miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA CHAPUZA NACIONAL

La juez Mercedes Alaya






“La Justicia se para cuando se tiene que investigar a los políticos”, dijo dos días antes de las elecciones autonómicas de Cataluña, José Manuel Sánchez, secretario general del Sindicato Unificado de la Policía. Convocó a la prensa y confirmó la existencia del borrador de la Udef, con el que ‘El Mundo’ denunció las cuentas que Artur Mas, Jordi Pujol y su hijo tienen en un banco suizo. También salió en la prensa que los ‘mossos’ destruyeron pruebas y el fiscal jefe de Cataluña le dijo a la policía que fuera a investigar a otro lado. Los resultados de las elecciones catalanas los han dejado corridos y avergonzados, pero ellos siguen aferrados al poder como si nada hubiera pasado. Utilizando patrañas, primero se apoderaron del dinero y, no contentos con esto, quisieron apoderarse de Cataluña, pero el tiro les ha salido por la culata. La frase de “la Justicia se para cuando se tiene que investigar a los políticos”, la podemos aplicar a cualquier región de España, no hay más que ver que cuando las denuncias llegan a cierto nivel de cargos políticos, muchas se archivan sin más tramite, por falta de pruebas… La Justicia sigue la famosa regla de las dos varas de medir, se aplica al pueblo y al funcionario, con todo el rigor. Para los de arriba los delitos prescriben. Si el problema de CIU es el 4% que cobran bajo cuerda a las empresas que operan en Cataluña, el problema del PSOE de Andalucía son los ERE.

Manuel Gómez fue interventor general de la Junta, entre 2000 y 2010, y ha denunciado estos días: “Es el mayor caso de corrupción de la historia de España. Griñan pudo terminar con el nido de corrupción en 24 horas”, y lo acusa de “cebar sin descanso la partida presupuestaria de los ERE”. Manuel Gómez envió quince advertencias a tres consejeros distintos, entre ellos a Griñan, cuando era consejero de Hacienda pero, ahora, le echan la culpa al exinterventor y lo acusan de no haber realizado un ‘informe de actuación’. El dictamen de la Comisión de los ERE va a ser una vergüenza, pues solamente acusa al director general de Empleo. No sé cómo el PP se ha prestado a participar en este ‘teatro’ y cómo no abandona ya la Comisión, pues IU y el PSOE, como dos buenos socios, se van a poner de acuerdo para endiñarle el muerto a dos o tres golfos y, de paso, exculpar a Griñán y Chaves.

 La juez Mercedes Alaya está de baja por cefaleas, esperemos que se recupere pronto y retome el escandaloso tema de los ERE, donde ha sufrido tantas presiones y ataques. Su sustituto, el juez Iván Escalera, ha excarcelado a Guerrero y al chófer de la cocaína. Se sabe que Escalera es sobrino de un histórico dirigente del PSOE de Sevilla y, en su perfil de ‘Facebook’, dice que es “amigo del PSOE”. Lo cierto es que ningún socialista se queja del juez sustituto.

La consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, ha dicho estos días: “No me atrevo a decir si habrá o no más recortes. Un año es un horizonte muy largo”. Pues, claro, los recortes que los haga Rajoy, o que los apliquen en Cataluña y en Madrid. Sin embargo, la Junta está despidiendo a personal sanitario, no paga al personal de las residencias de la tercera edad ni las subvenciones a guarderías, no abona el dinero que le debe a los empresarios, autónomos, proveedores y ayuntamientos, por poner algunos ejemplos. Pero, según el PSOE, en Andalucía no existen los recortes.

La Junta hace la cuenta de la vieja en la Administración: con los 5.000 millones de euros del FLA (Fondo de Liquidez Autonómico), destina 3.000 euros para las casi de 500 empresas públicas (con 30.000 contratados a dedo, afines al PSOE y a sus sindicatos amigos) y el resto lo saca de las nóminas de los funcionarios, mientras siguen con los mismos coches oficiales y pagando miles de euros de productividad, a los puestos de libre designación, del Consejo Consultivo. En 2013, la Junta dará  6,4 millones de euros a CCOO y UGT, en ayudas directas, para que sigan tomando la calle y haciendo protestas contra el Gobierno de Rajoy. El fracaso de la huelga general no sorprendió a nadie. Ambos sindicatos de clase tienen a cien empresas que ganan unos diez millones de euros al año.

Según una encuesta que el Instituto Nacional de Estadística publicó, el 24 de octubre pasado, el salario anual del sector público fue en 2010 un 30,8% más alto que el salario medio de los trabajadores. La muestra, sin embargo, no incluye a los empleados públicos adscritos a las mutualidades sino solo a los que cotizan al Régimen General de la Seguridad Social, lo que deja fuera a la gran mayoría de los funcionarios y sí incluye a los empleados de empresas públicas. La media en el sector público en 2010 ascendió a 29.811 euros, mientras que en el sector privado fue de 21.231 euros.

Ante estos datos del INE, tengo que decir lo siguiente: un policía nacional gana 1.600 euros, un administrativo 1.000 o 1.200, mientras que un empleado en la empresa pública gana unos 2.000 euros o más, y los directivos vienen cobrando de 60.000 para arriba, incluso hay una docena que cobran más que el presidente de la Junta. La torpeza de la encuesta del INE es que no debe de meter a todos en el mismo saco, porque esto es dar una imagen falsa de la realidad y echar a la gente en contra de los funcionarios. Una cosa es la función pública y otra, las empresas públicas, que crearon los políticos para colocar a los suyos (a los cesados) y, de paso, para evadir la ley, como ha ocurrido con los ERE. Con las cajas de ahorros hicieron lo mismo que con las empresas públicas, las arruinaron.
 
En la chapuza nacional, sorprende esta noticia: “Imputan a un jefe de CCOO y a un alto cargo de la Junta por malversación. El sindicato pagó viajes de sus militantes a manifestaciones con subvenciones de 600.000 euros como ‘sensibilidad de riesgos laborales’”. ¿Dónde están los controles de sindicato, con las subvenciones que reciben? El proyecto del reglamento que prepara el Gobierno de Rajoy, abre la puerta al despido colectivo del personal laboral de las Administraciones y entes públicos. Estas son las observaciones de los sindicatos millonarios de clase:
“Por tanto, trasladar toda la carga del ajuste (despido), a un colectivo solo por ser laboral, resulta ilegítimo por irrazonable y desproporcionado”, página 27. En la 28 hablan de “la desigualdad de trato entre unos y otros, lo que resulta arbitrario y desproporcionado”. Los sindicatos UGT y CCOO piden el despido para los funcionarios de carrera, pero a los ‘enchufados’ en la Junta que no los toquen. El paisaje de España es árido y el clima cálido, por lo que no da para mucho: aquí levantas una piedra y te sale un lagarto.

