 |
Aspecto de la excavación. Foto de
MEMOLab |
RESUMEN
A
finales de julio de 2022, la olvidada
villa de Castilléjar
se despertó con un castillo y el acceso a las cuevas de la Morería, a través de
una antigua cueva comprada por el Ayuntamiento. Atrás quedaban siglos abandono
donde las cuevas se han ido desmoronando en medio de la total indiferencia. “Hay
restos visibles de la torre, el Murallón… Será visitable, recuperando así la
historia de Castilléjar. La idea es asomarnos a la Morería”, decía el arqueólogo
José María Martín Civantos, encargado de la excavación, con el equipo MEMOLab, de la UGR.
Destacar también la subvención de la Diputación.
1. CONTEXTO HISTÓRICO
Gabriel M. Cano García afirma en la introducción de su libro “La comarca de
Baza”, editado en 1974: “La comarca de Baza sólo era un pieza tributaria donde
no había qué invertir. ¿Para qué? ‘Son gentes sin remedio, descendientes de
moros, que viven en cuevas y no les gusta el trabajo’. Y así se ha llegado a
una situación de extremo subdesarrollo (...) y, sobre todo, por medio de la
emigración, que en los últimos veinte años ha reducido a la mitad los efectivos
demográficos”. Es tremendo lo que escribía el catedrático Cano García, pero han
pasado 47 años y las cosas siguen igual porque las comarcas de Baza y Huéscar
son de las más pobres de la Unión Europea. Si nos remontamos a la expulsión de
los moriscos, entre los años 1571 y 1609, Hurtado de Mendoza escribe en la “Guerra
de Granada”: “Quedó la tierra despoblada y destruida, vino gente de toda España
a poblarla y dábanles las haciendas de los moriscos por un pequeño tributo que
pagaban cada año”. Pío Caro Baroja calculaba que la población morisca en
el Reino de Granada ascendía a unos 300.000 habitantes y que la mitad de ellos
fueron expulsados, mientras que Antonio Domínguez Ortiz reducía a 80.000 los
deportados. Esto supuso el abandono de las tierras de agricultores expertos, de
manera que Peyrón lo describió así, en 1772, cuando viajó por estas tierras: “Mientras
los moros poseían el reino, Granada era el país del mundo más alegre y mejor
cultivado; su población era inmensa, sus valles y sus montañas estaban
cubiertos de viñas y de árboles frutales, pero hoy ¡qué cambiado está!, la
población es una plaga temible para las campiñas. Cuántas colinas que no tienen
otro adorno que las plantas con que la naturaleza las cubre”. Lo cierto es que,
a pesar de la repoblación (vascos, navarros, leoneses…), en 1575, el Reino de
Granada tenía la mitad de habitantes que cuando vivían los moriscos. La
población no alcanzaría los niveles precedentes hasta el final del siglo XVII.
Al despoblamiento hay que añadir las epidemias, la crisis de subsistencia y los
periodos de sequía en los últimos años del siglo XVI.
En el artículo “Las cuevas, sus
barrios y su origen en nuestra tierra”, publicado en la revista “La Sagra”
(marzo de 1981), el historiador Vicente González Barberán escribe: “El Catastro
del Marqués de la Ensenada, elaborado a mediados del siglo XVIII, registra en
todo el término de Huéscar sólo unas 25 cuevas… El fenómeno viene de más abajo:
en mi opinión, de las Hoyas de Guadix y Baza, donde había antecedentes cueveros
anteriores al siglo XIX”. En esa época, los ayuntamientos concedieron licencias
para excavar cuevas, ante la avalancha de nuevos vecinos (los inmigrantes
levantinos) y “surgieron auténticos barrios trogloditas”. González Barberán asegura
que los moros no las usaron jamás como viviendas y que las cuevas abandonadas,
con puertas y ventanas, que encontraron los nuevos repobladores, tras la Guerra
de Granada, en los frentes de los acantilados, “son precisamente las conocidas
‘cuevas de moros’, ‘boticas de los moros’ o ‘hafas’ (en Benamaurel las llaman
así)”. El historiador aclara que estas grutas son frecuentes en la zona
oriental de España, como Granada y Almería. En el estudio “Arquitectura
subterránea”, de Lasaosa Castellanos y Ron Cáceres (1989), en referencia a
Castilléjar, dice que “la población que vive en cuevas es aproximadamente el
50% de sus habitantes”. Entonces había 239 cuevas y casas-cueva, pero a causa
de la emigración muchas se encontraban abandonadas y “una cantidad elevada de
cuevas que no se han contabilizado al haber quedado ya relegadas por la casa”.
