lunes, 23 de diciembre de 2019

EN MANOS DE LAS COMPAÑÍAS DE MÓVILES






Reproduzco más o menos, la reclamación que puse a la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones a finales de julio. El pasado 13 de junio, la compañía X (por no mencionar el nombre verdadero) hace la portabilidad de mi teléfono fijo, en vez del día anterior que terminaba el contrato con Jazztel (así se lo indiqué claramente). Para ello, interviene mi router por vía satélite el día 12, y me envía por mensajería el router, un teléfono móvil inalámbrico y tres tarjetas dos días después. El 16 hace la portabilidad de mi móvil. Sin embargo, como la compañía Jazztel me hizo una oferta más económica, decidí no activar el router y pedir la baja en compañía X. En todo este tiempo, no me ha enviado el contrato por escrito (lo hizo de forma oral) y el 23 de junio recibo un correo electrónico, informándome de una factura de 2,58 euros, donde se lee: “Ya tienes tu factura…, puedes consultar o descargar el PDF desde compañía X …, o desde tu Smarfhone con la APP…”. Esto es, ni siquiera se molestan en enviar la factura, sino que tengo que registrarme con una contraseña para entrar. Aporto fotocopia del correo electrónico y de la factura que carga en mi cuenta del banco.

Después de llamar numerosas veces y quejarme al teléfono de Atención al Cliente, de compañía X, donde he perdido mañanas y tardes, varias veces me colgaron las llamadas, de manera que juegan con la desesperación del cliente. Un agente dice una cosa y, al día siguiente, te dicen otra, y todo porque me he dado de baja. Por fin, el 21 de junio recibo un mensaje por SMS: “Tu solicitud de baja ya ha sido gestionada. Tu número de solicitud es…”. Un agente me informa que tengo 30 días para devolver el paquete, pero me tienen que dar un “número de código de devolución” para poder devolverlo en cualquier oficina de Correos. Parece que están esperando a que pasen los 30 días de plazo para cobrarme más de 200 euros que valen el router y el teléfono inalámbrico. Me desactivaron el antiguo número de teléfono fijo por otro nuevo de compañía X, por lo que sólo tengo Internet en el teléfono móvil, en fin, que he pasado por un verdadero calvario.

El 4 de julio puse una reclamación en la Tienda compañía X, aporto las fotocopias de la reclamación y de la Hoja de Incidencias. El 11 de julio recibo un mensaje por SMS con este texto: “Tu solicitud de baja ya ha sido gestionada. Tu número de solicitud es 778722604”. Habría que preguntarse, ¿cómo es posible que me den de baja los días 21 de junio y 11 de julio?, lo que da idea de la poca seriedad...
El 16 de julio, me llaman del Departamento de Reclamaciones: “Con esta fecha te damos de baja, no se puede generar el código de devolución, pero no hace falta que devuelvas el paquete con el router y el teléfono porque no te lo vamos a cobrar. Lo guardas durante tres meses, yo creo que no te lo van a pedir, y luego te deshaces de él”. Le digo que me lo comunique por escrito para que quede constancia, pues tienen obligación de contestar a las reclamaciones en el plazo de diez días y me responde: “No hace falta que contestemos por escrito, lo podemos hacer oralmente, porque ha sido una incidencia en la tienda y no una reclamación. El número de referencia es 82834843, para que veas que es verdad”. Le aclaro que el escrito que acompañaba a la hoja de incidencia era una reclamación. El 25 de julio me vuelven a cargar en mi cuenta del banco 18,60 euros. Aporto fotocopia de la factura pero, como no explica el concepto del cobro, doy orden al banco para que la devuelva.

“Por todo ello, solicito que se sancione a compañía X por efectuar dos cobros indebidos, de 2,58 y 18,60 euros, sin aportar siquiera una factura o un justificante, y por no contestar por escrito, como establece la Ley de Consumo, a la reclamación que registré el 4 de julio, en la Tienda de compañía X en Granada. También debe de comunicarme por escrito que puedo quedarme el paquete sin que me reclamen después el importe del router y del teléfono móvil inalámbrico, o bien devolverlo por Correos”. Finalmente, el 17 de diciembre, recibí un certificado de la Oficina de Atención al Usuario de Telecomunicaciones donde resuelve que anula los dos importes que pretendía cobrarme la compañía y confirma que no resulta necesaria la devolución de equipos entregados para la prestación del servicio.