Una perla de la consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, en una entrevista que le hicieron el 25 de noviembre de 2012. Menciona a los funcionarios andaluces, en estos términos: "son tan profesionales los que están en el sector público como los que están en la Junta y se llaman funcionarios". Pues, claro, si en el sector público están colocados todos los parientes y amigos. No falta ni uno. En fin, la consejera y los sindicatos de la Junta tienen parecidas opiniones. En cuanto al concurso de traslados de la Administración General, la Junta lo sacó para dividir a los sindicatos y distraer al personal –y lo consiguió–, y ahora está mareando la perdiz.

Siempre habrá alguien, como ‘El Mundo’, Mercedes Alaya o Manuel Gómez, que tratará de que se sepa la verdad, a pesar de exponerse a las represalias del poder, porque creen en un mundo mejor y más justo. España siempre ha tenido fama de tener malos gobernantes, mientras que en los países anglosajones, o en Francia mismo, ha ocurrido todo lo contrario. En las democracias occidentales, los políticos cogidos en falta dimiten; aquí sacan pecho y encima te amenazan. Esa es la diferencia. España es la chapuza nacional, donde la corrupción y la impunidad están a la orden del día, el lema parece ser: el que no roba o defrauda es tonto. Y el pueblo no es mejor que los gobernantes que elige.

Pero, todavía queda algo de justicia en esta tierra cainita, cuando van cayendo los caciques y corruptos. La cara de Pujol y de su delfín Mas es todo un poema, pronto pasarán a la historia como Ibarreche, del que ya nadie se acuerda. Griñan parece ahora disfrutar de la gloria del poder: es secretario general del PSOE y presidente de la Junta, cree que ha ganado las elecciones andaluzas, cuando en realidad son las primeras que ha perdido el PSOE andaluz, en treinta años. El PSOE ha perdido en las últimas cinco elecciones y Rubalcaba tendrá que dimitir, sólo les queda el feudo de Andalucía, como a Boabdil el Reino de Granada.

 Por nosotros, los funcionarios, no se corten.
Ustedes vosotros aplíquennos ya el recorte,
para pagar a los enchufados y sindicatos de la corte.                       

Posdata: el día 27 le escribí a la plataforma de funcionarios 'Defiendo mi derecho' para enviarle este artículo. No he obtenido respuesta.

jueves, 22 de noviembre de 2012

EL TREN DE GUADIX A BAZA


Estación de Guadix




La mirada nostálgica, a través del filtro del tiempo, ha transformado aquel vetusto tren de vapor –cansino, lento y monótono– en un romántico viaje al pasado. Casi en una aventura. El histórico tren de la línea Guadix-Baza-Almendricos fue inaugurado allá por el año 1895 y, como un bisonte desbocado, cruzaba las provincias de Granada, Almería y Murcia. Pero estaba escrito que no debía durar ni un siglo, pues cerraron la línea en 1984. A mediados de los 60, yo tenía doce años y recuerdo la estación de Guadix como en una nube de algodón: aquella vieja locomotora resoplaba como un potro, mientras iba soltando chorros de vapor. Luego, el trasiego de la gente que iba y venía, el labriego con su gorra de visera y una maleta a cuadros, aquella mujer vestida de negro y con una cesta en el brazo, el mozo que lleva los paquetes en un carrillo de madera, el tío de las pipas, el factor con su gorra roja, mirando impaciente el reloj... En fin, las prisas, el agobio y una especie de angustia, mezclada con alegría, porque el 22 de diciembre significaba para los estudiantes el comienzo de las vacaciones de Navidad.

Estación de Baza, 1978. Revista Cambio 16



Poco después de la señal, el renqueante ‘caballo de hierro’ se deslizaba perezosamente por los raíles, mientras los pobres se apretujaban en los incómodos bancos de madera, que hacían interminable el largo viaje. A través de las ventanillas, podíamos contemplar el árido paisaje de las tierras rojizas de Guadix y las blancuzcas de Baza, aunque el tren parecía desintegrarse al pasar por el viejo puente de piedra, sobre el río Gor, y que todavía conserva las traviesas. Mientras tanto, la locomotora Baldwin trotaba como una jaca alazana, con su penacho de humo al viento, por las desérticas planicies, con un maquinista y un fogonero, que iba echando paletadas de carbón. Ahora, el alcalde de Guadix la tiene encerrada en un hangar, como un cacharro inservible, en vez de montar un tren turístico por la zona. Aquellas bulliciosas estaciones de entonces, con sus andenes y vagones, se convirtieron en lugares de paso, en comienzo y fin de trayecto, en encuentros y desencuentros, en despedidas dolorosas, donde se mezclaban al mismo tiempo los abrazos y adioses, los lloros y besos, las alegrías y las penas. Sus andenes podrían contarnos muchas historias anónimas y, entre sus marquesinas, han quedado prendidos tantos recuerdos como lágrimas derramadas entre los viejos raíles.

Antigua estación de Baza




     Nicolás Cárdenas se jubiló de especialista de estación en Guadix, hace 18 años, pero se acuerda muy bien de aquel fatídico día: “Precisamente, el 31 de diciembre de 1984, fuimos a cerrar la estación de Baza con la locomotora de vapor y, de paso, nos trajimos el reloj, los faroles, etc. Pero allí nos encontramos con los manifestantes y con una impresionante hoguera en la vía general. El caso es que tuvo que intervenir la Guardia Civil. En Baúl pusieron traviesas ardiendo en la vía y tuvimos que parar. Y en Hernán Valle, medio centenar de personas ocuparon los raíles. Pero en Guadix acabó la historia y la línea se cerró”. En esta estación se anunciaba, con un repique y tres toques de campana, cuando el tren venía por Gor. Con un toque cuando venía por La Calahorra, y dos si el tren ya asomaba por Benalúa.