 |
Cuevas
de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor |
2. LAS CUEVAS DE LA MORERÍA
En Castilléjar
se encuentran, además, en un acantilado sobre el río Guardal, las Cuevas de la
Morería que están repartidas en dos niveles: trece cuevas aunque ya no es
posible el acceso a ellas debido a los desprendimientos del terreno. Están
relacionadas con las “hafas”, de Puente Arriba, y son las más antiguas de la comarca de
Huéscar. Son del período almohade y datan del siglo XII. El historiador Lorenzo
Cara Barrionuevo refiere de las cuevas de los moriscos que, “sobre ellas pesa
un profundo vacío documental y bibliográfico”, mientras que en un estudio que
hizo sobre la Morería, en 1992, el Centro de Profesores de Huéscar, llega a
esta conclusión: “Por lo que se refiere a su datación, es muy probable que se
trate de refugios musulmanes de época medieval, llegando algunos casos de
conjuntos troglodíticos a ser utilizados todavía en el siglo XVI (…). Hace unos
40 ó 50 años era posible acceder a algunas de ellas a través de estrechas
veredas que ya se han desplomado”. Las ‘hafas’, de Benamaurel, las de Cúllar,
Baza, etc., son cuevas de características similares.
“Las Cuevas de la Morería presentan un aspecto ruinoso y alarmante,
acabarán cayendo al río si no se actúa pronto, pues el terreno sobre el que se
asientan es flojo. Sería conveniente y necesario que la Consejería de Cultura
hiciera un estudio del terreno”, escribía
este autor en el artículo “Las cuevas moriscas de Castilléjar”, en 2014. En
cambio, son completamente desconocidas, incluso para los castillejaranos, las cuevas moriscas de Los Carriones (anejo
de Castilléjar). Al compararla con otra foto, que hice en agosto de 2007, se ha
desprendido una parte de la pared y de la ladera, que hay al lado del camino.
Hay una casa-cueva de piedra roja, con su chimenea, cerca de las cuevas, en
fin, un pegote que afea el conjunto. Vistas las cuevas desde el
Oeste, el cerro ofrece el aspecto de un barco. En los años sesenta,
un vecino colocó una carrucha en el morro del cerro para subir paja a las
cuevas moriscas, aunque se han conservado mejor que las de la Morería. En un
correo electrónico, que en 2009 le envié a la entonces alcaldesa de
Castilléjar, Josefa Carasa, le preguntaba si podía hacer alguna gestión para la
conservación y protección de las cuevas, antes de que se pierdan o deterioren. Le recordaba que, entre los monumentos
naturales de la provincia, sólo está incluido el poblado ibero de la Balunca,
en Castilléjar, pero no vienen las cuevas de la Morería. En cambio, en
Benamaurel tienen las “hafas” y cuatro monumentos más, y en Castril, la Peña... “De aquí a cincuenta años, nadie se acordará de nosotros pero quedará el
legado histórico de la Morería y de las cuevas moriscas de Los Carriones, como
monumentos naturales, si hacemos algo. Como alcaldesa eres la más indicada,
podrá haber un Ecomuseo en Castilléjar, pero no es nada comparado con la
historia que encierran las cuevas moriscas. Son nuestro pasado. Éstas pueden
perderse y deteriorarse por abandono o desidia (como ha ocurrido siempre en el
pueblo), son muchas las personas interesadas en la conservación de nuestro
patrimonio, aparte de que es nuestra obligación como castillejaranos”.
