viernes, 25 de julio de 2014

EL ACCIDENTE DE TRÁFICO








Por si le puede servir a alguien esta amarga experiencia que pasé hace poco, debido a la desidia e irresponsabilidad de unos y otros. Los males a veces no vienen solos, pero no hay que desanimarse y debes de jugar con las cartas que tienes. La vida es así de dura y cruel y en España las compañías de seguros todavía dejan mucho que desear. Este anexo lo entregué (le he quitado los datos) junto a la ‘Declaración amistosa del accidente’.



ANEXO A LA DECLARACIÓN DEL ACCIDENTE DE TRÁFICO

Accidente en…, a las 18:45 horas, el 7 de junio de 2014. Antes de llegar al cruce de calles, toqué el claxon pero A. D. se saltó el “Ceda el paso” y así lo reconoce en su declaración. Iba completamente embalada, con su hija de acompañante y una niña pequeña. Entonces me dijo que tenían mucha prisa, que hiciéramos el parte cuanto antes. La acompañante manifestó que estaba cumplida del embarazo, le dolía la barriga y que iban al hospital de Granada. Mi mujer le contestó que llamara a una ambulancia, pero dijo que no, que irían juntas. Más tarde me di cuenta que por la avenida de… se va a un barrio, y que la calle… (en dirección a Granada) acababan de dejarla unos cien metros antes. No decía la verdad. De acuerdo con A., empecé a rellenar el parte amistoso y le pedí el seguro del coche. Me entregó dos fotocopias del seguro, pero le pedí el recibo anual para ver si estaba en vigor. Como no me lo entregaba, mi esposa llamó a la Guardia Civil por teléfono y le confirmó que tenía el seguro en vigor, y que venía una patrulla. A. entonces empezó a rellenar otro parte amistoso, a pedirme datos y que le entregara mi seguro. Le pregunté por qué no quería que yo rellenara el parte amistoso y contestó que tenían prisa.

Sin embargo, se presentaron dos policías locales, llamados por la hija de A.  Les dijo que yo no las dejaba marchar (esto es falso, y tendrían que explicar por qué querían marcharse sin rellenar debidamente el parte, porque nosotros también teníamos prisa) y que no quería rellenar el parte, así como que estaba embarazada y le dolía la barriga. Pero no dijo a la policía que estaba cumplida y que se dirigían al hospital a Granada, como nos dijeron a nosotros. Entonces, un policía me aclaró que la embarazada tenía que irse al hospital y tenía preferencia, por lo que el accidente no tenía ninguna importancia. Accedí a rellenar el parte de A., pero el croquis no indicaba nada y tampoco señalaba los daños de los vehículos en las observaciones. Entonces el policía dijo que el parte señala con una ‘X’ que A. no respetó la señal de preferencia y que ya no hacía falta rellenar más. Le contesté que yo no firmaba el parte porque faltaban los datos antes citados, acto seguido el policía cogió la declaración y escribió en el lugar de mi firma “Se niega a firmar”, como puede apreciarse, y me advirtió que, como yo no firmara el parte, iba a ser el responsable de todo. Seguidamente, ordenó a las dos mujeres que se marcharan y que le trajeran el parte del hospital.

¿Habría que preguntar, a qué viene esta amenaza del policía, tratando de intimidarme e inculparme, en vez de mostrar una actitud imparcial y verificar los hechos que allí ocurrieron? No se entiende esta actitud hostil del policía local hacia mí, tratando de obligarme a firmar un parte de accidente, donde no se recogen los daños de ambos vehículos y cuando el croquis dibujado por A. no indica nada, con la agravante de que intenta hacerme responsable del accidente, cuando la causante fue A. ¿Si era urgente, por qué no llamó a una ambulancia para que se llevara a la embarazada (esta rehusó llamar unos momentos antes, cuando se lo dijo mi mujer), cuando el choque ni siquiera fue violento pues la chapa de los vehículos se hundió unos centímetros? Este policía se enfadó conmigo desde que llegó, sin yo dirigirme mal hacia él en ningún momento (yo no estaba para más discusiones), diciéndome: “Tú no eres abogado, no tenías que haber llamado a la Guardia Civil”, y presionándome para que accediera a todo lo que decían las dos mujeres. Fue precisamente el policía que le acompañaba, el que señaló con una ‘X’ en el parte que A. no respetó la señal de preferencia, porque ni eso figuraba. Lo que es de agradecer.
En cuanto a los daños en mi vehículo: paragolpes delantero desencajado y abollado, el lateral derecho se ha doblado un poco, hundiendo el faro derecho hacia dentro por lo que la luz de posición no funciona, y el capó no se puede cerrar. Los daños del otro vehículo: chapa abollada en el lateral izquierdo, pegando a la rueda, y puede que en la puerta del conductor.
A causa de estas circunstancias anormales e incomprensibles, me veo obligado a presentar este anexo a la declaración de mi parte de accidente, para aclarar los hechos.

