miércoles, 22 de junio de 2022

LOS ANCIANOS NO TIENEN QUIEN LOS DEFIENDA



 

El 19 de abril, publiqué esta noticia en Facebook.

A través de un amigo, me he enterado que en una residencia de la tercera edad, de la comarca de Guadix, a los residentes los tienen encerrados en las habitaciones y no les permiten salir a los patios y a las zonas ajardinadas, aunque pueden salir a los pasillos, al comedor y al gimnasio en las horas establecidas. Bien está que hagan controles sanitarios con las personas y familiares que vienen del exterior, para evitar los contagios, pero tener a los ancianos prácticamente encerrados todo el día en sus habitaciones (piensen en los que están en sillas de ruedas o con un andador, con la movilidad reducida) no parece que sea una medida humanitaria y menos aún saludable. Qué menos que los residentes salgan a las zonas comunes y a los patios para que puedan hablar y comunicarse entre ellos, para que tomen el sol o les dé el aire, como hacen en todas las residencias. España tiene una deuda pendiente con la tercera edad (el Gobierno todavía no ha dado las cifras reales de los fallecidos), precisamente la que levantó a España y le dio el progreso y el bienestar que hoy disfrutamos. ¿Hace falta recordar que miles de ancianos fallecieron a causa de la pandemia de la Covid, porque entonces no los admitieron en los hospitales o fueron abandonados a su suerte en muchas residencias? Y ahora, a algunos se les ocurre que lo mejor es tenerlos encerrados. 


Hubo cuarenta y cuatro comentarios y destaco los principales, pongo las iniciales del nombre y del apellido, de los que intervinieron:

M. I. Si sabes el nombre de la residencia coméntalo con Carmen Flores, la Defensora del Paciente, no es normal.

P. M. Con los ancianos hacen lo que les da la gana porque si no fuera así no habrían muerto tantos, me pongo enferma cuando leo estas noticias. Un saludo amigo

Leandro. Gracias porque estas siempre ahí, lo saben muchos y callan todos

J. A. F. Una denuncia de este tipo al Defensor del Pueblo

E. V. Mucha culpa de que estas cosas ocurran la tienen los trabajadores, por su silencio al miedo a perder sus puestos de trabajo, denunciar todas las anomalías aunque sea anónimamente

A. M. Si es así creo que no solamente puede ser ilegal tener a los residentes encerrados, sino que si fueran de mi familia denunciaría el caso y me los llevaría a casa o a otro sitio.

Leandro. Una persona no está pagando una residencia, para que la tengan encerrada sin motivos

M. R. Es increíble que puedan hacer esas cosas y los familiares no hagan nada, qué pena, por favor eso no se puede permitir 

P. C. Algunas residencias ya deberían estar cerradas

Carmen Flores, Defensora del Paciente (intervino porque M. I. se lo pidió). Por Dios, un familiar, no les voy a pedir ni datos pero que la fiscalía sepa que hay al menos un familiar… Pues es la sociedad que hemos creado entre todos, el caso es que no nos molesten. Unos padres luchan por sus hijos y hasta la extenuación pero...

Leandro. Conozco algún caso de familiares que se quejan en privado, pero no hacen nada, cuando tienen la obligación moral de velar por la salud física y mental de sus familiares. El artículo 15 de la Constitución española dice: "... sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tratos inhumanos o degradantes". 



No hubo nadie que diera la cara, solo tenía que decir que un familiar suyo estaba en la residencia encerrado y padeciendo un rigor innecesario, por lo que la Defensora del Paciente no pudo actuar, yo incluso llegué a pensar en denunciarlo en la prensa pero era arriesgado, no tenía pruebas ni siquiera un familiar que lo acreditara. Hay que destacar que los ancianos llevaban más de dos años sin salir a los jardines y, cuando permitieron las visitas, las encerraban en una habitación con llave. Al terminar, les abrían la puerta. Hace un mes y medio hablé con el presidente de una asociación cultural de Guadix y le expuse la penosa situación de los ancianos. El caso es que hizo algunas gestiones y, el pasado día 15, le escribí al familiar de un residente. Me respondió esto: He hablado con una sobrina y me ha dicho que los residentes ya salen a los jardines. Me dio una alegría inmensa y entonces llamé al presidente de la asociación cultural para darle las gracias. Que centenares de personas supieran lo que estaba pasando en la residencia y que nadie movió un dedo, da idea de lo que les preocupan sus padres y familiares.