Después de luchar contra tanto abuso, tengo que añadir que no es aconsejable devolver un recibo de teléfono porque te meten en el Registro de Morosos y te complican la vida. En el programa “Ser Consumidor”, de la Cadena Ser, he oído que las compañías utilizan a empresas para cobrarte el equipo de telefonía pasados unos meses, a pesar de que te dicen “de forma oral” que no tienes que devolverlo. Nadie regala nada y menos un router y un teléfono inalámbrico. Cuando vayáis a hacer un contrato de móviles, lo mejor es hacerlo en la tienda oficial de la compañía porque aquí se puede ir a protestar o poner una reclamación en caso de necesidad. Es algo tan evidente que no nos damos cuenta y la mayoría contratamos por teléfono con un operador, con el que no vamos a poder comunicarnos después, ni él va a querer saber nada, y al que le pagan un porcentaje por hacer contratos. Recuerdo que había un programa de televisión en los años sesenta, donde el presentador ya advertía de los timos que daban por pedir artículos de consumo a un apartado de Correos de Madrid, Barcelona, etc. Los pedidos los enviaban en un paquete, a contrarreembolso, y a veces no eran de la calidad que se anunciaban, o enviaban otro artículo o no lo enviaban nunca.


No se puede pedir el alta en una compañía y luego quedarte en la que estabas, porque te hace una oferta mejor. Te expones a que te hagan la vida imposible: he pasado un mes sin teléfono fijo ni Internet, he perdido el número de teléfono fijo que tenía desde los años noventa, y luego los problemas que tengas con la instalación de la nueva compañía. Cuando te instalan el equipo tienes 15 días de prueba para desistir de la portabilidad, pero esto no va con compañía X. Hay que recordar que las compañías de móviles y los bancos son los que más reclamaciones tienen de los consumidores, por los abusos que cometen. Me despido esperando que paséis una feliz Navidad y que andéis con sumo cuidado.

sábado, 9 de noviembre de 2019

"EL NEVERAL", DE JAÉN



"El Neveral" 







Hace varios años, fui a Jaén a visitar a un amigo y de paso visité también el “Hospital El Neveral”, en el cerro del mismo nombre, cerca del Castillo de Santa Catalina, donde el general Charles De Gaulle, ya retirado de la política –fue presidente de la República de Francia–, se encerró durante meses y escribió parte de sus memorias. “El Neveral”, como se le conocía, empezó a funcionar en 1934 y, durante muchos años, fue un sanatorio antituberculoso por donde han pasado más de 25.000 enfermos, muchos de ellos procedían de las minas de Linares. Al principio tenía tres plantas con ciento diez camas, pero en 1950 llegó a contar con cuatrocientas camas, en aquellos años de miseria en que había muchos enfermos de tuberculosis, porque era muy contagiosa. El “Hospital El Neveral” me recuerda la novela del escritor alemán Thomas Mann, “La montaña mágica” (1924), donde relata la vida interior, afectiva e intelectual de los pacientes, en el sanatorio antituberculoso de Davos, en los Alpes suizos, que hablan sobre la enfermedad, la muerte, la política, etc. La novela retrata a la burguesía europea de los años anteriores a la I Guerra Mundial. En 1981, “El Neveral” pasó a llamarse “Centro Hospitalario de Enfermedades del Tórax, Dr. Sagaz”, en reconocimiento a la labor que este médico desempeñó en Jaén. 

En Granada fue famoso el “Hospital Antituberculoso de San Lázaro”, que fue fundado por los Reyes Católicos en el siglo XV para el cuidado de los enfermos de lepra, en realidad era un lazareto. Su primera ubicación fue la placeta de las Tomasas, pero se trasladó en 1514 al barrio de San Lázaro, en la zona que hoy ocupan los juzgados de La Caleta. Dependía de la caridad para su mantenimiento pero, en el siglo XVIII, el rey Carlos III lo puso bajo su protección, hasta que en 1839 pasó a Diputación que encargó a las Hijas de la Caridad el cuidado de los enfermos.  En 1937 el hospital se adaptó a las necesidades de la Guerra Civil y fue dedicado al cuidado de los enfermos de tuberculosis. En 1971 el hospital cerró sus puertas y fue derribado en 1973.
Enfermos del Hospital de San Lázaro





