sábado, 30 de diciembre de 2023

ENCUENTROS EN LA NAVIDAD

 




Aquella mañana de mediados de diciembre, fui a hacer unas fotocopias a la librería. Al entregárselas, le dije a la librera.

¿Tú eres de Castril?

Ella me respondió:

Ya decía yo que tu cara me sonaba.

Yo soy de Castilléjar y me acuerdo de Juan, el cobrador del ‘coche correo’, compró un piso en el edificio donde vivían mis padres, en Granada.

Ahora allí viven sus hijos –respondió la librera.

Mi padre era el cartero y llevaba la saca con las cartas todos los días al ‘coche correo’. También me acuerdo del conductor Bartolo. Precisamente, hace dos meses estuve con Miguel y Juan Manuel en una manifestación, en Benamaurel… Ya ves si conozco a gente de por allí.

Y así fue discurriendo la conversación. Esa mañana, forzado por las circunstancias, no me que quedó otra opción que ir a esa librería a la que no iba desde hacía unos veinte años, a comprar los libros de la escuela de mis hijos. Pero se ve que un día tuvimos algún atranque, que ni siquiera recuerdo, y ya no me pasé más. Me despedí de la librera deseándole una feliz Navidad y la encontré amable, después de tanto tiempo. Y es que los años nos van haciendo madurar y entonces utilizamos la diplomacia con las personas. 

Después, me fui a Granada a entregar unos documentos en el registro de una administración, hice varios encargos y sobre las doce horas regresé al pueblo. Entonces me pasé por la panadería, pero no tenían barras gallegas. Al ir y venir de la panadería, me llamó la atención un anciano parado en la acera, hacia la mitad de la calle, con gafas oscuras y un bastón en la mano. Al salir de la panadería, no pude evitarlo:


–¿Usted es Pepe…?

Sí, ¿de qué me conoce? –respondió, extrañado.

Yo soy… –le dije.

El anciano se quedó unos instantes pensando.

Pues, no caigo y apenas veo.

Yo lo entrevisté a usted y salió publicado en un libro, me dijo que estuvo de secretario en Zújar…

La verdad es que no me acuerdo –respondió, con amabilidad–. También estuve en Orce, en Castilléjar y en Cúllar.

La memoria también me fallaba a mí, pues habían pasado dos décadas desde que lo entrevisté, pero me quedé alucinando con su respuesta:

Mi madre era de Orce, yo soy de la familia de…, y en Castilléjar precisamente me crié –Lo dije un tanto emocionado al recordar aquellos pueblos de la infancia, tan queridos, mientras que ambos vivíamos ahora en Las Gabias.

Yo residía en Cúllar y me desplazaba a Castilléjar en la moto...

Estábamos tan enfrascados en la conversación, que parecíamos viejos amigos que se habían encontrado de casualidad al cabo de los años. Me hablaba con sencillez y confianza. En esto paró un taxi al lado y me dijo:

Es el taxista, que ha venido a recogerme.

¿Dónde vive? –acerté a preguntarle.

En la calle… –y repitió el nombre quizá para que yo lo memorizara.

¡Trátalo bien, que es de confianza! –le dije al taxista, un joven de unos veintitantos años.

Instantes después el taxi desapareció al fondo de la calle, con Pepe al que yo había visto en más de una ocasión andando por la calle y, aunque me resultaba indiferente, alguna vez pensé: Seguro que ni se acuerda de mí. Pero este día me llamó poderosamente la atención la imagen de un anciano con aspecto de invidente parado en la acera. Y se me quedó grabada. Con el tiempo uno se hace más sentimental pero lo sorprendente es que, en cuestión de horas, saludé a dos personas que no trataba desde hacía más de veinte años. Lo hice casi sin pensarlo, como si una fuerza externa me empujara hacia ellos, y ese día me sentí alegre, posiblemente como ellos.


El 22 de diciembre, el día de la suerte, me di una vuelta por Granada para despejarme un poco. Crucé el barrio Fígares, donde vivieron mis padres sus últimos años, pasé por Puerta Real, que estaba muy concurrida de gente haciendo las compras y cuando llegué a la Plaza de Bibrrambla era un espectáculo. Filas de niños, de colegios privados, guiados por los maestros, contemplaban el enorme árbol de Navidad y las casetas, con figuras de pastores y belenes, y salían  en fila poco después. La plaza estaba atestada de paseantes, de turistas y sobre todo de niños. Pasé por la Plaza Pescadería, con los puestos de frutas, y fui al Mercado de San Agustín. Esa mañana Granada estaba como para filmar una película, no hacía frío y era sorprendente la aglomeración de gente, en medio del colorido de las calles y plazas engalanadas de luces navideñas. En el Mercado pregunté a una pescadera por una carnicería que había a la entrada y me dijo que no estaba por lo menos desde hacía cuatro años, en que reformaron el Mercado. El tiempo que yo no me pasaba por allí. Me indicó una carnicería donde compré una morcilla con cebolla, que es una delicia. Al salir del Mercado pasé por una mercería, me detuve unos instantes recordando y al final decidí preguntarle a la mujer que atendía:

–No sé si te acuerdas de mí.

–El caso es que tu cara me suena –respondió.

Cuando le dije mi nombre y apellidos, exclamó:

–¡Claro, tú eres familia de mi marido! Ya ves, estos días va a hacer seis años que murió.

Más o menos el tiempo que yo no me había pasado por la mercería. Le di el pésame y le dije:

–Ahora recuerdo que la última vez que saludé a tu marido me dijo que había estado enfermo, pero que ya se encontraba mejor.

–Cogió una bacteria en el hospital y murió al poco, desde entonces vivo con mi hijo.

Ella me hablaba como si fuera de la familia, cuando yo me había pasado por la tienda varias veces y apenas si cruzamos unas palabras. Decidí contarle cómo encontré a Encarna, la tía de su marido.

–Cuando murió mi madre, entre sus cosas encontré una foto pequeña con esta escueta dedicatoria: Recuerdo de tu prima Encarna... Cúllar 19-6-52. Me llamó la atención la fecha lejana y de cómo se hacían las escasas fotografías en aquella época, se reunían todos como si fuera un día de fiesta en el campo. Un tiempo después, busqué el apellido de la prima de mi madre en la guía telefónica y llamé a un teléfono de Cúllar. De esta manera encontré a Encarna, a la que yo no conocía.

Poco después me despedí de la tendera, porque tenía prisa, y seguí mi paseo por Granada. En mis viajes al Altiplano visité a Encarna varias veces, ella estaba viuda desde hacía veintitantos años y tenía dos hijos, pero tras una fractura de cadera falleció hace unos diez años. Encarna me explicó que la foto se la hicieron en Tíjola (Almería), cuando estaban haciendo la vendimia en las tierras de un familiar suyo. Ella aparece sonriendo, detrás del muchacho sentado de la primera fila, y calculo que no tendría los veinte años. Fue de lo mejor que encontré en mi familia materna.

Me despido deseando a todos una feliz Navidad, en medio de dos guerras cercanas que tanto nos afectan, pero el mundo libre parece ajeno a ellas.

IDEAL EN CLASE. https://en-clase.ideal.es/2023/12/28/leandro-garcia-casanova-encuentros-en-la-navidad/?fbclid=IwAR1vuI8DqsQuTiCWm796UDb_ulXPBLm-F0Z6tVdGp2mgKGwtMRgTbV4-r8g


sábado, 23 de diciembre de 2023

LOS BELENES DE RAMÓN RIVERA

 




Hace unos días, me acerqué a la casa de Ramón Rivera Tubilla, en el barrio accitano del Cristo de los Favores, me llevó al sótano donde ha instalado el belén artesanal y le hice varias fotos. Aquí tiene su estudio, con sus portales y sus pinturas, y me fue contando un poco de todo.



Belén en teja




–Hace unos veintidós años empecé a construir los belenes en teja, un diseño exclusivo que yo he inventado: el portal de belén (como el que ves en la cornisa), enclavado en unos cerros y la teja hacia arriba (la compro) que destaca al fondo. Hace varios años monté un belén en el Acyda (un polideportivo privado con piscinas) y otro en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, en el barrio de la Ermita Nueva. Allí está expuesto en la iglesia con otros belenes. Al elaborarlo me inspiré en la barriada, en los cerros y en las cuevas. También monté otro belén en el Colegio Público Medina Olmos. En 2019 expuse un belén, en una maqueta, en la Oficina de Información y Turismo, en la Plaza de las Palomas, donde se ve el Cerro de la Bala (el mejor mirador de Guadix) y el Cerro del Pingurucho, en el barrio de la Ermita Nueva. Me llevó hacerlo ocho meses. El belén artesanal lo hago de porexpan (que decimos el corcho blanco), mientras que los cerros los monto con espuma de poliuretano, pues tiene el color de la arcilla. Después le doy una mano de escayola a las paredes, las repello y finalmente les aplico pintura acrílica. Los ladrillos los hago cortando con un cútex el porexpan y en las paredes suelo hacer un desconchón para que parezca real. Doy escayola en la pared, pero dejo un pequeño hueco donde coloco como tres piedras y da la impresión que se ha caído la pintura (la escayola). Con los cartones de tetrabrik hago los cuerpos de los pastores, luego los visto, mientras que con cajas de cartón, las que tiran en el Colegio Público Adelantado Pedro de Mendoza, hago las casas de tipo árabe. Como verás, este belén artesanal tiene una casa con su letrina. Lo empecé el pasado año, después de san Antón, y me ha llevado once meses de trabajo, echándole muchas horas, aunque no todos los días he trabajado. Primero lo voy imaginando en la cabeza y después lo elaboro.

