domingo, 12 de mayo de 2024

CARTAS DE ADELA

 



El 25,8% de defunciones en España, en 2022, se debieron a tumores



Queridas personas de este maravilloso mundo invisible a los ojos de muchos. Mi nombre es Adela y tengo cáncer. A mis casi 19 años de edad no puedo quejarme, puedo decir que valoro la vida, he aprendido a quererme y a disfrutar de las pequeñas cosas que la gente suele pasar por alto. El cáncer me cambió la vida. Pasé por la fase de negación, donde a los 17 años de edad quise que me emanciparan para negarme a recibir tratamiento médico. Después llegó la fase de aceptación, que me duró más o menos tres meses, donde no quería levantar cabeza, pues mi vida giraba en torno a mi cama: el no querer hablar con nadie y el dejarme hacer sin ser partícipe del tratamiento. Poco después de cumplir los 18 y de tener un cuadro difícil en casa, reaccioné y entré activamente a preocuparme por mi salud, por cada cosa que me hacían o cada propuesta nueva que me ofrecían.

Fueron cinco quimioterapias distintas, una de rescate, radioterapias con quemaduras graves que me llevaron a la UCI por una septicemia… Un ensayo clínico fallido en Navarra y un deseo inmediato de morir, al sentir que las fuerzas me faltaban. Hoy por hoy sigo en tratamiento, metida en un ensayo clínico en el que pocos confían, luchando por tener una vida que poco a poco veo más cerca. La teoría del cáncer se conoce: células tumorales que se multiplican de forma descontrolada y… bla, bla, bla. Eso lo sabe mucha gente. Pero lo que poca gente sabe es cómo se vive por dentro. El cáncer te va matando, tanto de forma literal, infectando cada parte de tu cuerpo, y también emocionalmente, cuando el miedo te invade: la muerte está presente en tus pensamientos cada día y el dolor de los tratamientos se hace insoportable. También está el dolor de ver sufrir a los que te rodean, ver como sufren tu misma batalla de una forma distinta pero igual de dolorosa.

Para saber qué siente una persona con cáncer tienes que sufrirlo, porque por muy bien que expliques el dolor o intentes hacérselo llegar a alguien, nunca entenderá la magnitud y fuerza con la que ataca hasta que lo vive. Por suerte yo tengo una amiga. Una amiga que hace suyo mi dolor y que forzosamente ha pasado de marearse con las agujas, a ponerme la morfina como si fuera una experta. Una amiga que ha pasado noches sin dormir por mí, que ha movido cielo y tierra para que yo esté bien cómoda y feliz, cuando los médicos me daban meses de vida. Una amiga que me ha levantado del suelo cuando me he caído (literalmente hablando) y que ha caminado por mí cuando los ánimos estaban en el suelo. Aún hoy sigue al pie del cañón, sin dejarme caer, y manteniéndome siempre positiva (nada fácil después de 15 meses con cáncer y decirme que estoy en fase terminal).

Sin ella sé que yo no estaría aquí para celebrar el Día Mundial del Cáncer. Sin ella sé que me habría hundido hace mucho tiempo en un pozo sin salida. Sin ella puedo decir que nada de esto tendría sentido, porque sin haber sufrido cáncer me ha mostrado las cosas buenas que tiene la vida (y creedme que son muchísimas). Como consejo para todos, os digo que valoréis cada pequeña cosa que tenéis porque esas cosas pequeñas son grandes cuando faltan. Yo no valoraba nada hasta que sentí que las perdía y por suerte sigo aquí para darles la importancia que merecen. El simple hecho de cerrar los ojos y sentir los rayos del Sol en la cara… El olor a playa una noche de primavera… O el simple abrazo, sin saber si será el último o no, de alguien a quien quieres. Valorad la vida porque la frase de que solo hay una es cierta. Y nosotros somos los que escribimos el final de nuestra historia. El final de mi historia todavía no está escrito pero el cuerpo, que es lo que da vida a la historia, sí, y lo estoy llenando de cosas buenas y bonitas. ¿Y a ti, te gusta el guion de tu vida?