Cuando asomaba alguna nube sobre la ciudad de Jaén, se posaba encima del cerro “El Neveral” y poco después comenzaba a llover. Por el cerro también se ponía el sol durante el invierno, sobre las diecisiete horas, lo que hacía que las tardes fueran algo tristes, pues anochecía antes. En los años ochenta, mis hijos eran pequeños y algunos domingos los llevaba a pasar la tarde a los cuidados jardines del “Hospital El Neveral” y allí jugaban en aquellos pequeños laberintos. Era un lugar tranquilo y apacible donde apenas había gente y paseábamos en medio de los pinos de la montaña. En la primavera pasada, estuve varias veces con mi hermano paseando por allí, durante la mañana, para que se soltara con el andador. Ahora los jardines están abandonados, pero se respira mucha paz y tranquilidad, lejos del tráfico y del ruido de la ciudad. De vez en cuando veíamos algún vehículo de la funeraria que salía del hospital, en dirección a algún tanatorio de la ciudad, o algún turismo que subía. Han cerrado algunas plantas, incluso la cocina, por lo que ahora sirven a los enfermos comida de catering, de manera que muchos jiennenses tienen la impresión de que lo están desmantelando poco a poco. Estos pinares de la montaña, en medio de la niebla y de las nubes de la primavera, tienen cierto aire romántico para los que vamos de visita y a pasear. Sin embargo, “El Neveral” ha sido el hospital donde miles de personas se han recuperado de su enfermedad mientras que para otras miles ha sido la antesala de la muerte.

martes, 5 de noviembre de 2019

KAFKA EN LA ADMINISTRACIÓN











Acabo de leer el escrito que le dirijo al jefe de servicio de Gestión de Personal (enero de 1994) y me quedo alucinado, me cuesta trabajo creer que me ocurrieran todas aquellas desdichas, que hubieran tumbado a cualquiera. Recuerdo que, en el instituto de…, necesitaban a un auxiliar administrativo y me ofrecí voluntario, aunque yo era administrativo. Me venía bien cambiar de aires y mi gesto lo tomaron como un favor que les hacía, pues hubieran tenido que convocar una plaza y cubrirla por enfermedad de la auxiliar laboral, una joven contratada que estaba casi siempre de baja, pues se comentaba que se la proporcionaba un médico con el que tenía amistad. Fue incorporarme al instituto, cuando la auxiliar se dio de alta temiendo que le quitara el puesto o que suprimieran su plaza, como me enteré unos meses después. Tras los primeros días trabajando juntos, en que todo fueron atenciones y parabienes (días de vino y rosas), la desgracia empezó a cebarse conmigo. La contratada empezó a propagar bulos y calumnias entre el profesorado, supongo que con el objeto de que me echaran cuanto antes del instituto para que las cosas siguieran como estaban. Así, una mala persona –o una mente enferma– te puede echar encima a toda la tribu, con engaños y artificios, sin que te enteres ni sospeches de lo que se trama a tus espaldas. Si alguien va acusándote por ahí de que has dicho esto o lo otro, de tal o cual profesor (al que ni siquiera conoces), nada de extraño tiene que te miren más o menos como a un delincuente.

En este plan la auxiliar convenció al director, a la secretaria y al administrador, de modo que tuve discusiones con algún que otro profesor, dieron parte de mí sin informarme siquiera, vino un inspector a tomarme declaración, me prohibieron llamar por teléfono, me echaron de la sala de profesores y del bar, en fin, una serie de vejaciones, humillaciones y arbitrariedades como las que le expongo en el escrito al jefe de servicio. Yo no sabía por dónde me venían los tiros, pero todo esto se puede conseguir difamando y manipulando a la personas. Ambos trabajábamos juntos en una pequeña oficina, pero cuando la auxiliar laboral llegó quitaron las persianas para que estuviéramos a la vista del público. Hasta aquí, nada de particular. El caso es que me cayó muy bien al principio, por lo atenta y amable que se mostraba conmigo, pero cuanto me sonsacaba, lo iba largando a unos y otros a su conveniencia y, cuando no, se inventaba las cosas. Yo le hablaba con confianza a esta chavala de unos treinta años, pero luego iba con chismes a unos y a otros, puro maquiavelismo. Recuerdo que un día, uno de los mejores profesores del centro la llamó “tía guarra”, delante de los alumnos, y la nena no dijo esta boca es mía. Como no se aseaba ni duchaba, olía a sudor, por lo que no es difícil imaginar cómo tendría su casa. El caso es que vio en mí al compañero ideal para “hacerle la vida imposible”, pero sin compasión, a ver si me echaban cuanto antes del instituto, no vaya a que suprimieran su plaza y me la dieran a mí. Sin embargo, esto no era posible ni a mí me interesaba pues yo era de un grupo superior. Es más, en Educación hicieron un cambalache (sin traslado ni nada) pues tenía mi plaza en otro instituto.

