miércoles, 28 de febrero de 2024

EL DÍA DE ANDALUCÍA, DE 2011

 

Griñán y Susana Díaz, en el Parlamento andaluz


El 28 de febrero de 2011, Día de Andalucía, sobre las 11:30 horas, se congregaron tres clases de manifestantes a las puerta de Parlamento andaluz: funcionarios del Sindicato Andaluz de Funcionarios, de la Junta de Andalucía, contra la ley de Reordenación del Sector Público; los músicos de la Orquesta Joven de Andalucía (OJA), para mostrar su rechazo al desmantelamiento de la formación, y la plataforma 'Salvemos el Guadaíra', por el cumplimiento del programa de recuperación del río Guadaíra'. Sin embargo, la Policía sólo nos permitió concentrarnos en el seto que hay en medio de la calle San Juan de la Ribera, a 300 metros del Parlamento, como si la calle fuera del subdelegado del Gobierno, que está a las órdenes del PSOE andaluz. El 16 de febrero, cuando aprobaron la ley de Reordenación, en medio de las protestas de los funcionarios, el Tribunal Superior de Justicia anuló la orden del subdelegado que les impedía manifestarse en la acera. Sin embargo, ayer, pusieron vallas metálicas alrededor del seto y los policías nos tuvieron encerrados a funcionarios y músicos, como si fuéramos cabras en el aprisco y tampoco podíamos acercarnos a la acera del Parlamento. Estos abusos nos devuelven a los tiempos de la Dictadura. Cuando estábamos ante el Parlamento, un agente de paisano le confesó a un funcionario: Tenemos a cinco o seis policías de paisano entre los manifestantes.

A las 12:30 horas, se celebró el acto de nombramiento de Hijos Predilectos y la entrega de las Medallas de Andalucía, en el Teatro de la Maestranza, en el paseo de Cristóbal Colón. Una docena de funcionarios nos colocamos en la acera de enfrente del Teatro, a doscientos metros y, cuando los invitados salían del acto, comenzamos a dar pitidos y gritos. ¡Rebañaorzas, hincharos de comer…! A los cinco minutos, llegó un furgón cargado de policías y vinieron a por nosotros. Varios compañeros me dijeron que me retirara de la valla metálica, pero no les hice caso, porque no estaba haciendo nada malo. Los policías nos pidieron el carné a cinco o seis funcionarios. Éste fue el diálogo que sostuve con un policía:

¿De qué me acusáis? No te acusamos de nada, podéis seguir pitando pero quiero que me entregues el DNI. ¿Por qué me pides el DNI, si no me acusas de nada? Es para identificarte, por si acaso realizas algún acto de violencia. ¿Qué actos de violencia vamos a realizar?, nosotros somos funcionarios que hemos venido de Granada, para protestar. Cuando vayáis a la Administración os vamos a tratar igual. A ver si te tenemos que denunciar, me contestó un policía con cara de pocos amigos. Ya sé que me vas a multar con 301 euros. Nosotros pitamos porque aquellos de enfrente nos van a quitar nuestros puestos de trabajo, les dije con rabia. El policía hablaba con corrección y, para tranquilizarme a mí y a los demás, me dijo que no me iban a multar, que sólo quería identificarme. Los compañeros me pidieron que me callara, que los policías estaban cumpliendo órdenes.

No sé si el policía lo decía por calmarme los ánimos o porque les daba vergüenza, pero no me fiaba de sus palabras, sabiendo que, al presidente de SAFJA y a veinte funcionarios más les pidieron el carné para multarlos, cuando el presidente de la Junta, José Antonio Grinán, visitó el Tribunal Superior de Justicia, en Granada. El policía estuvo haciendo comprobaciones con la Comisaría, oía mi nombre a través de la radio y, al cabo de unos minutos, me devolvió el carné y volvió a insistir en que no me iban a multar. Tenían órdenes de que cesara la pitada de funcionarios y poco después nos disolvimos, mientras los ilustres invitados, vestidos con sus mejores galas, recorrían el paseo de Cristóbal Colón, en dirección al Palacio de San Telmo, donde les esperaba una suculenta comilona. La crema del socialismo andaluz no podía permitir que unos funcionarios desarrapados les gritaran desde la otra acera, algunos nos miraban riéndose, como diciendo, ahora vais a ver lo que es bueno. Sevilla estaba prácticamente tomada por la Policía, para que no faltara de en la última fiesta pantagruélica del socialismo andaluz, en medio del escándalo de los expedientes de regulación de empleo de Mercasevilla.