   6 de febrero de 2017

 

Hospital de Vich



Buenas noticias. Buenas tardes, cáncer, te noto agotado. Yo también lo estoy, no sufras... Pero tranquilo, yo por mi parte sé que el miércoles ya estaré mucho mejor. Buenas noticias para mí con el tema de la medicación, aquí en el MD Anderson. Son unos cracs y gracias a su profesionalidad los efectos secundarios son mínimos. Ayer cuando llegué empezaron a ponerme de todo, ya no quiero ni preguntar para qué sirve cada ampolla que me ponen por el port-a-cath, pero sé que es para vómitos, dolor y mil efectos secundarios más que suelen tener estos tipos de tratamiento. Gracias a eso solo han sido unas siete horas de malestar y un poco de dolor, desde las 6:30 hasta las 13:00 horas que he empezado a encontrarme mejor. Y como no hay reacción alérgica ni nada por el estilo, me hacen la infusión más rápida y la acabo en 36 horas en lugar de las 48 que fueron la última vez, por lo que mañana a las 12 del mediodía termino y, si todo ha ido tan bien como hoy, podré irme a las tres para casa, que en helicóptero son unos 40 minutos aproximadamente.

De ánimo, desde ayer que hablé con E y lloré mucho, estoy muchísimo mejor. Es como si me hubiera sacado un enorme peso de encima y hubiera hecho un reinicio. Como volver a empezar de nuevo, partiendo desde un cansancio lógico y normal, pero con el vaso vacío. Ahora sé que queda mucho para que el vaso vuelva a colmarse y que vuelva a estar como estuve, y también he aprendido que mejor no esperaré a que se haga añicos el vaso, sino que cuando rebose quitaré todo el agua desde un principio sin esperar a ver cuánto aguanto. Pero sí, creo que estoy mucho mejor que tú, cáncer. Me duele la cabeza pero lo asocio al llanto de ayer. Y el cansancio creo que también es normal porque ayer, entre el llorar hasta las tantas y el despertarme a las seis y media..., juegan un papel importante. Voy a ver un poco la televisión y luego quizá pinte un poco mientras traen la cena. La calma ha vuelto de nuevo, vuelvo a sentir la tranquilidad y el optimismo vuelve a mí...

… 5 de abril de 2017


 Hace unos días, le escribí a la amiga que me proporcionó estas cartas: De casualidad he encontrado las cartas, ¿sabes si Adela se curó del cáncer? Y me responde: Sí, del todo, solo sé que estaba trabajando y vivía en un apartamento.

 

Posdata: El nombre de la autora es ficticio pero las cartas son auténticas.

7 comentarios:

  1. Querido amigo Leandro:
    Así es, todos tardamos casi una vida en darnos cuenta de la importancia de las pequeñas cosas, y cuando las descubrimos ya es tarde para dar marcha atrás y poder disfrutarlas. Solo nos quedará el consuelo de disfrutar las que se nos presenten en adelante.
    Un abrazo.

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  2. Amigo Roberto, la salud la tenemos ahí con nosotros sin darnos cuenta de su valía. Hasta que algo falla y todo cambia de forma radical: un accidente, un ictus, un tumor...

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  3. Comentarios de Facebook. Flora Román. Tristes pero con un final feliz !... Hace 25 años lo superé, nunca se olvida y quedan secuelas físicas y psicológicas...
    Leandro. No lo sabía, hace poco un amigo me decía que superó el cáncer de pulmón y hace un año falleció otro amigo de cáncer de próstata
    Máxima Iglesias V. Adela es una persona que lucho contra su maldita enfermedad, y después de unos años de casi tirar la toalla, hoy día vive y disfruta de la vida y logro vencerla.
    Leandro. Tú la conoces mejor que nadie y esta historia real te la debo a ti

