Collège-Lycée 'Camille Sée' (Paris) |
En pleno debate sobre la formación del profesorado y su respectiva
carrera profesional en España, os voy a contar mi experiencia personal como
profesor después de haber opositado y obtenido una plaza fija. Estas
oposiciones me han permitido descubrir un sistema educativo diferente, que está
inmerso en una "refundación del colegio público". El año pasado me
presenté a las oposiciones de profesor de Educación Física, en Francia. Mi
objetivo era conseguirlas en dos años: el primero me serviría para aprender a
escribir el idioma francés, y el segundo para aprender la dichosa “disertación
francesa”, o el ejercicio de la argumentación, que ella sola representa la base
del pensamiento crítico francés. En este ejercicio de disertación no basta con
memorizar referencias teóricas o científicas, hay que justificarlas con
ejemplos prácticos sobre et terreno y sobre todo criticarla, ya que la verdad
absoluta no existe. Por suerte (y sobre todo, por trabajarlo) he podido aprenderlo
todo en el primer año y obtener así una plaza de profesor.
·
Modelo de enseñanza: basado en clases magistrales
del profesor. El alumno tiene que seguir la línea marcada por el profesor para
obtener buenos resultados, contra un sistema donde el alumno tiene que elegir
entre todas las informaciones dadas por el profesor. El alumno debe trillar las
informaciones dadas por el profesor
·
Sistema de evaluación: Uno basado en la memorización
y el examen tipo test, contra otro basado en el trabajo reflexivo y de
argumentación.
·
Formación del profesor.
En este sentido, en el modelo francés no existen líneas rojas impuestas
hacia el conocimiento, más bien multitud de caminos, enseñando al alumnado a
indagar, a buscar, a elegir y a criticar o defender aquello con lo que se está
o no de acuerdo. Algunos pueden pensar que se pierde mucho tiempo en este
proceso, pero esto es esencial para acceder al conocimiento y desarrollar la
autonomía del alumno: "El buen profesor debe crear un enlace entre el
alumno y el conocimiento para que este acceda a la noción de autonomía", y
no convertir al alumno dependiente de su trabajo. La construcción de la
autonomía se construye creando enlaces
entre el alumno y el conocimiento, que lo liberan de los enlaces entre este y
el profesor.
En mi segundo punto del análisis comparativo, entre ambos sistemas de
formación universitaria, voy a hablar de la evaluación. Cuando pienso, por
ejemplo, en los exámenes que he hecho en la universidad en España, la gran
mayoría han sido de tipo test o de opción múltiple. Es verdad que algunos
exámenes han sido de preguntas cortas o de desarrollo, pero en este caso lo que
escribo no es producto de un trabajo personal y reflexivo, sino fruto de la
memorización de las 100 o 200 páginas que el profesor de turno me ha impuesto para
estudiar. La evaluación en Francia consiste en la realización de una
disertación, donde el alumno pone en práctica su capacidad de reflexión, de
análisis y de argumentación sobre lo que ha estudiado, defendiéndolo o
criticándolo. Ya en el instituto los alumnos trabajan sobre este tipo de
producción escrita (en el colegio los alumnos se examinan en argumentación) y
en la universidad este tipo de examen persiste y se extiende a todos las
oposiciones de la función pública. Así, a mi modo de ver, esta es la diferencia más importante entre
los dos sistemas: uno (el español) nos enseña a memorizar, y en el otro (el
francés) no basta con memorizar, hay que justificar lo que se dice con ejemplos
sobre el terreno, y sobre todo defender o criticar, ya que no hay una verdad
absoluta. Con esto no pretendo que en España adopten la disertación francesa,
ni mucho menos. Pero es cierto que en la universidad no nos enseñan a escribir,
a argumentar y, sin embargo, yo creo que todo esto es la base.
- · Del tutor de terreno
- ·
Del tutor universitario o formador
- ·
Del director del colegio o instituto
- · Y del inspector, que valida o no el año de prácticas.
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