Belén artesanal

Ramón se levanta y me trae un paso de Semana Santa, con el nazareno, en miniatura.

–Le faltan algunos remates y ahí lo tengo. En este cuadro pinté a mi hija, ella quiere que se lo dé pero a mí me encanta –me dice, señalando en la pared–. De joven fui solista del grupo accitano Arboleda y grabamos un long play (como se le llamaba entonces a un disco grande), de doce canciones, en 1974, de la

casa de discos Fonogram S.A. Pero por unos y otros se disolvió pronto el conjunto musical. En esa época también empezó el grupo onubense Jarcha, pero a ellos les ayudaron. Después trabajé en Endesa (la antigua Compañía Sevillana) hasta que me jubilé. Mi belén artesanal de la iglesia de Gracia recibió el primer premio del Ayuntamiento de Guadix. Y el año pasado me concedieron el segundo premio por el belén que monté en este sótano, aunque ocupaba la mitad de espacio que este. Y ahora estamos pendientes del resultado del concurso de este año, que saldrá en una semana. En Guadix hay mucha tradición por los belenes y es raro que un escolano no monte un belén, y esto se lo he transmitido a mis hijos. Don Carlos Ros (fue el director y el alma del coro de la Escolanía de Guadix) montaba, con ayuda de los alumnos, el belén todos los años y de aquí me viene la afición. La Navidad me trae muy buenos recuerdos. Desde hace muchos años, el Ayuntamiento convoca durante la Navidad un concurso de belenes, con tres categorías: artesanal, familiar e infantil. Creo que se han presentado al concurso más de cincuenta belenes. Están además los belenes de los escaparates de los comerciantes y los de los particulares en sus casas.


Guadix tiene ganada fama de hacer zambombas en las alfarerías, que luego se venden en Granada y en otras localidades. Destacar que hay un puesto de zambombas en la avenida de Medina Olmos, desde mediados de mes, y también se venden en el Mercadillo de los sábados. Guadix sigue fiel a sus tradiciones de antaño y hay imágenes que te trasladan a los años sesenta, como si el tiempo se hubiera detenido: el tío vendiendo zambombas en la calle, el gitano paseando con su bigotazo y su vara de mando, o la afición por los belenes. Desgraciadamente, en España se va perdiendo esta tradición, porque al Papá Noel lo publicitan en todos los medios.


Las cuevas de Guadix y el Cerro de la Bala

https://en-clase.ideal.es/2023/12/22/leandro-garcia-casanova-los-belenes-de-ramon-rivera/?fbclid=IwAR2Qi56pRB1Op0IsxMWoNxwFGN0qZmTdnhcjrE3_iRGxVtLK11x07rqXJXs


viernes, 15 de diciembre de 2023

EL CACHORRO ABANDONADO

 





El diez de octubre de 2015 mi mujer y yo llegamos a Guadix sobre las nueve horas y, al llegar a la cueva, lo primero que llamó nuestra atención fue un cachorro negro de un mes, con una mancha blanca, al lado de un montón de arena. Al bajarme del vehículo vi que estaba en la sombra y tiritando de frío, pues hacía una temperatura de unos siete grados. Cogí al perrillo y lo puse al sol, sobre un saco de cemento vacío, pero se venía detrás de mí y no hacía más que gemir. Seguramente, alguien lo abandonó ahí a propósito y el chucho había pasado la noche al raso. No quise entrarlo en la vivienda, pues hacía seis meses (en abril) que se había muerto Balto, un perro inolvidable que estuvo viviendo con nosotros durante catorce años y no queríamos volver a encapricharnos de nuevo. Poco después nos fuimos al Mercadillo de los sábados y le pregunté a un policía local si conocía alguna sociedad protectora de animales. Me proporcionó un teléfono y la encargada de la sociedad me dijo que se encontraba en Madrid, pero, por la noche se pasarán a recoger al perro. Me pidió que le diera de comer y que lo guardara.

Después de hacer las compras, regresamos con el temor de que alguien se hubiera llevado el cachorro. A mi mujer le costó localizarlo, pero estaba echado en un matorral y se puso contento al vernos, dando gemidos. Lo dejamos en la placeta de la cueva pero venía detrás de nosotros, pues no quería estar solo. Le di de beber agua y bebió bastante, posiblemente llevaba más de doce horas sin probarla. Sin embargo, no quiso comer unos trozos de jamón cocido. La hija de la vecina lo cogió en brazos y el chucho parecía otro, al menos ahora se encontraba acompañado y con gente que estaba pendiente de él. Una hora más tarde, una mujer nos llamó por teléfono, nos pidió la dirección de la vivienda y dijo que se iba a pasar a recogerlo. Aprovechamos y nos hicimos unas fotos con el perrillo, pero ignoro dónde estarán.

Sobre las trece horas, llegaron tres mujeres en un turismo a recogerlo. Carmen Serrano era una de ellas, nos dijo que tiene un puesto en el Rastro de los domingos y, con el dinero que saca, paga los gastos de los perros que recoge en Guadix. Hace de intermediaria y entrega los animales abandonados a las sociedades protectoras. Tengo que pagar el veterinario, la vacuna, el chip…, y luego se los llevan a Bélgica. Aquí en Guadix hay muchos animales y se abandonan bastantes. Carmen nos contó que la madre, una perra blanca podenca, tuvo tres cachorros, ayer les llevaron de comer y hoy habían desaparecido todos. Alguien se los llevó y nos enseñó las fotos que les hizo y que las iba a colgar en Facebook, para ver si alguien los había visto. El cachorro lo cogió en brazos la hija de una amiga de Carmen y se le veía muy feliz, pues no chistaba. No hace falta decir que, en las dos horas que estuvimos con el cachorro negro abandonado, le habíamos cogido cariño.

Ocho años después, en Guadix se siguen viendo perros abandonados por las calles, aunque menos. Es cuestión de cultura y de humanidad, si alguien no quiere tener el cachorro o la mascota en casa, lo puede llevar a las sociedades protectoras, a una perrera municipal o anunciarlo a través de las redes sociales para quien quiera adoptarlo, antes que abandonarlo en la calle.

Ideal en Clase. https://en-clase.ideal.es/2023/12/14/leandro-garcia-casanova-el-cachorro-abandonado/?fbclid=IwAR1rfFLguKQ30E--elOZajAThXWQImvVlWqNjnpTl6YHx3Ls7AH5uEfEyWw


domingo, 3 de diciembre de 2023

LA PENOSA VIDA DE NUESTROS PADRES Y ABUELOS


La Alpujarra querida

La Alpujarra la recuerdo
como algo singular
y mucho más a mi pueblo
que nunca pude olvidar
ni triste y menos contento
aunque me digan pesado
siempre hablo de mi tierra
me siento muy afortunado
de nacer frente a la sierra…

 

Esta fotografía la ha publicado José Montero, en Facebook, en noviembre (también he copiado un fragmento de su poesía), y ha sido bastante comentada y compartida. He recogido los comentarios que he considerado interesantes y he corregido algunas faltas de ortografía. No he querido poner los nombres y apellidos de los que intervienen y me he limitado a indicar si es un hombre o una mujer.

 Comentarios en Facebook.

Hombre. Un buen recuerdo a la anterior generación y más aun a la de los años de lucha sin recompensa en mi caso a la de mis abuelos

Mujer. Así se vivía y éramos felices

M. Se añora todo aquel tiempo cuando nos muestran fotos como esta. Pero... ¿Quién volvería a vivir aquella vida? 

M Que recuerdos tantas veces fui así en la burra y qué buena era.

