jueves, 10 de diciembre de 2020

EL ANTIGUO SEMINARIO DE GUADIX



 

 Dedicado a los padres y a los exseminaristas


Copio algunas frases de Antonio Gabarrón Torrecillas, que publicó en Facebook, el 7 diciembre de 2020:

“Seminario de Guadix, año 1949. Dos jóvenes sacerdotes y encomendados más tarde a preparar los seminaristas hablan entre ellos”. Carlos pregunta, “¿qué actividades podemos realizar para los seminaristas, en los tiempos de asueto?”. Y Jerónimo le responde: “Preparar una danza sagrada… qué tal montar la danza y música de los seises (…). Setenta años ya del estreno de los Seises en Guadix. La Alcazaba fue testigo de los primeros ensayos en sus torreones, trabajo, constancia, disciplina…”. Antonio Gabarrón acompaña el texto con fotografías de don Carlos Ros, de don Jerónimo Gil y de los Seises, así como de la gran Schola Cantorum del Seminario.

Días después, Benito colgó en el wasap de Seminaristas amigos el diálogo entre don Carlos Ros y don Jerónimo (administrador del Seminario), así como la foto de los Seises y de la procesión por la Alcazaba, lo que me ha servido de referencia para escribir estas líneas. Le he preguntado a Antonio Gabarrón por la fecha de la página “Del Seminario Menor”, de la revista “Vida” y me ha respondido: “De 1950, y el diálogo es recreado y pongo 1949 porque fue cuando sucedió”.

Tony Parra le hace este comentario:

“Gracias por esas fotos y gracias por la de los Seises pues no recordaba esa foto y me ha hecho recordar esos momentos, ese año bailamos en las Divina Infantita de Granada, si más no recuerdo fue la primera vez que los Seises bailaban fuera”.




Copio algunos párrafos “Del Seminario Menor”.

“Octubre, 10. Martes. Día de la entrada al Seminario, los diversos trenes ‘Autedias’ y demás medios de locomoción van dejando a nuestras puertas seminaristas procedentes de los cuatro puntos cardinales: Ya son los de Baza, capitaneados por el pequeño Pedro Cano; ya los de Fiñana e islas adyacentes, a las órdenes del juncal ‘Primo’; ora los que tienen su morada camino de Granada y vienen bajo la égida del luengo Rodríguez; ora los que viven cabe las ubérrimas tierras de Pedro Martínez, con su intrépido y matutesto Molina a la cabeza; finalmente llegan los que viven allende los mares ‘nempe’ sevillanos y castilleros, llenando la casa de alegría y trajín y de ruido de maletas y baúles".

"Y el día 11. A Ejercicios, que ha venido nuestro inolvidable Padre Cobo a arreglarnos las cuentas. Días de fervor y bendiciones celestiales, terminan el 16 (…). Las monjillas han puesto el comedor como una taza de plata y dentro de la taza cosas muy buenas… Por la tarde solemnísima velada en la que hacen su primera y triunfal presentación los ‘seises’ del Seminario. Y así, casi sin sentirlo, se nos viene encima la Navidad y a ella nos entregamos después del apretón de los exámenes trimestrales. Prometían ser este año las fiestas más lúcidas y gracias a Dios lo fueron; el salón con su nuevo escenario, obra del Sr. Pozo, sus farolillos a la Veneciana, en la capilla el magnífico Belén, que con su ya acreditado buen gusto nos preparó el Sr. Gil”.

Posiblemente, esto lo escribió algún padre del Seminario, ya que en 1949 lo llevaban los sacerdotes diocesanos. El lenguaje que utiliza es decimonónico, con términos como luengo, matutesto (de matute), allende, ora…, hoy se dice farolillos venecianos. Sin embargo, el escrito destila cariño y regocijo por la llegada de los seminaristas: “llenando la casa de alegría y trajín y de ruido de maletas y baúles”. Los baúles y las maletas de madera eran corrientes en los años de miseria de la posguerra, sería en las décadas de los cincuenta y sesenta cuando había que traer los colchones al Seminario.

La llegada de los seminaristas al comienzo de curso me ha recordado cuando el padre Pérez nos veía con las caras largas y decía, tenéis murria, con cierta ironía, como diciendo ya os iréis espabilando. La palabra murria no es andaluza y vendrá de morriña, pero el primer día era un verdadero calvario, después del madrugón y de la paliza del viaje llegabas estragado a Guadix, aquella ciudad extraña donde nos esperaba un encierro de tres meses, un frío invernal y mucha disciplina. Yo sentía angustia y mucha nostalgia de la familia, pero al día siguiente con el trajín de las clases, los rezos y el estudio lo iba superando.



