miércoles, 19 de diciembre de 2012

BIBLIOTECAS Y MUSEOS, EN 1910

 
Biblioteca Nacional









Quiero traer a colación el artículo Bibliotecas y Museos. Una desamortización necesaria, de Emilio H. del Villar, que fue publicado en el semanario de Madrid Nuevo Mundo, el 28 de julio de 1910. El articulista comienza diciendo “que los ministros de Instrucción Publica que hasta hoy se han venido sucediendo, desconocen las deficiencias de nuestros museos y bibliotecas, lo que equivale a decir que no son gente frecuentadora de tales centros. Así, su autoridad sobre ellos resulta puramente nominal”. Subraya que cada director aplica un criterio diferente y pone como ejemplos al Museo del Prado y al de Reproducciones, mientras que en el polo opuesto se encuentran la Biblioteca Nacional, el Museo y Biblioteca de Ciencias Naturales y, sobre todo, las bibliotecas de las facultades.

Emilio destacaba cuatro cosas, que se podían conseguir sin dificultad, en los dos primeros museos: uno puede enterarse de las pinturas y esculturas que contienen, mediante un catálogo, es posible encontrar inmediatamente una obra determinada, la puede examinar con comodidad y aisladamente, y hay facilidad para copiarla. Del Museo de Reproducciones dice: “Las facilidades para el público llegan a su máximo: está abierto a todas horas, los pedestales de las esculturas son movibles a mano (…) y, por añadidura, el director da en el mismo local frecuentes conferencias sobre las obras que allí se contienen y la historia del arte. Es el director modelo que, verdadero amante de la cultura, pone lo posible de su parte para extenderla”. Sin embargo, en la Biblioteca Nacional ocurre todo lo contrario: su contenido es secreto, no hay catálogos ni índices por orden de materias y los que hay por orden de autores no son asequibles al público… Bastante dolido, prosigue diciendo el autor: “Está prohibida la investigación bibliográfica. Esta monstruosidad bastaría, por sí sola, para provocar una revolución en un país en que la gente tuviese algún interés en estudiar”.

En este plan, se queja de que no compran publicaciones científicas modernas y enumera una serie de obstáculos que el reglamento pone, entre el ciudadano y la cultura: “La obra no se sirve si no está encuadernada, no se pueden servir dos obras a la vez; la adquisición de cada tomo exige una serie de trámites y paseos admirablemente calculados para hacer perder tiempo al concurrente”. Emilio también se lamenta de que, mientras los bibliotecarios fuman, a los usuarios les está prohibido y “de darle los libros llenos de polvo, tirárselos como se tira una moneda a un organillero, prohibirle el uso el retrete... Al director y a sus subordinados les queda todavía un recurso supremo e infalible: negar la obra. ‘Esto no me conviene enseñárselo a usted’, es una frase que he oído al antiguo jefe de la Sección de Estampas, D. José María Sbarbi (q. e. p. d.)”. Recalca que, parte de estas prohibiciones, constan hasta con carácter general en el reglamento y se refieren a las obras puramente literarias. Y llega a esta conclusión: “Es decir, que la literatura moderna se puede negar siempre, la ciencia moderna suele no existir y de obras antiguas no hay derecho a averiguar la existencia”.   

El articulista acusa al director de la Biblioteca Nacional de que la monopoliza y utiliza de forma exclusiva para él y para sus subordinados. “Pero, a ése precio, impide la formación de muchísimos Menéndez Pelayos que, sin duda, habrían surgido si los medios de estudio no hubieran sido absorbidos por uno solo”. En idéntica situación se encontraba el Museo de Ciencias Naturales, mientras que las bibliotecas de las facultades estaban en peores condiciones: los bibliotecarios les dedicaban una o dos horas al día, una fracción de hora o nada, “si así les place. Ya no son públicas más que en teoría”, decía. Tal era el enfado de Emilio, con aquella situación de penuria y desidia de las instituciones culturales, que propone la privatización: “Hay que desamortizar los museos y las bibliotecas; los objetos y libros que encierran, están allí para que puedan estudiarlos todos los habitantes de España”. Finalizaba el artículo pidiendo que la desamortización la llevara a cabo el nuevo y entusiasta ministro de Instrucción Pública.

Museo del Prado



Un viajero romántico, del siglo XIX, iba más lejos todavía: dejó escrito que perdía una mañana en pedir un libro o un documento, y que la Administración del Estado tardaba unos tres meses en solucionar cualquier trámite. Al comienzo del siglo XX, la ciencia y la cultura española eran de pena: no hay más que leer la novela El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, publicada en 1911, para darnos cuenta del atraso secular de España respecto a Europa.  
 
Ha llovido mucho desde entonces y, a pesar de las carencias, en los pueblos normalmente hay una biblioteca,. Como anécdota, recuerdo que hace unos años en la Biblioteca Municipal del Salón le ponían una tablilla de madera a los periódicos, para que no se los llevaran, y que en los años setenta mi padre utilizaba mi carné de lector de esta biblioteca para sacar libros. Ha pasado un siglo desde que Emilio escribió su encendido artículo, en la prensa madrileña, quejándose sobre el pésimo estado de las bibliotecas y museos de España, aunque no debemos de olvidar que la Cultura sigue siendo la cenicienta en los presupuestos. Y menos mal que no se llevó a cabo la desamortización necesaria que pedía. Lo que sorprende también del artículo es la libertad con la que se expresa el autor, haciendo acusaciones muy fuertes. No sabemos si el director de la Biblioteca Nacional enviaría una extensa carta al semanario Nuevo Mundo, de muy señor mío, expresando su más enérgica protesta, o daría la callada por respuesta.

Posdata: En Granada tenemos las siguientes bibliotecas: Biblioteca Pública, de Andalucía, de la Universidad, de la Casa de los Tiros, de los Condes de Gabia y la del Salón, las bibliotecas municipales de los barrios, además de las bibliotecas de las facultades. En cuanto a los museos de Granada, cabe destacar entre otros: el Museo de la Capilla Real, el Arqueológico, el de la Alhambra, el de Bellas Artes, el Museo de la Casa de los Tiros, el de San Juan de Dios, el Museo del Parque de las Ciencias, etc. A todo esto, debemos añadir las bibliotecas y museos que están en manos de particulares, como el Museo de Ajsaris.

viernes, 14 de diciembre de 2012

BLANCA NAVIDAD


Plaza Bibrambla, en Navidad





En esta mañana de mediados de diciembre, se ve algo de bullicio en Granada, pues las mujeres aprovechan para ir de compras por los comercios del centro. En la calle Reyes Católicos, no deja de sorprender el tradicional pesebre encima de la marquesina de la joyería San Eloy. Fue el pasado año cuando unos cacos desaprensivos escalaron la fachada y se llevaron la figura del niño –que está en la cuna–, y días más tarde a San José, que ya traspasó la carpintería. Al doblar por la calle Príncipe, hay una tremenda cola para la lotería, como en los años del hambre y la que ahora se forma en las Urgencias del Hospital Clínico.