El tren, cerca de Gor





Recuerdo que el tren de Guadix, que salía a las dos de la tarde, llegaba a Baza a las 4:30: más no se podía pedir. Y según cuenta Nicolás Cárdenas, había veces que el maquinista tenía que bajarse y echar arena en las vías, porque la locomotora no podía subir las cuestas de Gor y de Hernán Valle. “En cuanto a mercancías, venía de todo. De Albox traían sacos de alpargatas, escobas y cáñamo. Y de otros sitios venían vagones cargados de esparto. Luego tienes que ‘El Pescadero’ era el tren que venía de Almería a Baza, con diez o doce cajas de pescado... Y también estaba el tren de los borrachos...”. Hoy día, la estación de Gor está completamente abandonada, pues allí solo crecen matorrales. Y no digamos la estación de Gorafe, reconvertida en un corral de cabras, y que hace tiempo han debido comerse las vías.

 
Ferrobús de la línea Murcia-Baza, en 1982



En Caniles el abandono es total, mientras que la chimenea de la azucarera Las Mercedes se eleva al cielo, como fiel testigo de aquella época del desarrollo. La estación de Baza ha sido restaurada, pero ya no queda ni rastro de las antiguas vías. Con el tren se llevaron las últimas esperanzas de estas tierras deprimidas, pues decían que la línea no era rentable. Claro, aquí lo único rentable de toda la vida han sido la emigración y el oficio de limpiabotas. El cierre de la línea significaba condenar al atraso económico a las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar y, de paso, acabaron con el cultivo de la remolacha y dejaron sin salida a los productos de la zona. ¡Lo de siempre! Pero, mejor será quedarse con los bellos recuerdos y no contemplar estas ruinosas estaciones y andenes desaparecidos –ni siquiera se molestan en restaurarlos–, que más parecen fantasmas del pasado. “¡Viajeros al tren! El tren con destino a Gor, Gorafe, Baúl, Zújar, Freila, Baza, Caniles y Almendricos va a efectuar la salida de un momento a otro… ¡Piií!”.

Posdata: este artículo fue publicado en La Opinión de Granada, el 14 de diciembre de 2005. La línea fue cerrada por José Borrell, ministro de Felipe González, al mismo tiempo que apostaba por el AVE Sevilla-Madrid. 

De mi libro "Artículos del Altiplano y de Granada", 2014











sábado, 17 de noviembre de 2012

LOS PRIVILEGIADOS DE LA 'ADMINISTRACIÓN PARALELA'








El 2 de noviembre de 2011, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dictó la primera sentencia contra la polémica Ley de Reordenación del Sector Público de la Junta, que supuso la integración de más de 20.000 trabajadores, de las empresas públicas, en la Administración Andaluza. El citado tribunal decía en la sentencia que el “acceso privilegiado de los trabajadores de la ‘Administración paralela’ a las nuevas agencias supone un desprecio al Estado de Derecho y una flagrante vulneración de los derechos fundamentales”. Con la excusa de una ley, a todas luces ilegal, de una tacada metieron en la administración a trabajadores contratados cuyo único mérito es tener el carné del PSOE o de los sindicatos UGT Y CCOO. El planteamiento y la estrategia es bien sencillo: como posiblemente vamos a perder las elecciones, los metemos por la gatera y dejamos a toda la parentela colocada, y si gana el PP que los indemnice.

La citada ley vulnera claramente los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, para el acceso a la función pública, según el artículo 103 de la Constitución. Hace unos días, un auto del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, número 9 de Sevilla advertía del peligro de la situación creada: "Hay que reconocer que si no se adopta la medida cautelar, de consolidarse la integración regulada en el protocolo impugnado sería prácticamente imposible retrotraer la situación en la que se verían afectados los trabajadores y afectará a la estabilidad y a la carrera profesional de los empleados públicos".

En cuanto a los falsos EREs en Andalucía (aseguran que es el mayor escándalo de la democracia), la Junta utilizó desde 2000 a 2010 unos 700 millones de euros para prejubilaciones ilegales a los intrusos. Habría que preguntarse, ¿acaso no es el mismo fraude, y de mayor cuantía, nombrar funcionarios a plena luz del día a 20.000 contratados a dedo, para que usurpen los puestos de trabajo a los funcionarios de carrera? 20.000 contratados a 1.300 euros de sueldo como mínimo al mes, salen a 26.000 millones, sin contar los sueldos de los grupos superiores y cargos. Si esta cantidad la multiplicamos por un año (14 pagas) salen 364 millones de euros. La misma trampa que los EREs: a unos los convierten en pensionistas, sin haber cotizado a la Seguridad Social, y a otros los nombran funcionarios, sin haber concurrido a unas oposiciones. El único mérito en común es que tienen el carné del partido o del sindicato. Tan intrusos son los unos como los otros y tan ilegales son los falsos EREs como los falsos funcionarios. Se ha vulnerado claramente la ley y el fraude es mucho mayor.
 
Y sin embargo, los EREs están machaconamente todos los días en los medios de comunicación, mientras apenas se menciona el caso de los 20.000 ‘falsos funcionarios’, cuando resulta más escandaloso por la cantidad defraudada, que ha disparado el déficit y la deuda de la Junta, así como por los perjuicios causados a los funcionarios. El presidente Griñán manifestó este verano su temor a que no tuvieran dinero para pagar a los funcionarios de la Junta. Es triste que tengamos que estar reivindicando lo evidente y, lo que es peor, hay que denunciar la penosa situación de miles de funcionarios que están sin trabajo porque sus funciones las desempeñan ahora los intrusos (los han colocado a su lado y en los mejores despachos y medios), porque son amigos o parientes de tal o cual político. En la Administración andaluza se han sobrepasado todas las líneas rojas y se está llegando al enfrentamiento y al insulto. Hace unos días fui testigo de lo que le dijo un funcionario a una sindicalista: “No sé cómo no te da vergüenza apoyar a unos intrusos, que le han quitado el puesto de trabajo a los funcionarios”. ¿Hace falta que las cosas lleguen a mayores? ¿Se imaginan lo que pasaría si metieran en la Administración, por el mero hecho de estar afiliados, a 2.000 médicos, profesores o jueces? ¿Y la conflictividad laboral que provocaría cuando los privilegiados usurpen las funciones de los titulares? Pues, así andamos.


A pesar de las numerosas sentencias y suspensiones cautelares en contra de la mal llamada Ley de Reordenación, la Junta no las acata y sigue ‘colocando’ a esta casta de privilegiados, sin preparación, en los centros y en las delegaciones provinciales y, mucho nos tememos, que le salga gratis y que nadie sea condenado por prevaricación, usurpación de atribuciones, etc. Han sacado de la manga una ley –a sabiendas de que es ilegal–, han inventado ocho agencias de colocación –el director provincial de Agapa, en Granada, solo tiene el graduado escolar– y todo, para dejar colocados a miles de los suyos. Sólo esperamos que los tribunales pongan a cada uno en su sitio, pero el daño es irreparable y la guerra civil en la Administración no ha hecho más que empezar. El 18 de febrero, los empleados públicos nos manifestaremos en Sevilla por enésima vez.