La imagen de la autedia Granada-Guadix-Baza, que paraba en la calle de Baza, al lado de los quioscos, parece de ayer mismo. A veces los de Castilléjar coincidíamos con el padre del catedrático José González García (este falleció hace unos años), que conducía la autedia, y mi paisano Andrés Fernández Sánchez le metía bulla para que no perdiéramos la Maestra, que salía de Baza a nuestro pueblo. Aquellos autocares llevaban ballestas y daban muchos botes en la carretera. Después de arreglar la camarilla, nos íbamos a comer a la Bodega de San Torcuato, que tenía unas tinajas enormes, y luego nos quedábamos entre los setos del Parque Pedro Antonio de Alarcón, para hartarnos de llorar…



Cuando llegaba la hora de recogernos en el Seminario, hacíamos la entrada triunfal por la Puerta de San Torcuato (la antigua Puerta de Baza, por donde entró en Guadix el brazo incorrupto de San Torcuato). Y después de pasar por la antigua Plaza de las Palomas, subíamos por la calle de Santisteban, tan estrecha y empedrada, que parecía un vía crucis. Al final nos topábamos con la inmensa fachada del Seminario, con sus balcones y ventanales, y con el portón marrón tan antiguo. Aquí el alma se te venía a los pies y más con el traqueteo de la fábrica de harinas que había enfrente del Seminario. Estas imágenes las he tomado del guadijeño Antonio Luis Vázquez.

La fotografía de la fachada del Seminario la hice en 2014, la he visto rulando por Facebook y otros sitios. Enfoqué el edificio y salió así, hasta con mi Peugeot blanco.


La foto que menciona los restos de la Alcazaba árabe puede ser de comienzos del siglo XX, por la letra y el color sepia. 





Recreo en la Alcazaba, 1957. 

Impresiona verla llena de feligreses, asistiendo a misa, en los años cuarenta

Procesión en la Alcazaba



Antonio Gabarrón colgó además: la procesión de la Inmaculada, con los “Seises”, en la Alcazaba (1954), que es un primor, mientras que abajo, los “Seises” están acompañados por don Carlos Ros y don Cecilio Martínez.


Es fabulosa la fotografía de la gran Schola Cantorum del Seminario, en la capilla de San Torcuato, con la inmensa vidriera al fondo. Me recuerda cuando cantábamos allí, Boga, boga, Marileñá, con el padre Diego Casares.

El obispo Álvarez Lara y otros accitanos en la Alcazaba, 1945




En esta imagen antológica, aparecen el obispo don Rafael Álvarez Lara y, a la derecha, don Manuel Ballesteros, rector del Seminario; don Carlos Ros y don Jerónimo Gil  están señalados con un círculo, mientras que don Rafael Varón viene con un círculo rojo. Este obispo hizo muchas obras buenas en Guadix, dio trabajo a doscientas personas haciendo alfombras de esparto, en la Espartera (de ahí le viene el nombre), y otras obras sociales. Don Leo Gómez Amézcua se marchó con don Rafael, cuando fue nombrado obispo de Palma de Mallorca, y hace varios años escribió una biografía por la veneración que le tiene, a mí me ha contado varias anécdotas. Sin embargo, Guadix no se acordó nunca de uno de sus mejores obispos, a quien los sindicalistas protegían en Linares durante la Guerra Civil.



En la foto de comienzos del curso del Seminario (será de los años cincuenta), aparece el rector don Manuel Ballesteros en el centro, mientras que don Carlos Ros viene señalado con un círculo. Cada año se repetía la misma escena en la antigua Alcazaba de El Zagal


Estando en el Seminario, un día pude asomarme al interior y me pareció la mayor biblioteca del mundo, pues fue la primera que vi en mi vida, con miles de volúmenes en las estanterías y un seminarista andando por la pasarela de madera, cerca del techo. Un mundo fascinante porque entonces en los pueblos no había bibliotecas. La imagen de la biblioteca, de junio de 2014, con las estanterías vacías y llena de cachivaches es impresionante, hoy la mayoría de los libros que contenía forman parte del Archivo Diocesano. La tomé desde la ventana de la calle y poco tiempo después taparon la ventana.