 |
Cuevas
moriscas de Los Carriones. Foto del autor |
La respuesta de la alcaldesa no pudo ser mejor: “Indagaré para ver la
manera de incluirlo en nuestro patrimonio y tratar de conservar y mejorar su
estado. Todos los datos que tengas al respecto me los envías”. Esperemos que se
inicien pronto los trámites para que las cuevas moriscas de Castilléjar sean
declaradas Bienes de Interés Cultural, será un día inolvidable para muchos
paisanos y conocidos, porque se reparará la injusticia y el abandono de siglos.
Éste es el “mejor legado” que le podemos dejar a las futuras generaciones:
nuestro patrimonio histórico estará ya protegido. Recuerdo que cuando yo tenía
siete años, mi padre me llevaba a Los Carriones en su vieja “Guzzi”, sentado en
el depósito de gasolina. En el frontal del cerro había una especie de jaula de
hierro (se desprendió con los años) y mi padre me decía, poniéndose serio:
"¿Tú ves eso?, pues ahí están las calderas de Pedro Botero". Cada vez
que veía a aquel siniestro armatoste se me antojaba que estaba ante las puertas
del Infierno, pero mi padre no podía imaginar que, tres siglos antes,
estuvieron viviendo allí los moriscos y que todavía quedan en el anejo algunos
vecinos con el apellido de origen árabe.
Jesús
Martínez, que falleció en 1990, me contaba que cuando él nació (creo que por 1910) hubo una
fuerte riada que causó el desprendimiento de una parte de la Morería, de manera
que cambió el curso del río Guardal. Lo cierto es que esas cuevas las
utilizaron los moros, como habitáculo. En Castilléjar existe el barrio del
Cenete, que era el antiguo barrio morisco. El nombre proviene de la tribu
bereber de Zeneta (los cenitas), una de las más antiguas y principales de
África del norte. Las cuevas de la Morería tienen una Catalogación
Genérica, por lo que están protegidas, es de esperar que sean declaradas
monumento natural. “De vez en cuando se cae un testero”, me dijo un pastor que
tiene las cabras por allí, hace siete años. Yo siempre había visto las cuevas
de la Morería desde lejos, que es de donde se toman las fotografías, pero al
acercarme a ellas se ve este espectáculo. Lo peor de todo es la indiferencia
general ante el desmoronamiento que hay en Castilléjar, tanto por parte del
Ayuntamiento como del pueblo ante este barrio morisco con tanta historia. En la
Morería se aprecia ruina total, con grietas en las paredes y bastantes entradas
de cuevas ya caídas, cuando en los años cuarenta había una vereda por donde se
accedía a ellas. Quiero expresar mi
agradecimiento a Jesús María García, de Galera, miembro del CEPS, y Juan José
Martínez, de Huéscar, por la documentación que me han proporcionado para
elaborar este artículo.
3. En defensa del patrimonio
histórico
En agosto de
2021, publiqué en mi blog el artículo “En defensa del patrimonio histórico”,
donde advertía: “Para
que restauren y apuntalen las cuevas de la Morería (se vendrán abajo), el
ayuntamiento debe de hacer un informe a la Delegación de Cultura en Granada”. José
Julián Torregrosa Castillo hacía este comentario: “En Castilléjar hace décadas
que esos yacimientos fueron expoliados, tanto por arqueólogos profesionales
como vividores de la arqueología, son muchos los ‘castillejanos’
que se han dedicado a expoliar todos esos yacimientos y a vender las piezas
encontradas. Por desgracia Castilléjar no tiene solución…”. Yo le recordaba que,
“Esto también ocurrió en el poblado de Tútugi (Galera), expoliaron arqueólogos
y paisanos, incluso en Baza. Pero esto no quita la obligación del ayuntamiento
de conservar el patrimonio histórico”. A continuación, el historiador Miguel
Ángel Rivas Hernández expuso estos razonamientos:
“Esta es la triste realidad de nuestras
comarcas respecto al Patrimonio Histórico-Artístico local. Qué país es este el
nuestro que da más importancia a los purines que a la preservación de la
Historia. Por desgracia para nosotros no todos son Galera (bien para ellos).