M. …Qué a gusto y felices vivimos hoy día, no nos damos cuenta que pena esa pobre gente cuanto sufrió

M. Pues sí se ha perdido la humanidad y los amigos verdaderos todos éramos una familia ahora es mucha abundancia de todo, aquellos años eran más sufridos pero había más unión y no tanta libertad y había más educación que ahora, preciosa la foto gracias por compartir desde Valencia un saludo

H. Lamentablemente con tanto avance tecnológico, lo rudimentario, sano y artesanal quedó atrás, solo queda el recuerdo.

H. No nos confundamos, la agricultura y la ganadería nunca mueren y estos pueblos están muy vivos todos, la gente emigra buscando medios de vida, pero si tienes propiedades y las haces rentables nadie las cambia por una gran ciudad donde no se conocen ni los vecinos d escalera

H. Mucho trabajo pasaban estos grandes abuelos. Un homenaje. Bravo por ellos

M. Pues sí, si se piensa bien éramos ignorantes de ciertas cosas, pero al final éramos felices con lo que teníamos poco. Pero al final sano y bueno y poco o ningún STRESS

H. …tuvimos que emigrar a las capitales grandes ó al extranjero durante años, como es mi caso, 3 años en Paris y así fuimos levantando España y después en la industria y no por nadie más. Conozco la Alpujarra yo también soy andaluz, la añoranza es lógica éramos jóvenes y podíamos con todo, pero la música va por dentro, saludos paisanos

H. La progresión de los tiempos, con tan poco que se tenía esos matrimonios fueron capaces de criar seis, siete, ocho y más niños que aportaron a la riqueza de país que somos ahora y que en muchas reuniones familiares eran dignas de admirar con el ejemplo de los padres: por nada del mundo no riñas con un hermano, ahora por una miseria dejan de hablarse

M. Ahora nos multarían por montarnos en la burra tampoco verían bien la cabra atada

H. Que recuerdos me trae esta foto, cuando veía a la gente pasar a los mercaos por mi pueblo .que felices vivíamos con tan pocas cosas .a mí esto me llena de ilusión y me emociono. Me gustan mucho estas fotos y estos recuerdos

H. Tiempos pobres pero buenos en todo orden de cosas, los valores eran reales

H. Desde Argentina comparto todo esto, siendo de Uleila del Campo tuvimos que emigrar como se decía antes hacer la América había prácticamente muy poco trabajo así que hacer las maletas y emprender un rumbo totalmente desconocido, decía mi tía hacia las Antípodas en el fin del mundo

H. Este ha sido mi vehículo desde los 6 años hasta los 15 que me fui a Barcelona, amo a las bestias, burros, mulos, caballos, etcétera

H. Hoy sería maltrato animal

M Una foto preciosa!! Soy de Argentina, y los campos han quedado vacíos, la gente se ha ido a vivir a los pueblos o a las grandes ciudades. En las ciudades estamos llenos de gente que vive en situación de calle. Pero los campos se trabajan, lo hacen sin vivir en ellos.

H. Jamás serás pesado por presumir y estar orgulloso de tu tierra, conozco muchos andaluces que renuncian a sus raíces por vivir en Cataluña, eso sí que es una pena moral

H. Era una agricultura de subsistencia prácticamente no había industria, cuando crecía la población había que emigrar no había oportunidades pero los recuerdos son bonitos. Hoy está mejor que nunca pero solo para domingos y vacaciones, económicamente esta KO. (Se refiere a la Alpujarra)

H. Así es, es que tampoco llueve, pero que le vamos hacer yo si puedo el año que viene iré a despedirme si estoy vivo, un saludo amigo

H. En esta zona de España llueve muy poco, peros las plantas crecen con el relente, así estoy yo que no soy muy alto

H. Son recuerdos de niñez. Y buenos son. Pero quién puede negar que se quedaron despoblados por necesidades básicas. Lo peor, muchos se han olvidado de sus orígenes y ni en fiestas ni en vacaciones vuelven, al principio sí, ya algunos son mayores o no están entre nosotros y los nietos se han vuelto de ciudad. Una pena porque la Alpujarra por muchos siglos fue un lugar privilegiado, comparado con otros lugares.

H. Si tienes razón pero ya sabes que en el mundo habemos de todo, yo si Dios me da salud este año el día del patrón San Marcos iré a despedirme antes de morir, un saludo amigo

H. Yo tengo 80 me vine con 18 y no he dejado de visitar a mi tierra ni un año

M. Bonita foto eran otros tiempos más tranquilos con más humanidad, respeto y educación

M. Que hermosa fotografía, eran otros tiempos pero no peores que estos, eran más trabajados, pero mucho más sanos y muy humanos, de esto último, ahora, andamos más bien escasos, debemos retomarlos.

M. Falta mucho respeto y mucha educación. Una foto muy bonita me recuerda mi niñez.

H. No sería tan buena la vida, cuando los pueblos se han quedado desiertos

H. Gracias a la política de progreso de los políticos, que son los únicos que progresan

H. El mundo evoluciona, no era ni buena ni mala vida era la que había, y en aquellas épocas en el campo siempre había algo que llevarse a la boca

       En la imagen, que nos lleva a los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, unos abuelos van montados en una borrica y tras ellos llevan a una cabra. La abuela, con el pelo blanco, lleva el pañuelo en la cabeza echado hacia atrás y un chal negro le cubre los hombros, mientras que el abuelo, con gorra, va montado detrás, estas eran las prendas típicas en aquella época. Ambos van abrigados y montan de lado sobre el animal de carga, mientras la anciana mira de frente al fotógrafo, un tanto extrañada, el hombre mira hacia adelante y con la boca abierta parece como si estuviera diciendo algo a su compañera. Posiblemente el fotógrafo y los ancianos se conocían, pero si por algo destaca la imagen es por la espontaneidad y la frescura que destila, a la vez que refleja la dureza de la vida en el campo, tanto en La Alpujarra como en cualquier pueblo de España. Entonces, las caballerías abundaban mucho en el mundo rural pues eran imprescindibles en las laboriosas faenas del campo, mientras que los automóviles y las motos escaseaban. En vez de las aguaderas, con los cántaros, llevan una vieja y rudimentaria caja de madera a lomos del animal, donde posiblemente va encerrado algún ave de corral, y un cesto de mimbre colgando. El animal, a pesar de la carga, camina con el paso firme y las orejas levantadas mientras que la cabra sigue a sus amos. Van por un camino de tierra y al fondo se divisa una tapia alargada, por donde sobresalen los grandes cipreses (cupressus sempervirens) del cementerio, del pueblo.

Los ancianos puede que fueran al mercadillo del pueblo, pues entonces eran muy concurridos y se podían encontrar los mejores precios, en las frutas, legumbres, ollas, sartenes y toda clase de utensilios para la casa. Allí acudían los vecinos del pueblo y de las aldeas cercanas, de los cortijos y de las casas aisladas aunque solo fuera para llenar los cántaros de agua en las fuentes, pues en muchos lugares carecían hasta de agua potable. Es una imagen típica de la España rural, de la gente  humilde y callada, que vivía del campo y de los animales, que trabajaba de sol a sol y muchas veces se alumbraba con un candil de aceite, como hacían mis abuelos en la cueva, porque el agua no llegó a la aldea hasta los años sesenta y la luz llegaría unos años después. Entonces se vivía con los cuatro muebles imprescindibles y no se tiraba ninguna comida ni siquiera había recogida de basura por las calles. No se tiraba nada, por eso a los nietos incluso a los hijos les resulta difícil comprender a sus ascendientes, porque no vivieron la pobreza y la escasez de aquella época.

La fotografía me recuerda a mi tía con mi prima, tendría tres años, en el día de San Juan. Ese día venían de Galera al Cortijo del Cura, unos cinco kilómetros, montadas en el burro. En la cueva se reunían los cuatro hijos y los ocho nietos (en unos años vendrían cuatro más), para celebrar la fiesta del patrón de la aldea y la onomástica del abuelo. Como recuerdo ha quedado una fotografía de mis abuelos con los nietos junto a la noguera que había por debajo de la cueva, al lado de la acequia del Botero. Mi abuela iba toda vestida de negro, la falda le llegaba hasta los pies, y un pañuelo negro le cubría la cabeza, mientras que el abuelo llevaba la chaqueta y la camisa blanca de los domingos. Ambos están sentados a los lados y cada uno sostiene a un nieto pequeño en sus piernas. Los dos nietos mayores posan la mano sobre los hombros del abuelo, como era costumbre en aquellos años, mientras que otra de mis tías, vestida con ropa oscura y con un pañuelo estampado en la cabeza, aparece detrás. Mis abuelos tendrían unos sesenta años, pero están envejecidos y aparentan diez o quince años más pero el retrato ha quedado como una reliquia para la familia. Sobre todo en las aldeas, las mujeres a partir de los cincuenta años vestían de negro, como si ya fueran viudas.