He querido tener un recuerdo para el padre José Pérez, en Huelva los jóvenes lo querían mucho y creo que ocurrió lo mismo en Málaga, pues ya no era el padre prefecto que nosotros conocimos. Este correo electrónico me lo envió el padre Manuel Cantero, el 3 de enero de 2013:

Querido Leandro: No hará mucho más de una hora ha fallecido el P. Pérez.  Hemos estado en la Clínica a 4 habitaciones de distancia. El lunes, que yo me quedé ya sin sonda y sin “vía” que me atara, fui a verlo, y me dio pena cómo estaba, dentro de despierto y conociéndome muy bien.  Se emocionó. Apenas pude escucharle lo que me quisiera decir porque le salía poca voz.  En fin: un compañero de muchos años, que hemos coincidido en Guadix, Huelva y Málaga. Como me han comunicado la noticia cuando yo iba a salir a celebrar la Misa, he podido tenerlo muy presente en lo que es definitivo y lo único que ya le podía ayudar.





Los padres alrededor del pozo, año 1966

Primeros momentos en que varios compañeros nos encontramos en la entrada del Parque Pedro Antonio de Alarcón, de Guadix, sobre las once horas, del 15 de octubre de 2016, después de casi medio siglo sin vernos. Al final nos reunimos en el restaurante unos sesenta y tantos, entre exseminaristas y algunos sacerdotes. Abajo, el lamentable estado en que se encontraba el patio con arcadas y aquel entrañable pozo, donde tantas fotos nos hicimos, y la ventanilla por donde nos atendía Juan el portero. Todo el Seminario estaba en ruinas. Robaron varias veces, pues ni siquiera se molestaron en poner una alarma, a pesar de que aquí se guardaban documentos y escritos de don Carlos Ros. Hoy sólo viven unos cuantos padres y también fallecieron varios compañeros, pero nos quedan los recuerdos, las fotografías y las amistades. Al pulsar las fotos, se agrandan

Comentarios recogidos del wasap Seminaristas amigos, salen así porque del wasap los trasladé a mi mesenger de Facebook :

Manuel Torres. Bello artículo y bonitas fotos, lastima que no tenga mejor conservación nuestro seminario.

Benito. Muy bueno e interesante.

Antonio Aguilera. Muy interesante, Leandro.

José Antonio Aybar. Precioso artículo

Miguel Cascales. Muy interesante reportaje

Juan Quintana. Cuántos recuerdos leyéndolo. El rosario que rezábamos la tarde-noche de entrada se me hacía eterno !!!!!!

Leandro. Lo he escrito pensando en el grupo

Pérez Lao. Recuerda cuando nos dejaron encerrados en la Alcazaba y pasamos la noche en vela en el cuarto de las alfombras de esparto, Pepe huertas, tu y yo

Juan Quintana. Y el padre Pérez no os echó de menos ????

 Leandro. Pérez Lao roncaba y yo oía los resoplidos, no pasamos frío y si llega a enterarse de la faena el padre Perez...

Manel Costa. Bravo Leandro. Excelente reportaje. Cuantos recuerdos y que bien descritos. Recuerdo lo de las Bodegas san Torcuato, lo del parque, y lo de las autedias. Recuerdo que una vez perdi el "correo" a Castillejar y gracias al padre de Gonzalez Garcia ( gran portero por cierto) , perseguimos en un taxi al "correo" hasta alcanzarlo y pararlo entre Baza y Benamaurel. me bajé del taxi y subí al autobus hasta el pueblo. Cuanto recuerdo, cuanto periplo y cuanto orgullo de haber vivido aquello, de haberlo superado y de poder explicarlo. Algunos del grupo a lo mejor no estarán de acuerdo. sin embargo yo estoy muy agradecido al seminario y estoy convencido de que soy lo que soy gracias al Seminario y a la mayor parte de sus formadores. Naturalmente también gracias a los compañeros de los que muchos aún están en el grupo. Un abrazo a todos y en especial a ti, compañero, amigo y paisano Leandro por traernos estos recuerdos.¡¡¡¡

Tomás Pinteño. Efectivamente, aquellos días en el parque de Baza, esperando a las 5 de la tarde para tomar el correo, de la empresa "Simón Maestra hnos.", Así se le conocía. Tomábamos la primera autedia de la mañana. Asia parecía que llegábamos antes. Luego pasábamos el día, sentados en un banco del parque. Bebíamos agua en la fuente de los "caños dorados" Gracias por todo y a todos. Seguro, la vida no habría caído la mismas