La auxiliar laboral quería que los profesores le estuvieran agradecidos y, para ello, se prodigaba haciéndoles toda clase de favores, mientras que yo me atenía a mis funciones, También podía influir mi carácter un tanto reservado. En el fondo, creo que la contratada no estaba bien –tenía bastantes problemas con su familia– y algo tuve yo que decirle para mostrarme ese rencor, quizá cuando descubrí su doble juego. Como yo era funcionario de carrera, me hizo firmar un escrito por el que renunciaba a su plaza, pues temía que yo se la arrebatara debido a sus prolongadas bajas. El delegado de Personal de Comisiones Obreras envió una reclamación al inspector de los Servicios, de la Delegación de Educación, pues yo era delegado del sindicato en el instituto donde estaba destinado. Pero éste era el trato que dispensaban al personal en aquel centro, y eso que yo era delegado.
Baste decir que el ordenanza tenía que venir por las tardes, a abrir la puerta del centro, para que el director y sus amiguetes –entre ellos, el dueño de un hotel– echaran su partida de tenis en las instalaciones deportivas. Esto es lo que se llama realizar actividades prohibidas en un centro público: utilizando al personal laboral, fuera de las horas de trabajo, así como las instalaciones deportivas fuera de las horas lectivas. En fin, no se puede abrir un instituto público para tus intereses particulares, para que eches unas partidas de tenis con personal ajeno. Es de suponer que el hotelero recompensaría los favores que le hacía el director. Así andaban las cosas entonces y no pasaba nada, y a ver quien se atrevía a denunciar esto. El director utilizaba el instituto como si fuera su cortijo, y al personal como sus lacayos, mientras que a mí me abrían un expediente porque me negaba a hacer funciones que no me correspondían.



En febrero de 1996, yo llevaba cinco meses destinado en Granada y habían transcurrido más de dos años de estos hechos. El instructor me tomó declaración “en calidad de testigo”, porque el director del instituto citado me abrió injustamente un expediente disciplinario para empitonarme. Pero el instructor estaba haciendo el paripé para archivar el asunto sin más trámite. Resulta que la secretaria del instituto me pidió que compulsara la declaración de la renta de un profesor, que era amigo suyo, y me negué. En el citado documento, me quejo de que “en otra ocasión tuve que escribir una carta personal de un profesor dirigida a la universidad (…) El director dio parte de esto y la inspectora de Educación me entregó un escrito recordándome que eran obligaciones mías las compulsas y me advertía de abrirme un expediente de continuar en esta actitud”. Todo eran obligaciones para el personal de Administración y Servicios, mientras que los profesores gozaban de toda clase de privilegios. En el interrogatorio, el instructor me pregunta, “si en algún momento considera haber recibido por parte de los funcionarios anteriormente mencionados un trato que hubiese atentado contra su dignidad”. Como ya me encontraba destinado en Granada y el asunto quedaba lejano, alego buenamente que “es evidente que me quejé al sindicato porque estaba dolido, pero no lo considero como un atentado a la dignidad”.

Cuando vine destinado a Granada, no contento con el daño que me había hecho, el director del instituto envió el expediente que me abrió (la cosa quedó en una información previa y la archivaron), así como informes negativos y manipulados para ‘recomendarme’ en mi nuevo destino. De esto me enteré de casualidad, cuando un día vi aquellos papeles en mi expediente personal. Al día siguiente, cuando fui con un delegado sindical y le pidió al jefe de Personal que me enseñara el expediente, los “misteriosos informes” habían desaparecido. Así funcionan las cosas en la Administración: los unos te recomiendan a los otros, valiéndose de “informes ocultos y falsos”, a los que sólo tienen acceso los superiores. Y cuando vas destinado de una delegación a otra, se llaman por teléfono: “Mira, que este tío va para allá, te mando el historial…”. Y ya llevas tu ficha policial, a la que nunca vas a tener acceso, a pesar de que la Ley del Procedimiento Administrativo Común indica claramente que los interesados tienen acceso a su expediente. Con esos informes falsos puedes poner una denuncia en el juzgado, por eso los mantienen ocultos.

