He estado una semana en París con mi
mujer, para conocer a mi nieto de dos meses. Varias veces hemos ido a la Escuela Maternal para llevar o recoger a
su hermana de tres años, en un municipio de la región Isla de Francia, que limita con el Distrito de París, y ya nos
conocíamos el camino de memoria. La niña salía a las cuatro de la tarde y a
veces sus padres (ambos son profesores de Educación Física en sendos liceos) la
llevaban al carrusel (antes lo conocíamos como el tío vivo), donde se
encontraba con algunos amigos y vecinos de su edad. En la urbanización
conocimos a varios amigos de mi hijo y con las esposas de ellos nos cruzábamos
algunas frases: il chante flamenco, le
decía yo bromeando a una vecina, porque el bebé lloraba mucho. Los franceses
son corteses cuando te conocen y entonces te pasas el día diciendo bon jour o au revoir y ellos te responden con buenos días o bon giorno, en
italiano, y merçi para arriba y merçi para abajo. Muchos te saludan en
la urbanización o bien la vecina te pregunta si vas a entrar en el edificio,
para abrirte la puerta. Aquello es un barrio de casas bajas, cada una con su
pequeño jardín, donde vive la clase media alta, y lo que sorprende es que no
oyes a ningún perro ladrar ni las bocinas de los coches, y en la urbanización tampoco
se escucha a nadie hablar alto. Los españoles somos más escandalosos, pues España
tiene ganada fama de ser uno de los países más ruidosos del mundo, mientras que
los franceses son discretos y hablan bajo. Yo también les digo que España le
gusta mucho a los extranjeros, por nuestra forma de ser abierta, sobre todo
Andalucía. Hay cosas buenas aquí y en Francia, cada país tiene sus costumbres, así
como también tienen su lado malo. A los parisinos no les gusta vivir en París,
porque es una ciudad muy grande y demasiado cara (de las más caras de Europa),
tanto en alimentos (un kilo de tomates vale cuatro euros o más), como en
vivienda. Un piso de segunda mano, de 114 m2, vale más de 600.000 euros y otro
de unos 70 m2, unos 400.000 euros. Los parisinos tienen fama de ser unos malafollás (como los granaínos) y también porque se creen el
centro de Francia, ya que la Región de París, la Isla de Francia, es la que más produce del país y tiene un nivel
más alto Es una sociedad multirracial y en el municipio se ven a muchos negros,
sobre todo en los oficios que no quieren los franceses, y a pocos magrebíes.
Pero lo que me trae aquí es otro tema.
Yo había tenido dos mareos, sin perder el conocimiento, y la tarde del 22 de
octubre decidí ir al Servicio de Urgencias del Hospital Antoine Béclère, del
municipio de Clamart (en el folleto viene como uno de los hospitales
públicos de París), pero mi hijo me
avisó que allí pasaría varias horas. Nos llevó a mi mujer y a mí, le explicó
al que estaba en información lo que me pasaba y se marchó. Entregué la Tarjeta Sanitaria Europea y poco después
la doctora me tomó la tensión, me sacaron una gota de sangre y me pusieron una
pinza en el dedo índice. Llamó a mi hijo por teléfono para preguntarle, pero este
no lo cogió, se notaba que la doctora estaba alterada, pues los pasillos
estaban ocupados las camas de los enfermos, y las dos pequeñas salas estaban
atestadas de pacientes. Habíamos llegado a las 17:45 horas y sobre las 20 horas
pregunté al que estaba en información, buscó a una sanitaria que hablaba
español y me explicó que había muchos pacientes. A las 21 horas, el de la
ventanilla me respondió que solo había uno delante de mí, pero media hora más
tarde viendo que no me llamaban le pedí el libro de reclamaciones: Aquí no tenemos libro de reclamaciones. Entonces
le dije: Quiero hablar con el director o
con el jefe de servicios. Me respondió: No
están. Sacó un folleto informativo y me señaló el teléfono de Secrétariat para que llamara al día
siguiente, donde me informarían. En esto, pasó otra doctora y me dijo que ella
estaba sola para todos los enfermos, que me dirigiera a información. Hablé de
nuevo con la sanitaria y me respondió que había casos más graves que el mío,
entonces le contesté: No queda ningún
enfermo de los que había, cuando llegué a las 17:45 horas, y tu compañero me ha
dicho a las 21 horas que solo había uno delante de mí. ¿Todos los enfermos
están más graves que yo? La sanitaria ya no respondía a mis preguntas.
Casas del barrio con su jardín |
Alguien llamó entonces al vigilante de
seguridad y se colocó al lado de la puerta de la consulta de la doctora, y
cerca de mí, haciéndome gestos de que si yo intentaba entrar, el me iba a
trincar. El de seguridad parecía un
pistolero de salón, con cara de recluta, mientras yo hablaba con la sanitaria
sin alzar la voz ni alterarme. Como estaba ya molesta, me dijo que tardaban
varias horas en atender a los enfermos y me advirtió, así no vas a conseguir nada. Viendo el panorama que tenía por
delante, llamé a mi hijo para que nos recogiera en el coche. Ya no había camas en
los pasillos y las salas no estaban tan llenas. Yo había pedido el libro de reclamaciones, o hablar con el director o
el jefe de servicios, y se les ocurrió llamar al vigilante de seguridad para
enseñarme las normas del hospital. Mientras mi hijo venía a recogerme, la
doctora lo llamó por teléfono y le dijo: Si su padre sigue en esa actitud lo expulsaré
del hospital y no estará tan enfermo, cuando quiere poner una reclamación. Este era el razonamiento obtuso de madame doctora: como está enfermo, no
está en condiciones de poner una reclamación porque altera al personal o el
funcionamiento del centro.