Leandro. Gracias, Manel, sigues siendo como entonces, alegre y noble. en Baza nos ocurrió a los tres que un paisano nos iba a llevar al pueblo en su coche y nos dijo que lo esperáramos en la plaza Mayor, que iba a hacer unos recados. Yo os dije de darnos una vuelta y el tío llegó, no nos vio, se marchó a Castillejar y regresó con mi padre. En fin, que metí la pata hasta el cuezo. A ver si me puedes hacer el comentario en el Blog, por lo menos ahí se conserva. Yo pasé cinco años en el seminario y te deja huella

Leandro. Son muchas anécdotas de Baza, por las horas de espera, había un tipo que decía, pipas, avellanas, garrapiñadas...

Pepe Triviño. Excelente Leandro, es un gran trabajo. Felicidades 

Tomás Pinteño. Bien. Pues todos esos recuerdos a la subida al correo (coche de línea entre Baza y Castril, vía Benamaurel, Castilléjar) sin las que hoy, cuando voy con Neus a Brasil, se hacen allí. Incluso dentro del tren metro de Recife, entran vendiendo toda clase de productos. Es el recuerdo de aquel señor que subía a cada bus, minutos antes de salir, vendiendo chuches. Por cierto, las pipas en cartuchos de papel de estraza. Dios mío, hoy pasamos con el móvil

Leandro. Se podía escribir otro artículo con anécdotas del seminario, ya me vais diciendo yo

José Enrique Aybar. Leandro, eso daría para una historia de nuestra vida por el seminario. Fenomenal.

Leandro. Perdimos nuestra juventud y nos quedan las ruinas del seminario

José María Laguna. Leandro, es bueno que esos días de entrada al seminario los recordemos tenemos muy claras esas vivencias y no digamos la vuelta en vacaciones, que llegar a Huescar con Casimiro era una aventura, ya que en cada parada se bebía un vasico de vino(un vaso del agua) sin tapa y al tirón , la autedia en las curvas de Galera asomaba la trompa por el barranco. 4 horas con Casimira laguna

Juan Rivas. Muy buenos recuerdos Leandro.

Leandro. El 22 de diciembre empezaban las vacaciones, eran días inolvidables. En las curvas de galera se mató en la moto un primo de mi padre, en los años sesenta

Manel Costa. Tienes razón, la vida en el Seminario, con los jesuitas, en mi caso, fue más que satisfactoria. Si bien es cierto que mantengo mis discrepancias, el resultado final arroja un saldo positivo. Por ejemplo pienso que las sesiones mensuales que daba el padre Perez, creo que era el padre prefecto, o algo así, eran de una intransigencia exacerbada. Yo al menos temblaba. Recuerdo cuando se construyó el nuevo salón de estudio, había que estar en absoluto silencio, no pudiendo ni tan siquiera mirar al de atrás. Esta disciplina la he reflejado por ahí en algunos escritos, y también en el Instituto donde impartí clases y también ejercí labores directivas.

Leandro. Gracias, Juan. ahora vivimos de los recuerdos en la última etapa.

Leandro. Al padre Pérez le tocó el papel de malo y lo asumió. en cambio en Huelva hablaban glorias de él, maduró y se dio cuenta que no era el camino. El padre Cantero era el hombre bueno

Tomás Pinteño. Simón Maestra, hijo, compañero mío de tribunal de oposiciones en San Fernando (Cádiz). El pescado iba en los bajos de la autedia. No veas. Desde Benamaurel a Castril, no estaba asfaltado. Oye, y no se intoxicó nadie. Teníamos una buena flora intestinal.

Leandro. El pescado venía en tren de Almería a Baza y recuerdo que iba en la baca de la maestra de Baza, Castillejar, Castril, cubierto con hielo y hojas de parra

Tomás Pinteño. En el maletero debajo del suelo. Yo estuve un tiempo encargado de recogerlo del correo y llevarlo a Francisco el pescaero. También repartía la paquetería y cobraba por ello. El pan no caía del cielo

Alfonso Ferrer. Acabo de leer el escrito de Leandro. La verdad es que nos trae buenos recuerdos y nos acerca a nuestro pasado. Enhorabuena, Leandro. 

José Antonio. Y nos queda también el contemplar la decadencia de una sociedad, de una forma de vida.