En los años que estuve trabajando en el instituto, aprobé tres cursos de Derecho con sendas becas, estudiando y yendo a la facultad por la tarde. Sin embargo, esta fue la ayuda y la comprensión que tuve de algunos profesores que se dedicaban a la enseñanza. Estos abusos no eran sólo conmigo: cuando un alumno sufría una caída, o se fracturaba un miembro haciendo deporte o por otra causa, el profesor de guardia llamaba a un taxi para que lo llevara al ambulatorio, que se encontraba a un kilómetro. De paso, le decían al alumno que lo atendieran con la cartilla del seguro de sus padres, y así no tenían que rellenar un formulario para que fuera atendido por el Seguro del Estudiante. Algunos hacían esto con total impunidad, aunque había profesores excelentes. A veces, se daban casos urgentes en que podían acercarlo en el vehículo de algún profesor o alumno, pero, allí los tenían esperando hasta que viniera el taxi.

En cuanto al escrito que le dirijo al delegado de…, en Granada, en 1999, debo señalar que la Administración guarda informes secretos en el expediente de algunos funcionarios, que nadie se ha molestado en comprobar si son ciertos, como los que envió el director del instituto. Mis problemas empiezan en la Delegación, desde el momento en que solicito al delegado “poder examinar esos documentos y sacar copia de los mismos”. Aquellos misteriosos informes desaparecieron de allí y nunca llegué a verlos –hoy día permanecen ocultos en cualquier cajón, de cualquier despacho, para que alguien los utilice en un momento determinado y con un fin concreto–, pero el caso es que, a partir de entonces, se desató la cacería y el acoso laboral, del que me quejé al presidente de la Junta de Personal de Granada y al Defensor del Pueblo Andaluz, dos meses más tarde. Las quejas no sirvieron para nada. Lo peor de todo esto es que la mala fama ya no te la quita nadie, aunque pasen treinta años, porque el expediente va pasando de unos destinos a otros, de unas manos a otras, de unas bocas a otras: estás “fichado para siempre” y tienes el triste honor de figurar en la “lista negra”, porque la Administración actual tiene sus “archivos secretos”.


Yo pude darme cuenta de que en un instituto de pueblo me habían convertido poco menos que en un delincuente, por gente sin escrúpulos. Hacía poco que estaba destinado en otro Centro, de Granada, cuando llegó una mujer de la calle y me pidió que le hiciera fotocopias, entonces le informé dónde podía hacerlas. Como era amiga del coordinador (un elemento, que no dio nunca un palo al agua), este me llamó a su despacho y allí me dijo entre otras cosas que era un monstruo, a pesar de que sabía perfectamente que entre mis funciones no estaban hacer fotocopias. Meses más tarde, yo era el único al que le descontaban la productividad de la nómina sin necesidad de justificar por qué tomaba esta medida arbitraria. He tratado de mostrar los abusos que ocurrían con el personal de la Administración, por lo que estábamos a merced del cacique de turno. He hablado con compañeros y, el que no se sometía, pobre de él. Los años han pasado pero estas “malas prácticas” de la Administración todavía las aplican a algunos disidentes, como podemos leer de vez en cuando en los periódicos. “Gregorio Samsa se despertó aquel lejano día convertido en una cucaracha”, el funcionario Frank Kafka también tuvo problemas con la Administración.


sábado, 21 de septiembre de 2019

INUNDACIONES EN LAS GABIAS





Riada en avenida San Marcos, 21 de septiembre de 2007






El 16 de julio de 2008, dos vecinas de la calle Murillo presentaron una reclamación a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir: “En la parte trasera de nuestras viviendas comienza una cañada real y se encuentra la Rambla de Contreras, donde hace unos meses la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir llevó a cabo el soterramiento de una tubería, por donde discurren las aguas torrenciales de la lluvia, que vienen del monte. Esta rambla es terreno público pero la está utilizando sin permiso la empresa que construye el Residencial San Francisco; varios bloques de viviendas en un solar que se encuentra situado detrás de la avenida San Marcos y que linda con la rambla por la parte sur”. La Confederación envió un agente forestal, hizo el informe y las vecinas no recibieron notificación alguna de las medidas adoptadas.