 Lo que me conmovió fue que un antiguo amigo está en esa residencia, dirigida por mentes obtusas que posiblemente miran más por la ganancia que por los sentimientos. Hay quienes confunden una residencia de la tercera edad con una granja de pollos y habría que decirles en la cara, ¿Es que ustedes no tienen padres, hermanos o familiares? No les da vergüenza. Este trato indigno ha ocurrido en España (en las cárceles salen a los patios y les conceden permisos), pero no sabemos en cuantas residencias está pasando esto por la cobardía y la indiferencia de muchos. Yo he sido tutor de mi hermano incapacitado (falleció en febrero de 2021, porque le  pusieron dos vacunas contra la Covid, en cuestión de poco más de un mes, después de haber padecido la enfermedad recientemente) y he visto muchas cosas en las residencias, privadas y públicas, por las que ha pasado, he puesto reclamaciones y también he dado las gracias por el buen trato que le dispensaron. Hubo de todo.  Una reflexión final: ¿qué vejez nos espera, de aquí a unos años, en estas tristes residencias, en muchas fallecieron miles de ancianos porque los encerraron y se contagiaron en sus habitaciones, y ahora en otras los encierran para que no salgan a los patios y jardines? Ya lo decía el general Charles de Gaulle: La vejez es un naufragio



sábado, 11 de junio de 2022

EL RIO GUARDAL

Lavanderas en el río Guardal. 1960. Pili Fernández
 




El término Guardal procede de la palabra árabe “Wadi al-Hardar”, rio el Ardar. Tras la expulsión de los moriscos se quedó en Guadahardal, hasta el Guardal que conocemos hoy. Las mujeres han bajado a lavar al río durante siglos, a veces mi madre bajaba con mi hermana a lavar aquí y yo recuerdo que le ayudaba a subir el barreño de ropa por la cuesta de Santo Domingo. Hay que señalar que el paraje con la terrera ya no existe; era un río caudaloso y bravo, pero hace tiempo que se convirtió en una triste acequia, desde que se construyó el pantano de San Clemente. La estampa de las mujeres lavando, que nos habla de la España más pobre y atrasada, hace tiempo que pasó a la historia. Y el trozo de Morería que se ve, con los años se desmoronará porque no se apuntalan las cuevas ni el Ayuntamiento hace nada por protegerla. La Morería es lo único que se puede salvar aquí.

 Paco Terrón es periodista de Canal Sur y hoy creo que sigue en el programa Mar y Tierra. Vino a Castilléjar a hacer un reportaje sobre mi libro Diálogos en la tierra de los ríos (2003). Una de las fotos que más le llamó la atención, fue precisamente la de las mujeres lavando en el río. No te cansas de verla, porque ellas ponen la nota a la imagen. Una de estas mujeres es la madre de Julián Romo Pérez —vive en Palma de Mallorca—, él me escribió esto: «Gracias a tu padre y a ti por aportar todos estos documentos de incalculable valor para los que nos encontramos lejos de nuestro querido pueblo. Un abrazo, amigo». Manuel Martínez López escribía: «Leandro, yo vivía en Barrio Nuevo y me acuerdo que muchas veces había que esperar a pasar porque el agua saltaba por encima del puente». La foto es muy romántica y llama mucho la atención al primer golpe de vista. Mi padre, Leandro, se conocía el oficio y logró un encuadre perfecto: el río, los árboles, el puente, el escalón que hace el agua... Pudo hacerla desde el otro lado del puente pero aquello le diría poco, y por eso buscó a las mujeres lavando que le dan un aire pintoresco y romántico. Es una de sus mejores fotos, junto a la “Procesión del Encuentro” del Domingo de Resurrección y otras. Hoy esta foto es patrimonio de Castilléjar —poco tiene que envidiar a otras— y espero que se vaya reconociendo la obra de mi padre. Hace años, editaban la revista de la feria, con fotos antiguas, pero no ponían el nombre de mi padre, para qué.