Piensan los defensores de las macrogranjas que primero es el comer y después el
conocer la Historia. Ocurre lo mismo con los defensores de poner contadores de
agua en el campo y tuberías para el riego, dado que el agua escasea y la
desertización avanza. Por desgracia no hay ningún lumbreras que sea capaz de
conciliar ambos intereses, los públicos con los privados. Fijaos lo que ocurre
en Galera por ejemplo: la visita al yacimiento argárico y a Tútugi ha estado
detrás -y lo sigue estando- de su oferta cultural (Museo Arqueológico y
yacimientos) y gastronómica (latas de cordero y vino Galeyra), religiosa
(iglesia parroquial), ligada a la historia de los Moriscos. Esto atrae desde
colegios a particulares y le imprime carácter y personalidad. No hay que
olvidar que nuestras comarcas se encuentran en el furgón de cola de la economía
del norte de Granada, junto con el norte de la cercana Almería. Comarcas que
curiosamente editan varias revistas de Historia de gran interés: Boletín del
Centro de Estudios Pedro Suárez, Revista Velezana y Bastetania, entre otras,
que ponen de manifiesto la gran riqueza histórica, documental y arqueológica
del Altiplano granadino, Vélez Rubio y Vélez Blanco, Baza, Guadix, Cenete,
etcétera. Paradójicamente, en todas ellas la protección de la Junta de
Andalucía y la propia dinámica social de las comarcas han propiciado un enorme
vacío, cuando no la abulia y el olvido de su olvidado y rico patrimonio.
Palacios y conventos abandonados, baños árabes en franco proceso de deterioro,
molinos harineros y ventas de arrieros, desaparecidos o arruinados, aljibes de
campo y balsas de riego encenagados... pero, eso sí, central fotovoltaica del
Marquesado y aerogeneradores sepultando el viejo camino real que lo atraviesa
junto al ferrocarril hacia Almería y elevando la temperatura global del
entorno, la extracción de agua del acuífero que es la divisoria de aguas entre
el Atlántico y el Mediterráneo que es el llano, granjas de cerdos, gallinas y
conejos que bordean la A-92, un Geoparque que no termina de arrancar y que se
disputan Granada, Guadix y Montes Orientales, etcétera. Esta triste realidad
apenas se pone de manifiesto con algunas iniciativas como las que conocemos a
través del Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez y dichas revistas. Esta es la realidad que hay que cambiar”.
Y esta fue mi respuesta: “Expones muy
bien la situación, Miguel Ángel, porque conoces la historia de estas comarcas,
que son de las más pobres de la Unión Europea. Cada pueblo elige su alcalde y
su destino, unos apuestan por el patrimonio y el turismo y otros por las
macrogranjas, como vemos. Tenemos el Geoparque pero los inversores murcianos
instalan macrogranjas (la Junta busca inversores foráneos), pero en el
patrimonio histórico se podría decir, como en el siglo XIX, creo que fue Ángel
Ganivet, que se gastaba más dinero en las caballerías del Ejército que en la
conservación de la Alhambra, que estaba casi abandonada y en ruinas. En Orce,
Galera, Gorafe, Fonelas... se están viendo los resultados con subvenciones de
la Junta y de los citados pueblos, pero creo que se pueden crear puestos de
trabajo (aunque el Altiplano se está despoblando) y conservar el patrimonio
histórico. Habría que procurar que no se perdiera más patrimonio, pues se ha
perdido mucho y se ha llegado a veces demasiado tarde”. Finalizaba el artículo,
con estas reflexiones: “Sé que a muchos les preocupa el patrimonio histórico,
pero lo cierto es que nadie reclama ni dice nada por lo que las Cuevas de la
Morería y de Los Carriones, y el poblado argárico de la Balúnca, siguen en
ruinas desde hace siglos. Los ayuntamientos de Galera, Orce y Castril hace años
que invierten en los yacimientos arqueológicos y en el turismo rural, por lo
que son bastante conocidos en España. Sin embargo, el Ayuntamiento de
Castilléjar apostó por las macrogranjas y sus ganancias, por lo que ya son
muchos los ‘castillejanos’ que se quejan de los malos olores y de la
contaminación de los purines. En definitiva, cada pueblo tiene los gobernantes
y el patrimonio que se merece”.