En la plaza de Bib-Rambla ya están los puestos que venden belenes, figurillas de pastores, carpinteros, pescadores, molineros, afiladores, panderetas, zambombas, adornos de Navidad y toda la pesca. “¿A cómo son las figurillas?”, pregunto. “A un euro, pero éstas son las últimas porque el fabricante cerró el negocio”, me dice el mulato de la caseta. Son casi las mismas imágenes que yo compré en Baza, allá por el 1966, sólo que entonces valían a peseta. Ocho duros me costó el belencillo, con su tío cagando y todo. Un grupo de turistas españoles hace corro en la plaza y, por un momento, pensé que era aquel pintoresco charlatán que lo mismo te vendía un braguero y además regalaba una manta. Por el Arco de las Cucharas se oye el canturreo de los villancicos: “Oh, blanca Navidad, nieve una esperanza y un cantar, recordar tu infancia podrás al llegar la blanca Navidad”. La música proviene de los altavoces que el Ayuntamiento ha puesto en la plaza de Bib-Rambla. Eso es, más villancicos y menos multas y controlando a los cuatreros. En la Romanilla, las castañas pilongas están a 2,10 el cuarto. ¿Y el kilo de granadas? “Por ser para ti, te las dejo a dos euros”, me dice el tío del puesto.

 Una vieja me pregunta por la plaza de la Trinidad: “Soy de Granada, pero hace mucho tiempo que no vengo…”. En la redicha plaza han escamujado los árboles y los estorninos ya no tienen donde refugiarse, porque gente sin alma destruyó sus nidos para construir viviendas. Antaño se vendían aquí los pavos de Navidad –creo que a duro– y los dejaban sueltos para que fueran picoteando, pero siempre había algún malafollá que les echaba un puñado de bellotas. Entonces los pavos se alborotaban y se mezclaban, y había que ponerlos en formación a varetazos. En Puerta Real han puesto un árbol de Navidad, dicen que como el de Nueva York. Pues ya está: Poeta en Nueva York. Desde que nos mandaron la leche en polvo a cambio de las bases, aquí siempre estamos copiando a los americanos. ¡Americanooos!

Da pena ver en Granada y, sobre todo, en los pisos de matrimonios jóvenes de los pueblos, el muñeco de trapo de Papá Noel, cargado con un saco a la espalda y trepando como los monos por los balcones y ventanas. Ahí tenemos el caso de la niña de seis años, que cayó desde un quinto piso mientras trataba de alcanzar un muñeco de estos, resultando con heridas muy graves. Hemos pasado de los camellos al reno, de los Reyes Magos al Papá Noel y del belén –que Carlos III trajo a España, en el siglo XVIII– al árbol de navidad de los países nórdicos. Ahora que con la democracia hemos ido recuperando nuestras viejas costumbres, nos quieren meter un consumismo rampante con unos figurantes que no tienen arraigo ninguno en España. A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia. De manera que Santa Claus, Papá Noel y San Nicolás son los nombres con los que se conoce a este personaje. Y para los niños holandeses, resulta que San Nicolás llega procedente de España, a lomos de su caballo blanco y cargado de regalos de Navidad.
  
Estimo a Pérez Tapias y no le voy a pedir que valle la ermita de San Sebastián, sino que se pase cualquier domingo, a las 10:30 horas y oiga una ‘misa en familia’, allí donde Boabdil se rindió.  Hacía más de veinte años que yo no asistía a esta ceremonia y me sorprendió la sencillez. En nuestro país, la Navidad (natividad significa nacimiento y en los pueblos todavía se le llama el Día del Nacimiento) y Reyes son las fiestas más tiernas del año, donde las familias se reúnen, y también las más nostálgicas, pues nos trasladan a esa edad de oro que fue nuestra infancia. Y a veces, las más tristes. Que sigan montando belenes en el Ayuntamiento, en San Rafael o en Pinos Puente, y que resuenen los villancicos en el Dani. Pero que no nos vendan a Papá Noel. Y como decían nuestros padres, les deseo unas felices Pascuas y un próspero año nuevo.

Artículo publicado en La Opinión de Granada, el 22 de diciembre de 2006


Posdata: la ermita de San Sebastián estaba prácticamente abandonada y con las paredes pintarrajeadas. Tiempo después la restauraron. El árbol de Navidad ahora lo ponen en la plaza de Bib-Rambla (hay quien escribe todavía Bibarambla, como antiguamente), un armatoste en forma de cono, que luce muy bien por la noche.

domingo, 2 de diciembre de 2012

LAS VIEJAS ESCUELAS



Grupo Escolar Francisco Franco, años cincuenta


 




 Hoy he vuelto a recordar aquella mañana en que mi madre me llevó por primera vez a las viejas escuelas, pero la imagen que tengo me cuesta trabajo atraparla, porque es ya como una deteriorada película en blanco y negro, archivada en el álbum del tiempo. La clase daba a la calle del Agua y la recuerdo casi en la penumbra, con un crucifijo clavado en la pared, en medio de los retratos de Franco y del fundador de la Falange. Había unos viejos bancos de madera y algunos pupitres, con un agujero para el tintero y salpicados de manchas de tinta. Pero ese día todo se me antoja bastante extraño y confuso: la mirada distante, las voces sonoras y los gestos grandilocuentes de los maestros; el griterío de los niños en el patio, el tumulto de los pasillos, el silencio y la cantinela de las clases: “dos por dooós, cuatro...”. No podía imaginar que había entrado en un mundo diferente y desconocido hasta entonces para mí, y creo que ésta fue la primera vez que algo me separaba del mandil de mi madre.

Al maestro apenas sabría describirlo, pero después de darnos unas cuantas explicaciones a los dos novatos que entramos ese día, nos señaló una destartalada pizarra: “Éstas son las cinco vocales... Tenéis que copiarlas en vuestras libretas”, debió decirnos. Nosotros estábamos allí medio asustados y, claro, no sabíamos hacer ni la ‘o’ con un canuto. El caso es que el maestro nos dejó sin recreo. Y, cuando los dos ‘caguetas’ nos vimos encerrados en aquella celda, el mundo se nos vino encima: “¿Adónde se habrá ido mi madre?”, debimos pensar, en medio de un mar de sollozos. Éste fue mi primer ‘desencuentro’ con la escuela y, desde entonces, procuraba huir de los libros como alma que se lleva el diablo, porque me costaba un montón aprenderme aquellos conceptos tan raros, o hacer las cuentas en mi pizarrilla negra. Otro día mi padre me llevó a correazos hasta la puerta de las escuelas, porque hacía novillos. También me obligaba a escribir con plumilla, diariamente, una plana de un viejo manuscrito del siglo XIX, para que aprendiera aquella letra bastardilla: “Cómo comprendo que el hombre...”. El siguiente maestro fue don Eloy, el cual se ganaba la vida dando clases particulares.