Leandro. Malos tiempos por la epidemia y por el mal gobierno

Leandro. Buenos días, se me pasó contestarte, Alfonso. En sus últimos años, De Gaulle decía que la vejez es un naufragio y nosotros ya nos agarramos a nuestra infancia

Manel Costa. Aquellas salidas golfas nocturnas al comedor de "los curas" al que llamamos Biafra a comernos lo que tenían a punto para el desayuno del dia siguiente...., aquellos partidos de futbol nocturnos prohibidos.....aquellos juegos a buscarnos y donde tu Leandro desafiando el peligro te colgaste de un pilar de la Alcazaba (por la parte de afuera). claro nadie te encontraba pero si te falla una mano... adiós. Apunta y escribe, escribe¡¡¡¡¡¡

  Leandro. Casi no me acuerdo de lo que dices, me colgué de la tapia por fuera


sábado, 5 de diciembre de 2020

DON PEDRO MANJÓN



 


Don Pedro Manjón, con los niños




Dedicado a los avemarianos





 El escritor Francisco Gil Craviotto, al que conozco desde principios del siglo, publicó en 1999, “Retratos y semblanzas con la Alhambra al fondo”, de editorial Port-Royal. En el libro viene una entrevista que le hizo a don Pedro Manjón, el sobrino de don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María. El despacho lo tenía en las Escuelas de la Quinta, en la Avenida de Cervantes, una habitación casi desmantelada, sin más mobiliario que una mesa, cuatro sillas y unos pocos libros, mientras que  la sotana la tenía vieja y remendada. “Es un hombre delgado, enjuto, con el pelo blanco”, así lo describe Francisco y deja que don Pedro le vaya contando su vida: “Tengo ochenta y cuatro años y desde los diez estoy en este ambiente (…). Yo en realidad fui un instrumento de su obra… Todo parece que fue ayer y sin embargo, ya ha pasado mucho tiempo. Yo vine a Granada en 1889 y en 1900 me ordené. Aquí he hecho mi vida. El bachillerato lo estudié en el Sacromonte… En cuanto había un poco de revuelo en la clase, en seguida alguno decía: “Niños, callad, que viene don Andrés”, y el silencio era absoluto. Él tenía las dos mejores virtudes de todo profesor: la santidad y la sabiduría”.


Don Pedro Manjón




En las escuelas de los Salesianos, del Triunfo, don Pedro Manjón estuvo desde 1900 hasta 1946, y en total setenta y cuatro años al lado del fundador, trabajando constantemente, enseñando, levantando escuelas: “En el año 1888, mi tío fundó las Escuelas del Ave María. Unos días antes había visto a una viejecita que daba clases a unos cuantos gitanillos. Comprendió que era la llamada de la vocación y en seguida fundó las escuelas. Unos años después, fue cuando pensó en fundar el internado de maestros, que sería como el semillero para su gran obra. Estaba yo presente aquel día y lo puedo contar como si fuera ahora…”. A continuación, recuerda la anécdota de cuando llegan a Plaza Nueva, su tío y él, y se encuentran con el dueño del Carmen de la Victoria, que le dice: Don Andrés, le vendo mi carmen”, y este le responde: “De buena gana lo compraría, pero es que no tengo un céntimo”. En la Universidad el bedel le entrega una carta a don Andrés, pero se la guardó en el bolsillo y la abrió cuando salió de clase: la carta contenía 7.500 pesetas. En la Plaza Nueva, volvieron a encontrarse con el vendedor y don Andrés le dijo: “Muy bien, yo se lo compro ahora mismo”. Fue a entregarle el dinero que contenía la carta, como señal, y el otro le dijo: “No, don Andrés, yo se lo vendo en 7.500 pesetas, no tiene que darme más”. En el Carmen de la Victoria hoy se encuentra el internado y “él siempre pensó que aquello había sido obra de la Providencia. Era un hombre cabal. Era sobrio, trabajador, práctico, con un sentido amplio de la vida en el cual cabía todo. La idea de mi tío, al fundar las Escuelas del Ave María, era hacer hombres enteros y cabales, llenos de amor a Dios y a la Patria. Su lema era ‘Religión y Patria’”.