En vez de detener a los delincuentes, mandaban a la Policía para retener e identificar a unos cuantos funcionarios sospechosos, en plena la calle, no fuera a que cometieran actos violentos, así como impedir que se manifiesten ante las vallas del Parlamento andaluz, a pesar de que la concentración estaba autorizada por el subdelegado del Gobierno. Señores, hemos regresado a la época de los zares, al tiempo del emperador Romanov. Esperemos que, en las urnas de mayo, el pueblo tome el Palacio de Invierno y acaben treinta años de socialismo andaluz, porque ya va siendo hora de que pasen una buena  temporada en la oposición. Seguidamente nos dirigimos al centro de Sevilla, por la ruta de Monipodio, nos metimos en un restaurante y ¡las casualidades de la vida!: a nuestro lado se sentó poco después Mario Jiménez, el niñato que lo mismo insulta a los funcionarios en la prensa que a los diputados de la oposición en el Parlamento. Ya no es necesario tener carrera o un mínimo de educación para ser político, es más, muchos no han dado un palo al agua ni siquiera han cotizado a la Seguridad Social. La política la han convertido en un oficio con muchas saldas y recomendaciones. Comimos, pasamos por el lado de aquel tipo y, por educación, no le dijimos nada.

Video Griñán sale a escape

https://youtu.be/nIlp3NHHdD4?feature=shared


lunes, 26 de febrero de 2024

MI TÍO BONIFACIO

 


Dedicado a su hijo Paco

Mi tío, Bonifacio García-Fresneda Domínguez, falleció el pasado doce de enero, a los noventa y cinco años de edad. Tres días antes lo visité, en su piso de Granada, pues su hijo Paco me había llamado por teléfono dado que mi tío estaba bastante delgado y cada vez más débil. Se alegró mucho de verme y me hablaba moviendo los brazos pero ya no se le entendía. Una hora después se durmió. Años antes mi tío venía a verme un par de veces al año, a la Biblioteca de Andalucía, y me contaba las historias de la familia que él llevaba dentro desde su infancia y juventud. Eran recuerdos imborrables, que yo iba anotando después, pues me hicieron conocer y comprender más a mi padre y a mi familia. En el año 2009, Bonifacio me contó:

 –Tu hermana estuvo viviendo dos meses en la cueva de los abuelos y una nodriza le dio el pecho… Durante la guerra, cuando desertó tu padre, estuvo escondido en el monte que hay encima de la cueva. Y cuando se pasaban los milicianos por el cortijo de San José (en el Cortijo del Cura, aldea de Galera), le hacían bajar los sacos de trigo al tío Leandro (mi bisabuelo), cargados en las espaldas, y luego tenía que cargarlos en un carro. Otras veces, le ponían una pistola en el pecho y decían a la familia: ‘O sacáis una cabra, o lo matamos aquí mismo’. Cuando tu padre se fue a la guerra, el abuelo Juan lo acompañó hasta el puerto de Almería, donde se embarcó hasta Valencia. Pero, poco tiempo después desertó con otros tres paisanos, el caso es que tardaron 15 días en llegar de Castellón a la cueva de tus abuelos, iban por los campos y preguntaban a los aldeanos si había algún control. Una noche tu padre llamó a la puerta de la cueva y el abuelo preguntó: ‘¿quién es?’, pues unos y otros teníamos miedo. Te puedes imaginar la alegría de tus abuelos, con tu padre iban un soldado de Castilléjar y dos de El Cerro del Cubo. Habían desertado del Ejército Republicano y venían con las botas rotas y con los pies llenos de llagas, iban peor que unos mendigos. Durante unos días estuvieron escondidos en el cortijo, comiendo de lo mejor. 