4. EL
DESCUBRIMIENTO DEL CASTILLO Y DE LA CUEVA
Restos de
la torre. Foto del autor
El 23 de julio realizan una visita a las
excavaciones del antiguo castillo y a la cueva de la Morería, el alcalde de
Castilléjar y algunos arqueólogos, acompañados de varios vecinos. La
exalcaldesa, Josefa Carasa, me envió un audio del que entresaco estas explicaciones
del arqueólogo José María Martín Civantos, que es el encargado de la excavación:
“Hay restos visibles de la torre, el Murallón, en el encofrado tapial, que era
de calicanto. Será visitable, recuperando así la historia de Castilléjar. La
idea es asomarnos a la Morería y a la vega para entender el entorno, pues la
vega con sus regadíos ha sido la subsistencia en los últimos mil años. Esto le
da sentido a la Morería. Debajo del castillo tenemos un granero fortificado,
son cuevas sencillas, de una habitación de tres o cuatro metros, de largo,
comunicadas entre sí. Son parecidas a las que existen en el Rif (Marruecos) y
en la zona de Túnez, de los siglos VIII y XIX, donde utilizan palos o escalas
para subir. La reconquista de Castilléjar se produce en 1488, cada cueva era de
una familia morisca –eran familias numerosas y tenían una estructura tribal– y
aquí guardan el trigo, las legumbres, los documentos de propiedad o la dote
para la hija. A las cuevas les falta una parte que se ha ido cayendo, mientras
que las hafas de Puente
Arriba se han conservado mejor. El castillo y las cuevas son dos estructuras
defensivas, que son complementarias. El castillo es público y pertenece a los
vecinos, y está abastecido de agua, leña…, para defenderse de los ataques. Hay
más castillo de lo que esperábamos, aunque tiene rellenos, se conserva la estructura.
Las murallas están hechas con morteros de cal, arena y tierra, pero tuvo
derrumbes. El murete pensamos que era del castillo, en Benamaurel está el
murallón y la hafa, igual que en el castillo de Benzalema, en Zújar. El
murallón lo derribó Quico ‘el Coca’, el antiguo propietario, en los años setenta.
Tenemos que ir excavando esta semana, esto era una marranera y más allá, al
final de la cueva, se ve la vega. La chimenea tiene un secreto, está rellena de
tierra suelta y de trozos de cerámica,
hay tres metros de relleno contra la muralla”.
Al final, el alcalde, Emilio Sánchez,
dirige unas palabras a los asistentes: “Un día se nos presentó esta cueva, que
era de la heredera de Quico ‘el Coca’. Tuvimos una subvención de la Diputación y la ayuda de la
Universidad. Queremos hacer un proyecto
y un mirador bonico hacia la vega, a largo plazo, y vamos a continuar. Doy las
gracias a José María…”. La citada cueva tiene un pozo de más de diez metros,
que fue excavado por el antiguo dueño, con el objeto de acceder a las cuevas de
la Morería, pero años después lo rellenó de nuevo. Ahora han tenido que sacar
el relleno del pozo (se baja por una escalera metálica) y excavar una mina para
acceder a una habitación de la Morería.
