En la madrugada del día 13 de diciembre de 2015, tuve unos sueños de pesadilla. Resulta que estoy con mi madre en un hospital de Granada –ella falleció en febrero de 1995–, el ascensor marca ya la planta -15 y en la siguiente nos bajamos, creo que indicaba la letra P. Mi madre y yo estamos muy preocupados porque estamos a mucha profundidad, pero ya no recuerdo más del sueño ni el motivo de por qué estábamos en el hospital. También soñé con mi hermano pequeño, y tampoco puedo precisar ni dar más detalles porque se difuminan al poco de despertar. Sin embargo, el día anterior le estuve hablando a mi mujer de mi hermano y puede que por eso soñara con él. El siguiente sueño fue que me despierto y compruebo en el despertador que es la una y media de la madrugada, entonces me desespero porque ya no voy a poder conciliar el sueño de nuevo y presiento que me espera una noche muy larga. Lo cierto es que me desperté más tarde, a las 4:30 de la madrugada y entonces pensé que ya no iba a dormirme otra vez.
Sin embargo, estuve en duermevela hasta que el
despertador sonó poco después de las 6 horas y entonces me levanté. Me daba
cuenta de que soñaba verdaderas pesadillas pero, al despertar, por primera vez
vi el lado positivo: los sueños nos hacen recordar o revivir historias y
personajes del pasado, que están guardados en nuestro subconsciente. Benditos
sueños que nos traen del más allá a nuestros padres, familiares y hasta
personajes de nuestra infancia, con los que compartimos unos instantes fugaces,
a veces en situaciones absurdas e o inexplicables, en un total desorden. Hace tiempo que leí ‘La interpretación de los
sueños’, de Sigmund Freud, y lo único que saqué en limpio de los razonamientos
del siquiatra vienés es que siempre soñamos con alguien que hemos estado, o
recordado, las veinticuatro horas antes.
La explicación que encuentro a que yo soñara con mi
madre, en un hospital de Granada, es la siguiente: el próximo 27 de diciembre
va a hacer 38 años de la muerte de mi padre, en el Hospital Clínico. Aunque,
también pienso que fue un sueño breve con mi madre, en un momento tenso. Me han
ocurrido estas dos curiosas anécdotas, relacionadas con mi padre. Hará unos
ocho años que empezó a andar un antiguo reloj de bolsillo (lo guardo como
recuerdo suyo), en el aniversario de su fallecimiento y precisamente sobre las
16 horas cuando expiró. Es demasiada casualidad que se pusiera en marcha el
reloj de cuerda, cuando siempre ha estado parado. Aquel tic tac hizo que me acordara
de mi padre. Hace dos años volví a caer en la cuenta de su aniversario porque, al
dejar de escribir en el ordenador y girar la cabeza, mis ojos se clavaron en el
extraño reloj de bolsillo, que se encuentra tras el cristal de un armario. ¿Son
puras casualidades o es que el ánima de mi padre trata de llamar mi atención o
quiere decirme algo? No creo demasiado en el más allá, pero algo debe de haber.
Mi padre murió de un cáncer de estómago, con 58 años y
sin hacer testamento, como es natural a esa edad. Más tarde fue necesario hacer
una serie de trámites, como la declaración de herederos y mucho papeleo… La
muerte de los seres queridos, y especialmente de nuestros padres, nos coge
siempre desprevenidos y esto hizo que yo apreciara más a mi padre, cosa que no
había sabido hacer en vida. A partir de entonces soñé con mi padre muchas veces
durante más de un año y la historia se repetía una y otra vez, con algunas
variantes: yo trataba por cualquier medio de decirle que le quedaba poco de
vida para que hiciera el testamento, arreglara sus cosas y se despidiera de la
familia y de sus amigos. Soñaba que estábamos sentados en la mesa camilla o en otro
sitio, pero, cuando le iba a confesar la enfermedad que tenía, siempre me
despertaba. Más o menos, los sueños eran así.
Tras su muerte me había quedado un cierto sentimiento
de culpa, por no avisarle o quizá por no saber comprenderlo, hasta que un día
se me encendió una bombilla en el cerebro al levantarme por la mañana. Era uno
de esos pensamientos volanderos que a veces se instalan en tu mente, sin
haberlos buscado. Este fue el razonamiento tan simple que me convenció, aunque
lo había tenido delante de mis narices: si mi padre se hubiera enterado que
tenía un cáncer de estómago y que le quedaba un año de vida, como pronosticó el
especialista, se hubiera muerto de pena mucho antes, con lo aprensivo que era. Sí,
fue mejor que no supiera nada. A partir de aquel día, ya no volví a soñar más con
mi padre tratando de avisarle para que arreglara las cosas y se despidiera de
los seres queridos y de Castilléjar, la tierra que tanto amó. Años después, recuerdo
que murió de cáncer el exministro Francisco Fernández Ordóñez. En las últimas
fotos se le veía bastante delgado y la chaqueta le quedaba holgada. El médico y
la familia se encargaron de decirle que la delgadez se debía a problemas
intestinales y de esta forma no llegó a enterarse de su enfermedad.
No haría un año de la muerte de mi padre, cuando mi
madre y yo fuimos a visitar a mi abuelo, en el Cortijo del Cura, pues se
encontraba postrado en la cama y ya no salía a la calle. En un momento dado el abuelo
me preguntó por mi padre –con el que no se hablaba– y yo, con toda la inocencia
del mundo, le dije la verdad: “Pero, ¿no se ha dado cuenta de que mi madre va
vestida de luto?”. Lo único que recuerdo es que una enorme lágrima brotó de su
ojo izquierdo y que casi fue instantánea mi respuesta y su reacción emocional. Es
la última imagen que se me quedó grabada de mi abuelo, porque falleció poco
tiempo después, pero siempre tuve la pesadumbre de haberle informado de la
muerte de mi padre, que con tanto celo mis tíos le ocultaban. Nadie me previno,
pero mejor hubiera sido no decirle nada en sus últimos días y evitarle el
sufrimiento.
Os deseo a todos que paséis una Navidad en paz y en familia.
Menudo desayuno Leandro, bonito y doloroso al mismo tiempo eso queda para ti solo , lo de el reloj es coincidencia, pero dudosa no se sabe nunca lo que hay detrás de nosotros, esta en el aire, pero no se descubrirá nunca por que si fuese así nos volveríamos locos todos, lo que no me a gustado es que muriera tan joven si lo savia que lo dudo, fue una putada para vosotros, lo siento.
ResponderEliminarFELICES FIESTA PARA TODA TU FAMILIA.
Me ha costado lo suyo redactar el artículo e hilvanarlo, pensar en el antiguo reloj de bolsillo de mi padre. Pero te das cuenta de que, hasta que tus padres, amigos, etc., no fallecen, no sabemos valorar el papel que ellos juegan en nuestra vida. No nos paramos a pensar antes, sino que reaccionamos cuando ya es demasiado tarde. Espero que pases estos días en compañía de Juli, de tus hijos y nietos
ResponderEliminarHoy me he dedicado a dar un paseo por tu Bloog y me ha encantado todo cuanto voy leyendo. Un abrazo amigo Leandro, voy a seguir con mi paseo por tus letras.
ResponderEliminarGracias, Esperanza, siempre me sorprendes. A ver si me dices cómo comento en tu blog, pues lo he intentado varias veces
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