador, bajaba los paquetes por la escalerilla. Y de Leandro, el cartero, que todos los días iba a recoger la saca de Correos donde venían un puñado de cartas –¿tengo carta?– y unos cuantos periódicos con la fecha del día anterior. ¡En fin, lo de siempre, las pequeñas anécdotas de los pueblos! “Entonces, las pagas de los jubilados y de las viudas las llevábamos en una saca”, recuerda Cecilio Maestra, jefe de servicio de la empresa.
 
 La primera vez que mi madre me llevó a Baza, me sentí como un niño en Nueva York y, con asombro, miraba aquella enorme alpargata –entonces se anunciaba como ‘El alpargate grande’– que colgaba encima de una zapatería. ¡Nunca antes había visto ingenio igual! Mi madre entonces me compró un cochecillo de plástico, de una peseta, con el que me entretuve jugando en el cristal de la ventana del ‘coche-correo’. ¡Cuántos recuerdos me trae Baza! Aquí me compraron el traje de mi Primera Comunión, con la cruz bordada de la Orden de Santiago. Y años más tarde, cuando hacíamos transbordo a Guadix, cuánto frío y angustia no habremos pasado vigilando las maletas y los colchones en la plaza de San Francisco, frente a las cocheras de los Simones. “¡Pipas, avellanas, garrapiñadas...!”, voceaba aquel hombre pequeño del carrillo de chucherías, con su pelo al cepillo y su buena pelliza de cuero.

El abuelo de Sandra Blancas



–Fue en 1905, cuando mi abuelo Simón Maestra, el fundador de la empresa, consigue la adjudicación del transporte del correo entre la estación del ferrocarril y la oficina de Correos de Baza, dando viajes con un coche de caballos. Y de ahí le viene el nombre de ‘coche-correo’     –me explica Simón–. En 1910, con una diligencia, se dedica al transporte de viajeros entre los pueblos cercanos a Baza y, más tarde, hasta Granada; pero, pasaban la noche en Guadix donde estaba la posta. Durante la guerra se lo decomisaron todo, pero en los años 40 mi abuelo se recuperó utilizando vehículos de gasógeno. Como la remolacha estaba en pleno auge, hace portes a las fábricas azucareras de Caniles, Benalúa de Guadix y Atarfe. En 1963, llega la segunda generación y la empresa pasa a llamarse Hijos de Simón Maestra García S.A. Además de las líneas regulares de viajeros, consiguen los transportes escolares y los servicios discrecionales de la zona. Pero es, en 1997, cuando los nietos –mis tres hermanos y yo– compramos el paquete de acciones de la empresa Autedia S.A. Y ahora, hace unos meses, se ha producido la compra del 60% de nuestras acciones por parte de la empresa ACS, de Florentino Pérez, a través de su sección de transportes Continental Auto y Alsina Graells. Hoy el futuro está en las grandes empresas y la venta nos garantiza el transporte en la zona, a la vez que nos abrimos a nuevos mercados. Pero aquí sigue la misma dirección y organización –y un tanto nostálgico, Simón me confiesa–: Hemos transportado a muchas generaciones de las comarcas de Baza y Huéscar, y la Maestra-Autedia es una empresa simbólica, la más fuerte de por aquí.
  
Dejo atrás la morisca ciudad de Baza, mientras resuenan en mi mente los sencillos versos de la poeta Emilia Ruiz. Pero, cuando llegue el seis de septiembre, iré a correr detrás del pobre ‘Cascamorras’. “Antes, ¡buuu!, lo majaban a palos”, recuerdan los viejos. Y es que, intentar robar la imagen de la ‘Piedaica’ es imposible: iría contra la tradición y los sentimientos de los bastetanos.

Publicado en IDEAL de Granada, el 19 de agosto de 2003

2 comentarios:

  1. Me gusta la historia en este aso cierta de los coches correo, que después no se cuando le llama vamos la gil-da, es curioso como cambia la vida poco a poco, anda que el abuelo, tenia madera de supervivencia, por dios. saludos.

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  2. Fue oportuno el artículo, pues poco a poco fue desapareciendo la empresa Maestra, absorbida por las empresas de Florentino. Las fotos me las proporcionó Simón y un cartel que me dio su sobrino Cecilio Maestra. Gracias por tu comentario, Antonio

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