La Morería. Mayo 2022


 Manolo tiene fotos antiguas, enmarcadas en las paredes del bar El Rincón, y me decía, «la gente viene y se queda emocionada viéndolas». Esto lo escribí en Facebook, el 29/10/13. En esa época había lavaderos públicos en los pueblos, pero en Castilléjar no había nada. Cuando mataban un cerdo, recuerdo que las mujeres lavaban las tripas en el río Galera. Incluso el cura bautizaba con el agua del río Galera, pero más tarde lo hizo con la del Guardal, porque el agua bajaba sucia de las aguas fecales. La foto representa a toda una época, a los años cincuenta y sesenta. Mi padre tenía buen olfato y fue buscando un paisaje para aquellas postales que tanto vendía y nada mejor que el río a su paso por el puente. Si a esto le añadimos las mujeres lavando y las cuevas de la Morería, pues miel sobre hojuelas, como el romance: «¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste, grandes señales había!». Las cuevas de la Morería en aquella época no tenían ninguna importancia, mientras que las mujeres lavando eran la rutina de cada día. Pero todos estos detalles, junto al caudal de agua —como el que hoy tiene el río Castril—, son los que le dan vida a la foto. Algunos domingos sacábamos un caldero de cangrejos en un rato y nos dábamos un festín, luego “el Totovío” nos daba cuatro perras por los cangrejos. Entonces algunos tiraban barrenos en los remansos para pescar peces, durante el verano, sobre todo los emigrantes que trabajaban en Cataluña. Lavar en el río, en el invierno, con las manos congeladas y arrodilladas en el suelo era muy penoso para las mujeres. Yo recuerdo que le ayudaba a mi madre a subir un barreño de ropa, por la cuesta de Santo Domingo. La foto dice muchas cosas, aparte de los recuerdos: cómo era el caudal del Guardal, antes del embalse de San Clemente, y cómo era de miserable la vida. Un par de kilómetros más abajo, estaba el remanso de la Presa, donde nos bañábamos en pelota. Cuando colgué la foto en Facebook, el 4-11-2013, tuvo 77 comentarios y 37 veces fue compartida.

Manolo Martínez. Olé esa Morería y el río Guardal.

Leandro. Nos hemos enterado por la alcaldesa que las cuevas de la Morería tienen una Catalogación Genérica —están protegidas—, ahora lo que falta es que las declaren monumento natural debido a su valor histórico.

Leandro. Gracias, Manuel. Perdimos el Guardal —a veces parece una acequia— y vamos a ver si la Morería la ponemos guapa

Manuel Martínez López. El río también necesita un arreglillo, lo vamos a conseguir Leandro, poco a poco.

Leandro. Tenemos que cortar la carretera a ver si la asfaltan, y tú de esto entiendes un rato

Manuel Martínez López. Pero no hay unión, tendríamos que estar más unidos. Leandro García Casanova. Vamos a ver si hay una reacción en el pueblo, conocí un caso algo parecido y el pueblo se movilizó. Hasta mañana que el bicho este es mu empalagoso

Manolo Martínez Puerta. En este pueblo no hay unión para nada, la gente va a su bola y le importa un pimiento la cultura, le da igual todo (…).

Juan López. Este es el pueblo que yo recuerdo, ese río cuando bajaba el agua limpia Leandro García Casanova. Manuel, en las cosas graves te refieres a los fallecidos del otro día. Es de pena que no se mueva nadie

Aspecto del Guardal, en mayo de 2022



Leandro. Juan López, con ese caudal baja hoy el río Castril

Pilar Encinas Vegara. El río se ha quedado casi sin caudal en muchas ocasiones, sobre todo en verano. La mano implacable del hombre cambiando siempre el paisaje a su antojo.