A mi padre lo llevaron a Viator (Almería) con 19 años, en 1938, donde haría instrucción durante unos meses y después lo enviaron al frente de Castellón, en Villarreal. Desertaron antes de las batallas del Ebro y de Teruel, cuando el Gobierno de Negrín ya se había trasladado a Valencia. Si no hubieran desertado, posiblemente habrían fallecido en alguna de esas batallas. En otra visita mi tío continuó con el relato, pues él necesitaba contarme estas historias, que a mí me encantaban:

Por debajo de la cueva de tus abuelos, en la ladera, había unas marraneras y cavamos más hondo para hacerle un refugio a tu padre Leandro. Una galería comunicaba la cueva con las marraneras, para que tu padre pudiera escaparse en caso de que vinieran a capturarlo. También se escondía entre el panizo durante el día y entonces mi padre lo regaba con frecuencia. Pero como Leandro estaba harto de tener que ocultarse, a veces se subía a lo alto del monte y allí se pasaba el día. Varias veces vino una patrulla preguntando, pero tu abuela Blasa les decía: ‘No sabemos nada de él, desde hace mucho tiempo’, incluso una vez se echó a llorar delante de la patrulla. Tu padre no estaba a gusto y se puso enfermo aquí. Los bisabuelos lo querían mucho pues de niño se pasó muchas horas con ellos en el cortijo, ya que fue el primer nieto. Y después de la guerra, tu padre estuvo haciendo la mili en Larache, Tetuán y Alcazarquivir, durante tres años.

Placeta de la cueva de mis abuelos (1)



En la ladera de la cueva puede verse el hoyo, donde se encontraba el refugio. Mi tío Bonifacio me cuenta que, después de la guerra, él se dedicó al estraperlo de tabaco, lo compraba en la Tercena de Huéscar (los dueños tenían mucha amistad con los señores del cortijo de San José, los Crisnejas, y aquí venían a pasar el verano) y, con la moto, vendía el tabaco por los pueblos y aldeas cercanos…

El bisabuelo Leandro era un hombre bondadoso, recuerdo que las Hermandades de Ánimas de Galera y de Castilléjar se juntaban en el cortijo, en la Navidad, allí cenaban y pasaban horas tocando y cantando. Otras veces, cuando el bisabuelo estaba en las tierras, él venía al cortijo y las hermandades iban tocando detrás. Un día le dijeron los ‘rojos’ al bisabuelo que se presentara en Galera. Fue con la burra sudando, del miedo que pasó. Tuvo que entregarles gallinas y algunos animales. Otras veces iba a Galera y, cuando lo veían los ‘rojos’, se colocaban detrás de él para meterle miedo. O bien le pegaban y maltrataban cuando iban al cortijo. Hubo noches que durmió en el campo porque temía que vinieran a pegarle. De Fuente Amarga venía su hermana Eugenia al cortijo de San José y se llevaba un carro lleno de trigo, que les daba el bisabuelo. Cuando murió, en diciembre de 1937, mi primo Justo y yo traspusimos al cortijo del Arique, para comunicarle al tío Justo la muerte de su padre; pasamos mucho miedo por el camino pues entonces éramos unos chavales. Primero le dio un infarto al tío Leandro, le repitió al día siguiente y se murió el tercer día. Llevaron el cadáver en un carro, tirado por una mula, hasta Galera. Recuerdo que yo tenía nueve años, era domingo, y lo acompañaron la familia y los vecinos del Cortijo del Cura y de Fuente Amarga. Pero en Galera, los milicianos les dijeron que desde las Eras Bajas no podían llevarlo a hombros… Tuvieron que entregarles el cadáver y luego lo enterraron en una fosa común del cementerio. Y aquí fueron echando encima los cadáveres de los galerinos que mataron después.

