Copio algunos comentarios de antiguos alumnos de Castilléjar, sobre mi
artículo, Las viejas escuelas, que escribí en 2003, y lo he publicado
recientemente en Facebook.
https://blogdegarciacasanova.blogspot.com/2012/12/las-viejas-escuelas.html
José.
Leandro, eres un máquina. Estupendo tu comentario sobre aquellos tiempos ya tan
lejanos, pero que no se borran de la memoria y de los que casi sólo recordamos
las cosas buenas. Como es lógico recuerdo todos los nombres que citas, aunque
no sé a qué Carmen te refieres diciendo que ha fallecido hace dos años. Muy
bien por tus escritos.
Leandro.
Gracias por tu generoso comentario, paisano José, aunque no sé quién eres. Este
artículo lo tenía en el baúl de los recuerdos y casi no lo recordaba: resume
cómo fueron aquellos años de la infancia. Me refiero a doña Carmen, la maestra,
la mujer de Jesús Martínez, que falleció en Granada.
Granada
Sandoval. Hola Leandro, me ha gustado mucho leer tu escrito sobre las escuelas
de antes, lo describes tal cual. Recuerdo tal como dices aquellas latas del
brasero, única calefacción que nos hacía algo agradable las horas de clase,
aquellos cánticos de entrada y salida, las tablas de multiplicar, las letanías
de rezos y la disciplina aplicada. Me ha gustado recordarlo y te felicito por
refrescarnos la memoria con tanto acierto. Una razón.
Leandro.
Gracias por tu comentario, amiga Granada Sandoval. Este artículo lo tenía
olvidado y me he deleitado con la lectura y los recuerdos que me traía. Hace
dos días, una prima me decía en Galera, esta es la casa donde vivía don Andrés
(iba y venía a Castilléjar en moto por un camino de tierra), mientras que una
amiga de mi prima me dijo que era familia del maestro. A esta edad tardía uno
se detiene en los recuerdos y en los pequeños detalles de la infancia, en ese
otro mundo que idealizamos. Un abrazo
Hombre.
Yo también estuve en esas escuelas creo que les llamaban la Tercia
Mujer.
Yo también fui muchos años y esa fue mi escuela
Hombre.
Yo también fui a esas escuelas
Hombre.
También estaba Doña Petra, que era excelente
Leandro. La última vez que vi a doña Petra en Granada,
me dijo: "Me hubiera gustado tener una hermana". Un tiempo después se
fue a vivir con un familiar a otra provincia
Mujer.
Yo también fui a esas escuelas, yo me acuerdo de Doña Petra que vivía en la
cuesta yendo para el río. La de Don Miguel estaba donde dices, que daba al
patio donde nos concentraban antes de entrar en clase
Leandro.
Las niñas estabais en la planta de arriba, para estar separadas de los
niños
Mujer.
Si, Leandro, estábamos en la planta de arriba, aunque yo empecé abajo con una
hermana de un cura que se llamaba Carmen
Mujer.
Yo también estuve con ella, con seis años empezábamos el curso, y después con
doña Luisa, también estuve en el colegio de los Evangelistas con otras dos
maestras, una era la mujer del médico que había entonces en el pueblo y otra
creo que era novicia o algo así, era monja jovencita... que buenos recuerdos
Leandro.
Como anécdotas recuerdo que echaron en clase algunas películas mudas de
el Gordo y el Flaco, y en otra ocasión vino un inspector de Enseñanza a
preguntarnos a los alumnos de don Miguel Lozano
Mujer.
Pili, yo me acuerdo de ti de ir a la escuela, yo también estuve con doña Petra,
doña Luisa y doña Carmen, para mí la mejor fue doña Carmen
Hombre.
Doña Luisa tenía muy mal genio…, todos los niños con miedo, así era en aquellos
tiempos
Leandro.
Voy a contar una anécdota cuando yo tenía seis o siete años. Mi familia
era vecina de doña Luisa, un día mi hermana y unas amigas estaban jugando a la
comba en el soportal, donde mi padre repartía las cartas. La madre de doña
Luisa salió con unas tijeras y le dijo a las niñas: “Como la cuerda pase de la
mitad de las losas, la corto”. Y de tal palo...
Mujer.
De Gloria si me acuerdo de ella, en mi clase había una, supongo que es tu
hermana. ¿Y tú también venías a la misma
clase? Qué alegría me da cuando leo de gente que se acuerda de mí, es como
volver atrás en el tiempo y poner cara a la gente y vivir esos años de nuestra
infancia que nunca volverán pero no olvidaremos
Mujer.
