·
EVA DÍAZ
PÉREZ, redactora del El Mundo. 28 de agosto.
·
París había
dejado de ser la ciudad sonámbula, suspendida en el silencio y el miedo. Las
radios clandestinas lo habían anunciado: se acercaban los carros de
combate del general Leclerc. En las afueras ya se escuchaba el engranaje de
metales de los blindados, el avance de las tropas, el murmullo que anticipa la
victoria. París estaba a punto de ser liberada de la ocupación nazi.
Hace setenta
años de aquella epopeya, uno de los episodios extrañamente felices de la Segunda Guerra Mundial,
el comienzo del fin: la retirada de Hitler de la Francia ocupada. Esta semana
se ha conmemorado esa fiesta de la liberación con varios homenajes. Los
franceses saben celebrar las páginas ilustres de su Historia, aunque en
realidad en buena parte las protagonizaran otros. Por ejemplo, los españoles
republicanos que lucharon para expulsar al ejército alemán de París. Esos
mismos que han permanecido en el olvido durante décadas,
arrojados del tiempo y de la Historia. Durante años la historiografía francesa se ha
ocupado de restar importancia a los extranjeros que lideraron su gesta, entre
otras cosas porque había que maquillar el dudoso papel que Francia había hecho
durante la Segunda Guerra Mundial al ser ocupada y admitir la farsa de la
Francia libre de Pétain en Vichy.
Un andaluz lo narró en un libro valiente y estremecedor que permaneció
durante décadas sin editarse. Se trata de La agonía de Francia, del periodista sevillano Manuel
Chaves Nogales. Tras huir de España durante la guerra, consciente de que -como
él mismo escribió- había contraído méritos suficientes para ser fusilado por un
bando y por otro, Chaves Nogales se instala en París. Allí asiste a la caída de
Francia, que era para los refugiados el último baluarte de la democracia ante
la barbarie del totalitarismo. "Se encontraban con un nazismo vergonzante,
larvado, con el cadáver maquillado de una República Democrática en cuyas
entrañas podridas germinaba la gusanera del totalitarismo". Y aclara que
para los españoles la decepción era doblemente trágica. "Era la segunda
patria que perdíamos".
Decía Chaves
Nogales que el París de los nazis era una ciudad que "había
tomado un aire siniestro": "Tenía una luz cernida de apocalipsis, una
atmósfera cargada y espesa en la que las gentes se movían como espectros".
Otra
andaluza también fue testigo de aquella ciudad siniestra. Se trata de la
jurista y parlamentaria malagueña Victoria Kent, quien protagonizó una curiosa
historia ya que estuvo oculta en un pequeño apartamento cerca del Bois de
Boulogne durante los cuatro años que duró la ocupación de París. Kent se
escondía de la Gestapo ya que temía que la denunciaran a la policía franquista.
Por eso mantuvo una identidad falsa: Victoria Kent era madame
Duval.
Para
consolarse en esos larguísimos y tenebrosos años, Kent escribió un libro a modo
de diario encubierto: Cuatro años en París. Y anota comentarios sobre aquella
ciudad en la encrucijada de la Historia: "Se diría que la ciudad había
sido sorprendida en un momento de escalofrío". Victoria Kent, cuya misión
era alojar a niños sin familia en colonias infantiles, se refugia en los años
felices de la infancia perdida en Málaga, recuerda el sol tibio ahora en esta
fría ciudad silenciosa, el sabor de las naranjas, la dulzura de las pasas, la
cal blanquísima de las paredes. Y también se refugia en el humor. Kent observa los camiones y
vehículos alemanes pintarrajeados que circulan sin tregua por París: "A
veces, tengo que hacer un esfuerzo para no determe y reír de buena gana,
francamente, creo estar contemplando los preparativos para la romería del
Rocío".
Los días se suceden y parecen los
mismos, escucha en la radio las pesimistas noticias sobre España, observa hasta
el hastío los objetos del pequeño piso, las voces de la vida tras las paredes,
los pasos que suben por las escaleras, se obsesiona con el reloj y teme los
sueños intranquilos.
Y por fin
llega el gran día de la liberación con los tanques de Leclerc
llenos de exiliados republicanos que habían luchado contra los nazis como la última
salvación para liberar a España. Esta es la entrada que la malagueña Victoria
Kent escribe en su libro: "¿Y esos tanques? ¿Veo claro? ¿Son ellos? Sí,
son ellos. Son los españoles. Veo la bandera tricolor; son los que atravesando
el África, llegan hasta los Campos Elíseos. Los tanques llevan nombres que son
una evocación 'Guadalajara', 'Teruel', y son los primeros desfilando por la
gran avenida. París aplaude. París aplaude a los españoles curtidos en una
lucha de nueve años, que sonríen hoy al pueblo liberado. París aplaude a la
España heroica de ayer, a la España libre, democrática y fuerte de mañana.
Parece un sueño... Parece un sueño".
Con estos
españoles ocurrió lo mismo que con los que sufrieron en los campos de
exterminio, aquellos que llevaban un triángulo azul con un S de spanier, de rotspanier (rojos españoles). Los
supervivientes regresaron a sus países porque había un país que los
reclamababa, pero España era de Franco y los republicanos vencidos no tenían
más opción que el exilio. Fueron los apátridas, los sin tierra, los
más derrotados de todos los derrotados.