Sobre los comentarios de Facebook, tengo que añadir que después de la Guerra Civil vino la represión, las penurias, el hambre, las cartillas de racionamiento, el estraperlo, por lo que nuestros padres y abuelos conocieron la peor época y la más oscura del siglo XX. En los años sesenta llegó el desarrollismo y cierta apertura al exterior del régimen, de manera que el nivel de vida y las comodidades que disfrutamos hoy se lo debemos al sacrificio de ellos y al mayor período de paz que ha habido en los países democráticos. A comienzos del siglo XX, cuando aparecieron los automóviles y las motos en las ciudades, decía el escritor vasco Pío Baroja: Lo que el progreso te da con una mano, te lo quita con la otra. Y llevaba razón. Antes los vecinos eran más solidarios, puesto que había escasez de alimentos y de todo lo necesario, de manera que se necesitaban unos a otros (en algunos pueblos de Extremadura y en otras regiones todavía se ayudan los vecinos en las matanzas), pero hoy somos más autosuficientes y por tanto más insolidarios. Antes estaba el autoritarismo de los padres, mientras que las mujeres apenas tenían derechos (mi padre tuvo que darle permiso a mi madre para que pudiera vender unos bancales que heredó de sus padres), había abusos de los señoritos con los criados (así se les llamaba), de los empresarios con los trabajadores, pues no existían los derechos ni libertades que tenemos hoy. Había mucho analfabetismo y pobreza, en un país donde mandaban la oligarquía y el caciquismo. Miles de españoles tuvieron que emigrar, cuando hoy los inmigrantes vienen a España a trabajar en el campo o en otros oficios, que no quieren los españoles. Hoy en cambio tenemos más derechos y libertades, pero más delincuencia, hoy puede ir a la universidad el que quiera estudiar, cuando antes solo iban los hijos de la clase media. En fin, la fotografía de los abuelos nos trae la nostalgia de la infancia y de nuestros padres (conforme discurren los años, los recordamos más), pero cada época tiene su lado bueno y su lado oscuro. Por eso, no debemos confundir el recuerdo sentimental con la penosa realidad de aquellos años. 

 

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

PEQUEÑA HISTORIA DE DOS NIÑOS

 

RFI


Hace unos días, cuando me contaron esta historia, me emocioné y así la describo. Un niño y una niña, de tres años, son amigos porque sus padres viven en la misma urbanización y se conocieron en los jardines de la misma. Aquí es donde juegan y se les ve juntos, él es rubio (llamémosle G), tímido y con cara de bueno, mientras que la niña (A) tiene el pelo castaño y los ojos azules, pero es más espontánea y sociable, a veces, cuando coge a sus amigos de las mejillas casi les hace daño. Parece como si los papeles estuvieran cambiados entre ellos. Los padres me enseñaron fotos de los niños y congenian bastante. En una imagen de hace más de un año, aparecen montados en una motillo de juguete, él está serio con su casco mientras que ella sale sonriendo. En otra foto están con otros dos amiguillos sentados junto a un árbol y, en la siguiente, ambos aparecen sentados en la hierba, sonriendo, mientras que el apacible gato de la urbanización se pasea delante de ellos. En la última instantánea, de hace unos meses, los niños están cogidos de la mano, ella con trenzas y con falda larga, y él con su pelo rizado. Al estar de espaldas, da la impresión de que tienen más edad y se asemejan a una pareja de novios. Hace un año, ellos y dos niños más estuvieron varios meses con una canguro, varias horas por la mañana, y esto les unió más.


 En septiembre pasado ambos fueron a la Escuela Maternal, al tener cumplidos los tres años, pero la norma es que a los que son amigos suelen ponerlos en clases diferentes, será para que no se distraigan... La niña lloró los dos primeros días, incluso le dijo a sus padres que no quería ir a la escuela. Y así estuvo una semana cariacontecida, con lo sociable y juguetona que es. G fue destinado a otra clase y su maestra se dio cuenta de que estaba bastante triste, pero cuando salía al recreo y se encontraba con A entonces jugaban y charlaban entre ellos. De manera que la maestra decidió ponerlos juntos en la misma clase. A partir de entonces, A le dijo a sus padres que le gustaba ir a la escuela y se pueden imaginar lo contento que estaba su amigo G. También me contaron que, hace un año, la niña le decía a su abuelo, al que ve dos o tres veces al año: Abelo, vente. Le cogía la mano mientras que en la otra llevaba un libro con dibujos de animales, se sentaba en la alfombra y le hacía señas para que se sentara junto a ella. Conforme iba pasando las páginas, señalaba un dibujo con el dedo y el abuelo le iba diciendo el nombre de los animales en español: pato, gato, pájaro… Con el abuelo se entiende bien, porque le hace mojigangas con la cara, le saca la lengua o le dice, con voz gangosa: ¿Tú eres buena? Y yo ¿cómo soy? La niña entonces se ríe y disfruta imitando al abuelo: haciendo gestos con los ojos y con la boca, mientras repite sus palabras. Los padres suelen decirle con frecuencia a la niña, doucement (suavemente), para que no corra o haga las cosas bien, pero el abuelo le ha enseñado a decir despacito, y ella lo repite con gracia, ambos se ríen con cualquier cosa o se entienden con la mirada. ¡Ay mi culito!, le dice el abuelo mientras la abraza. El diminutivo lo ha aprendido la niña de su padre.


Los abuelos suelen tener más paciencia con los nietos y posiblemente los maleducan, pues ellos van de visita y no les regañan, mientras que los padres tienen que estar bregando a diario con ellos y esto desgasta mucho, porque los niños pasan de la risa al llanto o hacen una trastada cuando menos te lo esperas. Hay que tener mucha paciencia, ponerse a su altura y jugar un poco con ellos. Pero no siempre es así y a veces los padres no tienen ganas ni tiempo.

Escuela Maternal francesa. El País


Con tres años, acaban de salir de la casa de sus padres y están aprendiendo a convivir con otros niños de su edad, en la Escuela Maternal. G ha llegado a sentirse solo y triste los primeros días, mientras que A lloró algunas veces, hasta que los pusieron juntos en la clase. A ha tenido un hermanito hace unos meses y se ha dado cuenta de que ahora el mimado es él y casi siempre está enganchado a la teta, mientras que ella ha pasado a un segundo plano. Estos cambios los van asimilando los niños, y a veces los sufren en silencio, mientras que cada día aprenden cosas nuevas. Por la mañana van a la escuela y por la tarde juegan un rato en el jardín, algunos días se montan en el carrusel, y conforme pasan los días van aprendiendo términos nuevos con los que se expresan mejor o dibujan garabatos en las hojas de un bloc. Un día, A le soltó a la abuela: Espérate, que estoy hablando con mamá. Le habían repetido tantas veces la frase, que se había quedado con la copla.


 Hace dos semanas, unos amigos hicimos un sendero por los campos de Saleres, en el Valle de Lecrín. Al finalizar fuimos al pueblo y nos llamó la atención una casa que tenía el zaguán y el patio adornados de fotografías y cuadros antiguos, colgados de las paredes. Parecía un pequeño museo. Le pregunté a la dueña, una mujer de unos sesenta años, y nos dijo: Esta casa era de mis suegros, yo me crié en esta calle, unas casas más arriba, de manera que conozco a mi marido desde que éramos unos críos.

 Sin embargo, no sabemos el futuro que les espera a estos niños, ni siquiera lo que nos puede pasar a nosotros mañana. También puede ocurrir que los padres de alguno de ellos se trasladen a otra localidad y los niños pierdan el contacto, pero al verlos en las fotografías jugando en los jardines y en la escuela, durante el recreo, parece que la vida les sonríe. Al abuelo a veces le entraba la nostalgia y le decía a su hijo: Cuando la nieta tenga diez años, yo ya tendré ochenta. A mis abuelos apenas los conocí, pues no vivían en el pueblo de mis padres. Con este aumento de las temperaturas, cada año, y con la situación que vive el mundo, ¿qué futuro le puede esperar a estas criaturas? Al final se consolaba pensando que la vida tiene muchas alternativas y hay que vivirla.  Me conformo con que sea feliz el día de mañana, decía el abuelo.

IDEAL EN CLASE: 

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jueves, 2 de noviembre de 2023

EN UN HOSPITAL DE PARÍS

 




He estado una semana en París con mi mujer, para conocer a mi nieto de dos meses. Varias veces hemos ido a la Escuela Maternal para llevar o recoger a su hermana de tres años, en un municipio de la región Isla de Francia, que limita con el Distrito de París, y ya nos conocíamos el camino de memoria. La niña salía a las cuatro de la tarde y a veces sus padres (ambos son profesores de Educación Física en sendos liceos) la llevaban al carrusel (antes lo conocíamos como el tío vivo), donde se encontraba con algunos amigos y vecinos de su edad. En la urbanización conocimos a varios amigos de mi hijo y con las esposas de ellos nos cruzábamos algunas frases: il chante flamenco, le decía yo bromeando a una vecina, porque el bebé lloraba mucho. Los franceses son corteses cuando te conocen y entonces te pasas el día diciendo bon jour o au revoir y ellos te responden con buenos días o bon giorno, en italiano, y merçi para arriba y merçi para abajo. Muchos te saludan en la urbanización o bien la vecina te pregunta si vas a entrar en el edificio, para abrirte la puerta. Aquello es un barrio de casas bajas, cada una con su pequeño jardín, donde vive la clase media alta, y lo que sorprende es que no oyes a ningún perro ladrar ni las bocinas de los coches, y en la urbanización tampoco se escucha a nadie hablar alto. Los españoles somos más escandalosos, pues España tiene ganada fama de ser uno de los países más ruidosos del mundo, mientras que los franceses son discretos y hablan bajo. Yo también les digo que España le gusta mucho a los extranjeros, por nuestra forma de ser abierta, sobre todo Andalucía. Hay cosas buenas aquí y en Francia, cada país tiene sus costumbres, así como también tienen su lado malo. A los parisinos no les gusta vivir en París, porque es una ciudad muy grande y demasiado cara (de las más caras de Europa), tanto en alimentos (un kilo de tomates vale cuatro euros o más), como en vivienda. Un piso de segunda mano, de 114 m2, vale más de 600.000 euros y otro de unos 70 m2, unos 400.000 euros. Los parisinos tienen fama de ser unos malafollás (como los granaínos) y también porque se creen el centro de Francia, ya que la Región de París, la Isla de Francia, es la que más produce del país y tiene un nivel más alto Es una sociedad multirracial y en el municipio se ven a muchos negros, sobre todo en los oficios que no quieren los franceses, y a pocos magrebíes.