Recuerdo que entonces aprovechábamos los recreos para avivar el braserillo de cisco. Cada niño tenía una lata grande de sardinas, agujereada por abajo y enganchada con unos alambres. Le dábamos vueltas como si fuera una honda, hasta que salían las ascuas. Luego, en clase era digno de ver a cada niño con los pies encima de su lata de sardinas, mientras que los sabañones en las manos y en las orejas estaban a la orden del día. Por lo demás, la jornada transcurría entre algún reglazo mañanero, tardes de novillos y noches de zapatilla. Luego vino don Pedro, que nos medía las espaldas con la correa de cuando en vez; y don Emilio, que era un hombre sencillo. También rememoro a doña Carmen, que murió hace dos años en Granada, en medio del olvido. Don Miguel nos cosía a dictados y hacía un corro para la lectura. Y a veces nos restregábamos las manos con ajo porros pensando que así no nos dolerían los temidos reglazos. ¡Pero que si quieres, Catalino! Un día, al Lozar se le escaparon los gorriones del bolsillo en la escuela de don Bartolomé. Y a las cinco de la tarde, cuando nos llevaban a la iglesia para el catecismo, pedíamos permiso para orinar. Había que ver a aquellos galopines orinando en las tapias y, como una bandada de pájaros, salíamos pitando por el callejón abajo, huyendo del mundo, del demonio y la carne. Pero quizá aquellos dictados y lecturas nos preservaron del empobrecimiento cultural que sobrevino unos años más tarde.

Recuerdo a los maestros de entonces con las manos llenas de tiza y explicando en una vieja pizarra negra, o bien, nos hacían aprender con cantos la tabla de multiplicar. Así lo inmortalizó Antonio Machado en ‘Recuerdo infantil’: “Y todo un coro infantil / va cantando la lección: / ‘Mil veces ciento, cien mil; / mil veces mil,  un millón’. / Una tarde parda y fría / de invierno...”. También, el lema preferido de don Andrés Manjón era ‘enseñar deleitando’. Fuimos muchas las generaciones de españoles que aprendimos cantando en las escuelas, pero hoy ya no canta la alondra ni el ruiseñor. Aquellas canciones de la niñez en los años sesenta se desparramaban por las ventanas del colegio; y, junto a los juegos en el recreo, eran las únicas notas de alegría en la vida oscura y mísera de los perdidos pueblos de Andalucía.


Pero la vida a veces guarda sorpresas agradables. El año pasado me dijo un conocido: “Mi hermano Andrés fue tu primer maestro. Tu madre te apuntó a su escuela, a pesar de que todavía no tenías la edad”. Por eso, siempre tendremos una deuda pendiente con ellos, pues, a su manera, nos enseñaron las primeras letras y las cuatro reglas; a amar los libros y la lectura y, a través de ellos, asomarnos al mundo... Lo cierto es que trataron de hacer con nosotros unos hombres y mujeres más instruidos y libres. Y es que para ser maestro es necesario tener una buena dosis de paciencia y generosidad. Pero las viejas y frías escuelas de Castilléjar ya no existen –ahora se encuentra allí el Ayuntamiento–, aunque perviven en nuestra imaginación de niños. Y de aquellos primeros años de ilusión, de travesuras, de correndillas y pescozones, sólo nos queda el nostálgico recuerdo de la memoria y una triste fotografía. 


Posdata: Las viejas escuelas ganó el primer premio del Tercer Concurso de Artículos Periodísticos, del Ilustre Colegio de Gestores Administrativos de Granada, Jaén y Almería, del año 2003.




miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA CHAPUZA NACIONAL

La juez Mercedes Alaya






“La Justicia se para cuando se tiene que investigar a los políticos”, dijo dos días antes de las elecciones autonómicas de Cataluña, José Manuel Sánchez, secretario general del Sindicato Unificado de la Policía. Convocó a la prensa y confirmó la existencia del borrador de la Udef, con el que ‘El Mundo’ denunció las cuentas que Artur Mas, Jordi Pujol y su hijo tienen en un banco suizo. También salió en la prensa que los ‘mossos’ destruyeron pruebas y el fiscal jefe de Cataluña le dijo a la policía que fuera a investigar a otro lado. Los resultados de las elecciones catalanas los han dejado corridos y avergonzados, pero ellos siguen aferrados al poder como si nada hubiera pasado. Utilizando patrañas, primero se apoderaron del dinero y, no contentos con esto, quisieron apoderarse de Cataluña, pero el tiro les ha salido por la culata. La frase de “la Justicia se para cuando se tiene que investigar a los políticos”, la podemos aplicar a cualquier región de España, no hay más que ver que cuando las denuncias llegan a cierto nivel de cargos políticos, muchas se archivan sin más tramite, por falta de pruebas… La Justicia sigue la famosa regla de las dos varas de medir, se aplica al pueblo y al funcionario, con todo el rigor. Para los de arriba los delitos prescriben. Si el problema de CIU es el 4% que cobran bajo cuerda a las empresas que operan en Cataluña, el problema del PSOE de Andalucía son los ERE.

Manuel Gómez fue interventor general de la Junta, entre 2000 y 2010, y ha denunciado estos días: “Es el mayor caso de corrupción de la historia de España. Griñan pudo terminar con el nido de corrupción en 24 horas”, y lo acusa de “cebar sin descanso la partida presupuestaria de los ERE”. Manuel Gómez envió quince advertencias a tres consejeros distintos, entre ellos a Griñan, cuando era consejero de Hacienda pero, ahora, le echan la culpa al exinterventor y lo acusan de no haber realizado un ‘informe de actuación’. El dictamen de la Comisión de los ERE va a ser una vergüenza, pues solamente acusa al director general de Empleo. No sé cómo el PP se ha prestado a participar en este ‘teatro’ y cómo no abandona ya la Comisión, pues IU y el PSOE, como dos buenos socios, se van a poner de acuerdo para endiñarle el muerto a dos o tres golfos y, de paso, exculpar a Griñán y Chaves.

 La juez Mercedes Alaya está de baja por cefaleas, esperemos que se recupere pronto y retome el escandaloso tema de los ERE, donde ha sufrido tantas presiones y ataques. Su sustituto, el juez Iván Escalera, ha excarcelado a Guerrero y al chófer de la cocaína. Se sabe que Escalera es sobrino de un histórico dirigente del PSOE de Sevilla y, en su perfil de ‘Facebook’, dice que es “amigo del PSOE”. Lo cierto es que ningún socialista se queja del juez sustituto.

La consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, ha dicho estos días: “No me atrevo a decir si habrá o no más recortes. Un año es un horizonte muy largo”. Pues, claro, los recortes que los haga Rajoy, o que los apliquen en Cataluña y en Madrid. Sin embargo, la Junta está despidiendo a personal sanitario, no paga al personal de las residencias de la tercera edad ni las subvenciones a guarderías, no abona el dinero que le debe a los empresarios, autónomos, proveedores y ayuntamientos, por poner algunos ejemplos. Pero, según el PSOE, en Andalucía no existen los recortes.

La Junta hace la cuenta de la vieja en la Administración: con los 5.000 millones de euros del FLA (Fondo de Liquidez Autonómico), destina 3.000 euros para las casi de 500 empresas públicas (con 30.000 contratados a dedo, afines al PSOE y a sus sindicatos amigos) y el resto lo saca de las nóminas de los funcionarios, mientras siguen con los mismos coches oficiales y pagando miles de euros de productividad, a los puestos de libre designación, del Consejo Consultivo. En 2013, la Junta dará  6,4 millones de euros a CCOO y UGT, en ayudas directas, para que sigan tomando la calle y haciendo protestas contra el Gobierno de Rajoy. El fracaso de la huelga general no sorprendió a nadie. Ambos sindicatos de clase tienen a cien empresas que ganan unos diez millones de euros al año.

Según una encuesta que el Instituto Nacional de Estadística publicó, el 24 de octubre pasado, el salario anual del sector público fue en 2010 un 30,8% más alto que el salario medio de los trabajadores. La muestra, sin embargo, no incluye a los empleados públicos adscritos a las mutualidades sino solo a los que cotizan al Régimen General de la Seguridad Social, lo que deja fuera a la gran mayoría de los funcionarios y sí incluye a los empleados de empresas públicas. La media en el sector público en 2010 ascendió a 29.811 euros, mientras que en el sector privado fue de 21.231 euros.

Ante estos datos del INE, tengo que decir lo siguiente: un policía nacional gana 1.600 euros, un administrativo 1.000 o 1.200, mientras que un empleado en la empresa pública gana unos 2.000 euros o más, y los directivos vienen cobrando de 60.000 para arriba, incluso hay una docena que cobran más que el presidente de la Junta. La torpeza de la encuesta del INE es que no debe de meter a todos en el mismo saco, porque esto es dar una imagen falsa de la realidad y echar a la gente en contra de los funcionarios. Una cosa es la función pública y otra, las empresas públicas, que crearon los políticos para colocar a los suyos (a los cesados) y, de paso, para evadir la ley, como ha ocurrido con los ERE. Con las cajas de ahorros hicieron lo mismo que con las empresas públicas, las arruinaron.
 
En la chapuza nacional, sorprende esta noticia: “Imputan a un jefe de CCOO y a un alto cargo de la Junta por malversación. El sindicato pagó viajes de sus militantes a manifestaciones con subvenciones de 600.000 euros como ‘sensibilidad de riesgos laborales’”. ¿Dónde están los controles de sindicato, con las subvenciones que reciben? El proyecto del reglamento que prepara el Gobierno de Rajoy, abre la puerta al despido colectivo del personal laboral de las Administraciones y entes públicos. Estas son las observaciones de los sindicatos millonarios de clase:
“Por tanto, trasladar toda la carga del ajuste (despido), a un colectivo solo por ser laboral, resulta ilegítimo por irrazonable y desproporcionado”, página 27. En la 28 hablan de “la desigualdad de trato entre unos y otros, lo que resulta arbitrario y desproporcionado”. Los sindicatos UGT y CCOO piden el despido para los funcionarios de carrera, pero a los ‘enchufados’ en la Junta que no los toquen. El paisaje de España es árido y el clima cálido, por lo que no da para mucho: aquí levantas una piedra y te sale un lagarto.

Una perla de la consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, en una entrevista que le hicieron el 25 de noviembre de 2012. Menciona a los funcionarios andaluces, en estos términos: "son tan profesionales los que están en el sector público como los que están en la Junta y se llaman funcionarios". Pues, claro, si en el sector público están colocados todos los parientes y amigos. No falta ni uno. En fin, la consejera y los sindicatos de la Junta tienen parecidas opiniones. En cuanto al concurso de traslados de la Administración General, la Junta lo sacó para dividir a los sindicatos y distraer al personal –y lo consiguió–, y ahora está mareando la perdiz.

Siempre habrá alguien, como ‘El Mundo’, Mercedes Alaya o Manuel Gómez, que tratará de que se sepa la verdad, a pesar de exponerse a las represalias del poder, porque creen en un mundo mejor y más justo. España siempre ha tenido fama de tener malos gobernantes, mientras que en los países anglosajones, o en Francia mismo, ha ocurrido todo lo contrario. En las democracias occidentales, los políticos cogidos en falta dimiten; aquí sacan pecho y encima te amenazan. Esa es la diferencia. España es la chapuza nacional, donde la corrupción y la impunidad están a la orden del día, el lema parece ser: el que no roba o defrauda es tonto. Y el pueblo no es mejor que los gobernantes que elige.

Pero, todavía queda algo de justicia en esta tierra cainita, cuando van cayendo los caciques y corruptos. La cara de Pujol y de su delfín Mas es todo un poema, pronto pasarán a la historia como Ibarreche, del que ya nadie se acuerda. Griñan parece ahora disfrutar de la gloria del poder: es secretario general del PSOE y presidente de la Junta, cree que ha ganado las elecciones andaluzas, cuando en realidad son las primeras que ha perdido el PSOE andaluz, en treinta años. El PSOE ha perdido en las últimas cinco elecciones y Rubalcaba tendrá que dimitir, sólo les queda el feudo de Andalucía, como a Boabdil el Reino de Granada.

 Por nosotros, los funcionarios, no se corten.
Ustedes vosotros aplíquennos ya el recorte,
para pagar a los enchufados y sindicatos de la corte.                       

Posdata: el día 27 le escribí a la plataforma de funcionarios 'Defiendo mi derecho' para enviarle este artículo. No he obtenido respuesta.

jueves, 22 de noviembre de 2012

EL TREN DE GUADIX A BAZA


Estación de Guadix




La mirada nostálgica, a través del filtro del tiempo, ha transformado aquel vetusto tren de vapor –cansino, lento y monótono– en un romántico viaje al pasado. Casi en una aventura. El histórico tren de la línea Guadix-Baza-Almendricos fue inaugurado allá por el año 1895 y, como un bisonte desbocado, cruzaba las provincias de Granada, Almería y Murcia. Pero estaba escrito que no debía durar ni un siglo, pues cerraron la línea en 1984. A mediados de los 60, yo tenía doce años y recuerdo la estación de Guadix como en una nube de algodón: aquella vieja locomotora resoplaba como un potro, mientras iba soltando chorros de vapor. Luego, el trasiego de la gente que iba y venía, el labriego con su gorra de visera y una maleta a cuadros, aquella mujer vestida de negro y con una cesta en el brazo, el mozo que lleva los paquetes en un carrillo de madera, el tío de las pipas, el factor con su gorra roja, mirando impaciente el reloj... En fin, las prisas, el agobio y una especie de angustia, mezclada con alegría, porque el 22 de diciembre significaba para los estudiantes el comienzo de las vacaciones de Navidad.