Mi tío me contaba que, cuando se moría alguien en el Cortijo del Cura, la familia tenía que llevar el cadáver montado en una burra: lo colocaban atravesado y encima de las aguaderas. Pero el bisabuelo Leandro cogía el carro con la mula y llevaba el muerto al cementerio de Galera. La gente lo veneraba por las buenas acciones que hacía. En otra ocasión me habló del tío Francisco, el Picón, un antiguo carabinero que después de la guerra lo colocaron de cartero y llevaba las cartas desde Galera a Castilléjar, montado en un burro. 

Los bisabuelos y los cuatro hijos. Juan era el mayor


Cuando pasaba por el Cortijo San José y tenían carta, los llamaba y se la dejaba en la cuesta. Por cada carta tenían que pagarle una perragorda, y dos si la pagaban días después. Un día, se ve que el burro se asustó por la curva que hay debajo de la acequia del cortijo, donde están los sabucos, y una mujer se lo encontró inconsciente tirado en el suelo. La mujer le sacó la lengua y lo salvó. Cuando se iba a jubilar el ex carabinero, don Marcial, el secretario del Ayuntamiento de Galera,  le avisó al abuelo Juan para que pidiera la plaza para tu padre. El abuelo era alcalde pedáneo del Cortijo del Cura y tenía muy buena relación con el secretario, pues se pasaba a comer algunos domingos por la cueva; entonces yo iba con el burro a Galera, lo traía y lo llevaba. En fin, que le dieron la plaza de cartero a tu padre y bajaba en burro a Castilléjar. Repartía las cartas creo que en una cueva de la calle del Salitre. A Castilléjar llegaban muchos camiones entonces (años cuarenta y primeros de los cincuenta), pues había bastante tráfico con el estraperlo del aceite y de las frutas, y el dinero se movía posiblemente porque no tenía cuartel de la Guardia Civil. Había muchas posadas, la de la tía María ‘Palante’, madre de Emilio Canela, la de la tía Petra… En Galera las tierras eran de los Fernández, de Huéscar, mientras que los administradores de las tierras en Castilléjar eran el ‘Mule’ y Antonio Vico.

Mi padre, de soldado en Tetuán


Bonifacio disfruta hablando conmigo de la familia y me dice al final que ha sido como un desahogo para él. Hemos pasado un buen rato hablando y se ha ido contento, anoté entonces. Hace unos diez años, me entregó dos folios de color marrón, doblados por los lados y algo deshechos en los márgenes: Estas cartas son de tu padre, las escribió a los bisabuelos cuando estaba haciendo la mili en Tetuán, en 1942. Te las doy, porque sé que a ti te gustan estas cosas y a mí ya no me sirven de nada. Le di las gracias por el detalle y poco después nos despedimos. Una mañana de marzo de 2018 fui a visitarlo al piso y echamos un rato, hablando de todo un poco, y al final le hice una foto en el balcón. Estaba achacoso y ya no salía a la calle por el frío. Cuando días más tarde tuve la foto en mis manos, me di cuenta que se parecía mucho a su padre Juan, tiene toda la cara de él, pensé. Últimamente, cuando hablábamos por teléfono un buen rato, quizás porque ya apenas salía a la calle, él se despedía dándome varias veces las gracias y diciendo: y dale recuerdos a todos aquellos que pregunten por mí. Decía lo mismo que escribió mi padre al final de sus cartas a los bisabuelos, Leandro y Mercedes, cuando hizo la mili en Tetuán, en 1942: Recuerdos para las personas que pregunten por mí. Publiqué el fallecimiento de mi tío Bonifacio en Facebook y tuvo 302 comentarios y 53 me gusta, por lo que quiero dar las gracias a los amigos, conocidos y desconocidos por vuestras condolencias. Estoy seguro que mi tío nunca hubiera imaginado que tanta gente se interesara por él: de Castilléjar, de Galera, de el Cortijo del Cura, de Orce, de Huéscar y de otros sitios.


Posdata. La foto de los bisabuelos con los cuatro hijos y la sirvienta me la proporcionó Encarna García, hija del tío Justo (En la foto figura de pie, a la derecha) y prima de Bonifacio. Ella falleció cuatro días después que su primo, el 16 de enero pasado, con 98 años.

