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Castilléjar al atardecer |
El 24 de mayo pasado,
salimos de Castilléjar
poco después de las diez horas y, en el Cortijo
del Cura, abandonamos la carretera y nos desviamos en dirección al Cortijo de San José, al que se le han
derrumbado las paredes laterales de los dormitorios. Amenaza ruina y es una
pena que se pierda este histórico cortijo de más de dos siglos, construido por el párroco de Galera, José Sánchez del
Barco y Barnés en el siglo XVIII. Años después, en 1795, mandó excavar algunas
cuevas al lado de la carretera de Huéscar y de ahí viene el topónimo el Cortijo
del Cura. En el Cortijo de San José
vivió parte de mi familia paterna durante más de un siglo y es propiedad de la familia Crisnejas, de Huéscar. El camino que lleva
a Galera se llama Río de Castilléjar, porque discurre paralelo
al río. Un par de kilómetros más arriba nos paramos debajo de la Cueva Alta, que perteneció a mi
abuela; fue construida entre el hueco de la roca y su estado es ruinoso, pero el
morro del monte se asemeja a un animal mitológico. Un cortijeño me decía hace
unos veinte años: En esa cueva puede que
haya estado yo dando clase. Lo cierto es que hace años encontré en una
habitación un tintero antiguo, encajado en un soporte de hojalata y clavado en
la pared. Lo tengo como recuerdo en mi escritorio. Unos trescientos metros a la
izquierda se encuentra la Cueva de las Paleras
(debido a las palas de las chumberas), donde
se casaron mis padres en 1946. Aquí encontró Jesús Martínez Lorente (hace bastantes años, cuando pintaba la
cueva) una cartera de madera hecha a
mano, con el nombre y apellidos de mi padre, donde guardaba la libreta de los deberes. Unos
centenares de metros, a la derecha de la
Cueva Alta, se encuentra la cueva donde nació mi abuela, hoy es propiedad
de un inglés, pues mi tío
Bonifacio se la vendió hace unos quince años. Estos parajes me traen muchos
recuerdos, pues cuando éramos niños mi padre nos traía en su moto Bultaco a la cueva de los abuelos y, ya de jóvenes, a estas Cuevas del Mosco para echar la
mañana en unos bancales que él cultivaba en sus ratos libres, por debajo de la
Cueva Alta.
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El cortijo de San José, en ruinas |
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Custo y mi mujer Toñi, debajo de la Cueva Alta |
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La cueva de Las Paleras |
Unos kilómetros más
adelante contemplamos el histórico manantial
de La Hedionda, porque hiede a huevos podridos, sus aguas sulfurosas son
medicinales y están junto a la acequia
del Botero, en recuerdo de un artesano que hacía botas. En la parte baja de
la vega se pueden contemplar los
meandros del rio Galera mientras que en la otra orilla está el Llano de Gálvez. Lo curioso es que el
río va cambiando de nombre dependiendo del lugar: en Castilléjar lo llaman rio
Galera, y en Galera, rio Castilléjar. Y en Orce, rio Orce. El camino discurre por debajo de los montes
blancuzcos y moteados, con unos acantilados espectaculares, pero el terreno es
flojo y hay desprendimientos. Lo asfaltaron hace unos veinte años y por aquí
venían los campesinos de el Cortijo del
Cura a vender las frutas y verduras a los
mercados de Huéscar, de Galera y de Orce.
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Unos acantilados de película |
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Manantial La Hedionda y la acequia del Botero |
Antes
de llegar a Galera, desde lejos destaca la impresionante mole de El Castellón Alto, con el poblado argárico donde aparecieron hace unos años las momias de Galera. Entrando a la
villa se encuentra la Cruz de los Caídos
(la antigua cruz, con los nombres de los caídos, fue sustituida por esta,
pero la han conservado). De aquí tengo una entrañable foto con mis padres y con
mi hermana, cuando yo tenía dos años. Cerca se encuentra el antiguo pilar con sus caños para las caballerías,
que data de 1928, mientras que en Castilléjar
les faltó tiempo para quitarlo de en
medio.