Estación de Baza, 1978. Revista Cambio 16



Poco después de la señal, el renqueante ‘caballo de hierro’ se deslizaba perezosamente por los raíles, mientras los pobres se apretujaban en los incómodos bancos de madera, que hacían interminable el largo viaje. A través de las ventanillas, podíamos contemplar el árido paisaje de las tierras rojizas de Guadix y las blancuzcas de Baza, aunque el tren parecía desintegrarse al pasar por el viejo puente de piedra, sobre el río Gor, y que todavía conserva las traviesas. Mientras tanto, la locomotora Baldwin trotaba como una jaca alazana, con su penacho de humo al viento, por las desérticas planicies, con un maquinista y un fogonero, que iba echando paletadas de carbón. Ahora, el alcalde de Guadix la tiene encerrada en un hangar, como un cacharro inservible, en vez de montar un tren turístico por la zona. Aquellas bulliciosas estaciones de entonces, con sus andenes y vagones, se convirtieron en lugares de paso, en comienzo y fin de trayecto, en encuentros y desencuentros, en despedidas dolorosas, donde se mezclaban al mismo tiempo los abrazos y adioses, los lloros y besos, las alegrías y las penas. Sus andenes podrían contarnos muchas historias anónimas y, entre sus marquesinas, han quedado prendidos tantos recuerdos como lágrimas derramadas entre los viejos raíles.

Antigua estación de Baza




     Nicolás Cárdenas se jubiló de especialista de estación en Guadix, hace 18 años, pero se acuerda muy bien de aquel fatídico día: “Precisamente, el 31 de diciembre de 1984, fuimos a cerrar la estación de Baza con la locomotora de vapor y, de paso, nos trajimos el reloj, los faroles, etc. Pero allí nos encontramos con los manifestantes y con una impresionante hoguera en la vía general. El caso es que tuvo que intervenir la Guardia Civil. En Baúl pusieron traviesas ardiendo en la vía y tuvimos que parar. Y en Hernán Valle, medio centenar de personas ocuparon los raíles. Pero en Guadix acabó la historia y la línea se cerró”. En esta estación se anunciaba, con un repique y tres toques de campana, cuando el tren venía por Gor. Con un toque cuando venía por La Calahorra, y dos si el tren ya asomaba por Benalúa.

El tren, cerca de Gor





Recuerdo que el tren de Guadix, que salía a las dos de la tarde, llegaba a Baza a las 4:30: más no se podía pedir. Y según cuenta Nicolás Cárdenas, había veces que el maquinista tenía que bajarse y echar arena en las vías, porque la locomotora no podía subir las cuestas de Gor y de Hernán Valle. “En cuanto a mercancías, venía de todo. De Albox traían sacos de alpargatas, escobas y cáñamo. Y de otros sitios venían vagones cargados de esparto. Luego tienes que ‘El Pescadero’ era el tren que venía de Almería a Baza, con diez o doce cajas de pescado... Y también estaba el tren de los borrachos...”. Hoy día, la estación de Gor está completamente abandonada, pues allí solo crecen matorrales. Y no digamos la estación de Gorafe, reconvertida en un corral de cabras, y que hace tiempo han debido comerse las vías.

 
Ferrobús de la línea Murcia-Baza, en 1982



En Caniles el abandono es total, mientras que la chimenea de la azucarera Las Mercedes se eleva al cielo, como fiel testigo de aquella época del desarrollo. La estación de Baza ha sido restaurada, pero ya no queda ni rastro de las antiguas vías. Con el tren se llevaron las últimas esperanzas de estas tierras deprimidas, pues decían que la línea no era rentable. Claro, aquí lo único rentable de toda la vida han sido la emigración y el oficio de limpiabotas. El cierre de la línea significaba condenar al atraso económico a las comarcas de Guadix, Baza y Huéscar y, de paso, acabaron con el cultivo de la remolacha y dejaron sin salida a los productos de la zona. ¡Lo de siempre! Pero, mejor será quedarse con los bellos recuerdos y no contemplar estas ruinosas estaciones y andenes desaparecidos –ni siquiera se molestan en restaurarlos–, que más parecen fantasmas del pasado. “¡Viajeros al tren! El tren con destino a Gor, Gorafe, Baúl, Zújar, Freila, Baza, Caniles y Almendricos va a efectuar la salida de un momento a otro… ¡Piií!”.

Posdata: este artículo fue publicado en La Opinión de Granada, el 14 de diciembre de 2005. La línea fue cerrada por José Borrell, ministro de Felipe González, al mismo tiempo que apostaba por el AVE Sevilla-Madrid. 

De mi libro "Artículos del Altiplano y de Granada", 2014











sábado, 17 de noviembre de 2012

LOS PRIVILEGIADOS DE LA 'ADMINISTRACIÓN PARALELA'








El 2 de noviembre de 2011, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dictó la primera sentencia contra la polémica Ley de Reordenación del Sector Público de la Junta, que supuso la integración de más de 20.000 trabajadores, de las empresas públicas, en la Administración Andaluza. El citado tribunal decía en la sentencia que el “acceso privilegiado de los trabajadores de la ‘Administración paralela’ a las nuevas agencias supone un desprecio al Estado de Derecho y una flagrante vulneración de los derechos fundamentales”. Con la excusa de una ley, a todas luces ilegal, de una tacada metieron en la administración a trabajadores contratados cuyo único mérito es tener el carné del PSOE o de los sindicatos UGT Y CCOO. El planteamiento y la estrategia es bien sencillo: como posiblemente vamos a perder las elecciones, los metemos por la gatera y dejamos a toda la parentela colocada, y si gana el PP que los indemnice.

La citada ley vulnera claramente los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad, para el acceso a la función pública, según el artículo 103 de la Constitución. Hace unos días, un auto del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo, número 9 de Sevilla advertía del peligro de la situación creada: "Hay que reconocer que si no se adopta la medida cautelar, de consolidarse la integración regulada en el protocolo impugnado sería prácticamente imposible retrotraer la situación en la que se verían afectados los trabajadores y afectará a la estabilidad y a la carrera profesional de los empleados públicos".