Pero
regresemos a esa mañana de agosto en la que el general Leclerc entra con la
Nueve -9º Compañía de la Segunda División Blindada de la Francia Libre- llena
de republicanos españoles para liberar París. Son muchos los que protagonizan
este episodio como el valenciano Amado Granell o los quellegan hasta
el cuartel general de Von Choltitz, encargado de la defensa de París. Son el
extremeño Antonio Gutiérrez, el aragonés Antonio Navarro y otro andaluz, el
sevillano Francisco Sánchez quienes lo detienen. Choltitz creyó que eran
franceses, pero se dio cuenta de que lo habían derrotado unos españoles. Aunque
eso aparezca en pocas historias.
Hace unos
días la web www.todoslosnombres.org, que se ocupa de rescatar
las historias de olvidados y desaparecidos del franquismo, la Guerra Civil y el
exilio, recuperó la extraordinaria historia de otro
andaluz que participó en la epopeya de la Nueve: Manuel Pinto Queiroz-Ruiz, más
conocido por su seudónimo Manuel Lozano. Era hijo de un barbero anarquista y
trabajó como obrero en las viñas jerezanas. Su vida -que relató Laurent Giménez
en 1985 en Agosto 1944. Los españoles en la Liberación
de París. Testimonio
de un anarquista español- sigue el manual para el asombro de tantos personajes
que protagonizaron estos tiempos salvajes.
Manuel
Lozano se exilió en Orán en 1939 pero es arrestado e internado en varios campos
de concentración de Argelia y Marruecos. Finalmente es liberado cuando las
tropas angloamericanas ocupan el Norte de África y se incorpora a los Cuerpos
Francos de África. Así llega a Francia con la División Leclerc en la Novena. El
24 de agosto de 1944 es el primero en entrar en París, ciudad donde muere en el año 2000.
Pero ¿quién ha recordado su historia?
En el
cementerio de Père Lachaise de París hay un monumento dedicado a los españoles
que lucharon por la liberación de Europa y a los que sufrieron en los campos de
exterminio. El memorial se realizó en 1969. En París el Memorial Leclerc en el
barrio de Montparnasse recuerda el heroico episodio de la liberación, pero las
referencias a los españoles son mínimas y eclipsadas por el papel de los franceses que con la
victoriosa liberación y el papel de la resistencia intentaron borrar la
vergüenza de la Francia de Pétain.
Republicanos españoles en Le Perthus.
Esa Francia que recibió a los
republicanos españoles en campos de concentración. Así fue la respuesta que el
país que había sido ejemplo y símbolo de la democracia ofreció a la moribunda
República española: los campos de Saint Cyprien, Argèles-sur-Mer, Gurs, Le
Perthus, Septfrand o Bacarés.
Otro
andaluz, Manuel Andújar, que padeció el infierno francés de Saint Cyprien y lo
narró en Saint Cyprien, plage, campo de concentración(1942), comprendió que la
única forma de que no se olvidara su historia colectiva era escribirla. En el libro El
exilio español de 1939 recordaba con pasión y rabia el papel de los desterrados españoles en la
Historia: "Las legendarias hazañas bélicas, la convulsa geografía de los
combates -Narvik, Tobruk, estepas y ciudades rusas, Indochina, resistencia
francesa, los primeros tanques de Leclerc, tripulados por españoles en la
liberación de París- unidas están para siempre en la Historia al denodado
esfuerzo de los hombres de la España liberal, la expatriada. Su aportación
también a raudales -cenizas, cadáveres, indelebles torturas- en los campos de
concentración y exterminio nazi". No es demasiado tarde para contarlas
¿no?
2 » Comentarios
1. Cecilio Gordillo GiraldoCecilioGordillo01.sep.2014 | 08:33
#1
Cuanto trabajo "nos" queda aún por hacer Eva. Aunque algunos
dicen que esto debería ser, también, un trabajo del Estado. jajajaja
Valorar
2. boreas02.sep.2014 |
11:08
#2
Si el partido Popular tuviera de verdad respeto a la democracia, se tomaría
más en serio el valor de estas personas, que ellas si que dieron un ejemplo de
patriotismo y de coraje, luchando y muriendo defendiendo muchas de las cosas de
que gozamos ahora, incluso que el PP sea un partido demócrata y pueda
participar en unas elecciones, a ver si se aclaran, si eran rojos pero
españoles de verdad.
casano03.sep.2014 | 12:20
#3
Miles de exiliados españoles vivieron después en Francia, los imagino en París y en otras ciudades pasando muchas faltas. Hoy, sus hijos son franceses. En el cementerio de Père-Lachaise están enterrados el expresidente de la República, Juan Negrín, Largo Caballero y la fotógrafa Gerda Taro, que fue la pareja de Robert Capa, a quien España le debe tantas fotografías de la Guerra Civil que dieron la vuelta al mundo. En el cementerio de Montparnasse estuvo enterrado el pintor Manuel Ángeles Ortiz. Después de todo, Francia ha sido nuestra segunda patria, cuando las cosas iban mal en España.
Jolin Leandro que blog mas completo, es cuestión de ir poco a poco mirándolo , creo que vale la pena mirarlo tiene que ser muy interesante, con tanto recuerdo que plasmas en el, una pregunta, el blog lo haces y luego ledas paso , o pones cada día algo, es mi duda , gracias Leandro,saludos ,Antonio
ResponderEliminar