Leandro. El Guardal a su paso por Benamaurel da pena, lo dejaron fatal eliminando toda la vegetación de ribera, nadie hace nada para mejorar esto. Esto es lo que dice Alberto Burgos Bautista, de Benamaurel (…).

Mari Zambudio Ruiz. Las veces que he lavado en ese mismo sitio con mi madre, gracias por poner estas fotos y poder recuperar recuerdos de aquellos años que si no fuera por ellas estarían perdidos.

Leandro. Sí, Néstor Sosa, recuerdo haber visto al Guardal llegando casi a la carretera ¿tus antepasados vivían en la Balunca?

Néstor Sosa. Lo único que tengo de mi abuelo es un papel del consulado que dice que nació en Castilleja de los Ríos, hemos estado buscando con Carmen y Miriam, y no encontramos nada...

 
Posdata. Artículo de mi libro Leandro: Castilleja de los Ríos en blanco y negro (2020)

sábado, 4 de junio de 2022

LAS INJURIAS DEL TIEMPO

 

Huerta de San Lázaro, en Bailén



Hace un mes me di una vuelta por la ciudad renacentista de Úbeda, pero, cuando llegué a la plaza, comprobé que ya no estaba la estatua agujereada del general –el Ejército Republicano disparó contra ella durante la Guerra Civil–, y que inmortalizó Antonio Muñoz Molina en su novela El jinete polaco: … y caminar abrazado a ella bajo los soportales de la plaza del General Orduña. Ahora es una plaza cualquiera, sin historia, y sin nadie que le escriba. Uno se sorprende del aparcamiento subterráneo y de un solitario árbol que la preside. Hay alcaldes que son capaces de construir unas catacumbas, con tal de quitar de en medio aquello que les estorba a su ideología, sin darse cuenta de que están destruyendo la memoria del pueblo, nuestro pasado reciente. Un jubilado, que estaba tomando el sol en la plaza, me explicó que desgraciadamente, quitaron la estatua del general, pero hubo bastante gente que protestó. Le pregunté por la librería Adán y me dijo: Hace ya muchos años que la cerraron. Se encontraba al volver esa calle, al lado de una zapatería. Todavía guardo en mi casa pequeñas novelas con el sello de aquella librería, a la que mi padre hacía pedidos allá por los años sesenta: Genoveva de Brabante, El soldado desconocido…

 Mi afición a la lectura me viene de los tebeos y de aquellas novelillas de mi infancia, en Castilléjar, un pueblo del noreste de la provincia de Granada, donde las emisoras de la capital no llegaban. Y sin embargo, se oía perfectamente Radio Nacional de España en Jaén, con sus anuncios de Gaseosa La Revoltosa, Muebles en Villacarrillo y el parte de las tres. ¿Quién me iba a decir a mí, que, cuarenta años después, me iba a encontrar en Úbeda con un recuerdo de mi pasado? El 13 de enero me acerco a Bailén y, después de mucho preguntar, cuando creo que he llegado al glorioso campo de batalla, un viejo me dice amablemente: En octubre hicieron aquí una conmemoración, con los soldados luchando. Pero la batalla tuvo lugar allí abajo, donde se ven aquellas casas, y que antiguamente le decían la Huerta del Sordo. En realidad aquello se llama ahora la Huerta de San Lázaro y, en el diario ‘JAÉN’, he visto fotos recreando la gesta con trajes de época, así como que el alcalde de Bailén quiere institucionalizar aquel evento histórico. Donde me indicó el anciano, encontré un solar que está vallado con alambre: un pequeño montículo, junto a unas paredes de piedra, es cuanto se puede contemplar. A la antigua noria le han echado una capa de cemento, y una especie de chapa de hierro –oxidada por los años– recuerda el lugar donde fue derrotado el ejército invencible del general Dupont. Pero, ¿cómo es posible tanto abandono?, me pregunto. En cambio, el verano pasado los ingleses celebraron la Batalla de Trafalgar por todo lo alto, donde también participaron Francia y España. ¡Ésta es la diferencia! En Bailén hay un paseo con un monumento conmemorativo, pero esto no justifica que el lugar sagrado donde murieron miles de españoles y de franceses parezca un corral de cabras. Los españoles no hemos sabido conservar nuestros monumentos históricos, mientras que han sido los extranjeros quienes han escrito la Historia de España y, para nuestra desgracia, nos han arrebatado hasta nuestras victorias más sonadas. Baste decir que la batalla de Bailén figura en el Arco del Triunfo de París, como una victoria más del ejército francés. Napoleón engañaba al pueblo francés a conciencia y hoy los franceses siguen con el engaño.