En cuanto a los falsos EREs en Andalucía (aseguran que es el mayor escándalo de la democracia), la Junta utilizó desde 2000 a 2010 unos 700 millones de euros para prejubilaciones ilegales a los intrusos. Habría que preguntarse, ¿acaso no es el mismo fraude, y de mayor cuantía, nombrar funcionarios a plena luz del día a 20.000 contratados a dedo, para que usurpen los puestos de trabajo a los funcionarios de carrera? 20.000 contratados a 1.300 euros de sueldo como mínimo al mes, salen a 26.000 millones, sin contar los sueldos de los grupos superiores y cargos. Si esta cantidad la multiplicamos por un año (14 pagas) salen 364 millones de euros. La misma trampa que los EREs: a unos los convierten en pensionistas, sin haber cotizado a la Seguridad Social, y a otros los nombran funcionarios, sin haber concurrido a unas oposiciones. El único mérito en común es que tienen el carné del partido o del sindicato. Tan intrusos son los unos como los otros y tan ilegales son los falsos EREs como los falsos funcionarios. Se ha vulnerado claramente la ley y el fraude es mucho mayor.
 
Y sin embargo, los EREs están machaconamente todos los días en los medios de comunicación, mientras apenas se menciona el caso de los 20.000 ‘falsos funcionarios’, cuando resulta más escandaloso por la cantidad defraudada, que ha disparado el déficit y la deuda de la Junta, así como por los perjuicios causados a los funcionarios. El presidente Griñán manifestó este verano su temor a que no tuvieran dinero para pagar a los funcionarios de la Junta. Es triste que tengamos que estar reivindicando lo evidente y, lo que es peor, hay que denunciar la penosa situación de miles de funcionarios que están sin trabajo porque sus funciones las desempeñan ahora los intrusos (los han colocado a su lado y en los mejores despachos y medios), porque son amigos o parientes de tal o cual político. En la Administración andaluza se han sobrepasado todas las líneas rojas y se está llegando al enfrentamiento y al insulto. Hace unos días fui testigo de lo que le dijo un funcionario a una sindicalista: “No sé cómo no te da vergüenza apoyar a unos intrusos, que le han quitado el puesto de trabajo a los funcionarios”. ¿Hace falta que las cosas lleguen a mayores? ¿Se imaginan lo que pasaría si metieran en la Administración, por el mero hecho de estar afiliados, a 2.000 médicos, profesores o jueces? ¿Y la conflictividad laboral que provocaría cuando los privilegiados usurpen las funciones de los titulares? Pues, así andamos.


A pesar de las numerosas sentencias y suspensiones cautelares en contra de la mal llamada Ley de Reordenación, la Junta no las acata y sigue ‘colocando’ a esta casta de privilegiados, sin preparación, en los centros y en las delegaciones provinciales y, mucho nos tememos, que le salga gratis y que nadie sea condenado por prevaricación, usurpación de atribuciones, etc. Han sacado de la manga una ley –a sabiendas de que es ilegal–, han inventado ocho agencias de colocación –el director provincial de Agapa, en Granada, solo tiene el graduado escolar– y todo, para dejar colocados a miles de los suyos. Sólo esperamos que los tribunales pongan a cada uno en su sitio, pero el daño es irreparable y la guerra civil en la Administración no ha hecho más que empezar. El 18 de febrero, los empleados públicos nos manifestaremos en Sevilla por enésima vez.

Leandro García Casanova
Artículo publicado en el ABC, de Sevilla, el 23 de febrero de 2012

http://www.cartasaldirector.org/2012/03/los-enchufados-de-la-administracion-paralela/

viernes, 9 de noviembre de 2012

EL ÚLTIMO PRISIONERO GRANADINO


Liberación de Mauthausen, 5  de mayo de 1945



El pasado once de junio de 2008, murió José María Villegas, de Caniles, a los 91 años de edad. Fue el ‘último granadino’ que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, concretamente en Buchenwald, donde también estuvo preso el escritor Jorge Semprún (falleció en París, en junio de 2011). En enero del pasado año escribí, en La Opinión de Granada, el artículo "Mauthausen: andaluces deportados y olvidados", donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen. Entre ellos, citaba a Faustino Vizcaíno Carrión, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Espero verlo en unos días –sé que está bastante delicado–, a ver qué noticias me da de Faustino, que era de la quinta del 40. Estos combatientes republicanos fueron los grandes olvidados: padecieron la Guerra Civil y, unos meses después, la II Guerra Mundial y los campos de exterminio nazis, donde más de mil andaluces fueron incinerados en los hornos. Pero la suerte de los 500 supervivientes está aún por esclarecerse, pues una gran mayoría de andaluces se quedó a vivir en Francia y allí han ido muriendo en el más absoluto de los olvidos.

Sobre las once de la mañana, del dos de agosto, me acerqué a la casa de Miguel Vizcaíno Carrión, en Castilléjar, me abrió la puerta su nieto, que se llama igual que el abuelo. Éste se encontraba estirando las piernas en un bancal próximo. Cuando le expliqué el motivo de mi visita, Miguel me contestó: “Mi hermano Faustino estuvo tres meses prisionero en Francia, hasta que se lo llevaron al campo de concentración de Mauthausen. Aquí estuvo de cocinero y cuando los liberaron salió muy flaco. Él me decía: ‘Entraba una mujer con perros y se los echaba a los prisioneros… Pero, ¿cómo voy a contar todo lo que he pasado?’. Faustino tiene 89 años y ya no ve, y no tiene hijos. En la guerra civil, todavía no había cumplido los 18 años cuando se lo llevaron a Viator (Almería), con los de su quinta, durante un mes. Luego, los llevaron al frente (posiblemente a Castellón)”. Un año más tarde, la mitad de los soldados cayeron en la "Batalla del Ebro", allí murieron más de cien mil soldados, entre ambos bandos. Según me cuenta Miguel, su hermano aprovechó el desconcierto que había en la zona republicana para huir a Francia, y aquí fue donde lo capturaron los alemanes: “Lo cogieron varias veces y se lo llevaron a Alemania”. Miguel quizá ignora que el campo de concentración de Mauthausen se encuentra en Austria.

Las escaleras de la muerte


Cuando fueron liberados del campo de concentración por las tropas americanas, el 5 de mayo de 1945, Miguel dice que “estaba blanco, como la camisa esa, sequísimo. Se libró de morir porque estaba de ranchero. Luego se quedó a vivir en un pueblo del norte de Francia, Jarrie, pegando con la frontera de Alemania, y allí se casó. A mi hermana y a su marido les encontró trabajo y se fueron a vivir con él”. Miguel dice que hace tiempo que no tienen noticias de él, pero asegura que vive. Cogió el vehículo y se desplazó al anejo de Los Olivos, que está a unos tres kilómetros, a la cueva donde nacieron los Vizcaíno. Trajo una carta de Faustino, con el matasellos de 1994, pero al final no leyó lo que decía. “Él nunca nos contó cosas de la guerra, no le gustaba”. Cómo sería el sufrimiento para no contarlo, cuando lo mejor hubiera sido desahogarse con la familia, para echar todo aquel veneno que llevaba dentro del cuerpo y de la mente. Como hicieron muchos prisioneros, para que el mundo supiera todos los horrores que pasaron. Hemos quedado que el nieto le escribirá una carta a Faustino, diciéndole que es el "último prisionero granadino", que estuvo recluido en un campo de concentración nazi, a ver si consigue el teléfono y podemos ponernos en contacto con él.