Leandro García Casanova
Artículo publicado en el ABC, de Sevilla, el 23 de febrero de 2012

http://www.cartasaldirector.org/2012/03/los-enchufados-de-la-administracion-paralela/

viernes, 9 de noviembre de 2012

EL ÚLTIMO PRISIONERO GRANADINO


Liberación de Mauthausen, 5  de mayo de 1945



El pasado once de junio de 2008, murió José María Villegas, de Caniles, a los 91 años de edad. Fue el ‘último granadino’ que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, concretamente en Buchenwald, donde también estuvo preso el escritor Jorge Semprún (falleció en París, en junio de 2011). En enero del pasado año escribí, en La Opinión de Granada, el artículo "Mauthausen: andaluces deportados y olvidados", donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen. Entre ellos, citaba a Faustino Vizcaíno Carrión, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Espero verlo en unos días –sé que está bastante delicado–, a ver qué noticias me da de Faustino, que era de la quinta del 40. Estos combatientes republicanos fueron los grandes olvidados: padecieron la Guerra Civil y, unos meses después, la II Guerra Mundial y los campos de exterminio nazis, donde más de mil andaluces fueron incinerados en los hornos. Pero la suerte de los 500 supervivientes está aún por esclarecerse, pues una gran mayoría de andaluces se quedó a vivir en Francia y allí han ido muriendo en el más absoluto de los olvidos.

Sobre las once de la mañana, del dos de agosto, me acerqué a la casa de Miguel Vizcaíno Carrión, en Castilléjar, me abrió la puerta su nieto, que se llama igual que el abuelo. Éste se encontraba estirando las piernas en un bancal próximo. Cuando le expliqué el motivo de mi visita, Miguel me contestó: “Mi hermano Faustino estuvo tres meses prisionero en Francia, hasta que se lo llevaron al campo de concentración de Mauthausen. Aquí estuvo de cocinero y cuando los liberaron salió muy flaco. Él me decía: ‘Entraba una mujer con perros y se los echaba a los prisioneros… Pero, ¿cómo voy a contar todo lo que he pasado?’. Faustino tiene 89 años y ya no ve, y no tiene hijos. En la guerra civil, todavía no había cumplido los 18 años cuando se lo llevaron a Viator (Almería), con los de su quinta, durante un mes. Luego, los llevaron al frente (posiblemente a Castellón)”. Un año más tarde, la mitad de los soldados cayeron en la "Batalla del Ebro", allí murieron más de cien mil soldados, entre ambos bandos. Según me cuenta Miguel, su hermano aprovechó el desconcierto que había en la zona republicana para huir a Francia, y aquí fue donde lo capturaron los alemanes: “Lo cogieron varias veces y se lo llevaron a Alemania”. Miguel quizá ignora que el campo de concentración de Mauthausen se encuentra en Austria.

Las escaleras de la muerte


Cuando fueron liberados del campo de concentración por las tropas americanas, el 5 de mayo de 1945, Miguel dice que “estaba blanco, como la camisa esa, sequísimo. Se libró de morir porque estaba de ranchero. Luego se quedó a vivir en un pueblo del norte de Francia, Jarrie, pegando con la frontera de Alemania, y allí se casó. A mi hermana y a su marido les encontró trabajo y se fueron a vivir con él”. Miguel dice que hace tiempo que no tienen noticias de él, pero asegura que vive. Cogió el vehículo y se desplazó al anejo de Los Olivos, que está a unos tres kilómetros, a la cueva donde nacieron los Vizcaíno. Trajo una carta de Faustino, con el matasellos de 1994, pero al final no leyó lo que decía. “Él nunca nos contó cosas de la guerra, no le gustaba”. Cómo sería el sufrimiento para no contarlo, cuando lo mejor hubiera sido desahogarse con la familia, para echar todo aquel veneno que llevaba dentro del cuerpo y de la mente. Como hicieron muchos prisioneros, para que el mundo supiera todos los horrores que pasaron. Hemos quedado que el nieto le escribirá una carta a Faustino, diciéndole que es el "último prisionero granadino", que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, a ver si consigue el teléfono y podemos ponernos en contacto con él.

El abuelo Miguel me cuenta cosas, de las que ya nadie se acuerda: “Mi padre estuvo en la guerra de Cuba tres años (aquí sólo iban los pobres, porque los ricos se libraban pagando dinero; a causa de la malaria, murieron miles de soldados) y, después de morirse en los años cincuenta, el Gobierno nos envió una carta”. Pero Miguel no recuerda más detalles, “eso sí, a mi padre nunca le pagaron nada por ir a la guerra de Cuba”. Le digo que, los soldados de la guerra de Cuba que regresaron a España, después de pasar mil penalidades, siempre fueron mirados como un ejército derrotado. Miguel vive ya de los recuerdos: “Con seis años, me llevaron a servir al Salto (aldea de Benamaurel, que ahora le llaman Puente Arriba). De día me iba con la hija del dueño a guardar ovejas y, de noche, dormía en la pajera. El pago era la comida, ‘la comía por la servía’, como se decía antes”. Su mujer está en la cama, con un gotero, tiene la cabeza ladeada y los brazos completamente abiertos. Sólo mueve los ojos pero, cuando la vi por primera vez, inmóvil sobre la cama, parecía que estaba muerta. Ha tenido tres infartos y, prácticamente, es un vegetal. “Mi mujer ha cogido mucha capota (alcaparrones) en los cerros y, cuando le digo, ‘vamos a coger capota’, ella mueve los ojos, porque entiende cuando le hablo”, me explica Miguel. El dos septiembre, volví a hablar con Miguel y le pedí que le escribiera a Faustino, a ver si podíamos hacerle un pequeño homenaje a tanto sufrimiento.

Imagen de los españoles liberados
Posdata: Este artículo lo escribí el 16 de diciembre de 2008 y lo tenía guardado y olvidado entre mis documentos. Desde entonces, no he tenido más noticias de Miguel y es de suponer que Faustino Vizcaíno Carrión, el ‘último prisionero granadino’, haya fallecido en Francia. Yo también tenía que haberle escrito una carta, pero lo fui dejando. Las matanzas de los campos de concentración nazis permanecerán siempre en la memoria de la humanidad, como uno de los mayores horrores, pero también hay que decir que España siempre fue una madrastra con sus hijos, especialmente, con los prisioneros españoles de los campos de exterminio. ¡Qué diferentes son los franceses con sus mártires! Tendrán que ser nuestros nietos quienes rindan homenaje a estos miles de españoles olvidados, pues todavía no hemos superado el odio de nuestra Guerra Civil. 