 Unos kilómetros más arriba de Bailén, en el pueblo de Las Navas de Tolosa, pregunté a un aldeano por el lugar donde se desarrolló la histórica contienda contra los almohades de Miramamolín. Ahí, en el campo, fue cuanto supo decirme. Crucé el prado y llegué hasta el hotel que hay cerca de la carretera, pero aquí tampoco supieron darme razón. Camilo José Cela, como no era historiador, se pasó tres pueblos en su novela Primer viaje andaluz, al decir que los moros tuvieron doscientos mil muertos, y los cristianos, cincuenta mil mal señalados, incluido su jefe de estado mayor, el caballero don Dalmacio de Creixell… Sin embargo, se calcula que en Las Navas combatieron cien mil musulmanes contra ochenta mil cristianos, en julio de 1212.

 El agente forestal Antonio me informa que la batalla tuvo lugar en la Mesa del Rey, unos kilómetros más allá de Santa Elena. Observo que en una loma están construyendo el Museo de la batalla de Las Navas, pero la obra está paralizada, a pesar de que un cartel anuncia la terminación para junio de 2005. Lo de siempre. Cuando recorro estos bellos parajes, llama mi atención un cabritillo recién nacido, que está colgado de la rama de un chaparro. Sin duda debió de morir anoche y el pastor lo ha dejado aquí. También me dio lástima ver a un perro canela que deambulada por el campo, pero con el cuerpo comido por la sarna. Ocho siglos después de la batalla de Las Navas de Tolosa, sigue habiendo perdedores por estos montes de JaénXauen, que en árabe significa tierra de paso–, donde tanto abundan las leyendas. A los españoles, que vivimos de espaldas a nuestra Historia, no nos vendría mal recordar los versos que el poeta Francisco Villaespesa le dedicó a Alahmar, el Rojo, el fundador de la Alhambra, y el varón más insigne de la casa de Nasar: No temas las injurias del Tiempo ni las veleidades de la Fortuna, porque tu ardor desmesurado se eternizó en el portento de estos recintos. Jaén, 2 de junio de 2006.

Grabado de los desastres de la guerra, de Goya


 Posdata. El artículo lo escribí en esa fecha y le he hecho algunas correcciones. La Huerta de San Lázaro, llamada también de don Lázaro, que fue alcalde de Bailén, tenía una noria que canalizaba el agua para el riego. La batalla de Bailén (en esa época tenía unos 3.000 habitantes) tuvo lugar el 19 de julio de 1808, con una temperatura de 45 grados, de manera que muchos soldados franceses desertaron para ir a beber agua mientras decían que preferían morir en Bailén y resucitar en París, ya que estaban sedientos, mientras que los españoles tuvieron acceso al agua gracias a la noria, que hacía de línea divisoria. La batalla la describe Benito Pérez Galdós, en su novela Bailén, y el pintor Francisco de Goya dejó constancia de la Guerra de la Independencia, en su colección de grabados Los desastres de la guerra. La noria fue restaurada y la Huerta de San Lázaro fue declarada Bien de Interés Cultural, en 2015. España debería invitar a Francia, en la conmemoración de la batalla de Bailén, pues son países amigos.

IDEAL EN CLASE  

http://en-clase.ideal.es/2022/06/03/leandro-garcia-casanovalas-injurias-del-tiempo/?fbclid=IwAR3Di6MCNp3VJ2jRIMT8j1vGKYIt_LhSWSC84W7w4eQGxCg7VnDGRobshOY