El abuelo Miguel me cuenta cosas, de las que ya nadie se acuerda: “Mi padre estuvo en la guerra de Cuba tres años (aquí sólo iban los pobres, porque los ricos se libraban pagando dinero; a causa de la malaria, murieron miles de soldados) y, después de morirse en los años cincuenta, el Gobierno nos envió una carta”. Pero Miguel no recuerda más detalles, “eso sí, a mi padre nunca le pagaron nada por ir a la guerra de Cuba”. Le digo que, los soldados de la guerra de Cuba que regresaron a España, después de pasar mil penalidades, siempre fueron mirados como un ejército derrotado. Miguel vive ya de los recuerdos: “Con seis años, me llevaron a servir al Salto (aldea de Benamaurel, que ahora le llaman Puente Arriba). De día me iba con la hija del dueño a guardar ovejas y, de noche, dormía en la pajera. El pago era la comida, ‘la comía por la servía’, como se decía antes”. Su mujer está en la cama, con un gotero, tiene la cabeza ladeada y los brazos completamente abiertos. Sólo mueve los ojos pero, cuando la vi por primera vez, inmóvil sobre la cama, parecía que estaba muerta. Ha tenido tres infartos y, prácticamente, es un vegetal. “Mi mujer ha cogido mucha capota (alcaparrones) en los cerros y, cuando le digo, ‘vamos a coger capota’, ella mueve los ojos, porque entiende cuando le hablo”, me explica Miguel. El dos septiembre, volví a hablar con Miguel y le pedí que le escribiera a Faustino, a ver si podíamos hacerle un pequeño homenaje a tanto sufrimiento.

Imagen de los españoles liberados
Posdata: Este artículo lo escribí el 16 de diciembre de 2008 y lo tenía guardado y olvidado entre mis documentos. Desde entonces, no he tenido más noticias de Miguel y es de suponer que Faustino Vizcaíno Carrión, el ‘último prisionero granadino’, haya fallecido en Francia. Yo también tenía que haberle escrito una carta, pero lo fui dejando. Las matanzas de los campos de concentración nazis permanecerán siempre en la memoria de la humanidad, como uno de los mayores horrores, pero también hay que decir que España siempre fue una madrastra con sus hijos, especialmente, con los prisioneros españoles de los campos de exterminio. ¡Qué diferentes son los franceses con sus mártires! Tendrán que ser nuestros nietos quienes rindan homenaje a estos miles de españoles olvidados, pues todavía no hemos superado el odio de nuestra Guerra Civil. 


Esta es la carta que no le llegué a enviar:

 18-9-8 Estimado amigo Faustino: En enero del pasado año escribí, en el periódico La Opinión de Granada, el artículo “Mauthausen: andaluces deportados y olvidados”, donde hablaba, entre otros, de siete castillejaranos que estuvieron presos en Mauthausen y Gusen. Entre ellos, le citaba a usted, pues su hermano Miguel me dijo que vive en Francia y que sólo había venido una vez a España. Le envío una fotocopia del citado libro, donde vienen los datos de los siete soldados republicanos, de Castilléjar, que fueron internados en los campos de concentración nazis. Este libro contiene fotos, documentos, cartas, testimonios de los presos y familiares, con muchas historias de los prisioneros, etc., donde los historiadores hacen un buen trabajo de investigación sobre aquellos andaluces deportados y que fueron olvidados, tanto por el régimen de Franco, como por los Gobiernos de la Democracia. Yo di a conocer el citado artículo en Castilléjar, donde poco se sabe de esto. También le envío fotocopia del artículo “El tren con destino al frente”, que salió publicado el 15 de septiembre, donde lo menciono a usted, a mi padre Leandro García Domínguez (nació en el anejo del Cortijo del Cura, Galera), que fue el cartero y fotógrafo de Castilléjar (desde mediados de los cincuenta a los setenta), y a Julio Carasa, que nació en 1918 y que seguramente murió en combate, por Castellón. Puede que los conozca de aquel tiempo. Ahora, el prisionero granadino más antiguo es usted. Le agradecería que me escribiera y me enviara su número de teléfono, para poder contactar con usted. No me mueve ningún interés, como no sea que los españoles conozcan el enorme sufrimiento que pasaron ustedes. Todos sabemos lo que pasó con los soldados de la División Azul, que Franco mandó para ayudar a Alemania. Los que no murieron en las estepas rusas, regresaron o fueron hechos prisioneros por los rusos, y devueltos a España años más tarde en el buque Semíramis. Pero poco o nada saben los españoles sobre los prisioneros en los campos de concentración nazis, aunque yo he leído libros y he visto algunos documentales. Un saludo

Recogido de mi libro "Artículos del Altiplano y de Granada", 2014. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

GABIRROS, QUE SE FUERON EN SILENCIO

Calle Real de Málaga, de Rafael Gurrea









Felipe Sánchez falleció en octubre del 2006, pero hasta hace unos meses no me enteré de su muerte. A veces me lo encontraba tomando el sol en la calle Real de Málaga, o sentado a la puerta de su casa, pero era una delicia hablar con él, pues no habrá en Gabia otro conversador como Felipe. ¡Cuando te cogía ya no te soltaba, él disfrutaba como un niño contándote historias, pasando de un tema a otro! Entresaco un párrafo de ‘La soledad de Felipe ‘el Mediaúva’ –estaba solo y por eso necesitaba hablar–, en el libro ‘Gabia, la memoria perdida’: “Mira que te digo, antes de entrar en la escuela, ya sabía yo escribir y entonces me pusieron con el grupo de los grandes. Cuando llegué a mozuelo, yo me juntaba con ellos para aprender a defenderme. A los maestros me los afusilaron, pero me enseñaron a ser honrao y luego a ser económico, ¿sabes? A saber tener un duro y a vencer todos los oficios que se presentaran por delante. Yo ahora estoy peor que nunca, tengo mi pensión pero la soledad es la peor enfermedad que hay. Te dan ideas de..., por eso yo no entiendo de Pascua ni de diversiones. Salgo a la esquina de la carretera y me vengo p’acá, y estoy solo –cada vez tiene la gorra más ladeada–. Esta casa la he hecho yo y en las escrituras figuro como vitalicio, por lo que no me pueden echar…Uno se siente que quiere volver a la juventud, pero ya no se puede… Yo aprendí el caló en una casa de putas, en el bar de ‘Los Tres hermanos’, y toda la esa de Granada se juntaba allí, ¿me entiendes? Allí iban de todas las clases a buscarse la vida y yo estaba de encargao en el bar, donde transitaban los amolaores (los que hacían el amor)”. En la foto, Felipe sale acompañado de su vecino Salvador Solera –ambos vivían en la calle Juan XXIII–, que falleció en abril de 2005. Este año también nos dejó Pepe ‘el Cojo’, que vivía en el Barrio de Piniche.
José Lechuga murió en el 2006, y esto fue lo que escribí sobre él: “Noto que Lechuga ya no tiene muchas ganas de hablar, ni está para muchos trotes pues se cansa pronto. Cuando me despido le digo que se cuide, que hay que cobrar la paga durante mucho tiempo. ‘¡Sí, por lo menos hasta Navidad! Yo ya no me encuentro bien...’, me contesta. A Lechuga te lo puedes encontrar por la calle Real a las 7:30 de la mañana, o a las cinco de la tarde pegando muletazos. Son paseos de voy y vengo: o va p’allá o viene p’acá, según te lo encuentres de frente o de espaldas. Él asegura que hace bastante ejercicio: ‘Dos kilómetros p’arriba por las mañanas, y otros dos p’abajo. Y por la tarde hago lo mismo, ¡quieras o no, eso es bueno para la circulación!’, me dice convencido. Sin embargo, cuando hablo con unos y con otros, noto que a Lechuga lo quieren en Gabia”. En agosto del pasado año, también falleció ‘el Modas’, al que por las tardes veía subir de la caseta, de la antigua Estación del Tranvía; tenía fama de ser un hombre servicial y él era el alma de la caseta.