La riada rebasa la tapia, que separa la rambla de la avenida San Marcos, 14/09/2019
El 21 de julio de 2010, yo presenté este escrito al director de la Agencia Andaluza del Agua: “Como ampliación a mi reclamación de ayer, sobre la obra en el Barranco de Contreras de Las Gabias, quiero informarle que es de la empresa... –aunque no existe ningún cartel anunciando la edificación, el número de viviendas, arquitecto, empresa, etc., como es preceptivo–, donde  me he informado que proyecta construir 180 viviendas de protección oficial. Los sótanos o garajes de las viviendas llegan hasta la misma rambla, por donde pasa la tubería que recoge las aguas pluviales, como puede apreciarse en la foto ‘Humedad terreno rambla’. Al filtrarse el agua de lluvia, los garajes se inundarán, aparte que se construyen en la misma rambla, estando prohibido por ley”. Por esas fechas, un agente de la autoridad me confesó con ironía: “No busques, que han arreglado bien los papeles”.


17/09/2019

Rambla y avenida de San Marcos, con viviendas al lado del colector

Los dos colectores de la tubería se taponaron
El 12 de agosto de 2010 anoté estos datos:
“El Barranco de Contreras tiene más de 15 kilómetros cuadrados de cuenca de drenaje, por donde discurren las aguas pluviales. Tendrá una longitud de unos cinco kilómetros. La fuerza de las aguas de lluvia ha inundado calles y casas de vecinos, como ocurrió hace dos años (lo he visto varias veces), mientras que la tubería subterránea que colocaron el pasado año es demasiado estrecha. En la Agencia Andaluza del Agua me han informado que van a proponer una sanción por la alteración del terreno y por poner vallas en el lado Este. Deberían de sancionar también por cortar con vallas la calle de entrada al Barranco, mientras que el camino que sigue por detrás de la obra está lleno de piedras y tierra de los taludes. Hasta no hace mucho, la ley prohibía construir a menos de 100 metros de una rambla. Ahora ya lo hacen en la misma rambla. En el terreno que hay pegado a la tubería del barranco, se aprecian grandes manchas de humedad, pues el agua se filtra, por lo que van a tener unos garajes acuáticos (…). Estos terrenos toman el nombre de Contreras, su antiguo propietario, y se da la paradoja que los donó al Ayuntamiento con la condición de que construyeran un parque. El Ayuntamiento recalificó los terrenos en suelo urbano, en mayo de 1997. El caso es que han edificado entre una rambla y un manantial, llamado los ‘Remanados del Barranco de Contreras’. No tenían otro sitio mejor, con los terrenos que hay en Las Gabias”.

Elevaron el terreno de la rambla para colocar la tubería 20/07/2010
‘Los Remanados’ (el agua brotaba del suelo cada primavera) ya no existen pues depositaron toneladas de tierras en los alrededores. Al final construyeron 180 pisos de protección oficial, cuando había cerca de 700.000 viviendas de segunda mano en el mercado, por lo que todavía quedan pisos vacíos. Aquello era un disparate y, sobre todo, en un terreno donde existía una cañada real y unos remanados (ambos han desaparecido), al lado de una rambla donde corren las aguas torrenciales de los montes cercanos. Y en vez de construir el parque, como estaba estipulado, el Ayuntamiento lo recalificó como suelo urbano. No tengo constancia de que la Agencia Andaluza del Agua sancionara a la empresa constructora por alteración del terreno y poner vallas en el lado Este.



Cauce que formó la riada, en la parte media

Las aguas torrenciales bajaron de los montes de alrededor 20/09/2019
El pasado 17 de septiembre, el Colegio de Geógrafos de la Región de Murcia, denunciaba en el periódico “La Verdad”: “’Contrariamente, estas actuaciones de recanalización provocan un efecto multiplicador cuando ceden, impidiendo, además, que el agua desbordada retorne al cauce al bajar el nivel de la riada, prolongando los efectos en las zonas inundadas. La Dana que ha golpeado la Región nos vuelve a dejar las mismas lecciones que todas las anteriores’. El Colegio de Geógrafos cuestiona las políticas urbanísticas aplicadas hasta ahora y apostó por medidas inaplazables que se requieren con urgencia”.

