domingo, 22 de julio de 2018

EL TRÁGICO VERANO DE 1936






El Albaicín desde e Peinador de la Reina. 1955





En los días previos a la Guerra Civil (18 de julio), el diputado y jefe de la Oposición José Calvo Sotelo visita las Escuelas del Ave María, acompañado del obispo Manuel Medina Olmos y de don Pedro Manjón. La foto es todo un presagio y nadie podía imaginar la tragedia que se estaba tramando en España. Calvo Sotelo fue asesinado el 17 de julio y el obispo Medina Olmos, el 30 de agosto. Sin embargo, el uno de julio de 1936 aparece en el periódico Ideal este refrescante anuncio: “Pruebe la mejor chufa en café bar Suizo. Nevería mostrador. Horchata de chufa, blanco y negro, leche rizada..., a 0,50 pts. Merengada y turrón napolitano, a 0,70”. Este otro anuncio ofrece al público las legítimas tortas: “Última novedad: torta valenciana a 0,5 y 1 peseta pieza. Pastelería Bernina”. Un viajante ofrece el último grito en bragueros: “A los herniados. El conocido ortopédico ‘Hernius’ en Granada, con el famoso ‘super comprensor Hernius automático’ (patentado). No lleva trabas ni tirantes, bajo nalgas, no oprime...”. Otros anuncios de entonces solían utilizar como gancho nombres como los de los actores de Hollywood: “Será usted hermosa conservando sano su cutis. El tratamiento de Elizabeth Arden... Para detalles e instrucciones pida ud. el folleto, ‘En pos de la belleza’. Perfumería la Victoria. Zacatín, 51”. Pero liarse un cigarro, darle un lametón al papel y encenderlo con el ‘mataconejos’, seguía siendo cosa de hombres, así como llevar la colilla apagada colgando del labio: “Almacén de papeles de fumar al por mayor. Ventas en firme. José Costales. Mesones, 22”.

“La Higienizadora-Vaquería ofrece a usted, como siempre, su puntual servicio a domicilio en botellas precintadas y venta directa de leche ordeñada, a presencia del cliente, en su establo-modelo. Nueva de San Antón, 13”. Entonces, el olor a las vacas llegaba hasta Puerta Real. La vaquería se trasladó enfrente del Hospital la Inmaculada y hoy se encuentra al final de la avenida de los Juncos. La conocida farmacia Zambrano, en Reyes Católicos ofrecía “medicamentos químicamente puros. Análisis de orina, sangre, esputos, etc.”. Era la más antigua, pero la han cerrado hace poco, cuando conservaba el artesonado de madera y muchas reliquias de aquellos años. Entre los anuncios por palabras, destacaba esta vieja profesión, como las famosas cigarreras de la fábrica de tabacos de Sevilla: “Liador de tabaco. Juan de Dios Pareja. San Juan Baja, 17”. Los entierros pobres, con los pies del muerto asomando por la cuesta de los Chinos, tenían los días contados: “Funeraria católica, casa Moral. Servicios económicos y traslados en auto. San Jerónimo”. En esta calle siempre ha habido alguna funeraria. En aquel caluroso y largo verano del 36, el desaparecido teatro Cervantes estrena una película sonora: “Metro Goldwyn Mayer presenta una de sus producciones de mayor éxito y totalmente hablada en español, ‘La estropeada vida de Oliverio VIII’. Por los famosos actores Stan Laurel y Oliver Hardy. Dos horas de risa, dos. Butaca 1 pta. General  0,40”. Los personajes de “el Gordo y el Flaco” desaparecieron con la llegada del cine sonoro, en esos años, como le ocurrió a muchos actores. Una academia prometía un buen sueldo para toda la vida: “Oposiciones oficiales Diputación Granada; 3.000 pesetas (año) y quinquenios”.