Se
pone una reclamación cuando uno no está conforme con el trato o porque no le
atienden. Ya en casa,
mi hijo soltó una palabrota para definir a aquel hospital que ya conocía, pero
esta es la Sanidad y el trato que me han dispensado en una ciudad de los
alrededores de París, en la patria de la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Parafraseando a los Hermanos Marx, habría que decir: Estos son los derechos de la porra que
tenemos aquí, para el que se atreva a quejarse, y si no le gustan será
expulsado del hospital. Después de pasar casi cinco horas en dos pequeñas
salas, llenas de pacientes, me marché sin el informe médico, pero, eso sí, la
factura se la cobrarán a la Seguridad Social española. Al día siguiente, mi hijo llamó al teléfono de Secrétariat (la secretaría), pero no contestó nadie. En la
fotografía, contrasta la arquitectura modernista del citado hospital y
sorprende su tamaño –la famosa grandeur francesa–
con que haya una sola doctora de guardia para atender a los pacientes de
urgencias, en la tarde del domingo. Y es
que en Francia no atan a los perros con longaniza.
Siete
días después, el domingo 29, fui al Hospital Comarcal de Guadix (con pocos
medios y personal),
sobre las doce horas, porque seguía con los mareos. Me recibieron al momento, me tomaron la tensión, me hicieron un
escáner y un análisis de sangre. En menos de dos horas, tenía el informe en la
mano donde no habían encontrado nada anormal y tengo que decirlo: encontré amabilidad y toda clase de
explicaciones de la doctora y de las sanitarias que me atendieron. Cierto que
otras veces se ha dilatado la espera, pero el trato siempre ha sido bueno.
Ideal en Clase:
Isidro C. Sigüenza. Un relato apasionante para el Día de los difuntos..., de no ser porque resulta dramáticamente real... Felicidades por la crónica y, si vuelve allí, no se le ocurra ponerse malo...
ResponderEliminarLeandro. Gracias. Tengo que añadir que allí se veía a una clase media baja, frecuentes africanos, y el trato que me dispensaron es indigno. Cuesta poco dar explicaciones.
M. Ángeles T. Hay hospitales públicos de la Region de Paris muy conocidos. El de Stras dicen es bueno. Pero, eh, en las consultas de los médicos de at. primaria, primero tienen que pagar. Los fármacos, pagar primero, después al cabo de un tiempo, devuelven la pasta.
Leandro. Si vas con la tarjeta sanitaria europea, pasan luego la factura a la Seguridad Social. Si no llevas la tarjeta, te cobran y luego tienes que ir a que la Seguridad S. te abone los gastos. El hospital estaba saturado y con poco personal… Muchas veces, lo mejor no está fuera
Andreas M. Lectura entretenida... No sabía que habías tenido el gusto de conocer un hospital francés desde dentro. Igual en Francia no hay tanta costumbre como aquí de acudir a Urgencias. Al menos en Suiza se suele llamar primero a un médico de urgencias de la zona que, si lo considera necesario, te va a ver en tu casa. Y en casos graves 3nvian directamente la ambulancia. Yo y mi familia en 38 años viviendo allí nunca acudí a urgencias, y aquí un sinfín de veces. Y tampoco tengo constancia de la existencia de libros de reclamaciones. Otros países, otras costumbres. Ahora si, eso no quita de que te deberían tratar al menos con educación. Pero claro, son parisinos...
Leandro. Fue en un barrio humilde, de emigrantes, y este es el trato que dispensan al que abre la boca. Es un trato indigno de los sanitarios con los pacientes
Pascual D. Leandro hola. He leído tu escrito donde cuentas tú odisea parisina en un hospital. Los españoles siempre protestamos por deficiencias de poca importancia y creemos que todo es mejor fuera de nuestras fronteras pero ya veo que no es así. Espero que te encuentres mejor y te felicito por tu nuevo nieto. Un abrazo
Yogui M. Muy bueno el artículo, es para concienciar a la sociedad, vulnerará tus derechos fundamentales de usuario o cliente, la sanidad presta unos servicios...y a demás te intimidaron con el vigilante.
"Entre estos deberes figuran los siguientes: el de prestar una adecuada atención sanitaria a los pacientes y usuarios; el de respetar las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por los pacientes; el de cumplir sus obligaciones de información y documentación clínica y el de guardar secreto en relación con su actuación profesional". https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2010-15622#:~:text=Entre%20estos%20deberes%20figuran%20los,secreto%20en%20relaci%C3%B3n%20con%20su
BOE-A-2010-15622 Ley 5/2010, de 24 de junio, sobre derechos y deberes en materia de salud de Castilla-La Mancha.
Leandro. Allí tratan a la gente así, van gente sencilla y de color. Se lo dije a una trabajadora de la seguridad social de Guadix y me contestó que pagan la factura sin más
Ramón Z. Ayer lo leí. Increíble lo que cuentas. Y nos quejamos de nuestra sanidad….
Antonio V. En todas partes cuecen habas... Y de los mareos, ¿estás bien?
Rocío G. ¡Qué vergüenza! Pero si te van a cargar el servicio debes de poner una reclamación
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ResponderEliminarSirve tanto para los centros públicos como privados
ResponderEliminarhttps://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2010-15622&fbclid=IwAR2LmB1oNNDv3wUsqB01z7yP1ByhNrH7fixEcLPaG_3nfZW511yJVBMS9EE#:~:text=Entre%20estos%20deberes%20figuran%20los,secreto%20en%20relaci%C3%B3n%20con%20su