Granada, 9 de junio de 2014






AL DEFENSOR DEL CLIENTE

… con el número de póliza… y número de siniestro…, le expone la siguiente queja contra el agente de seguros de…
Han pasado 15 días desde el siniestro (7 de junio) y sigo sin ninguna información del agente, con el vehículo averiado y sin poder circular: el capó levantado, la luz de posición rota y también está perdiendo aceite del motor, por lo que pueden robármelo en cualquier momento o multarme. La incomprensible actitud del agente de no informarme de nada y de no permitir que arreglen mi vehículo en el taller, está haciendo que tenga mi vehículo  inmovilizado, a pesar de que la parte contraria reconoce en su declaración del accidente, del día 7, que se había saltado un ceda el paso (documentos uno, dos y tres).
Le envío una copia de la reclamación (documento cuatro) que le puse al agente, el 16 de junio, en la oficina de la Compañía más próxima, pues en tres ocasiones que me pasé no estaba en su despacho, mientras que N., que gestiona los partes, está de baja según me confesó por teléfono. La declaración del siniestro me la selló el día 9 una oficinista ajena a la aseguradora, aunque con el sello de la compañía –se ve que el agente le ha dado instrucciones para que atienda al público en su ausencia y selle los siniestros– y la petición de un perito la efectuó el día 10 una trabajadora de la sucursal más próxima. El siniestro lo envió N. a la otra compañía el día 11 (la oficinista se lo envió escaneado), sabiendo que mi vehículo se encontraba inmovilizado.

En las ‘Condiciones Particulares y Generales del Contrato’, 1º.3. Indemnización de daños, dice lo siguiente: “Se entenderá que existe responsabilidad del conductor o propietario del otro vehículo: c) Cuando sea reconocida por escrito por dicho conductor o propietario. e) Cuando la Compañía, a la vista de las circunstancias objetivas que conozca, así lo estime, por su propia iniciativa, para evitar retrasos innecesarios”. En Reclamación de daños, dice: “A) Interés del asegurado. 2. El adelanto de las indemnizaciones que reconozcan formalmente el deber de los aseguradores de quienes resulten responsables del accidente”. Si la otra compañía tiene siete días para contestar y han pasado 15 días desde el siniestro, mientras que el agente no me ha informado del estado de tramitación del siniestro ni ha permitido que arreglen mi vehículo en el taller, ¿estamos ante un incumplimiento de las obligaciones del contrato de…?, por lo que tendría que reclamar, además de la responsabilidad del agente, los graves daños y perjuicios que me está causando este retraso injustificado e innecesario. ¿Está utilizando intencionadamente el agente el retraso en la reparación del vehículo para tenerme cogido y para que no me dé de baja en…, porque la póliza vence el próximo 30 de junio? ¿Por qué no me informa de la tramitación del expediente ni da la conformidad al taller?... Ayer, día 21, le envié por correo electrónico al citado agente el escrito que le adjunto (documento cinco). Debo aclarar que ignoraba que… tuviera el Departamento de Defensa del Cliente.
 Por todo ello, espero su mediación en este asunto y, en caso de llegar a una pronta solución amistosa, yo retiraría la reclamación del 16 de junio.

 23 de junio de 2014


            Posdata: Entregué esta reclamación en una sucursal de mi compañía, pero aquí me dijeron que a la compañía contraria no le constaba ningún parte de siniestro, por lo que el plazo se alargaba otros siete días: “No existen antecedentes”, decía el escrito de otra la compañía. Resulta que después de 17 días del accidente, el otro asegurado no había entregado el parte. ¿Quién se iba a creer esto, cuando hay obligación de dar parte en el plazo de siete días? ¿No se sanciona esto? Mayor desidia e irresponsabilidad no se puede pedir a una aseguradora. Sin embargo, me decidí y al día siguiente llevé a reparar el vehículo donde lo habían peritado con anterioridad. Me costaba la reparación 1.200 euros (lo justo que tenía para pasar el mes) y tardaban casi una semana en arreglarlo. No me quedaba otra opción, pues no podía utilizar el vehículo ya que el capó estaba descuadrado y se podía levantar en cualquier momento con el consiguiente riesgo para la vida del conductor y los ocupantes. Tampoco me funcionaba la luz de posición del faro derecho, por lo que podían multarme. Pero esto a las compañías les traía sin cuidado. Al día siguiente de llevar el coche al taller, me llamó el mecánico de la Peugeot dándome una grata noticia: “Tu compañía se hace cargo de la reparación”. La reclamación había surtido efecto y se ve que ya no querían problemas, yo tampoco iba a parar y estaba dispuesto a acudir a los medios de comunicación a contarles el caso. Un día antes de que expirara el contrato, me di de baja en la aseguradora por la poca seriedad del agente de seguro y por todo lo que me había hecho pasar innecesariamente. Con fecha del 8 de julio, recibí contestación del Defensor del Cliente, con esta resolución en el párrafo final: “En este sentido, debemos informarle que este Departamento no observa incumplimiento de la Compañía en sus obligaciones contractuales y/o legales; entendiendo por todo ello que la tramitación del siniestro ha sido correcta”.