El 16 de julio está la famosa ‘Semana del Duro’ –¡todo a duro, señora!– y en grandes letras puede leerse en Ideal: “Almacenes la Paz continúa la venta especial del duro. Tres camisas caballero y una corbata, un duro. Un vestido percal y un jersey señora, un duro... Y muchos lotes más. Gran Vía, 2”. Para la gente acomodada, nada mejor que un pisito céntrico: “Alquilo hermoso piso, amplio, confort y con aguas corrientes. 100 pts. Arteaga, 6”. Este otro señor se sacaba unas perras apretujando a la familia: “Huéspedes. Admitiría estables en familia. Buensuceso, 1”. Como había falta de higiene y malas costumbres, abundaba esta publicidad: “Dr. Cazorla Romero. Especialista en piel, venéreo y sífilis. Calle Duquesa”. Pero el 19 de julio, apareció el diario con estos titulares: “El Gobierno denuncia la existencia de una sublevación militar en Marruecos. Confía en dominarla rápidamente”. Sin embargo, en páginas interiores, la vida discurría como siempre: “Pastelería López Mezquita hermanos. Reyes Católicos, 45”. El compositor Manuel de Falla, que era dulcero, solía hacer los encargos aquí. Para el 21 de julio, todo había cambiado dramáticamente para los granadinos: “Ayer fue declarado el estado de guerra. Las Fuerzas ocuparon sin incidentes la población y los edificios públicos”. Dos días después, Ideal sale con seis páginas, en vez de las ocho habituales. A finales de julio, apenas se ven anuncios en la prensa y sólo dos cines –de los cuatro que hay en Granada– publican la cartelera.

Un mes después, el 21 de agosto, las páginas del diario son ya una incesante crónica de sucesos, con algún que otro bando y consignas a la población: “En el casino, en el café, en el coche, te puede oír quizá un enemigo...”. Media página ocupa la “charla de casino” del general Queipo de Llano. Daba charlas radiofónicas en Radio Unión de Sevilla y lo suyo eran los fusilamientos. Para acallar los continuos rumores que circulan estos días, las autoridades franquistas aseguran en un titular de prensa (sic): “En Granada reina absoluta tranquilidad”. Sin embargo, en los primeros días de la guerra fue cuando más se fusiló en ambos bandos. Este anuncio del 16 de septiembre llama poderosamente la atención: “Liadora de tabaco. Viuda de Juan de Dios Pareja. San Juan Baja”. De la noche a la mañana, aquella mujer se quedó viuda y sin saber qué hacer. Una patrulla se llevaría de noche a su marido y ya no lo vio más. Tanto es así, que nadie sabría describir el pánico de los niños, el llanto de las mujeres y el miedo de los hombres,  

Los camiones llenos de soldados recorrían las calles de Granada y, al amanecer, las camionetas repletas de presos subían por la cuesta de Gomérez, mientras que la atemorizada población escuchaba, por la radio, los partes de guerra al anochecer (de ahí viene “el parte”, que tanto le gustaba oír a nuestros padres). Esto era el pan de cada día, pero la vida seguía su curso: “Ama de cría se necesita para casa de padres”. A finales de septiembre, se podía leer esto: “¿El mejor regalo para San Miguel? Las exquisitas tortas de pastelería París. Reyes Católicos, 14”. En Lanjarón, una casa próxima al balneario, anunciaba: “Se alquilan pisos amueblados, con aguas corrientes en todas las habitaciones. Razón en el Hotel Salud”. Y la fábrica de jabones la Maravilla, de Cájar, todavía no había echado el cierre: “Los jabones de esta casa están elaborados con aceite de primera calidad”. En esos años, ya era famoso en España el jabón ‘Lagarto’. Pocos meses después del comienzo de la guerra, millones de españoles comían pan negro y las autoridades impusieron las cartillas de racionamiento hasta 1953. Este 18 de julio ha hecho 82 años que estalló la Guerra Civil y todavía no han cicatrizado las heridas entre los españoles.





sábado, 7 de julio de 2018

RECORTES EN EL SAS





Hospital Reina Sofía de Córdoba





“El SAS recorta en verano en la Sanidad Pública en la Comarca de Baza” así  reza este titular en el diario Motril@Digital, de fecha 22 de junio pasado, y añade que “la Junta de Personal del Área de Gestión Sanitaria Granada Nordeste ha mostrado hoy su desacuerdo con el plan de vacaciones  programada por la Gerencia  en dicha área sanitaria para este verano, basado  una vez más en la política de recortes del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Así se va a reducir personal y se reduce en número de camas”. Los representantes sindicales denuncian también que en el Hospital Comarcal de Baza se van a cerrar 14 camas del Servicio de Cirugía y 6 camas del Servicio de Medicina Interna, y se van a reducir el número de consultas médicas tanto en el hospital como en los centros de salud de la comarca, a la vez que se van a cerrar algunos consultorios. Por si esto fuera poco, el gerente ha decidido de forma unilateral el cierre de la planta de Cirugía, y la une con la planta de Traumatología. Todo esto supone menos personal, menos camas y menos calidad del servicio al usuario.