(1) Al fondo se ve el cortijo de San José y, a la izquierda, el Cortijo del Cura y la Sierra de Castril.

IDEAL EN CLASE: https://en-clase.ideal.es/2024/02/25/leandro-garcia-casanova-mi-tio-bonifacio/?fbclid=IwAR2CFODXvvYFrKOI3TVM0ru8oCKhI7pJi0ccmaMHtHB7k1BcYNiAtTPmsZo 






lunes, 19 de febrero de 2024

LOS CAÑOS DE LA PLAZA NUEVA

 




Unos niños juegan con el agua, en los caños de la Plaza Nueva, que tenía dos grifos. Recuerdo que me caí en el pilar y casi me ahogo, de lo pequeño que era. Al fondo se ve la puerta de la barbería de David, donde me peló muchas veces. Mi madre me decía: “Dile a David que te trasmonte el pelo” y me lo dejaba parejo. A la derecha se ve un pequeño caño, donde los niños jugábamos también. Al lado hay un pequeño muro de cemento, que servía de baranda para bajar las escaleras. Sin embargo, los niños nos deslizábamos sentados por el cemento, que nuestros pantalones habían suavizado con el roce. La Plaza Nueva era como nuestro jardín de infancia, más no se podía pedir.

Del libro Leandro: Castilleja de los Ríos en blanco y negro. 2020

viernes, 9 de febrero de 2024

LA SOLEDAD DE LA VEJEZ

 

A la izquierda, anciano con un andador




El pasado 1 de julio 2023 venía este titular en El Mundo: La soledad creciente de España: los mayores de 65 que viven solos se disparan más de un 20% en la última década. Informaba que los hogares unifamiliares en esta franja de edad superan ya los dos millones, y en un 70% de ellos reside una mujer. El censo de población y viviendas del Instituto Nacional de Estadística (INE) arroja, además de un número de viviendas vacías que llega hasta los 3,8 millones, un fuerte aumento en los hogares unifamiliares. Dato, por tanto, de personas que viven solas. Y en ese incremento es especialmente llamativo el repunte que se registra entre los mayores de 65 años: la cifra, a 1 de enero de 2021, superaba los 2 millones de hogares. Esto supone un incremento del 22% respecto al censo de 2011 y en el retrato de la soledad en el hogar destacan especialmente las mujeres. ‘En la mayoría de estos hogares, el 70,8%, reside una mujer’, explica el INE en el trabajo. Se trata, en términos absolutos, de 1,47 millones de hogares unifamiliares en los que reside una persona de sexo femenino mayor de 65 años. Hace 10 años la cifra era de 1,27 millones, esto es, que la última década han aumentado en 200.000 las mujeres mayores de 65 años que viven solas. Los hombres de esa misma franja de edad que viven solos también repuntan de manera significativa, aunque siempre en cifras más bajas: son algo más de 600.000 personas, mientras que en 2011 el dato era de unos 430.000… Finalizaba la crónica de El Mundo con esta conclusión: La tendencia a la vida en soledad, ya sea buscada o forzada, es clara y evidente.

 

La crónica ha tenido 85 comentarios y he recogido los que me han llamado la atención. Por el seudónimo y por las respuestas, señalo los que me han parecido si es hombre o mujer.

Hombre. Ya no existe la presión social de que separarse era una vergüenza, de ahí las cifras.

H. La soledad no es la falta de gente, si no la necesidad de ella, esto te lo dice cualquier buen psicólogo, hay gente que necesita fumar, o necesita ir al bar o al bingo y gente que no, así que no veamos problemas donde no los hay. Los millones de divorciados que hemos huido de un mal matrimonio, estamos encantadísimos de vivir solos, cada persona es un mundo.

H. La gente en mi opinión nos hemos vuelto más egoístas, pensamos mucho más en nosotros, las leyes tampoco ayudan en acabar bien en casos de rupturas, separaciones y económicamente es un agujero difícil ya de cerrar. Lógico que al final salen mejor las cuentas en solitario.