5.
el “Centro de Estudios Pedro Suárez”
“El Murallón”, como era conocido en
Castilléjar. Foto de MEMOLab
El 30 de julio, el “Centro de Estudios
Pedro Suárez” publica varias fotos de las excavaciones en Facebook, con este
texto: “Castilléjar descubre su castillo. Siglos de abandono y transformación
habían perdido toda memoria del castillo andalusí de Castilléjar, considerado
por muchos como una simple atalaya. Sin embargo, las excavaciones dirigidas por
el equipo MEMOLab demuestran la
importancia de este enclave nazarí en los años en que fue frontera del reino de
Granada con Castilla. Hasta 5 obras de reforma y ampliación, incluyendo la
construcción de una antemuralla, han podido documentarse en esta fase. Al tiempo
que lo pone en relación con las cuevas de la Morería y otras del entorno, como
silos para el almacenamiento de grano”. El historiador y profesor, Miguel Ángel
Rivas Hernández, comenta en la página del “Centro de Estudios Pedro Suárez”: “He
aquí cómo en Castilléjar, después de mucho tiempo y mucha tinta sobre papel han
terminado concienciándose de la necesidad de recuperar el pasado en todas sus
dimensiones. Está claro que el castillo o alcazaba se halla estrechamente unido
con las cuevas por cuyo reconocimiento tanto ha luchado Leandro. Magnífica
decisión que ojalá imiten otras localidades”. Y este autor le contesta: “Gracias
por acordarte, Miguel Ángel. Yo llevaba años luchando y publicando pero nadie
me hacía caso, mientras que las cuevas de la Morería se estaban desmoronando
sin remisión. En ti tengo un ejemplo a seguir, por lo mucho que quieres y has
escrito sobre la historia de tu pueblo, Huéneja. Por encima del Murallón del
antiguo castillo de Castilléjar había una atalaya, pero un vecino la derrumbó
en los años setenta, pensando que escondía oro desde el tiempo de los moros”. Miguel
Ángel Rivas interviene de nuevo: “Gracias por tus palabras, Leandro. La defensa
del patrimonio histórico se hace casi siempre ante la incomprensión de los vecinos
afectados para quienes "lo viejo" debe derruirse. Después, cuando se
quiere corregir ese fallo es ya demasiado tarde. Por eso la labor de los
historiadores debe ser la de recoger por escrito todo lo ‘antiguo’ para
concienciar al pueblo de lo que debe de respetarse para que pase a las
generaciones futuras su conocimiento, al menos”.
El
castillejarano, José Miguel Ortiz, hace estas observaciones: “Eso que se ve,
más que muralla era atalaya. Todas las atalayas de la zona, hasta una altura de
unos tres metros, más o menos, estaban rellenas de tierra compactada, que es lo
que se ve en la foto, la piedra que lo cubría estará en las tapias de los antiguos
corrales del barranco. Estoy seguro que en su época, desde la atalaya, se
podría observar las demás torres, la del Campo Valentín, en la carretera de
Huéscar a Castril, la de la Sierra del Muerto y las de Sierra de la Encantada y
Botardo, en Huéscar, o las de la Sierra de la Umbría y el Salar en Orce, al
igual que la atalaya que hay en Fuente Amarga, que pertenece a Galera. Desde
cualquier atalaya de esas se pueden ver todas. Hay otras como la de Ozmín, que
es la única de planta rectangular y se encuentra frente al cortijo Ros, y la
del Salto del Moro, que está en la Sierra Bermeja, frente al camino de las
Santas, en Huéscar”.