Pero lo que me trae aquí es otro tema. Yo había tenido dos mareos, sin perder el conocimiento, y la tarde del 22 de octubre decidí ir al Servicio de Urgencias del Hospital Antoine Béclère, del municipio de Clamart (en el folleto viene como uno de los hospitales públicos de París), pero mi hijo me avisó que allí pasaría varias horas. Nos llevó a mi mujer y a mí, le explicó al que estaba en información lo que me pasaba y se marchó. Entregué la Tarjeta Sanitaria Europea y poco después la doctora me tomó la tensión, me sacaron una gota de sangre y me pusieron una pinza en el dedo índice. Llamó a mi hijo por teléfono para preguntarle, pero este no lo cogió, se notaba que la doctora estaba alterada, pues los pasillos estaban ocupados las camas de los enfermos, y las dos pequeñas salas estaban atestadas de pacientes. Habíamos llegado a las 17:45 horas y sobre las 20 horas pregunté al que estaba en información, buscó a una sanitaria que hablaba español y me explicó que había muchos pacientes. A las 21 horas, el de la ventanilla me respondió que solo había uno delante de mí, pero media hora más tarde viendo que no me llamaban le pedí el libro de reclamaciones: Aquí no tenemos libro de reclamaciones. Entonces le dije: Quiero hablar con el director o con el jefe de servicios. Me respondió: No están. Sacó un folleto informativo y me señaló el teléfono de Secrétariat para que llamara al día siguiente, donde me informarían. En esto, pasó otra doctora y me dijo que ella estaba sola para todos los enfermos, que me dirigiera a información. Hablé de nuevo con la sanitaria y me respondió que había casos más graves que el mío, entonces le contesté: No queda ningún enfermo de los que había, cuando llegué a las 17:45 horas, y tu compañero me ha dicho a las 21 horas que solo había uno delante de mí. ¿Todos los enfermos están más graves que yo? La sanitaria ya no respondía a mis preguntas.

Casas del barrio con su jardín


Alguien llamó entonces al vigilante de seguridad y se colocó al lado de la puerta de la consulta de la doctora, y cerca de mí, haciéndome gestos de que si yo intentaba entrar, el me iba a trincar. El de seguridad parecía un pistolero de salón, con cara de recluta, mientras yo hablaba con la sanitaria sin alzar la voz ni alterarme. Como estaba ya molesta, me dijo que tardaban varias horas en atender a los enfermos y me advirtió, así no vas a conseguir nada. Viendo el panorama que tenía por delante, llamé a mi hijo para que nos recogiera en el coche. Ya no había camas en los pasillos y las salas no estaban tan llenas. Yo había pedido el libro de reclamaciones, o hablar con el director o el jefe de servicios, y se les ocurrió llamar al vigilante de seguridad para enseñarme las normas del hospital. Mientras mi hijo venía a recogerme, la doctora lo llamó por teléfono y le dijo: Si su padre sigue en esa actitud lo expulsaré del hospital y no estará tan enfermo, cuando quiere poner una reclamación. Este era el razonamiento obtuso de madame doctora: como está enfermo, no está en condiciones de poner una reclamación porque altera al personal o el funcionamiento del centro.

Se pone una reclamación cuando uno no está conforme con el trato o porque no le atienden. Ya en casa, mi hijo soltó una palabrota para definir a aquel hospital que ya conocía, pero esta es la Sanidad y el trato que me han dispensado en una ciudad de los alrededores de París, en la patria de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Parafraseando a los Hermanos Marx, habría que decir: Estos son los derechos de la porra que tenemos aquí, para el que se atreva a quejarse, y si no le gustan será expulsado del hospital. Después de pasar casi cinco horas en dos pequeñas salas, llenas de pacientes, me marché sin el informe médico, pero, eso sí, la factura se la cobrarán a la Seguridad Social española. Al día siguiente, mi hijo llamó al teléfono de Secrétariat (la secretaría), pero no contestó nadie. En la fotografía, contrasta la arquitectura modernista del citado hospital y sorprende su tamaño –la famosa grandeur francesa– con que haya una sola doctora de guardia para atender a los pacientes de urgencias, en la tarde del domingo. Y es que en Francia no atan a los perros con longaniza.

Siete días después, el domingo 29, fui al Hospital Comarcal de Guadix (con pocos medios y personal), sobre las doce horas, porque seguía con los mareos. Me recibieron al momento, me tomaron la tensión, me hicieron un escáner y un análisis de sangre. En menos de dos horas, tenía el informe en la mano donde no habían encontrado nada anormal y tengo que decirlo: encontré amabilidad y toda clase de explicaciones de la doctora y de las sanitarias que me atendieron. Cierto que otras veces se ha dilatado la espera, pero el trato siempre ha sido bueno.

Ideal en Clase:

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lunes, 2 de octubre de 2023

EL CASTILLO Y LAS CUEVAS DE LA MORERÍA

 

Aspecto de la excavación. Foto de MEMOLab


RESUMEN

 A finales de julio de 2022, la olvidada villa de Castilléjar se despertó con un castillo y el acceso a las cuevas de la Morería, a través de una antigua cueva comprada por el Ayuntamiento. Atrás quedaban siglos abandono donde las cuevas se han ido desmoronando en medio de la total indiferencia. “Hay restos visibles de la torre, el Murallón… Será visitable, recuperando así la historia de Castilléjar. La idea es asomarnos a la Morería”, decía el arqueólogo José María Martín Civantos, encargado de la excavación, con el equipo MEMOLab, de la UGR. Destacar también la subvención de la Diputación.

1.  CONTEXTO HISTÓRICO

 Gabriel M. Cano García afirma en la introducción de su libro “La comarca de Baza”, editado en 1974: “La comarca de Baza sólo era un pieza tributaria donde no había qué invertir. ¿Para qué? ‘Son gentes sin remedio, descendientes de moros, que viven en cuevas y no les gusta el trabajo’. Y así se ha llegado a una situación de extremo subdesarrollo (...) y, sobre todo, por medio de la emigración, que en los últimos veinte años ha reducido a la mitad los efectivos demográficos”. Es tremendo lo que escribía el catedrático Cano García, pero han pasado 47 años y las cosas siguen igual porque las comarcas de Baza y Huéscar son de las más pobres de la Unión Europea. Si nos remontamos a la expulsión de los moriscos, entre los años 1571 y 1609, Hurtado de Mendoza escribe en la “Guerra de Granada”: “Quedó la tierra despoblada y destruida, vino gente de toda España a poblarla y dábanles las haciendas de los moriscos por un pequeño tributo que pagaban cada año”. Pío Caro Baroja calculaba que la población morisca en el Reino de Granada ascendía a unos 300.000 habitantes y que la mitad de ellos fueron expulsados, mientras que Antonio Domínguez Ortiz reducía a 80.000 los deportados. Esto supuso el abandono de las tierras de agricultores expertos, de manera que Peyrón lo describió así, en 1772, cuando viajó por estas tierras: “Mientras los moros poseían el reino, Granada era el país del mundo más alegre y mejor cultivado; su población era inmensa, sus valles y sus montañas estaban cubiertos de viñas y de árboles frutales, pero hoy ¡qué cambiado está!, la población es una plaga temible para las campiñas. Cuántas colinas que no tienen otro adorno que las plantas con que la naturaleza las cubre”. Lo cierto es que, a pesar de la repoblación (vascos, navarros, leoneses…), en 1575, el Reino de Granada tenía la mitad de habitantes que cuando vivían los moriscos. La población no alcanzaría los niveles precedentes hasta el final del siglo XVII. Al despoblamiento hay que añadir las epidemias, la crisis de subsistencia y los periodos de sequía en los últimos años del siglo XVI.