Demasiados prejuicios. H. Vivo solo, piso pagado, ni borracho meto a una elementa en mi casa que se preñe, me denuncie en falso y acabe en un piso compartido por no poder pagar ni un alquiler…

La respuesta. H. ¿Que se preñe? Que yo sepa, las señoras no se preñan solas... Qué poca fe en la humanidad tiene Vd. me da pena.

H. ¿Y quien dice que la soledad es un problema?

H. Mis hijos se han ido a vivir y formar una familia al extranjero. Les ha obligado la falta de futuro y los bajos sueldos. Con ellos han desaparecido mis nietos y mis paellas familiares de los domingos. Pero como en España en ningún sitio, uhm!

H. Y las residencias sin crecer en número, lugar donde si se les tratara bien, que esa es otra, porque hay que ver algunas para ni siquiera entrar en ellas, y soy visitante asiduo de ellas, estarían acompañados y bien tratados. Resulta que no se abren residencias en condiciones aunque aumenten los ancianos... Y antes vivían con los hijos debido a que normalmente la mujer, mayoritariamente no trabajaba y podía atenderles y hasta servían de ayuda, pero hoy en día es imposible conciliar niños, ancianos, trabajo y atención a la casa por parte de ninguno de los dos cónyuges. O sea que mal apaño tiene el asunto mientras los que deben actuar miren para otro lado o den a compañías privadas con ánimo de lucro la actuación con los ancianos. Repito, con ánimo de lucro.

H. Te lo digo yo mismo, una cosa es la soledad elegida y otra la obligada, ésta última es una auténtica tortura.

H. El problema veo yo es la gente sola y que no tiene con quien hablar hay mucho más de lo que la gente se cree y en mayores más mucho más porque la sociedad tira a la soledad de las personas.

MUJER. Los divorcios y los emparejamientos temporales sólo cuando conviene, y sin hijos (ni nietos) es lo que traen… Viejo solo, discapacitado y​/o enfermo: dura un 50% menos. Ese es el plan… No es la soledad sino el egoísmo el problema. Tanta gente sola, ¿por qué no se juntan entre ellos? ¿Por qué se divorcian personas mayores o cincuentonas? Porque no quieren cargar con los problemas de otro viejo, sino que los jóvenes carguen con los suyos… Estará superencantado cuando le manden de alta del hospital sin poderse valer por sí mismo y no vaya nadie a recogerlo ni a cuidar de su supervivencia. Espérese unos añitos. La protección familiar exige sacrificio, aguante y renuncias.

M. El perro es como el efecto placebo para quien padece soledad. Muchos padecen soledad, viendo la superpoblación perruna. Sin embargo, puedes tener hijos y haber sido buen padre y que se olviden de ti. Y no te atiendan. Cada persona es un mundo. Y a veces, muy egoísta.

H. ¿Y qué hacemos con una señora que se ha quedado viuda, la buscamos otro marido? ¿De dónde se creen que vienen la cifras de soledad?, de gente que se queda viudo​/a y sus hijos ya tienen una familia, y de gente que fue independiente y libre toda su vida y ahora, a lo que a los 40 se llama independencia, a los 65-70 se llama soledad y no tienen a nadie que les haga compañía. Queremos arreglar a los 70 los problemas que vienen de décadas antes.

La cruel realidad. H. Francamente, la soledad solo debe contabilizarse cuando uno no puede hacer sus tareas habituales, ni deambulación ni paseos diarios con otras personas... y nadie se entera de su muerte en un plazo de de dos días máximo... ESO si es soledad, estés como estés. Ese es el momento de tomar una de las medidas siguientes, cada uno que elija su testamento vital: Residencia. Eutanasia.

Desprecio y soledad. M. En mis paseos por el paseo marítimo, suelo detenerme a hablar con Isidoro, 93 años. Me dice que cuando va al hospital lo desprecian y alguien le señaló: No te quejes, ya has cumplido. Obviamente, vive solo y al despedirse me dice algo que me emociona: Gracias por hablarme. Una radiografía.