Don Andrés, con los niños en las escuelas






Su sistema pedagógico consistía en la escuela activa, animada con cantos, grabados y, siempre que el tiempo lo permitía, al aire libre. También desterró los castigos, por considerarlos infamantes para la dignidad del niño. Amaba, por encima de todo, la unión, la alegría; en definitiva, lo que él llamaba “enseñar deleitando”. Don Pedro tenía las ideas claras: “Esto es lo que yo he tratado de evitar en todo momento, que desapareciera el verdadero espíritu del Ave María. Por eso cuando yo me muera quiero que continúe la obra mi sobrino…”. Y no podía olvidar a quien le sirvió de guía y ejemplo:

–Yo seguí siempre al lado de mi tío, hasta que en 1923 falleció… No he conocido a un hombre más justo que él. Una vez tuvo que examinar a su propio confesor, don Manuel Medina Olmos, y aunque había algunos que creían que, supiera más o menos, lo aprobaría, otros decían: “¡Qué calabazas le va a dar!” (…). Al fin, a la hora de calificar, le dio aprobado.

Pero, ante los comentarios a favor y en contra de los demás profesores, don Andrés contestó: “Le doy aprobado porque no se merece más y la asignatura es mía”. Señalar que don Manuel Medina Olmos fue obispo de la diócesis de Guadix-Baza y murió fusilado en 1936. Don Pedro también recuerda la anécdota que le ocurrió durante la Guerra Civil, una tarde vinieron dos tipos a la iglesia y le dijeron: “Le traemos la gran noticia: esta noche le vamos a pegar fuego a todas las iglesias del Albaicín. Usted no se preocupe, San Cristóbal no arderá, eso es nuestro; a lo más, por disimular, le prenderemos fuego a la puerta”. Así ocurrió, ardieron las iglesias pero San Cristóbal se libró.


A la pregunta del escritor Francisco Gil Craviotto, ¿qué vida lleva ahora el Ave María?, el anciano le responde con pesimismo:

–Ahora no están muy bien las cosas. La pedagogía manjoniana no se practica –a excepción de esta colonia y la de San Isidro– en toda su pureza. Por otra parte, el Seminario de Maestros ha perdido en los últimos años su razón de ser (…). ¡Cuánto amó él este colegio! Decía que era la niña de sus ojos. Ahora, en los últimos tiempos se ha ido desvirtuando de tal forma que se ha convertido en un colegio de tantos. Ya no estudian en él los niños pobres, sino los hijos de los ricos, pagando sus trimestres como en cualquier otro… Una obra tan hermosa no se puede venir abajo. Toda mi vida la he pasado trabajando por el Ave María y Granada entera es testigo de lo que digo. Por mis manos han pasado millones…


Don Andrés, por el Paseo de los Tristes




Al comienzo de la entrevista, Francisco visita las Escuelas del Ave María, de la Casa Madre, en la Cuesta del Chapiz, y describe el famoso mapa de España en relieve, donde los niños se sitúan encima y van señalando las ciudades a las preguntas de la maestra. Y finaliza con esta frase: “Mientras, lejos se oye la voz infantil de los niños, que siguen cantando, alegremente cantando, mientras avanza la hora de la clase”. Yo estuve dos años en el internado de la Casa Madre, de 1969 a 1971, cursando quinto y sexto, y me quedaron recuerdos imborrables de los compañeros y profesores. Conocí a los rectores don Jorge Guillén y don Emilio Borrego, fallecieron hace unos años y les dediqué sendos artículos, varios compañeros de curso dieron clase allí mientras que Antonio Casquets estuvo de director. Hace unos días, el papa Francisco ha reconocido las “virtudes heroicas” del sacerdote, pedagogo y  canonista, don Andrés Manjón, y ha autorizado su beatificación. ¡Después de 130 años, ya era hora de que se reconociera su obra, que la componen nueve centros, 300 profesores y 4.000 alumnos! Fue tanta su humildad, que debajo del altar de la iglesia, en las escuelas de la Casa Madre, reposan sus restos con esta inscripción: “A.M.”. Y por debajo de aquellos jardines tan queridos, donde todo empezó y donde daban clase al aire libre, discurre entre alegres murmullos el río Darro, antes de hacer su entrada en Granada.


Don Pedro Manjón Lastra falleció el 12 de junio de 1963, en la foto aparece rodeado de niños avemarianos, que portan banderolas por el Paseo del Salón. Su sobrino, llamado también don Pedro Manjón, fue sacerdote y continuó con la obra manjoniana hasta su fallecimiento, en 2008.


Escuelas del Ave María, a comienzos del siglo XX

 

https://en-clase.ideal.es/2020/12/03/leandro-garcia-casanova-don-pedro-manjon/?fbclid=IwAR16KczD0C8s5NPJ-Y-Y3CLgjepPdeL_VMutEB96GcpNldF7hvlLq_9lqgM