6. valor histórico y cultural
Aspecto de la desaparecida torre, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán
Josefa Carasa me envió un segundo audio,
el 31 de julio, donde varios arqueólogos explican a los vecinos de Castilléjar,
los resultados de las excavaciones del castillo, que están llevando a cabo
estos días. El alcalde, Emilio Sánchez, presenta al arqueólogo, José María Martín
Civantos, de la Universidad de Granada, y al equipo MEMOLab (Laboratorio de
Arqueología Biocultural),
con los técnicos y compañeros, que han realizado la primera intervención: “Ha
costado trabajo empezar, pero nunca esperábamos estos resultados, pues fue
complicado: murallas y habitaciones enteras. Hoy ha venido Miguel Castellano,
de Patrimonio de la Diputación, que va a financiar la segunda fase. Estuvo
Leonor, con el tema de la recuperación de las semillas antiguas. Vamos a seguir
y se va a quedar un conjunto precioso. Doy las gracias a los estudiantes de
arqueología y de historia del arte, y a vosotros…”. Seguidamente, interviene el
arqueólogo José María: “Es una alegría presentar los resultados de la
intervención arqueológica, que han tenido unos preliminares muy interesantes. El
castillo y las cuevas de la Morería tienen un enorme valor histórico y
cultural, con el agua forman un oasis, y las cuevas eran un granero
fortificado. El uso del agua y del regadío tiene más de mil años y es la
historia de los campesinos de la comarca. Quiero destacar la labor del equipo
de trabajo: el topógrafo, el especialista de cerámicas, la colaboración del
equipo geológico de España, así como del equipo espeleológico de los Vélez, que
se descolgó hasta las cuevas. Vino también de Madrid una especialista en
estudio de semillas. Las cuevas tienen tres niveles de depósitos: las piedras,
la paja para el ganado y las semillas, como trigo y cebada. También hemos
encontrado cerámicas de los siglos XII y XIII”. Otro arqueólogo hace estas
precisiones: “Llevamos dos semanas de intenso calor. El castillejo es un
gran castillo, los resultados son interesantes y hay un nuevo castillo en la
provincia de Granada. Desde el siglo XII hasta su reconquista, Castilléjar ha
estado en la primera línea de la frontera. El castillo con las cuevas y la
agricultura han sido la base de la subsistencia. Es un hito dentro de la
comarca”. Un miembro del equipo destacó la financiación de la
Diputación y la labor desinteresada de los estudiantes de arqueología,
conservacionistas y de secundaria, así como la comida que les han llevado
algunos vecinos del pueblo y el permiso que otro les ha dado para excavar.

Estudiantes voluntarios, durante la excavación. Foto del ayuntamiento
Según me informó mi paisano, Ángel
Linares, los estudiantes voluntarios trabajaban en la excavación, desde las 6
de la mañana hasta las 13:30 horas, a pesar de las temperaturas, de hasta más
de cuarenta grados, que han hecho durante el mes de agosto, y dormían en una
nave que tiene el Ayuntamiento en el barrio de Los Evangelistas. Ha tenido que
ser un trabajo agotador, vaya nuestro agradecimiento a cuantos han colaborado
en la excavación. Los trabajos se espera que continúen en octubre. Ángel me
aclara que, encima de la cueva de Quico 'el Coca' no había una atalaya,
como se creía, sino que la excavación ha puesto al descubierto que había una
torre. Quiero finalizar con esta frase que Miguel Ángel Rivas me ha enviado por
correo electrónico: “El tiempo y tu buen hacer espero que consigan hacer
reconocer a los responsables de la Junta de Andalucía que este patrimonio que
conserváis es más importante que los purines que os amenazan. ¿Es
que no son capaces de ver que lo que ahora parece hallarse en franca decadencia
o desaparición puede ser lo que más adelante dé prosperidad a esa tierra que
tan abandonada ha estado a lo largo del tiempo?”.
Todos
esperamos que la Junta de Andalucía ofrezca su colaboración, junto a la
Diputación y la Universidad de Granada, en la excavación de la torre
(castillejo) que le da nombre a Castilléjar, y en la conservación y
apuntalamiento de las cuevas moriscas, en completo estado de ruina. Y que la
Consejería de Cultura declare Bien de Interés Cultural (BIC) las cuevas de la
Morería. Es de desear que con el descubrimiento de la antigua torre, con las
cuevas moriscas y con el Ecomuseo, Castilléjar salga del ostracismo y del
abandono de siglos y que recupere su historia y su identidad. Estoy seguro que,
con esta oferta cultural, con sus paisajes insólitos y su gastronomía, atraerá las
visitas de colegios, de particulares y del turismo rural.