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  4. Ángeles Fábrega. Desgraciadamente ay muchísima gente q fallece !! Pero siempre ay q luchar y nunca tirar la toalla siempre luchar
    Emilia López M. Eso había barruntado yo cuando murió mi madre, sabía que en Galera había fallecido mucha gente joven antes que mi madre. Ella murió con 67… Mis padres murieron de cáncer los dos. Ya hace 22 años mi madre y 18 mi padre.
    Leandro. Mi padre también falleció de cáncer, con 58 años

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  5. Siempre he apreciado las pequeñas cosas, no he necesitado llegar a padecer cáncer para darme cuenta de cuánto vale levantarse cada mañana. Pero había muchas que ni se me ocurría que pudieran perderse, como darse media vuelta en la cama o beber agua. Cuando llegó el cáncer y, después de meses de angustia, la extirpación quirúrgica y un postoperatorio problemático, comprobé cuánto vale la libertad de poder rascarse, andar, tragar... Mínimas acciones básicas e imprescindibles para vivir. Del dolor se aprende. Yo, lo primero que he aprendido es a no quejarme; que el cáncer me ataque a los 67 no es tan grave; lo malo, lo peor, es sufrirlo en niñez o juventud. Se precisa voluntad de vivir y aceptación, pero, no olvidemos el papel fundamental del sistema sanitario. Y el apoyo familiar y de los amigos; contar con personas que te quieren y te ayudan es decisivo.

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  6. Preocupante y terrible el hecho de que el cáncer ataque cada vez a gente más joven. Cierto que los avances médicos nos permiten la esperanza y la supervivencia, pero paralelamente aumentan las sustancias y exposiciones cancerígenas.
    Yo he sido consciente, desde siempre, del valor de las pequeñas cosas, pero hasta que no padecí el cáncer (sigo siendo enferma oncológica), no supe cuánto se puede perder. Cuánto vale darse media vuelta en la cama, o rascarse la nariz o lavarse las manos sin ayuda. Primero la cirugía, luego el postoperatorio, la radioterapia, la quimio... Fases de un proceso largo y duro en el que se precisa voluntad de vivir, pero además un sistema sanitario eficiente; no olvidemos que la voluntad por sí sola no basta, es imprescindible una buena asistencia médica. Y personas que te quieran y te atiendan, en las tareas cotidianas, pero también en la proyección de futuro.
    Cuento mi punto de vista, por si pudiera valerle a otras personas. Mi mayor sufrimiento tuvo lugar en los primeros meses; se sabía que había un tumor maligno, pero, por diferentes circunstancias, la operación no llegaba; fueron seis meses de terrible angustia. Después, a pesar del sufrimiento físico, lo viví mejor; por fin atacábamos al enemigo y yo sabía qué hacer y a qué atenerme. Se necesita paciencia y voluntad, asistencia y amor. Afortunadamente,
    dispongo de todo ello.

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  7. Recuerdo que alguna vez te escribí un comentario para animarte en tu lucha contra el cáncer, y más o menos sería así: “Piensa que hay miles de personas que están luchando contra el cáncer y muchas en peor situación que tú”. Te voy a contar esta anécdota que me viene a la mente. El doctor Candel escribía en Facebook, casi a diario, cómo iba evolucionando el cáncer que padecía, en el hospital. Un día escribió que había pasado una noche fatal y por lo que contaba se notaba que estaba en la fase terminal, aunque él se daba ánimos y nunca se rindió. Entonces pensé en escribirle, decirle cualquier tontería para animarle, pero lo dejé para después y como la memoria me falla más de la cuenta... Dos días después falleció y fue entonces cuando los granadinos comprendimos su valía y cuánto le debíamos. Y yo sentí su muerte.
    Copio algunas frases tuyas, que pueden servir de guía a muchos: “…comprobé cuánto vale la libertad de poder rascarse, andar, tragar... Mínimas acciones básicas e imprescindibles para vivir. Del dolor se aprende. Yo, lo primero que he aprendido es a no quejarme… Y el apoyo familiar y de los amigos; contar con personas que te quieren y te ayudan es decisivo… Se necesita paciencia y voluntad, asistencia y amor. Afortunadamente,
    dispongo de todo ello”. Un abrazo, Josefina

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