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La Cruz de los Caídos |
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El pilar de las caballerías
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El retablo de la iglesia, con el artesonado mudéjar |
Atravesamos las calles de Galera, trazadas a cordel, visitamos la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, compramos vino en una bodega y entramos en el viejo cementerio. Cerca de la puerta de entrada, a mano
derecha, se encuentra
el nicho de mi bisabuela. Sorprende ver que la lápida parece
reciente, como si no hubiera pasado el tiempo: “Mercedes García Gómez, viuda de Leandro García Rayón, falleció el 3
de marzo de 1948, a los 83 años de edad…”. Tuvo cuatro hijos y muchos nietos,
sin embargo su primera bisnieta nació
nueve meses después de su muerte. Unos metros más abajo está el nicho de
Jesús Fernández de la Rosa, que
murió en 1920: laborioso comerciante,
reza en la lápida. El nieto, Jesús
Fernández Fernández
–falleció en el verano de 2005–, fue alcalde y escribió el libro Galera: treinta siglos de Historia, junto al historiador Jesús María García Rodríguez. El bueno de Jesús me contaba en su escritorio: Después de la Guerra Civil, tu bisabuela vino al pueblo montada en una
burra, con un fajo de billetes de la República, y mi padre se los fue cambiando
por los billetes nuevos de la Dictadura. Otro día tuvo el detalle de
entregarme una octavilla, escrita a máquina por él, con la fecha de la llegada
de mi bisabuelo a Galera. Dice así:
“En el Libro Capitular de Actas del Ayuntamiento de Galera del año 1.902, en la
del día 30 de Diciembre del mismo año aparece, entre otros asuntos, que: Desde
Huéscar, se viene de vecino a Galera, Leandro García-Fresneda Rallón (sic)”. Don Andrés Fernández (falleció unos años
después que su hermano Jesús) fue mi
primer maestro en Castilléjar. Venía en la moto desde Galera a dar las clases. |
Arriba, el nicho de mi bisabuela Mercedes
Imágenes del cementerio de Galera |
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Después visité el nicho de Carmen Reche –hermana de la Tía María, la madrastra de mi madre Adoración. Cuando esta nació, su madre murió a consecuencia del parto–,
que murió hace unos dieciséis años. La primera vez que vi su rostro, en el portarretratos
del nicho, me emocioné y lloré. ¡Pobre
Carmen, enviudó pronto y se quedó
sola pero tenía un corazón de oro! Cuando yo la visitaba me contaba anécdotas
de mi familia materna de Orce, era
un manantial de recuerdos y le cogí cariño. Un poco más allá encontré el nicho
de mi tía Carmen García-Fresneda, que murió en diciembre de 1994, dos meses
antes que mi madre. Cuando Carmen se
enteró que tenía cáncer, fue a visitar el
nicho de mi padre en el cementerio
de Granada y allí se hartó de llorar. Un poco más allá, debajo del viejo pino,
está enterrado en una fosa común –donde
fueron apilando como
fardos a los fusilados de la Guerra Civil– mi bisabuelo Leandro, mi padre siempre
lo recordaba con mucha nostalgia. Nació en 1862 (al presidente Linconl, de los Estados Unidos, lo
asesinaron en 1865) y murió en diciembre de 1937, a la edad de 75 años, de un
infarto. Aquí yacen para siempre, junto a otros galerinos, debajo de la única carrasca del cementerio, sin una triste lápida para poder rezarles una
oración.
Enterrados, debajo del viejo pino
El nicho de Ángeles Domingo
Cerca se encuentra el nicho de mi prima Ángeles Domingo (fue como una hermana
para mí), hija de Carmen, que murió
en febrero de 1995, con 45 años. En la foto oval sale con un pañuelo rojo en el
cuello y en la lápida destaca una frase que habla de su mirada tranquila y de
su eterna sonrisa. Dos metros más arriba está el nicho de su padre, Pepe Domingo (componía coplas de ciego
y las recitó en el Teatro de Castilléjar, a comienzos del siglo),
que murió seis meses después posiblemente porque no pudo soportar la pérdida de Ángeles. No encontré la lápida de mi tía Mercedes y de su marido Aurelio,
que fallecieron en 2010 y 2013, respectivamente. Cuando iba a Castilléjar me quedaba en la casa de
ellos, en Galera, recuerdo que siempre
que me saludaba mi tía, decía: ¡Qué
giro! (¿dónde vamos?), un modismo de la comarca de Huéscar. Mi hermano mayor,
que también se llamaba Leandro,
murió de bronquitis en 1952, con casi dos meses de vida. Fue enterrado en una
fosa pero nadie de mi familia sabe dónde se encuentra. La mortalidad
infantil era muy alta en aquellos años de racionamiento y en 1953 empezaron a
poner las primeras vacunas a los niños, a nivel mundial.