Las inundaciones del pasado 14 de septiembre, en Las Gabias, taponaron los dos colectores de la Rambla de Contreras, como puede verse en las imágenes. La riada de agua, brozas, piedras y barro arrancó y dobló la reja del colector de abajo, parte de la tapia de bloques de hormigón, que la protegía, y rebasó la tapia de la calle, arrancando la valla de alambre. Era un aluvión que bajaba por las calles de San Marcos (muy superior a las crecidas anteriores) y Vista Alegre, que inundó las partes bajas de Las Gabias. Para construir las 180 viviendas, elevaron el terreno de la rambla un metro y medio, echando toneladas de tierra encima, y colocaron una tubería subterránea pequeña. Con esto consiguieron las autorizaciones y pensaron que ya estaba solucionado el problema. Pero las aguas torrenciales volvieron por sus fueros y por el cauce de siempre. También se construyeron urbanizaciones en las partes bajas de Las Gabias, con sótanos y todo, a sabiendas de que se inundarían en cuanto arreciaran las lluvias. Estamos en un país tercermundista, donde todo se ha sacrificado: cañadas, ramblas, remanados, zonas bajas y hasta la  legislación urbanística, por los pelotazos de la construcción. Los inventos estallan en manos de quien los fabrica, mientras que los vecinos seguimos temblando cuando llegan las aguas torrenciales. Quiero presentar sendos escritos en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y en el Ayuntamiento de Las Gabias, exponiendo estos hechos porque no podemos esperar más tiempo para que tomen las medidas necesarias. Me gustaría que lo firmaran también los vecinos interesados.

jueves, 19 de septiembre de 2019

CUANDO TODO FALLA









Eran las once de la noche cuando salió del sótano a dejar un tubo de silicona fuera, para tirarlo a la basura al día siguiente. Entonces temió lo peor, empezó a tentarse los bolsillos del pantalón varias veces hasta que se convenció: había cerrado la puerta del sótano y, lo que es peor, la llave se había quedado puesta en la cerradura, por dentro. Su mujer le abrió la puerta principal de la casa, cogió las otras llaves y comprobó que la cerradura estaba bloqueada y no se podía abrir. Se había quedado encendida la luz del sótano, pero como era tarde pensó llamar al cerrajero al día siguiente y, de paso, le explicó la situación a la mujer. Sobre las 7:30 horas, llamó a la compañía de seguros y oyó una voz en off que le decía: “Diga su número de contrato o el DNI. Si es para siniestro de hogar pulse uno, si es para asistencia en viaje, pulse dos”. Y a continuación: “Si es para averías eléctricas, pulse uno…”. Estaba desesperado y pensó, ¿cuándo va a llegar lo mío? Al fin se puso una señorita al móvil y le aclaró el tema: “El seguro sólo cubre la llave de la puerta principal, pero no la puerta del sótano”. El infortunado le contestó, “estoy leyendo las normas en el librillo del contrato y no dice nada de la puerta principal”. “Lo siento, pero esto es lo que pone el contrato”, sentenció la telefonista. Al final, quedaron en que le iba a enviar un cerrajero de la compañía, de forma urgente, pero tenía que pagarlo de su bolsillo.

Estaba bloqueado pues no había dormido bien, incluso no recordó la clave para encender su móvil, por lo que tuvo que llamar con el de la mujer. Después de hablar con el seguro, se puso a buscar por el móvil: “cerrajeros de granada”. Pero lo pensó mejor y los buscó en la localidad donde vive. Uno tiene colgados tres comentarios, desde hace un año (sic): “Me abrieron la puerta con una radial para romper la cerradura, 423,50 euros, una barbaridad y así es como me dejaron la cerradura y la puerta”. Se ve la imagen con la puerta de madera rajada por cuatro sitios, alrededor de la cerradura. “Estos sinvergüenzas me dieron un presupuesto entre 90 y 100 euros, luego te envían a un par de tíos para intimidar, que abrieron la cerradura con un plástico en 15 segundos y me querían cobrar 338 euros porque era festivo. Después de negarme en redondo me rebajaron 100 euros de golpe. Pero aún así la broma me salió por 220 euros. Eso es una estafa en toda regla, que se corra la voz y que estos estafadores dejen de robarnos a la gente”. “Precios desorbitados, 75 euros por 40 minutos, más 20 de desplazamiento, más 30 por ser sábado por la mañana, más material, un plástico de nada, total  160 euros. Espero que nos den alguna solución en la Oficina del Consumidor”.

Este otro cerrajero sale mejor librado en los dos comentarios: “Llamé porque en el anuncio decía que era económico y de económico nada! 100 € por pasar un plástico por la puerta en menos de 1 minuto!”. “Vino un muchacho a mi casa me abrió la puerta y me cobró 40 euros a las 9 de la noche, yo pensaba que me cobrarían más caro pero el muchacho cuando llegó me dijo el precio antes de abrir la puerta lo recomiendo la verdad”. Otro comentarista expresa sus condolencias, desde hace dos años: “Muy mala experiencia, 124 euros por un servicio, siendo jueves antes de las 8 de la tarde, es totalmente abusivo. Simplemente pasar una radiografía, sin presupuesto ni información de tarifas ni nada. Veremos qué dice la Ocu a todo esto, ya está puesta la reclamación”. Por fin, encontró a un cerrajero con tres referencias recientes: “El muchacho fue rápido y eficaz, sobre todo bien de precio, recomendable”. “Lo recomendaría me abrió la puerta de mi casa muy rápido y sin romper nada. Muy económico”. “Totalmente recomendable, el chico no solo fue rápido si no que también me costo muchísimo menos de lo que esperaba”. 