Esta es la carta que no le llegué a enviar:

 18-9-8 Estimado amigo Faustino: En enero del pasado año escribí, en el periódico La Opinión de Granada, el artículo “Mauthausen: andaluces deportados y olvidados”, donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen y Gusen. Entre ellos, le citaba a usted, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Le envío una fotocopia del citado libro, donde vienen los datos de los siete soldados republicanos, de Castilléjar, que fueron internados en los campos de concentración nazis. Este libro contiene fotos, documentos, cartas, testimonios de los presos y familiares, con muchas historias de los prisioneros, etc., donde los historiadores hacen un buen trabajo de investigación sobre aquellos andaluces deportados y que fueron olvidados, tanto por el régimen de Franco, como por los Gobiernos de la Democracia. Yo di a conocer el citado artículo en Castilléjar, donde poco se sabe de esto. También le envío fotocopia del artículo “El tren con destino al frente”, que salió publicado el 15 de septiembre, donde lo menciono a usted, a mi padre Leandro García Domínguez (nació en el anejo del Cortijo del Cura, Galera), que fue el cartero y fotógrafo de Castilléjar (desde mediados de los cincuenta a los setenta), y a Julio Carasa, que nació en 1918 y que seguramente murió en combate, por Castellón. Puede que los conozca de aquel tiempo. Ahora, el prisionero granadino más antiguo es usted. Le agradecería que me escribiera y me enviara su número de teléfono, para poder contactar con usted. No me mueve ningún interés, como no sea que los españoles conozcan el enorme sufrimiento que pasaron ustedes. Todos sabemos lo que pasó con los soldados de la División Azul, que Franco mandó para ayudar a Alemania. Los que no murieron en las estepas rusas, regresaron o fueron hechos prisioneros por los rusos, y devueltos a España años más tarde en el buque Semíramis. Pero poco o nada saben los españoles sobre los prisioneros en los campos de concentración nazis, aunque yo he leído libros y he visto algunos documentales. Un saludo

Recogido de mi libro "Artículos del Altiplano y de Granada", 2014. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

GABIRROS, QUE SE FUERON EN SILENCIO

Calle Real de Málaga, de Rafael Gurrea









Felipe Sánchez falleció en octubre del 2006, pero hasta hace unos meses no me enteré de su muerte. A veces me lo encontraba tomando el sol en la calle Real de Málaga, o sentado a la puerta de su casa, pero era una delicia hablar con él, pues no habrá en Gabia otro conversador como Felipe. ¡Cuando te cogía ya no te soltaba, él disfrutaba como un niño contándote historias, pasando de un tema a otro! Entresaco un párrafo de ‘La soledad de Felipe ‘el Mediaúva’ –estaba solo y por eso necesitaba hablar–, en el libro ‘Gabia, la memoria perdida’: “Mira que te digo, antes de entrar en la escuela, ya sabía yo escribir y entonces me pusieron con el grupo de los grandes. Cuando llegué a mozuelo, yo me juntaba con ellos para aprender a defenderme. A los maestros me los afusilaron, pero me enseñaron a ser honrao y luego a ser económico, ¿sabes? A saber tener un duro y a vencer todos los oficios que se presentaran por delante. Yo ahora estoy peor que nunca, tengo mi pensión pero la soledad es la peor enfermedad que hay. Te dan ideas de..., por eso yo no entiendo de Pascua ni de diversiones. Salgo a la esquina de la carretera y me vengo p’acá, y estoy solo –cada vez tiene la gorra más ladeada–. Esta casa la he hecho yo y en las escrituras figuro como vitalicio, por lo que no me pueden echar…Uno se siente que quiere volver a la juventud, pero ya no se puede… Yo aprendí el caló en una casa de putas, en el bar de ‘Los Tres hermanos’, y toda la esa de Granada se juntaba allí, ¿me entiendes? Allí iban de todas las clases a buscarse la vida y yo estaba de encargao en el bar, donde transitaban los amolaores (los que hacían el amor)”. En la foto, Felipe sale acompañado de su vecino Salvador Solera –ambos vivían en la calle Juan XXIII–, que falleció en abril de 2005. Este año también nos dejó Pepe ‘el Cojo’, que vivía en el Barrio de Piniche.
José Lechuga murió en el 2006, y esto fue lo que escribí sobre él: “Noto que Lechuga ya no tiene muchas ganas de hablar, ni está para muchos trotes pues se cansa pronto. Cuando me despido le digo que se cuide, que hay que cobrar la paga durante mucho tiempo. ‘¡Sí, por lo menos hasta Navidad! Yo ya no me encuentro bien...’, me contesta. A Lechuga te lo puedes encontrar por la calle Real a las 7:30 de la mañana, o a las cinco de la tarde pegando muletazos. Son paseos de voy y vengo: o va p’allá o viene p’acá, según te lo encuentres de frente o de espaldas. Él asegura que hace bastante ejercicio: ‘Dos kilómetros p’arriba por las mañanas, y otros dos p’abajo. Y por la tarde hago lo mismo, ¡quieras o no, eso es bueno para la circulación!’, me dice convencido. Sin embargo, cuando hablo con unos y con otros, noto que a Lechuga lo quieren en Gabia”. En agosto del pasado año, también falleció ‘el Modas’, al que por las tardes veía subir de la caseta, de la antigua Estación del Tranvía; tenía fama de ser un hombre servicial y él era el alma de la caseta.