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Cementerio de La Alquería |
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Tumba de los abuelos de Custo Pinteño |
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La ermita de San Isidro |
Después de comer
nos dirigimos a La Alquería y
recorrimos la larga calle principal, donde se alinean las casas. De aquí
procede la familia de mi abuela Blasa
Domínguez Navarro (ignoro si queda algún familiar suyo), así como la numerosa
familia materna de Custo Pinteño
Domínguez, por lo que su madre y mi padre eran primos segundos. Custo y sus hermanos tienen bancales
por debajo de las Cuevas del Mosco,
igual que mis hermanos y mis primos, porque antiguamente fueron propiedad de la
familia de los Domínguez. Hicimos algunas
fotos del cementerio de La Alquería y de
la vistosa ermita de San Isidro Labrador (parecida a la ermita de la Virgen de Lourdes, de Los Carriones), y
sobre las 18 horas emprendimos el regreso a Castilléjar. En el cementerio
nuevo de Castilléjar están enterrados mis abuelos paternos, familiares y
conocidos, otro día le dedicaré un artículo.
Posdata: La última vez que
vi a mi abuela fue debajo de la Cueva Alta, le decía algo a mi padre mientras
subía por la cuesta, a la cueva que hay por debajo, a la izquierda. Iba vestida de negro
hasta los pies (mi abuelo vivía pero era la costumbre en los años sesenta), con
el pañuelo en la cabeza y solo se le veía la cara.
Aguas medicinales del Reino de Granada
https://blogdegarciacasanova.blogspot.com/2017/03/aguas-medicinales-del-reino-de-granada.html
Sendero: Castilléjar, Galera y Cortijo del Cura
https://blogdegarciacasanova.blogspot.com/2013/07/sendero-castillejar-galera-y-cortijo.html
Comentarios. 11 veces compartido
ResponderEliminarMari Triguero. En el cementerio de galera está enterrada mi abuela materna k murió de parto justo un año antes de nacer yo
Leandro. Las mujeres parían en las casas y se desangraban por hemorragias internas
Ángeles Fábregas. la cueva alta era de mi abuela paterna Rosa aranega y mi padre se crío ay y yo nací en las cuevas del mosco justo la cueva q avía un poco más abajo de la de mi abuela si no recuerdo mal ya queda poco de ella seguro q tú familia y la mía se conocían y yo de muy pequeña iba a la cueva de las paleras y a la q hoy está abandonada la la compraron unos ingleses ay vivia mi tio francisco
Leandro. Mis hermanos y yo tenemos las escrituras de La Cueva Alta y de la que está por debajo (eran de mi abuela), aunque sé que allí vivieron tus padres. La Cueva de las Paleras es de mis primos de Galera y la del inglés perteneció a mi tío Bonifacio
Loli Fernández. Hola prima ahun recuerdo cuando naciste estaba con la abuela el tío Manuel y el tío Emilio conocí a la señora blasa a Mercedes y su Marido y algunos más yo comulge en la iglesia del cortijo del cura hay una foto que estamos todos los que comulgemos y tengo una foto echa que estoy sola en el cortijo San José un saludo y para bosotros muchos besos y abrazos
Pili Fernández. Gracias por compartir esos bonitos lugares de nuestra preciosa tierra
Charo Domingo. Lo hé leído por encima y me parece un tesoro, de verdad que me quedo petrificada " por tu manera de escribir y contar la historia...ojalá más personas albergues en su corazón las vivencias y recuerdos de nuestros seres queridos y demás personas, como los llevas tú. Te debemos mucho los que quedamos por traerlos a nuestra memoria, muchas gracias
Leandro: Gracias, Son recuerdos entrañables de la infancia y de la familia,