        Pero si el asegurado deja de pagar en el plazo o no da el parte de siniestro en siete días, sí hay incumplimiento. No se podía esperar otra cosa por lo que algunas compañías seguirán gozando de total impunidad y causando estragos entre los asegurados.

lunes, 14 de julio de 2014

MARÍA 'LA DE RAFAEL'



María, con su hija Carmen y Leandro. Mayo 2013








Los años no pasan en balde y, cuando llamo a María Gómez, veo que anda torpemente mientras abre el candado de la cancela de su casa. “¿Cómo va eso, María?”. Y cuando saludo a su marido, Rafael Martínez, éste sonríe y parece como si me conociera de toda la vida. A pesar del alzheimer galopante, que le arrebató su mente. Pero de seguro que no me ha reconocido, que todo ha sido un espejismo. Los médicos aseguran que Rafael está en un estado que ya no conoce a nadie. Debe de ser una especie de limbo para el enfermo, y un infierno para quien lo cuida. Pero la vez anterior hizo lo mismo, sonrió al verme, como si me conociera de toda la vida. Sin embargo, a María no hace falta que yo le explique demasiado a lo que vengo:

-Ahora vienen dos muchachas a vestirlo, porque Rafael se lo hace todo. Él ya no conoce a nadie, ni siquiera a su mujer. ¡Pues sí! ‘Cucha’ que te digo, esta noche ‘pasá’ me ha cogido la mano y ¡ha puesto una cara!... Pero él no sabía que era mi mano. Y yo ya quería deshacerme de él, pero no podía. Sí, sí. ¿Que si me echas una foto? ¡A mí me da igual! Tengo 83 años, así que ya todo me da igual. Recuerdo que mi suegra, la tía Luisa, tenía una tienda donde vendía azúcar en terrones y de todo. Pregunta y verás quién era mi suegra..., y mi suegro. Buenas personas donde las haya,  ¿eh? Y si es Rafael, todo el pueblo lo sabe; y tu padre también, que en gloria esté. Nosotros... pues que hemos ‘pasao’ muchas penas y que hemos ‘tenío’ dos hijas para nuestra suerte. Pero hemos ‘penao’ mucho... ¡Y qué te voy a decir más!

-Cómo era la vida entonces, cuéntame cosas de aquella época, de cuando eras una mocica –le digo:

-Mira, no teníamos patatas, ni cebollas, ni ajos pero hacíamos de comer. Hacíamos una lata de habas ‘tostás’. ¡Qué lástima! Mira, se juntaba el Curro, se juntaban las Curras, que estaban solteras. ¿Tú no te acuerdas de eso? Y nos comíamos una lata de habas ‘tostás’... ¡Si no teníamos nadie ‘ná’, ‘ná’, ‘ná’! Había mucha pobreza, pero hoy, gracias a Dios, tenemos de todo. Ahora estamos muy viejos, y ya no podemos valernos de los años que tenemos. Antes decían mis hermanos: “¡Ay qué boca tiene mi María!”. Y ahora la tengo como si la tuviera ‘podría’... Aquellas migas que antes nos comíamos casi sin aceite, que era verdad ¿eh? Porque movíamos las migas con la rasera para que aquello no se hiciera una pelota. ¿Y el jabón?, que no teníamos ni para lavarnos. ¡Mucha miseria es lo que había! Y no es decirlo, es pasarlo. ¡Buenooó...! Si dijera una toda su vida, habría que hacer un libro. Y ahora que tenemos algo, pues eso, que no podemos disfrutarlo. El Rafael se hace todas sus cosas dentro de su cuerpo, desde hace por lo menos cuatro años. Y yo ‘pos’ aquí hecha una mártir, que si me voy ‘pallá’ o ‘pacá’...

De mi libro 'Diálogos en la tierra de los ríos' (2003). Edición agotada