Carmen Bertos, la abuela de Gabia, también emprendió el viaje al ‘Cortijo de los Múos’, en 2004, nada menos que con 103 años: “Yo nací en febrero o marzo, no me acuerdo bien, ésa es la verdad; porque de fechas a mí que no me pregunten. El caso es que me voy algunas temporadas a Barcelona, pero yo quiero morirme aquí. Ahora ‘me se’ hinchan las piernas –las zapatillas las ha recortado con unas tijeras, más bien las ha desgraciado– y me he quedado algo delgada, porque yo lo que tengo es del riñón. Nunca he estado enferma y el médico me dice que tengo una salud de hierro. En fin, que yo nací en el Tranvía –por la zona del Tranvía– y de lo único que me acuerdo, es que mi mama me puso en una silla “para que tú te manejes sola”, me dijo. ¡He sufrido y he trabajado tanto, que ya no me acuerdo de muchas cosas...! ¡Tanto trabajé y tanto sufrí pa el pago que me han dao!, eso decía un borracho del pueblo. De chica yo era un demonio porque a todos les pegaba y a los niños les cortaba las cejas. Y mi madre no me ha podido pegar nunca, porque he salido siempre al trote... Bueno, pues mi marío y yo estábamos de caseros en el cortijo de ‘Santonino’, y yo echaba –ponlo así– una hora en el camino cuando iba por los mandaos; y luego venía con una carga de treinta kilos a cuestas. ¡Sin más burra ni nada, que lo sabe to Gabia! Muchos nevazos me cayeron en el camino. Y cuando volvía, les ponía de comer a mis siete hijos; después, a las dos de la tarde, me iba a espigar para darle de comer a unos marranillos que tenía, esto en el mes de agosto (…). Ahora tengo 14 nietos y 17 bisnietos. ¡Yo he sufrío y he llorao mucho en el cortijo! ¡Que pregunten por Carmen ‘la Barragana’, que no me he peleao con nadie ni he bebío nunca!...”. Y me confesaba: “Pero me he enterado que, para cuando me muera, algunas mujeres piensan decirle al alcalde que ponga una placa en esta casa, diciendo que aquí vivía la mujer más graciosa de Gabia”. Carmen se quedó con las ganas de su placa, de la que nunca más se supo.
 
Cuando Sebastián Beltrán ‘el Ramales’ está bien, se acuerda hasta de los años veinte. ‘Parece mentira, pero antes celebraban las fiestas del Corpus en el Salón. Recuerdo que estábamos todos embobados viendo la montaña rusa, cuando me birlaron diez pesetas del bolsillo. ¡Vaya! El primer jornal que eché me dieron tres pesetas. Y cuando ya escardaba como un hombre, dijo el capataz, ‘amos’ a darle el peón (la peonada). Entonces los chaveas no teníamos adonde ir y, cuando Marianico Pertíñez daba la voz, nos íbamos a escardar y te pagaba un duro –y añade, como quejoso–. ‘Tos se han muerto y yo soy el más viejo de Gabia, quitando a la tía... Mi hermano estaba comiéndose el bocadillo y ¡pom! se cayó al suelo’. Sebastián asegura que entonces era costumbre ver a la novia a través de las rejas de la ventana, pero ‘a mí me dieron la entrá… ¡Estoy hecho una mierda y ya no valgo para nada! Con noventa y seis años que tengo se me ha pasao to por la historia’, me dice al despedirse, mientras se pasa la mano por la frente como dando a entender que no se acuerda de nada. Sebastián es el único sobreviviente de la fallida experiencia del ‘colectivismo agrario’, en la Gabia republicana de 1933. ‘¿El cortijo? Del cortijo de La Jara apenas me acuerdo; sé que íbamos por la mañana y veníamos por la noche, unos diez kilómetros, entre ida y vuelta’.
La última vez que lo vi: “A veces, me encuentro en la calle a alguno de estos ancianos (me refiero a Sebastián) tomando el leve sol del otoño, el penúltimo sol del otoño. Sebastián murió pocos meses después, en el 2003”. También nos dejaron José Franco y Manuel López ‘el Chupa’, en diciembre de 2004, a los pocos días de fotografiarlo. Ellos ya forman parte de la intrahistoria de Gabia, y que me disculpen si me olvido de algún gabirro desaparecido, pues no dispongo de más datos. Alguna que otra vez, me encuentro con Manuela ‘la Merguiza’. Ya no vive en su casa, pues está enferma y sus hijos cuidan de ella. También veo pasar, con su andar cansino, a Adolfo Capilla; han pasado cerca de 80 años de aquella memorable foto del maestro Francisco Alba con sus alumnos, a la puerta de su casa. No hace mucho me encontré con Antonio López, ‘el Chico del Gato’, y le dije: “Dale recuerdos a tu hijo Pedro”. Y el hombre se me queda mirando y, pasándose la mano por la barba, me responde: “Oye, ¿yo a ti de qué te conozco?”. Antonio ya no se acordaba de que le dediqué una foto y cinco páginas. Creo que mereció la pena recoger en una obra los comentarios y vivencias de estos y otros muchos gabirros, que inevitablemente se hubieran perdido en unos pocos años. Quiero dar las gracias a cuantos compraron el libro, del que ya quedan pocos ejemplares.

Publicado en la revista 'Las4esquinas', en octubre de 2008

sábado, 3 de noviembre de 2012

PASEO BAJO LOS CIPRESES

 
Cementerio de San José






“Conforme se entra en el primer patio, a mano izquierda, y junto a la orilla del camino que va a la Ermita, ya verá usted allí al pintor de Jaén. El quiso que lo enterraran en Granada, ¿sabe usted?”. Si no es por Miguel, el guarda del Señor del cementerio, todavía estaría buscando aquella sencilla y agrietada losa de color ceniciento, junto al olivo silvestre que le sirve de cabecera: “Manuel Ángeles Ortiz 1895-1984”. García Lorca le dedicó esta frase: “A Manuel Ángeles, que está enamorado y olerá la rosa inmortal”. Por un momento pensé que el día que me entierren me gustaría descansar junto a la sombra de un noble y fiel olivo. A su lado, y separado por unos metros, reposa en paz consigo mismo, en su blanca sepultura, el injustamente olvidado escritor del 98 granadino,  Ángel  Ganivet. Yo prefería aquel viejo sepulcro gris de antes, casi anónimo y recubierto por el manto de polvo de todo un siglo. Siguiendo el camino, un poco más arriba, llama la atención una tumba con el escudo de Granada y esta inscripción: “Francisco Seco de Lucena, abogado y escritor. La ciudad de Granada costeó este sepulcro, que acordó erigir en 1904”. Fundó el famoso diario "El Defensor de Granada".

En una esquina de este patio destaca por su belleza y originalidad una esbelta y recia columna de alabastro y, en la parte superior, se aprecia en relieve el rostro del escritor Melchor Almagro Díaz, 1850-1898. En la descolorida lápida de un nicho de 1915, encuentro de casualidad esta curioso título: “Ilmo. Sr. D..., Capellán de los Sres. Reyes Católicos...”. Pues conforme se va leyendo, el título del capellán es mayor que el de los reyes a los que sirve. Un poco más allá se alza una cruz grande y a la vez sencilla, de mármol gris, donde se notan las elegantes huellas del cincel. En la losa figura el nombre de Manuel Rodríguez-Acosta. Otro monumento funerario decimonónico recuerda la alta cuna del finado: “Aquí yace D..., maestrante de Granada. Era de esclarecida y noble estirpe, se distinguía también por la nobleza de su alma”. En un panteón a ras del suelo se ha querido dejar constancia de un suceso trágico: “El Ayuntamiento acordó conceder a perpetuidad la bóveda a las víctimas (cinco niños) del incendio, ocurrido en 1933”.