BIBLIOGRAFÍA
Cano García, Gabriel M: Introducción de su libro “La
comarca de Baza” (1974).
González
Barberán, Vicente: “Las cuevas, sus barrios y su origen en nuestra tierra”,
publicado en la revista “La Sagra” (marzo de 1981).
Lasaosa
Castellanos y Ron Cáceres: “Arquitectura subterránea” (1989).
FOTOS
Envío
siete fotos, con pie de texto:
1.
723/3 Aspecto de la excavación,
con Castilléjar y los Barrancos al fondo.
Foto de MEMOLab.
2.
Cuevas de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor.
3. Cuevas moriscas de Los Carriones. Foto del autor.
4. 357 Restos de la
torre. Foto del autor.
5. “El Murallón”, como era conocido en
Castiilléjar. Foto de MEMOLab.
6. Aspecto de la desaparecida torre, en el
barrio de San Marcos, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán.
7. Estudiantes voluntarios durante la
excavación. Foto del Ayuntamiento.
Las Gabias, 18 de agosto de 2022
Leandro García Casanova
Posdata. Esta es la colaboración que envié para el Boletín, del ‘Centro de Estudios
Pedro Suárez’, tal cual, como no la publicaron ni recibí ninguna comunicación
(¿para qué?), envié una reclamación al presidente pidiéndole los informes de
los evaluadores. Según estos, mi trabajo no cumple las normas de edición incluso
un informador utiliza ataques personales
y me denigra, como puede verse en el informe escaneado de abajo (a la derecha),
todo ello con la aprobación del
presidente. Este informe lleva la misma fecha que mi reclamación, 10 de marzo, y
lo encargó el presidente. Debo señalar que en “el Boletín número 33, de 2020,
vienen 11 artículos de miembros y 19 de investigadores, o lo que sean, ajenos
al CEPS. Y en el Boletín, número 35, de 2022, vienen 23 trabajos
publicados: 8 son de miembros del CEPS, mientras que los 15 restantes
(casi el doble) son de personas ajenas”, se supone que son amigos del presidente.
Entre los miembros incluyo la memoria
del secretario, pero no puede ser considerado como un trabajo de investigación.
Muchos de estos trabajos ni siquiera cumplen las normas de edición, que nos exigen
a los miembros. El descubrimiento del castillo y de las cuevas ocurrió tal y
como lo describo (el CEPS también se hizo eco de la noticia en su página de
Facebook, lo mismo que los medios), con dos audios que me envió la exalcaldesa,
donde los arqueólogos y el alcalde de Castilléjar dan explicaciones de la excavación
al público asistente, comentarios de testigos y de historiadores, siete fotografías
(visité el lugar con posterioridad a los hechos), bibliografía de cinco autores
sobre la comarca y las cuevas, etc. Como puede verse en el informe de abajo, el
evaluador de marras concede a mi trabajo un punto en los cuatro apartados,
cuando la valoración está entre uno y cinco puntos. La peor nota. Y en los aspectos relevantes, es tanto el cinismo
y el desvarío sin límites del evaluador que ahora pasa del insulto a la mentira
por sistema (lo subrayado): “La primera imagen está parcialmente velada, los
pies de fotos de todas están incompletos en su redacción, no aparece el autor y
en alguna no existe el pie de foto”. Sin embargo, las normas de edición no pueden ser más claras: “Los textos se pueden
acompañar de gráficos y fotografías…, vayan con sus correspondientes pies de
imagen con indicación de autoría y fuente”. A estos extremos hemos llegado en
el CEPS.
 |
Valoración de un evaluador
|
 |
Observaciones del mismo evaluador |