El Servicio Andaluz de Salud suele hacer esto cuando llegan las vacaciones del verano, dejando menos personal y menos camas en los hospitales. Nada de extraño tiene que Andalucía ocupe los últimos lugares de España en Sanidad y en Educación, por no hablar de pobreza. El País Vasco gasta el doble que Andalucía, por alumno en Educación; y otro tanto se puede decir en Sanidad. Desde hace más de diez años, se han ido produciendo continuos y alarmantes recortes en el SAS, lo que produce largas listas de espera, numerosas reclamaciones y menos atención a los pacientes. Muchos servicios están privatizados y Susana Díaz casi ha desmantelado la Sanidad con sus recortes.

Si, ahora, el Gobierno de Pedro Sánchez va a dar cobertura a un millón de inmigrantes en la Sanidad española, las cosas van a empeorar bastante. Primero tendrán que aumentar las inversiones para contratar más personal y adquirir más camas, pero de esto no dicen nada. En los pueblos, la asistencia médica o las Urgencias lo tienen peor que en las ciudades, como en las comarcas del Altiplano, los Montes Orientales y las Alpujarras, donde la despoblación hace estragos. Cuando yo era un niño, recuerdo que la gente decía: "Nosotros tenemos  unas  perras guardadas por si nos ponemos malos". Y cuando mi hermano cogió el sarampión, mi madre me metió en la cama con él para que yo me contagiara también. Esto solía hacerse para que pasáramos la enfermedad a la vez, no sé si por indicación del médico o por ignorancia. Recuerdo que mi madre nos dio de postre un plátano, cuando esta fruta sólo la comían los ricos. En los años sesenta, cuando alguno se quedaba enfermo en la cama y decidían llamar al médico, la familia se ponía la ropa del domingo o algo más decente porque la visita del facultativo era todo un acontecimiento.

Los médicos de cabecera entonces eran unos profesionales, con vocación, pues tenían que darle solución a todas las enfermedades y casos que se les presentaban, cuando la higiene era mucho menor mientras que la mortalidad infantil y de la población en general era bastante alta. La vida media de los españoles estaría en 70 años, cuando hoy se encuentra en 83 y 85 años para los hombres y mujeres, respectivamente. Habría unos dos millones de jubilados, con sus paguillas, como decían los abuelos, cuando hoy pasan de nueve millones y hay que poner dinero de los presupuestos porque las cotizaciones no alcanzan para pagar las pensiones. Estaba entonces lo que llamaban la ‘Iguala’, donde el paciente le pagaba cierta cantidad de dinero al médico para tener derecho a la asistencia sanitaria. También solían regalarles una gallina, un borrego o un conejo, en fin, una especie de copago; una mujer me contó hace unos diez años que le regaló un borrego a su médico. Baza distaba 30 km de Castilléjar, por aquella infame carretera de piedras y de polvo, y recuerdo que mi madre me llevó a que me viera el especialista para hacerme una radiografía. Los Rayos X entonces eran el no va más, y Baza (los baceños, como les decían entonces) tenía un pequeño hospital y algunos especialistas médicos. Había que salir a las 8 de la mañana, en el coche correo de la empresa Maestra, y regresar al pueblo a las 6 de la tarde. Granada se encontraba a unos 140 km, se echaba un día para ir y otro para venir, pues el transporte público no daba para más. Las Urgencias no existían y para todo estaba el médico de cabecera, por lo que no era difícil morirse por falta de medicamentos o de asistencia sanitaria.

En 1908, el Gobierno conservador de Antonio Maura creó el Instituto Nacional de Previsión mientras que los trabajadores cotizaban una perra gorda para el Seguro Obrero Obligatorio. De ahí el nombre de la Casa de la Perra Gorda, en la Gran Vía de Granada, donde se encontraba el Instituto Nacional de Previsión, y que hoy es la Tesorería General de la Seguridad Social. El SOVI (Seguro Obrero de Vejez e Invalidez) estuvo en vigor desde 1939 hasta 1967 para cubrir situaciones de jubilación e incapacidad permanente, incluyendo el derecho a acceder a la pensión de viudedad a la mujer del trabajador fallecido que lo estuviera percibiendo, aunque, en los años sesenta, miles de los españoles no tenían acceso a la Seguridad Social. En 1978, ya con la democracia, se reorganiza el Instituto Nacional de Previsión mientras que la Constitución española reconoce en el artículo 41: “Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres”. Ni que decir tiene que se ha avanzado mucho en la asistencia sanitaria y en los servicios sociales, no hay más que comparar los índices de mortalidad infantil de aquellos años con los actuales. Sin embargo, se producirá un notable retroceso con los recortes de personal, de camas y de presupuesto.