Buen razonamiento. H. Los Progres siempre han existido... vivir la vida, no tener pareja o tener varias, no tener hijos, trabajar mucho para buenas vacaciones, etc. De esos Progres Urbanitas vienen más de la mitad de los solitarios viejos en su casa o en la Residencia-aparcaviejos...

Respuesta. M. Pozuelo, Rivas, Las Rozas... en el lado opuesto. ¿Clave? La pastuki. Los ricos tienen compañía. Y eso no incluye mascotas perrunas, que abundan en Torremolinos o Benidorm.

Haciendo rehabilitación en la residencia



El actor John Wayne se quejaba en la vejez de que se encontraba solo, porque sus hijos no venían a visitarlo. Era el actor más famoso de su tiempo, se casó tres veces, se divorció dos veces y su vida sentimental fue un desastre. Charles De Gaulle, que fue presidente de Francia, decía que la vejez es un naufragio. En 1979 conocí en Madrid a un actor secundario de películas, que tenía un cierto parecido con mi padre. Hace unos tres años, salió la noticia en televisión que el actor falleció a causa de un incendio que se produjo en su casa de Madrid. La tenía llena de basura y de cachivaches, pues padecía el síndrome de Diógenes. Triste vejez y triste soledad.

Un matrimonio con hijos pequeños tiene para entretenerse los problemas que traen los niños, mientras que un matrimonio sin hijos tiene los problemas que trae la convivencia entre ellos. Sin embargo, una persona mayor que vive sola le da muchas vueltas a las cosas y la vida gira alrededor de ella, el caso es que en soledad viven menos años. Y no hace mucho oí en la radio que el 60% de los ancianos en las residencias no reciben visitas de los familiares. Cuesta trabajo creerlo, criar hijos para esto. Recordando a Groucho Marx, habría que decir, hemos alcanzado las cotas más altas de miseria. Cuando mis hijos eran pequeños, recuerdo que le dije a un vecino de unos sesenta y tantos años: Los niños dan muchos problemas. Y el buen hombre me contestó: De mayores son peores. Lo cierto es que la vida se hace demasiado dura sobre todo en los últimos años: a las enfermedades, limitaciones e incapacidades, se unen las incomprensiones de la familia, de la pareja, la soledad… Creo que la vida se asemeja a las cuatro estaciones: la primavera sería la infancia y el verano, la juventud; el otoño es la madurez y el crudo invierno, la vejez. Finalizo con esta cita (que hace reflexionar) del periodista Pedro García Cuartango, cuando cumplió 67 años. El pasado se agranda y el futuro se encoge… Dios guarda silencio mientras el tiempo nos devora. Y cuando llegas a la jubilación, a veces te preguntas con cierta incredulidad: ¿Cómo he llegado yo hasta aquí?

IDEAL EN CLASE https://en-clase.ideal.es/2024/02/08/leandro-garcia-casanova-la-soledad-de-la-vejez/?fbclid=IwAR1YsGw4om3Kc7sq3yCKxmttzISjUQD1VqJ1qKqvIGhRm4uYMDT-wrscHic


sábado, 3 de febrero de 2024

NIÑAS MIRANDO LAS CARTELERAS

 

Castilleja, años sesenta. Foto de Pili Fernández. 




Es impresionante esta imagen de la antigua Plaza del Generalísimo (en los años treinta se llamaba Plaza de la República y puede leerse en la placa de la pared de la iglesia, que pega al quiosco). El balcón que se ve a la izquierda era del salón parroquial, donde el cura hacía algunas actividades y, más acá, destaca el quiosco. En el edificio de la derecha, se ven las carteleras anunciando la próxima película, mientras que unas niñas observan aquellas imágenes míticas de cine. Por la puerta de la casa del telero, un hombre va montado en burro. Llama la atención la soledad de la plaza, el suelo de tierra, las casas solariegas sin blanquear, las acacias y un pequeño farol colgando de los cables de la luz, por toda iluminación.

Del libro Leandro: Castilleja de los Ríos en blanco y negro. 2020