Llamó al operario, a las 8 de la mañana, le pidió precio pero aquel le dijo que tenía que ver la cerradura. Acudió media hora después y le informó que le cobraba 110 euros, pero el interfecto le respondió que el bombín lo compraba y lo ponía él. “Entonces le cobro 90, pero es que no va a saber quitar la cerradura y el bombín le va a salir más caro”. Como al parecer lo tienen todo calculado, se doblegó al destino. Más tarde cayó en la cuenta que dos tornillos sujetan la cerradura y otro el bombín. El joven taladró la cerradura con cuidado y en menos de quince minutos abrió la puerta, de manera que se fue con la alforja llena y el otro quedose con la suya menguada.

Más tarde, llamó al agente y le confirmó que el seguro sólo cubre la puerta principal, para que nadie se quede en la calle. Será porque los seguros anteponen la caridad a todo. El agente le confesó que un cerrajero llegó a cobrar más de 300 euros en Granada, por abrir una puerta, y que se aprovechan sobre todo de los ancianos. “Y que no vayan a tu casa de noche o en días festivos, que te cobran más”, añadió. Sobre las 18 horas le llamó el cerrajero de la compañía y el susodicho le contó que le habían abierto la puerta antes de las 9 de la mañana: “Y eso que la telefonista me lo puso como urgente”, le espetó. El otro le respondió que el aviso se lo habían dado para que se pasara al día siguiente. “Anoche me quedé con la cerradura bloqueada del sótano y con la luz encendida, y me dice que se iba a  pasar mañana…”.

Habría que preguntarse si, por un trabajo de 15 minutos, te pueden cobrar 100, 200 y hasta 300 euros, sin darte un recibo o factura. Es evidente que se aprovechan del estado de necesidad del cliente, que se queda en la calle o sin poder entrar a una dependencia de su vivienda. Hace unos meses, llamé a un técnico de La Zubia para que le quitara el ruido a la puerta automática, pero como tiene una cadena no pudo hacerlo. Entonces, la revisó y le echó aceite por varios puntos. Me pidió veinticinco euros y le di diez más. Esto es honradez y todo lo demás son atracos. Y, como digo, aquí ha fallado todo, incluido el propietario de la vivienda con su descuido.


Esta historia rocambolesca terminaba aquí, pero siguiendo el consejo de mi hija, me dijo que reclamara, el susodicho le envío un correo electrónico al agente del seguro: “Envíame el contrato donde indique que el seguro sólo atiende la puerta principal. En las Condiciones generales, artículo 9, Servicios de asistencia en el hogar, pone "el envío de un cerrajero...,  en caso de que no se pueda acceder a la vivienda asegurada...". 
Sin embargo, la excusa que da ahora el seguro de Madrid es que “la puerta del sótano es una puerta interior”. El vecino se puso manos a la obra y le echó dos fotos a la puerta del sótano, donde se ve claramente que es una puerta exterior de acceso a la vivienda, aunque es independiente y no está conectado a la planta primera”. Al día siguiente lo pensó mejor y le puso una reclamación a la compañía: “En las Condiciones Generales, el artículo 5.5, Reposición de llaves y cerraduras, indica: “… los gastos necesarios para la reposición de las llaves y cerraduras de las puertas de acceso a la vivienda asegurada por otras de similares características…”. Y así finalizaba la reclamación: “Da la impresión que se están buscando argucias para no cumplir lo estipulado en el contrato, diciendo al cliente que sólo cubre la puerta principal, afirmando luego que el sótano es una puerta interior… “.

El escrito surtió efecto y la compañía de seguros accedió a pagarle el desplazamiento y la mano de obra del cerrajero, mientras que el bombín tenía que pagarlo el causante. La cosa no salió mal, le abonaron 78 euros de los 110 que le cobró el cerrajero. Éste se portó bastante bien, enviándole la factura desglosada y con el IVA correspondiente.