    En el artículo “Las cuevas, sus barrios y su origen en nuestra tierra”, publicado en la revista “La Sagra” (marzo de 1981), el historiador Vicente González Barberán escribe: “El Catastro del Marqués de la Ensenada, elaborado a mediados del siglo XVIII, registra en todo el término de Huéscar sólo unas 25 cuevas… El fenómeno viene de más abajo: en mi opinión, de las Hoyas de Guadix y Baza, donde había antecedentes cueveros anteriores al siglo XIX”. En esa época, los ayuntamientos concedieron licencias para excavar cuevas, ante la avalancha de nuevos vecinos (los inmigrantes levantinos) y “surgieron auténticos barrios trogloditas”. González Barberán  asegura que los moros no las usaron jamás como viviendas y que las cuevas abandonadas, con puertas y ventanas, que encontraron los nuevos repobladores, tras la Guerra de Granada, en los frentes de los acantilados, “son precisamente las conocidas ‘cuevas de moros’, ‘boticas de los moros’ o ‘hafas’ (en Benamaurel las llaman así)”. El historiador aclara que estas grutas son frecuentes en la zona oriental de España, como Granada y Almería. En el estudio “Arquitectura subterránea”, de Lasaosa Castellanos y Ron Cáceres (1989), en referencia a Castilléjar, dice que “la población que vive en cuevas es aproximadamente el 50% de sus habitantes”. Entonces había 239 cuevas y casas-cueva, pero a causa de la emigración muchas se encontraban abandonadas y “una cantidad elevada de cuevas que no se han contabilizado al haber quedado ya relegadas por la casa”.

Cuevas de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor


 

2.  LAS CUEVAS DE LA MORERÍA

 En Castilléjar se encuentran, además, en un acantilado sobre el río Guardal, las Cuevas de la Morería que están repartidas en dos niveles: trece cuevas aunque ya no es posible el acceso a ellas debido a los desprendimientos del terreno. Están relacionadas con las “hafas”, de Puente Arriba,  y son las más antiguas de la comarca de Huéscar. Son del período almohade y datan del siglo XII. El historiador Lorenzo Cara Barrionuevo refiere de las cuevas de los moriscos que, “sobre ellas pesa un profundo vacío documental y bibliográfico”, mientras que en un estudio que hizo sobre la Morería, en 1992, el Centro de Profesores de Huéscar, llega a esta conclusión: “Por lo que se refiere a su datación, es muy probable que se trate de refugios musulmanes de época medieval, llegando algunos casos de conjuntos troglodíticos a ser utilizados todavía en el siglo XVI (…). Hace unos 40 ó 50 años era posible acceder a algunas de ellas a través de estrechas veredas que ya se han desplomado”. Las ‘hafas’, de Benamaurel, las de Cúllar, Baza, etc., son cuevas de características similares.

“Las Cuevas de la Morería presentan un aspecto ruinoso y alarmante, acabarán cayendo al río si no se actúa pronto, pues el terreno sobre el que se asientan es flojo. Sería conveniente y necesario que la Consejería de Cultura hiciera un estudio del terreno”, escribía este autor en el artículo “Las cuevas moriscas de Castilléjar”, en 2014. En cambio, son completamente desconocidas, incluso para los castillejaranos, las cuevas moriscas de Los Carriones (anejo de Castilléjar). Al compararla con otra foto, que hice en agosto de 2007, se ha desprendido una parte de la pared y de la ladera, que hay al lado del camino. Hay una casa-cueva de piedra roja, con su chimenea, cerca de las cuevas, en fin, un pegote que afea el conjunto.  Vistas las cuevas desde el Oeste, el cerro ofrece el aspecto de un barco.  En los años sesenta, un vecino colocó una carrucha en el morro del cerro para subir paja a las cuevas moriscas, aunque se han conservado mejor que las de la Morería. En un correo electrónico, que en 2009 le envié a la entonces alcaldesa de Castilléjar, Josefa Carasa, le preguntaba si podía hacer alguna gestión para la conservación y protección de las cuevas, antes de que se pierdan o deterioren. Le recordaba que, entre los monumentos naturales de la provincia, sólo está incluido el poblado ibero de la Balunca, en Castilléjar, pero no vienen las cuevas de la Morería. En cambio, en Benamaurel tienen las “hafas” y cuatro monumentos más, y en Castril, la Peña... “De aquí a cincuenta años, nadie se acordará de nosotros pero quedará el legado histórico de la Morería y de las cuevas moriscas de Los Carriones, como monumentos naturales, si hacemos algo. Como alcaldesa eres la más indicada, podrá haber un Ecomuseo en Castilléjar, pero no es nada comparado con la historia que encierran las cuevas moriscas. Son nuestro pasado. Éstas pueden perderse y deteriorarse por abandono o desidia (como ha ocurrido siempre en el pueblo), son muchas las personas interesadas en la conservación de nuestro patrimonio, aparte de que es nuestra obligación como castillejaranos”.

 

Cuevas moriscas de Los Carriones. Foto del autor

 La respuesta de la alcaldesa no pudo ser mejor: “Indagaré para ver la manera de incluirlo en nuestro patrimonio y tratar de conservar y mejorar su estado. Todos los datos que tengas al respecto me los envías”. Esperemos que se inicien pronto los trámites para que las cuevas moriscas de Castilléjar sean declaradas Bienes de Interés Cultural, será un día inolvidable para muchos paisanos y conocidos, porque se reparará la injusticia y el abandono de siglos. Éste es el “mejor legado” que le podemos dejar a las futuras generaciones: nuestro patrimonio histórico estará ya protegido. Recuerdo que cuando yo tenía siete años, mi padre me llevaba a Los Carriones en su vieja “Guzzi”, sentado en el depósito de gasolina. En el frontal del cerro había una especie de jaula de hierro (se desprendió con los años) y mi padre me decía, poniéndose serio: "¿Tú ves eso?, pues ahí están las calderas de Pedro Botero". Cada vez que veía a aquel siniestro armatoste se me antojaba que estaba ante las puertas del Infierno, pero mi padre no podía imaginar que, tres siglos antes, estuvieron viviendo allí los moriscos y que todavía quedan en el anejo algunos vecinos con el apellido de origen árabe. 

Jesús Martínez, que falleció en 1990, me contaba que cuando él nació (creo que por 1910) hubo una fuerte riada que causó el desprendimiento de una parte de la Morería, de manera que cambió el curso del río Guardal. Lo cierto es que esas cuevas las utilizaron los moros, como habitáculo. En Castilléjar existe el barrio del Cenete, que era el antiguo barrio morisco. El nombre proviene de la tribu bereber de Zeneta (los cenitas), una de las más antiguas y principales de África del norte. Las cuevas de la Morería tienen una Catalogación Genérica, por lo que están protegidas, es de esperar que sean declaradas monumento natural. “De vez en cuando se cae un testero”, me dijo un pastor que tiene las cabras por allí, hace siete años. Yo siempre había visto las cuevas de la Morería desde lejos, que es de donde se toman las fotografías, pero al acercarme a ellas se ve este espectáculo. Lo peor de todo es la indiferencia general ante el desmoronamiento que hay en Castilléjar, tanto por parte del Ayuntamiento como del pueblo ante este barrio morisco con tanta historia. En la Morería se aprecia ruina total, con grietas en las paredes y bastantes entradas de cuevas ya caídas, cuando en los años cuarenta había una vereda por donde se accedía a ellas. Quiero expresar mi agradecimiento a Jesús María García, de Galera, miembro del CEPS, y Juan José Martínez, de Huéscar, por la documentación que me han proporcionado para elaborar este artículo.

 3.  En defensa del patrimonio histórico

 En agosto de 2021, publiqué en mi blog el artículo “En defensa del patrimonio histórico”, donde advertía:Para que restauren y apuntalen las cuevas de la Morería (se vendrán abajo), el ayuntamiento debe de hacer un informe a la Delegación de Cultura en Granada”. José Julián Torregrosa Castillo hacía este comentario: “En Castilléjar hace décadas que esos yacimientos fueron expoliados, tanto por arqueólogos profesionales como vividores de la arqueología, son muchos los [1]‘castillejanos’ que se han dedicado a expoliar todos esos yacimientos y a vender las piezas encontradas. Por desgracia Castilléjar no tiene solución…”. Yo le recordaba que, “Esto también ocurrió en el poblado de Tútugi (Galera), expoliaron arqueólogos y paisanos, incluso en Baza. Pero esto no quita la obligación del ayuntamiento de conservar el patrimonio histórico”. A continuación, el historiador Miguel Ángel Rivas Hernández expuso estos razonamientos:

“Esta es la triste realidad de nuestras comarcas respecto al Patrimonio Histórico-Artístico local. Qué país es este el nuestro que da más importancia a los purines que a la preservación de la Historia. Por desgracia para nosotros no todos son Galera (bien para ellos). Piensan los defensores de las macrogranjas que primero es el comer y después el conocer la Historia. Ocurre lo mismo con los defensores de poner contadores de agua en el campo y tuberías para el riego, dado que el agua escasea y la desertización avanza. Por desgracia no hay ningún lumbreras que sea capaz de conciliar ambos intereses, los públicos con los privados. Fijaos lo que ocurre en Galera por ejemplo: la visita al yacimiento argárico y a Tútugi ha estado detrás -y lo sigue estando- de su oferta cultural (Museo Arqueológico y yacimientos) y gastronómica (latas de cordero y vino Galeyra), religiosa (iglesia parroquial), ligada a la historia de los Moriscos. Esto atrae desde colegios a particulares y le imprime carácter y personalidad. No hay que olvidar que nuestras comarcas se encuentran en el furgón de cola de la economía del norte de Granada, junto con el norte de la cercana Almería. Comarcas que curiosamente editan varias revistas de Historia de gran interés: Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez, Revista Velezana y Bastetania, entre otras, que ponen de manifiesto la gran riqueza histórica, documental y arqueológica del Altiplano granadino, Vélez Rubio y Vélez Blanco, Baza, Guadix, Cenete, etcétera. Paradójicamente, en todas ellas la protección de la Junta de Andalucía y la propia dinámica social de las comarcas han propiciado un enorme vacío, cuando no la abulia y el olvido de su olvidado y rico patrimonio. Palacios y conventos abandonados, baños árabes en franco proceso de deterioro, molinos harineros y ventas de arrieros, desaparecidos o arruinados, aljibes de campo y balsas de riego encenagados... pero, eso sí, central fotovoltaica del Marquesado y aerogeneradores sepultando el viejo camino real que lo atraviesa junto al ferrocarril hacia Almería y elevando la temperatura global del entorno, la extracción de agua del acuífero que es la divisoria de aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo que es el llano, granjas de cerdos, gallinas y conejos que bordean la A-92, un Geoparque que no termina de arrancar y que se disputan Granada, Guadix y Montes Orientales, etcétera. Esta triste realidad apenas se pone de manifiesto con algunas iniciativas como las que conocemos a través del Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez y dichas revistas.  Esta es la realidad que hay que cambiar”.

Y esta fue mi respuesta: “Expones muy bien la situación, Miguel Ángel, porque conoces la historia de estas comarcas, que son de las más pobres de la Unión Europea. Cada pueblo elige su alcalde y su destino, unos apuestan por el patrimonio y el turismo y otros por las macrogranjas, como vemos. Tenemos el Geoparque pero los inversores murcianos instalan macrogranjas (la Junta busca inversores foráneos), pero en el patrimonio histórico se podría decir, como en el siglo XIX, creo que fue Ángel Ganivet, que se gastaba más dinero en las caballerías del Ejército que en la conservación de la Alhambra, que estaba casi abandonada y en ruinas. En Orce, Galera, Gorafe, Fonelas... se están viendo los resultados con subvenciones de la Junta y de los citados pueblos, pero creo que se pueden crear puestos de trabajo (aunque el Altiplano se está despoblando) y conservar el patrimonio histórico. Habría que procurar que no se perdiera más patrimonio, pues se ha perdido mucho y se ha llegado a veces demasiado tarde”. Finalizaba el artículo, con estas reflexiones: “Sé que a muchos les preocupa el patrimonio histórico, pero lo cierto es que nadie reclama ni dice nada por lo que las Cuevas de la Morería y de Los Carriones, y el poblado argárico de la Balúnca, siguen en ruinas desde hace siglos. Los ayuntamientos de Galera, Orce y Castril hace años que invierten en los yacimientos arqueológicos y en el turismo rural, por lo que son bastante conocidos en España. Sin embargo, el Ayuntamiento de Castilléjar apostó por las macrogranjas y sus ganancias, por lo que ya son muchos los ‘castillejanos’ que se quejan de los malos olores y de la contaminación de los purines. En definitiva, cada pueblo tiene los gobernantes y el patrimonio que se merece”.

 4.  EL DESCUBRIMIENTO DEL CASTILLO Y DE LA CUEVA

 


Restos de la torre. 
Foto del autor

 

El 23 de julio realizan una visita a las excavaciones del antiguo castillo y a la cueva de la Morería, el alcalde de Castilléjar y algunos arqueólogos, acompañados de varios vecinos. La exalcaldesa, Josefa Carasa, me envió un audio del que entresaco estas explicaciones del arqueólogo José María Martín Civantos, que es el encargado de la excavación: “Hay restos visibles de la torre, el Murallón, en el encofrado tapial, que era de calicanto. Será visitable, recuperando así la historia de Castilléjar. La idea es asomarnos a la Morería y a la vega para entender el entorno, pues la vega con sus regadíos ha sido la subsistencia en los últimos mil años. Esto le da sentido a la Morería. Debajo del castillo tenemos un granero fortificado, son cuevas sencillas, de una habitación de tres o cuatro metros, de largo, comunicadas entre sí. Son parecidas a las que existen en el Rif (Marruecos) y en la zona de Túnez, de los siglos VIII y XIX, donde utilizan palos o escalas para subir. La reconquista de Castilléjar se produce en 1488, cada cueva era de una familia morisca –eran familias numerosas y tenían una estructura tribal– y aquí guardan el trigo, las legumbres, los documentos de propiedad o la dote para la hija. A las cuevas les falta una parte que se ha ido cayendo, mientras que las hafas de [2]Puente Arriba se han conservado mejor. El castillo y las cuevas son dos estructuras defensivas, que son complementarias. El castillo es público y pertenece a los vecinos, y está abastecido de agua, leña…, para defenderse de los ataques. Hay más castillo de lo que esperábamos, aunque tiene rellenos, se conserva la estructura. Las murallas están hechas con morteros de cal, arena y tierra, pero tuvo derrumbes. El murete pensamos que era del castillo, en Benamaurel está el murallón y la hafa, igual que en el castillo de Benzalema, en Zújar. El murallón lo derribó Quico ‘el Coca’, el antiguo propietario, en los años setenta. Tenemos que ir excavando esta semana, esto era una marranera y más allá, al final de la cueva, se ve la vega. La chimenea tiene un secreto, está rellena de tierra suelta y de  trozos de cerámica, hay tres metros de relleno contra la muralla”. 

Al final, el alcalde, Emilio Sánchez, dirige unas palabras a los asistentes: “Un día se nos presentó esta cueva, que era de la heredera de Quico ‘el Coca’. Tuvimos una  subvención de la Diputación y la ayuda de la Universidad. Queremos hacer un  proyecto y un mirador bonico hacia la vega, a largo plazo, y vamos a continuar. Doy las gracias a José María…”. La citada cueva tiene un pozo de más de diez metros, que fue excavado por el antiguo dueño, con el objeto de acceder a las cuevas de la Morería, pero años después lo rellenó de nuevo. Ahora han tenido que sacar el relleno del pozo (se baja por una escalera metálica) y excavar una mina para acceder a una habitación de la Morería.

 5.                  el “Centro de Estudios Pedro Suárez”

 


“El Murallón”, como era conocido en Castilléjar. Foto de MEMOLab

 

El 30 de julio, el “Centro de Estudios Pedro Suárez” publica varias fotos de las excavaciones en Facebook, con este texto: “Castilléjar descubre su castillo. Siglos de abandono y transformación habían perdido toda memoria del castillo andalusí de Castilléjar, considerado por muchos como una simple atalaya. Sin embargo, las excavaciones dirigidas por el equipo MEMOLab demuestran la importancia de este enclave nazarí en los años en que fue frontera del reino de Granada con Castilla. Hasta 5 obras de reforma y ampliación, incluyendo la construcción de una antemuralla, han podido documentarse en esta fase. Al tiempo que lo pone en relación con las cuevas de la Morería y otras del entorno, como silos para el almacenamiento de grano”. El historiador y profesor, Miguel Ángel Rivas Hernández, comenta en la página del “Centro de Estudios Pedro Suárez”: “He aquí cómo en Castilléjar, después de mucho tiempo y mucha tinta sobre papel han terminado concienciándose de la necesidad de recuperar el pasado en todas sus dimensiones. Está claro que el castillo o alcazaba se halla estrechamente unido con las cuevas por cuyo reconocimiento tanto ha luchado Leandro. Magnífica decisión que ojalá imiten otras localidades”. Y este autor le contesta: “Gracias por acordarte, Miguel Ángel. Yo llevaba años luchando y publicando pero nadie me hacía caso, mientras que las cuevas de la Morería se estaban desmoronando sin remisión. En ti tengo un ejemplo a seguir, por lo mucho que quieres y has escrito sobre la historia de tu pueblo, Huéneja. Por encima del Murallón del antiguo castillo de Castilléjar había una atalaya, pero un vecino la derrumbó en los años setenta, pensando que escondía oro desde el tiempo de los moros”. Miguel Ángel Rivas interviene de nuevo: “Gracias por tus palabras, Leandro. La defensa del patrimonio histórico se hace casi siempre ante la incomprensión de los vecinos afectados para quienes "lo viejo" debe derruirse. Después, cuando se quiere corregir ese fallo es ya demasiado tarde. Por eso la labor de los historiadores debe ser la de recoger por escrito todo lo ‘antiguo’ para concienciar al pueblo de lo que debe de respetarse para que pase a las generaciones futuras su conocimiento, al menos”.