En el siguiente patio, un tanto abandonado y con la hierba alta, me detengo ante la tumba de un marqués (al que ya le tengo cierto afecto por las veces que lo he visitado), que también fue teniente general de los ejércitos, y que falleció en el primer tercio del siglo diecinueve. En un obelisco se recuerdan las 16 batallas en las que participó y posiblemente estuvo junto al general Castaños y Simón Bolívar en la batalla de Bailén. Pero había querido despedirse de su azarosa vida con cierto aire cuartelero: “La fortuna lo halló modesto, la adversidad tranquilo, la Patria siempre pronto a sacrificarse por ella...”. Y sin embargo, el laureado general parecía como quejarse: "¿Y de qué me sirve a mí tanta gloria si no tengo a nadie que le saque lustre a mi sepultura o que me rece una oración?".

El mismo mal del reloj del tiempo –la fugacidad de la vida que se esfuma y la vanidad de todas las cosas– iba carcomiendo a muchos panteones decimonónicos de apellidos ilustres: ¿Qué fue de los honores y del linaje? ¿Dónde se quedaron las riquezas y los criados? Pero, con todo, la estatua más visitada y venerada es el Señor del cementerio: una simple y tosca escultura de mármol blanco, con la mirada perdida, ha hecho posible el milagro. Las mujeres, sobre todo, no saben qué hacer con el Señor: le rezan, le acarician el brazo desnudo –ennegrecido ya por el continuo roce– o las ves que le aprietan la mano derecha mientras le susurran un favor. Miguel, el guarda del Señor, tiene el mirar ladeado pero te habla con el corazón. Vive de las limosnas que le dan y me enseña, enganchados de un alambre, los miles de exvotos que, según la creencia popular, corresponden a curaciones: numerosas chapas de latón tienen forma de cabeza, piernas o brazos; rosarios de color hueso, un par de estetoscopios de médicos sanados, unos zuecos; hasta una impresionante trenza pelirroja se exhibe en el alambre y, como diría aquél, "¡mujer fermosa y favorecida tuvo que ser!". A los pocos días la trenza desapareció como por encanto, y es que las pagan bastante bien.

En mi tercer paseo por el patio de la Ermita encontré, en un túmulo casi en ruinas, al famoso guitarrista Ángel Barrios. En la losa hay una sencilla cruz de mármol con un ramo de flores marchitas y en una pequeña lápida, ya desgastada por el tiempo, apenas puede leerse: “El Ayuntamiento de Granada a su hijo predilecto...”. En la misma línea del camino hay un obelisco con el rostro esculpido del difunto y este escueto título: “Granada, a D. José Aguilera López. E.P.D. 1903”. Como está orientada hacia el norte, la tumba está cubierta por el musgo. Unos metros detrás destaca un monolito, rematado en una cruz de hierro: “El Exmo. Ayuntamiento de Granada acordó perpetuar con esta inscripción la memoria de la insigne poetisa Señora D.ª Enriqueta Lozano de Vilchez, cronista de Granada y la provincia. 2-11-1898”. En otra decrépita tumba, dice lo siguiente: “Bajo esta losa yacen los restos del pintor Eduardo García Guerra, que falleció el 16-2-1893. Para honrar la memoria a este modesto hijo de Granada...”.
En un claro aparte –como un símbolo en recuerdo de la desgracia–, se erige una pirámide de color ceniza, coronada por una pequeña cruz de mármol: “En esta tumba que el amor labrara, yacen M., su esposa (de 57 y 47 años) y tiernos hijos”. Entre 1831 y 1834 murieron los cuatro miembros de esta familia, creo que de la epidemia de cólera. En este patio de la Ermita se respira un cierto aire entre mágico y nostálgico y es tanta la quietud que uno puede deleitarse viendo, a escasos metros, a una atrevida ardilla correteando por el tronco de un ciprés, al poco royendo una flor o saltando como si tal cosa entre las tumbas. 


En el patio de Santiago me detengo ante un ilustre huésped: “El Ayuntamiento de Granada al Excmo. Sr. D. Emilio Herrera Linares, 1879-1967. No lo lloréis. Imitadlo”. En una placa de bronce se enumera una interminable lista de títulos: académico, caballero, comendador..., Ministro de Asuntos Exteriores y Presidente de Gobierno de la II República en el exilio. De una esfera de metal salen en distintas direcciones cuatro pequeñas vigas y a un lado del sepulcro hay una lámina dorada: “Los aviadores españoles, en su memoria”. En otro lado, elevándose hacia el cielo como las plegarias, un gran monumento funerario preside el centro de un patio: “En esta tierra, donativo de la ciudad de Granada, reposan las víctimas del trágico accidente aéreo, ocurrido el 2-10-1964 en el Monte Mulhacén...”. También hay una excelente dedicatoria de la República de Mauritania al piloto del avión: “Hasta en su muerte, el ruido de las hélices había sido su réquiem y el cielo su mortaja. Quiera la tierra de España, de donde era originario, serle leve y clemente en su último sueño sin despertar”. En el patio de Santiago están enterrados mis padres y mi hermano.