Eso me pasa a mí, éramos muchísimas niñas y niños, recuerdas con las que hemos
tenido contacto o por vivencias, la pena que entonces no había lo que tenemos
ahora… Para mí uno de los grandes maestros de Castilléjar fue D. Emilio y de
los Olivos, Doña. Isabel, así como Antonio ‘el Quito’, los recuerdo con mucho
cariño, eran grandes personas
Mujer.
Pues sí María una pena que no tuviéramos el móvil como hoy. Y sí creo que la
mayoría pensamos en Don Emilio y Doña Carmen y eso que son los que mejor nos
trataban. Que lastima que yo solo los tenía de suplencia
Mujer.
Si yo iba a la misma que mi hermana Gloria, ella vive en el pueblo, ¿te
acuerdas de las Casas Baratas?, pues ahí vive ella
Mujer.
Pues entonces, Leandro, ya sé de dónde venía el carácter de la maestra… Menudo
genio, eso tampoco se olvida
Leandro.
Tengo la imagen grabada, la madre amenazando con las tijeras a unas niñas que
jugaban a la comba. Mi madre no se lo hubiera permitido y con doña Luisa no
tuvo problemas porque las dos tenían bastante genio… Yo también tuve maestros
que me pegaron y castigaron o más que a vosotras, hasta el párroco me daba
capones por ayudarle y echar muchas horas de monaguillo. El método era “la
letra con sangre entra” y en esos años nos enseñaban a palos. Muchos años
después he tomado café con algunos maestros y los he visitado en su casa,
cuando ya no podían salir a la calle. Aquella época no daba para más y no
podemos juzgarlos con la mentalidad de hoy. El escritor francés, Albert Camus,
cuando le concedieron el Premio Nobel en 1957, lo primero que hizo fue escribir
una carta de agradecimiento a su maestro porque a él le debía haber cursado
estudios.
Mujer.
No sé ni cómo podíamos ir al cole como corderitos sabiendo lo que nos esperaba.
Lo bueno era cuando se rompía la regla con la que nos daban y lo contentas que
nos poníamos. Pero al día siguiente la niña del carpintero le llevaba otra y se
rompía la magia... jajajaja
Leandro.
Nosotros nos restregábamos las manos con ajos porros porque pensábamos que así
no nos dolían los reglazos… Nosotros, tan convencidos de los efectos milagrosos
de los ajos porros, hasta que te arreaban un reglazo y entonces decíamos, ‘!joer!’
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Las escuelas, de Castilléjar. Años cincuenta |
Mujer.
Yo también me acuerdo de todo esto, era lo que había
Leandro.
Antes las escuelas funcionaban así, hoy es un mundo completamente diferente
Hombre.
Había un maestro sordo que, al entrar en la clase, se quitaba el cinturón, lo
enroscaba en la mesa para imponer temor y si veía jaleo cogía el cinto y daba
correazos a tajo parejo, a toda la clase menos a Miguel Zambudio porque era más
bajito, se salvaba casi siempre.
Leandro.
Sería don Pedro ‘el Sordo’, se dormía, formábamos jaleo en clase y nos
arreaba con la correa… Cuando falleció el marido de doña Carmen, Jesús
Martínez, en 1990 (yo lo veía cuando iba de vacaciones a Granada), ella se fue
a vivir con su hermana, que vivía en el piso que estaba por encima del de mi
madre… De don Miguel recuerdo los dictados, también la lectura, nos ponía a 6 o
7 niños de pie, haciendo corro alrededor de su mesa, y leíamos algún cuento.
Ponía en la pizarra una serie de cantidades de seis o siete cifras, pero yo
todavía no sabía leer los números y alguno de al lado me soplaba: 2.493. Y así
estuve un tiempo
En
1930, en una humilde casa de la Argelia
francesa, un maestro trata de convencer a una familia para que su hijo
continúe con los estudios en vez de obligarle a ponerse a trabajar. Esta
escena, tan repetida en todas las épocas, tuvo dos protagonistas: el maestro, Louis Germain, y un alumno
brillante, Albert Camus, que era nieto de españoles. Esta fue la carta de agradecimiento que el
escritor le dedicó a su maestro, poco después de recibir el Premio Nobel.
A su madre le dedicó la novela El primer hombre, con esta frase: “A ti,
que no podrás jamás leer este libro”. Ella no pudo leer ninguna de sus
obras, porque era analfabeta.
https://en-clase.ideal.es/2024/08/15/leandro-garcia-casanova-carta-a-mi-maestro/?fbclid=IwY2xjawEqrsVleHRuA2FlbQIxMAABHSpPDQHx3_lkiKg0u8spHOXscKBQcJKNcyJ_g2knoXpGyv_sRuNELOTNgg_aem_KgXQv8pAAVZNgYZWdvOUeg
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Composición de la Calle del Agua, de Nines S. Navarro |