El castillejarano, José Miguel Ortiz, hace estas observaciones: “Eso que se ve, más que muralla era atalaya. Todas las atalayas de la zona, hasta una altura de unos tres metros, más o menos, estaban rellenas de tierra compactada, que es lo que se ve en la foto, la piedra que lo cubría estará en las tapias de los antiguos corrales del barranco. Estoy seguro que en su época, desde la atalaya, se podría observar las demás torres, la del Campo Valentín, en la carretera de Huéscar a Castril, la de la Sierra del Muerto y las de Sierra de la Encantada y Botardo, en Huéscar, o las de la Sierra de la Umbría y el Salar en Orce, al igual que la atalaya que hay en Fuente Amarga, que pertenece a Galera. Desde cualquier atalaya de esas se pueden ver todas. Hay otras como la de Ozmín, que es la única de planta rectangular y se encuentra frente al cortijo Ros, y la del Salto del Moro, que está en la Sierra Bermeja, frente al camino de las Santas, en Huéscar”.

 6.   valor histórico y cultural


 
Aspecto de la desaparecida torre, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán


Josefa Carasa me envió un segundo audio, el 31 de julio, donde varios arqueólogos explican a los vecinos de Castilléjar, los resultados de las excavaciones del castillo, que están llevando a cabo estos días. El alcalde, Emilio Sánchez, presenta al arqueólogo, José María Martín Civantos, de la Universidad de Granada, y al equipo MEMOLab (Laboratorio de Arqueología Biocultural), con los técnicos y compañeros, que han realizado la primera intervención: “Ha costado trabajo empezar, pero nunca esperábamos estos resultados, pues fue complicado: murallas y habitaciones enteras. Hoy ha venido Miguel Castellano, de Patrimonio de la Diputación, que va a financiar la segunda fase. Estuvo Leonor, con el tema de la recuperación de las semillas antiguas. Vamos a seguir y se va a quedar un conjunto precioso. Doy las gracias a los estudiantes de arqueología y de historia del arte, y a vosotros…”. Seguidamente, interviene el arqueólogo José María: “Es una alegría presentar los resultados de la intervención arqueológica, que han tenido unos preliminares muy interesantes. El castillo y las cuevas de la Morería tienen un enorme valor histórico y cultural, con el agua forman un oasis, y las cuevas eran un granero fortificado. El uso del agua y del regadío tiene más de mil años y es la historia de los campesinos de la comarca. Quiero destacar la labor del equipo de trabajo: el topógrafo, el especialista de cerámicas, la colaboración del equipo geológico de España, así como del equipo espeleológico de los Vélez, que se descolgó hasta las cuevas. Vino también de Madrid una especialista en estudio de semillas. Las cuevas tienen tres niveles de depósitos: las piedras, la paja para el ganado y las semillas, como trigo y cebada. También hemos encontrado cerámicas de los siglos XII y XIII”. Otro arqueólogo hace estas precisiones: “Llevamos dos semanas de intenso calor. El castillejo es un gran castillo, los resultados son interesantes y hay un nuevo castillo en la provincia de Granada. Desde el siglo XII hasta su reconquista, Castilléjar ha estado en la primera línea de la frontera. El castillo con las cuevas y la agricultura han sido la base de la subsistencia. Es un hito dentro de la comarca”. Un miembro del equipo destacó la financiación de la Diputación y la labor desinteresada de los estudiantes de arqueología, conservacionistas y de secundaria, así como la comida que les han llevado algunos vecinos del pueblo y el permiso que otro les ha dado para excavar.



Estudiantes voluntarios, durante la excavación. Foto del ayuntamiento


Según me informó mi paisano, Ángel Linares, los estudiantes voluntarios trabajaban en la excavación, desde las 6 de la mañana hasta las 13:30 horas, a pesar de las temperaturas, de hasta más de cuarenta grados, que han hecho durante el mes de agosto, y dormían en una nave que tiene el Ayuntamiento en el barrio de Los Evangelistas. Ha tenido que ser un trabajo agotador, vaya nuestro agradecimiento a cuantos han colaborado en la excavación. Los trabajos se espera que continúen en octubre. Ángel me aclara que, encima de la cueva de Quico 'el Coca' no había una atalaya, como se creía, sino que la excavación ha puesto al descubierto que había una torre. Quiero finalizar con esta frase que Miguel Ángel Rivas me ha enviado por correo electrónico: “El tiempo y tu buen hacer espero que consigan hacer reconocer a los responsables de la Junta de Andalucía que este patrimonio que conserváis es más importante que los purines que os amenazan. ¿Es que no son capaces de ver que lo que ahora parece hallarse en franca decadencia o desaparición puede ser lo que más adelante dé prosperidad a esa tierra que tan abandonada ha estado a lo largo del tiempo?”.

Todos esperamos que la Junta de Andalucía ofrezca su colaboración, junto a la Diputación y la Universidad de Granada, en la excavación de la torre (castillejo) que le da nombre a Castilléjar, y en la conservación y apuntalamiento de las cuevas moriscas, en completo estado de ruina. Y que la Consejería de Cultura declare Bien de Interés Cultural (BIC) las cuevas de la Morería. Es de desear que con el descubrimiento de la antigua torre, con las cuevas moriscas y con el Ecomuseo, Castilléjar salga del ostracismo y del abandono de siglos y que recupere su historia y su identidad. Estoy seguro que, con esta oferta cultural, con sus paisajes insólitos y su gastronomía, atraerá las visitas de colegios, de particulares y del turismo rural.

 BIBLIOGRAFÍA

Cano García, Gabriel M: Introducción de su libro “La comarca de Baza” (1974).

González Barberán, Vicente: “Las cuevas, sus barrios y su origen en nuestra tierra”, publicado en la revista “La Sagra” (marzo de 1981).

Lasaosa Castellanos y Ron Cáceres: “Arquitectura subterránea” (1989).

García Casanova, Leandro: “Las cuevas moriscas de Castilléjar” (2014).

García Casanova, Leandro: “Leandro: Castilleja de los Rios en blanco y negro” (2020).

FOTOS

Envío siete fotos, con pie de texto:

1. 723/3 Aspecto de la excavación, con Castilléjar y los Barrancos al fondo. Foto de MEMOLab.

2. Cuevas de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor.

3. Cuevas moriscas de Los Carriones. Foto del autor.

4. 357 Restos de la torre. Foto del autor.

5. “El Murallón”, como era conocido en Castiilléjar. Foto de MEMOLab.

6. Aspecto de la desaparecida torre, en el barrio de San Marcos, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán.

7. Estudiantes voluntarios durante la excavación. Foto del Ayuntamiento.

Las Gabias, 18 de agosto de 2022

Leandro García Casanova




[1] “Me gusta más el gentilicio “castillejanos”, de Castilleja de los Rios…. Entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado cambiaron el topónimo por Castilléjar, luego suprimieron el apellido De los Rios y ya desgraciaron el pueblo”. Copiado  del prólogo de mi libro “Leandro: Castilleja de los Rios en blanco y negro” (2020).

[2] Aldea de Benamaurel.

Posdata. Esta es la colaboración que envié para el Boletín, del ‘Centro de Estudios Pedro Suárez’, tal cual, como no la publicaron ni recibí ninguna comunicación (¿para qué?), envié una reclamación al presidente pidiéndole los informes de los evaluadores. Según estos, mi trabajo no cumple las normas de edición incluso un informador utiliza ataques personales y me denigra, como puede verse en el informe escaneado de abajo (a la derecha),  todo ello con la aprobación del presidente. Este informe lleva la misma fecha que mi reclamación, 10 de marzo, y lo encargó el presidente. Debo señalar que en “el Boletín número 33, de 2020, vienen 11 artículos de miembros y 19 de investigadores, o lo que sean, ajenos al CEPS. Y en el Boletín, número 35, de 2022, vienen 23 trabajos publicados: 8 son de miembros del CEPS, mientras que los 15 restantes (casi el doble) son de personas ajenas”, se supone que son amigos del presidente. Entre los miembros incluyo la memoria del secretario, pero no puede ser considerado como un trabajo de investigación. Muchos de estos trabajos ni siquiera cumplen las normas de edición, que nos exigen a los miembros. El descubrimiento del castillo y de las cuevas ocurrió tal y como lo describo (el CEPS también se hizo eco de la noticia en su página de Facebook, lo mismo que los medios), con dos audios que me envió la exalcaldesa, donde los arqueólogos y el alcalde de Castilléjar dan explicaciones de la excavación al público asistente, comentarios de testigos y de historiadores, siete fotografías (visité el lugar con posterioridad a los hechos), bibliografía de cinco autores sobre la comarca y las cuevas, etc. Como puede verse en el informe de abajo, el evaluador de marras concede a mi trabajo un punto en los cuatro apartados, cuando la  valoración está entre uno y cinco puntos. La peor nota. Y en los aspectos relevantes, es tanto el cinismo y el desvarío sin límites del evaluador que ahora pasa del insulto a la mentira por sistema (lo subrayado): “La primera imagen está parcialmente velada, los pies de fotos de todas están incompletos en su redacción, no aparece el autor y en alguna no existe el pie de foto”. Sin embargo, las normas de edición no pueden ser más claras: “Los textos se pueden acompañar de gráficos y fotografías…, vayan con sus correspondientes pies de imagen con indicación de autoría y fuente”. A estos extremos hemos llegado en el CEPS.


Valoración de un evaluador


Observaciones del mismo evaluador