Patio de Santiago





Unos cuantos metros más allá hay un viejo que está  orinando furtivamente y, como quiera que me ve escribiendo, en cuanto se arregla la bragueta me dice estas palabras: “Usted perdone, pero es que no podía aguantar más. Buenas tardes”. Y dicho lo cual, el caballero de la vejiga tocando el violín continuó limpiando el nicho. De este otro difunto, que murió en  1970, hay que decir que defendió la libertad hasta en la lápida que lo cubre en su humilde morada del cementerio de San José, porque él luchaba por un mundo mejor: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho incluye el derecho a no ser molestado a causa de sus opiniones. (Art. 19 de la Declaración universal de los derechos humanos)”. El susodicho artículo 19 debió coger a contrapelo a los censores, que dirían: "¿Cómo le vamos a quitar la lápida a un muerto?".
En un antiguo patio, en la parte alta de la pared, hay escrito con letras grandes: “Aquí yacen los caídos por Dios y por la Patria”. Abajo, en una de las numerosas lápidas, hay un elocuente epitafio de aquella época que más parece un certificado de defunción: “D..., cayó a la cuarta vez de ser herido por Dios y España, a consecuencia de un balazo en el vientre...” El suceso ocurrió en Cataluña, en 1937, y el soldado sólo contaba veinte años. En un rincón, junto a un nicho, solloza una mujer joven acompañada de su hija. La mujer cree que está sola y rompe a llorar desconsoladamente: “¿Por qué? ¿Por qué te has ido? ¿Qué te hemos hecho nosotras? ¿Qué va a ser de nosotras ahora...?”. Tras los reproches al difunto y las preguntas sin respuesta, la mujer va desahogando su pena en un escandaloso llanto que estremecería a cualquiera. Pero desde lo alto de un ciprés cercano, un cuervo lanza de vez en cuando espantosos graznidos. Fue entonces cuando me asaltó la duda: ¿Por qué grazna este cuervo de mal agüero, al olor de la muerte y ante una mujer desesperada ?
Pero la vida no tiene respuestas, sólo sabe pegar mazazos. En México existe la creencia de que el 31 de octubre regresan del más allá las almas de los niños, y los espíritus de los adultos retornan el uno de noviembre. Por eso, el Día de los Muertos, los mejicanos comen, beben y cantan junto a las tumbas de los seres queridos. De esta forma se ríen de la ‘pendeja’ o de la ‘chingada’. Y al día siguiente, las ánimas errantes se despiden de los vivos hasta otro año. “Requiem aeternam dona eis, Domine” (Señor, dales el descanso eterno), como escribió el desdichado Mozart.
 
PosdataEste artículo lo escribí en noviembre de 2005 y algunas cosas han cambiado en el cementerio, como la tumba del guitarrista Ángel Barrios, que está remozada. Hace años había un cementerio civil, donde unas varas de hierro numeradas indicaban la fosa donde se encontraban los restos de quienes se habían suicidado. Desaparecieron. La escultura de "el Señor del Cementerio" está protegida en una urna transparente, de manera que ya no es posible tocarla y Miguel el guarda se buscaría otro oficio. Hace unos años, un extranjero se encontró restos óseos y lápidas, de principios del siglo XX, cerca del camino que lleva al Llano de la Perdiz. Se ve que, de vez en cuando, hacen una buena limpieza. Nunca más se supo del asunto, aunque es de suponer que el caso se encuentre en el juzgado. Ian Gibson contaba que, cuando visitó el cementerio por primera vez, había una fosa común donde se veían los restos de los fusilados, durante la Guerra Civil, con su ropa. Un tiempo después, la fosa común desapareció. Y en las tapias del cementerio, todavía se pueden ver los agujeros de los disparos a las víctimas. El cementerio de San José es el más antiguo de España y tiene mucha historia. La empresa que lleva el cementerio sacó, hace unos años, una guía con las tumbas de ilustres difuntos. Se dejó llevar de los panteones suntuosos y olvidó a ilustres granadinos, del mundo de la cultura.

EL MUNDO DE ANDALUCIA

Red 'Wifi' para el cementerio de Granada, el segundo más antiguo de España
  • El cementerio de San José está en la Ruta de Cementerios Históricos
José A. Cano | Granada
Actualizado lunes 11/03/2013 18:17 horas
El cementerio municipal de Granada, el segundo más antiguo de España, cuenta desde este lunes con una zona Wifi a la que se puede acceder de manera gratuita desde todas las salas del tanatorio, una herramienta con la que se pretende hacer más llevadera la estancia de las personas que acuden al camposanto en "esos complicados momentos", según la concejal responsable de la empresa municipal que lo gestiona, María Francés.
La iniciativa surge para dar una solución alternativa a la "mala comunicación" telefónica que existe en el recinto y que tiene "difícil solución" ante "su cercanía con la Alhambra".
Además, la falta de cobertura en la zona ha propiciado que se produzcan numerosas peticiones de usuarios expresando su deseo de comunicarse a través de Internet, ya sea para hablar con familiares, reservar una estancia de hotel ante un inesperado suceso o comprar el billete de viaje para volver a casa.
Francés ha acudido a presentar el servicio junto al alcalde de Granada, José Torres Hurtado, y ambos han explicado que la zona Wifi englobará toda la zona administrativa del cementerio, incluidas las salas y el tanatorio, que es donde "más tiempo pasan los ciudadanos".
El servicio es gratuito para todos los usuarios y no requiere ningún tipo de contraseña. La intención es que esté disponible “a partir de ya” y, de hecho, el Ayuntamiento de Granada ya ha colocado a la entrada del cementerio los carteles que avisan al ciudadano de que ha entrado en una ‘zona wifi’.

El precedente del 'bluetooth'

Aunque el servicio puede parecer exótico, no es la primera de las nuevas tecnologías que se incorpora al cementerio de San José, considerado el segundo más antiguo de España e incluido en la Ruta Europea de Cementerios Históricos desde hace más de tres años.
Desde octubre de 2010, las guías turísticas del cementerio –que tiene hasta cuatro opciones de visita según el tipo de recorrido, ya que está considerado cementerio monumental– son descargables por 'bluetooth', con un cartel que recibe a los usuarios en la entrada que indica los pasos y las opciones para obtenerlas.
El cementerio de San José está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) y combina restos de arquitectura funeraria del romántico y épocas posteriores, así como las tumbas de ilustres granadinos como Ángel Ganivet o el pintor Rodríguez Acosta. En su recinto se encuentra también el Palacio de los Alixares, el tercero que componía el recinto de la Alhambra y construido entre los siglos XIII y XIV.
Las rutas turísticas del cementerio funcionan desde junio de 2008 y ya han sido visitadas por algo más de 25.000 personas. El 'Recorrido por la memoria' hace un repaso de los más de 200 años de funcionamiento del camposanto, desde 1805. Además, la tapia exterior está protegida como Lugar de la Memoria por la Junta de Andalucía, por casi 4000 fusilados junto a ella durante la Guerra Civil y el Franquismo, y en su interior alberga la escultura 'Piedad', de Eduardo Carretero, por los caídos de ambos bandos.
Forma parte, finalmente, de la 'Ruta europa de cementerios históricos', un recorrido monumental reconocido como Itinerario Cultural por el Consejo de Europa, lo que lo coloca al nivel de rutas como el Camino de Santiago o el Legado Andalusí.

11 de noviembre de 2021



Patio de Santiago



Tumba de Ángel Ganivet

Del pintor Manuel Ángeles Ortiz

Monolito del escritor Melchor Almagro