domingo, 21 de octubre de 2018

EPISODIOS HOSPITALARIOS I





Madrugada en Hospital Virgen de las Nieves




El 8 de junio de 2009, a las 17:40 horas, estoy citado en el Hospital Clínico de Granada, para que me hagan una colonoscopia. Un joven, de unos veintitantos años, también está esperando, acompañado de su mujer, para que le hagan una endoscopia. Lo llaman pero sale en un par de minutos. “Cuando me meten el tubo por la boca, me entran ganas de devolver y les he dicho que no quiero hacerme la endoscopia”. Entre unos y otros intentamos convencerlo, pero el joven no cede y al final se marcha. Seguidamente, entro en una habitación pequeña –como una sala de curas– para que me hagan la colonoscopia. Siguiendo las instrucciones de la enfermera, me desnudo, me pongo una bata abierta por atrás y me tumbo de lado en una camilla. La enfermera me pincha varias veces en el dedo pulgar para ponerme el suero y, acto seguido, el facultativo me introduce el endoscopio por el ano. El aparato consta de una pequeña cámara y al mismo tiempo va soltando aire en la tripa para que se vaya abriendo, aunque de todo esto me enteré después. Conforme avanza el endoscopio en el intestino, los dolores son atroces y en mi vida he gritado tanto como esa tarde. Me armé de valor y le dije al médico de digestivo que aquello parecía un matadero, pues ni siquiera me habían anestesiado, y que prefería dejar la exploración para más adelante. El facultativo me explicó que el Servicio Andaluz de Salud no tenía dinero para pagar a un anestesista y ni siquiera para la anestesia. “Pero, sí tienen dinero para costear operaciones de cambio de sexo”, le respondí secamente. Entonces, intervino la enfermera diciendo que ya no se hacen estas operaciones (siguen haciéndolas). “No te preocupes, que te ponernos la sedación”, me dijo el médico tratando de tranquilizarme. La enfermera me puso en la muñeca una inyección, pero al poco sentí un dolor fuerte. “La sedación duele un poco al principio, pues la vena de la muñeca es estrecha…”, me advirtió. Sin embargo, el dolor era cada vez más insoportable, peor aún que el de la colonoscopia, hasta que le dije: “Pero, no se da cuenta que tengo la muñeca hinchada”. Y es que me había inyectado él sedante fuera de la vena.

Pero mis penalidades no acabaron aquí. Al poco, tuve que avisarle de nuevo a la enfermera de que la goma del suero estaba llena de sangre, pues, al agarrarme con fuerza a la cama, a causa de los dolores que me provocaba la sonda en el intestino, la sangre había inundado la goma. Al final soporté la colonoscopia, sin sedación y sin suero, pero mayor torpeza y brutalidad no se puede pedir. El médico de digestivo se excusaba diciendo que mi intestino tenía muchas curvas y que por eso me hacía daño. ¿Y qué intestino no tiene curvas? Creo que la exploración duró unos 15 minutos –aquello era peor que los dolores del parto–, hasta que el médico me dijo que todo había salido bien, que no tenía nada y hasta dentro de cinco años… Vamos, que salí de aquel matadero pensando que había vuelto a nacer.

Unos días después, llamé por teléfono al paciente de 65 años que entró después que yo, pero su hija me informó que le perforaron el intestino y tenía que estar hospitalizado una semana. La semana anterior, el hombre había adelgazado ocho kilos, pues cuando uno lee la información que te dan sobre la colonoscopia (con o sin polipectomía o sedación), te entra pánico: “La administración de la misma es realizada por médicos no anestesistas”. El día anterior tienes que beberte, en siete horas, 16 sobres en cuatro litros de agua; y el día de la exploración hay que meterse un enema de un cuarto de litro, por detrás. En las instrucciones, te informan de una serie de complicaciones y riesgos (perforación, hemorragia interna, trastornos y complicaciones cardio-pulmonares…), y piden el consentimiento firmado del paciente. Al final, te entra el miedo en el cuerpo y se te quitan hasta las ganas de comer. Yo lo pasé fatal, pues sólo dispones de la información escrita, mientras que los médicos no te dan información.

De casualidad me enteré que, en la 5ª planta del Hospital Clínico, tienen un quirófano para realizar la colonoscopia, con anestesistas y facultativos, que trabajan por las tardes y se las pagan como horas extras. “Eso de que el SAS no tiene dinero para pagar a un anestesista por las tardes, ni siquiera para anestesiar a los pacientes en una colonoscopia, es un cuento”, me dijo un profesional que conoce el tema. Llama la atención que, en el Hospital Virgen de las Nieves, hay una lista de espera de unos tres meses para que les hagan una colonoscopia a los pacientes, mientras que en el Clínico no tardaron ni veinte días en atenderme. Aquí se apunta cualquiera a hacer horas extras por la tarde, aunque no tengan los medios más elementales para ello (sin anestesia), a la vez que ponen en riesgo la salud o la vida del paciente. Una sala pequeña, con una camilla, una enfermera que no sabe ni poner una inyección y un médico de digestivo, que te mete el endoscopio por el ano como si fuera una manguera (si lo hace lentamente, apenas te causa dolor), y no se conmueve ante los alaridos del paciente, mientras se excusa diciendo que no tienen anestesia. Nada de extraño tiene que más de uno termine con el intestino perforado y los demás estemos dando gracias a Dios.








4 comentarios:

  1. Buenoas Leandro esta prueba es bastante dolorosa, pero si la hacen sin anastasia a mi me la han hecho y no me entere, me anestesiaron cuando desperte le dije que cuando me la vais a hacer y me dijo que ya esta, así que en cada sitio es diferente, pero a secas no me imagino lo malo que tiene que ser.

    ResponderEliminar
  2. Buenos días, Antonio. La colonoscopia fue como la describo aquí. Hace unos días me escribió una amiga de los senderos y me dijo que a ella también se la hicieron sin anestesia, hace unos años, y la describe como horrible. Esto viene en Episodios Hospitalarios II, sabían el daño inmenso que hacían pero se ganaban un buen sueldo comportándose como unos animales

    ResponderEliminar
  3. Desde luego ... solo he sufrido una endoscopia sin sedación y pasado mañana me harán otra. Como pretendan hacérmela sin sedar otra vez ya pueden buscar otro lugar donde meter el tubo que salgo por patas y no me encuentran ni en Sebastopol.
    Mis colonoscopias por suerte incluyeron sedación. Aunque en la segunda se tomaron a chirigota lo de que soy asperger y hasta me agarraron la cabeza gritando "¡Pero quieres mirarme a los ojos!" porque no entendía cómo querían que pusiera el culo, ni le veo sentido a que por el hecho de mirar su cara fuese a comprenderlo mejor.
    A veces la suerte nos acompaña y no sabemos cuánto. Otras no tanto y ... pasan cosas muy desagradables.
    Bueno, siempre nos quedarán los blog para desahogarnos, ¿no?

    ResponderEliminar
  4. Hace varios años, a mi hijo le hicieron la colonoscopia en un hospital público de París, con sedación, mientras aquí la hacían los herreros. Hoy ya la hacen con sedación, gracias a Dios y porque la misericordia y el presupuesto da para anestesia

    ResponderEliminar