Carmen Bertos, la abuela de Gabia, también emprendió el viaje al ‘Cortijo de los Múos’, en 2004, nada menos que con 103 años: “Yo nací en febrero o marzo, no me acuerdo bien, ésa es la verdad; porque de fechas a mí que no me pregunten. El caso es que me voy algunas temporadas a Barcelona, pero yo quiero morirme aquí. Ahora ‘me se’ hinchan las piernas –las zapatillas las ha recortado con unas tijeras, más bien las ha desgraciado– y me he quedado algo delgada, porque yo lo que tengo es del riñón. Nunca he estado enferma y el médico me dice que tengo una salud de hierro. En fin, que yo nací en el Tranvía –por la zona del Tranvía– y de lo único que me acuerdo, es que mi mama me puso en una silla “para que tú te manejes sola”, me dijo. ¡He sufrido y he trabajado tanto, que ya no me acuerdo de muchas cosas...! ¡Tanto trabajé y tanto sufrí pa el pago que me han dao!, eso decía un borracho del pueblo. De chica yo era un demonio porque a todos les pegaba y a los niños les cortaba las cejas. Y mi madre no me ha podido pegar nunca, porque he salido siempre al trote... Bueno, pues mi marío y yo estábamos de caseros en el cortijo de ‘Santonino’, y yo echaba –ponlo así– una hora en el camino cuando iba por los mandaos; y luego venía con una carga de treinta kilos a cuestas. ¡Sin más burra ni nada, que lo sabe to Gabia! Muchos nevazos me cayeron en el camino. Y cuando volvía, les ponía de comer a mis siete hijos; después, a las dos de la tarde, me iba a espigar para darle de comer a unos marranillos que tenía, esto en el mes de agosto (…). Ahora tengo 14 nietos y 17 bisnietos. ¡Yo he sufrío y he llorao mucho en el cortijo! ¡Que pregunten por Carmen ‘la Barragana’, que no me he peleao con nadie ni he bebío nunca!...”. Y me confesaba: “Pero me he enterado que, para cuando me muera, algunas mujeres piensan decirle al alcalde que ponga una placa en esta casa, diciendo que aquí vivía la mujer más graciosa de Gabia”. Carmen se quedó con las ganas de su placa, de la que nunca más se supo.
 
Cuando Sebastián Beltrán ‘el Ramales’ está bien, se acuerda hasta de los años veinte. ‘Parece mentira, pero antes celebraban las fiestas del Corpus en el Salón. Recuerdo que estábamos todos embobados viendo la montaña rusa, cuando me birlaron diez pesetas del bolsillo. ¡Vaya! El primer jornal que eché me dieron tres pesetas. Y cuando ya escardaba como un hombre, dijo el capataz, ‘amos’ a darle el peón (la peonada). Entonces los chaveas no teníamos adonde ir y, cuando Marianico Pertíñez daba la voz, nos íbamos a escardar y te pagaba un duro –y añade, como quejoso–. ‘Tos se han muerto y yo soy el más viejo de Gabia, quitando a la tía... Mi hermano estaba comiéndose el bocadillo y ¡pom! se cayó al suelo’. Sebastián asegura que entonces era costumbre ver a la novia a través de las rejas de la ventana, pero ‘a mí me dieron la entrá… ¡Estoy hecho una mierda y ya no valgo para nada! Con noventa y seis años que tengo se me ha pasao to por la historia’, me dice al despedirse, mientras se pasa la mano por la frente como dando a entender que no se acuerda de nada. Sebastián es el único sobreviviente de la fallida experiencia del ‘colectivismo agrario’, en la Gabia republicana de 1933. ‘¿El cortijo? Del cortijo de La Jara apenas me acuerdo; sé que íbamos por la mañana y veníamos por la noche, unos diez kilómetros, entre ida y vuelta’.
La última vez que lo vi: “A veces, me encuentro en la calle a alguno de estos ancianos (me refiero a Sebastián) tomando el leve sol del otoño, el penúltimo sol del otoño. Sebastián murió pocos meses después, en el 2003”. También nos dejaron José Franco y Manuel López ‘el Chupa’, en diciembre de 2004, a los pocos días de fotografiarlo. Ellos ya forman parte de la intrahistoria de Gabia, y que me disculpen si me olvido de algún gabirro desaparecido, pues no dispongo de más datos. Alguna que otra vez, me encuentro con Manuela ‘la Merguiza’. Ya no vive en su casa, pues está enferma y sus hijos cuidan de ella. También veo pasar, con su andar cansino, a Adolfo Capilla; han pasado cerca de 80 años de aquella memorable foto del maestro Francisco Alba con sus alumnos, a la puerta de su casa. No hace mucho me encontré con Antonio López, ‘el Chico del Gato’, y le dije: “Dale recuerdos a tu hijo Pedro”. Y el hombre se me queda mirando y, pasándose la mano por la barba, me responde: “Oye, ¿yo a ti de qué te conozco?”. Antonio ya no se acordaba de que le dediqué una foto y cinco páginas. Creo que mereció la pena recoger en una obra los comentarios y vivencias de estos y otros muchos gabirros, que inevitablemente se hubieran perdido en unos pocos años. Quiero dar las gracias a cuantos compraron el libro, del que ya quedan pocos ejemplares.

Publicado en la revista 'Las4esquinas', en octubre de 2008