domingo, 24 de enero de 2016

FORMACIÓN UNIVERSITARIA EN ESPAÑA Y EN FRANCIA










En pleno debate sobre la formación del profesorado y su respectiva carrera profesional en España, os voy a contar mi experiencia personal como profesor después de haber opositado y obtenido una plaza fija. Estas oposiciones me han permitido descubrir un sistema educativo diferente, que está inmerso en una "refundación del colegio público". El año pasado me presenté a las oposiciones de profesor de Educación Física, en Francia. Mi objetivo era conseguirlas en dos años: el primero me serviría para aprender a escribir el idioma francés, y el segundo para aprender la dichosa “disertación francesa”, o el ejercicio de la argumentación, que ella sola representa la base del pensamiento crítico francés. En este ejercicio de disertación no basta con memorizar referencias teóricas o científicas, hay que justificarlas con ejemplos prácticos sobre et terreno y sobre todo criticarla, ya que la verdad absoluta no existe. Por suerte (y sobre todo, por trabajarlo) he podido aprenderlo todo en el primer año y obtener así una plaza de profesor.

 En un comparativo rápido y generalizado de ambos sistemas de formación universitaria (español y francés), en los que he tenido la suerte de estudiar y formarme no solo como profesor, sino también como persona, este ejercicio de argumentación representa, a mi modo de ver, una de las diferencias más importantes entre los dos sistemas. Vean aquí las tres diferencias más importantes entre ambos, que voy a intentar explicar más adelante: 

·         Modelo de enseñanza: basado en clases magistrales del profesor. El alumno tiene que seguir la línea marcada por el profesor para obtener buenos resultados, contra un sistema donde el alumno tiene que elegir entre todas las informaciones dadas por el profesor. El alumno debe trillar las informaciones dadas por el profesor

·         Sistema de evaluación: Uno basado en la memorización y el examen tipo test, contra otro basado en el trabajo reflexivo y de argumentación.

·         Formación del profesor.

 Con este comparativo el objetivo no es criticar el sistema español. Al contrario, intentaré analizar algunos aspectos de nuestro sistema, aportando algunas respuestas  que ayuden en una segunda fase a mejorarlo. En cuanto al modelo de enseñanza, muchos profesores en el sistema universitario español nos lo dan todo hecho. Antes de empezar la asignatura, los alumnos disponen de apuntes de 200, 300 o 400 páginas, en otros casos un libro. Las clases consisten en explicar esos apuntes, tema por tema, y los alumnos tienen que memorizar con puntos y comas. El profesor impone una línea que el alumno no tiene más remedio que seguir. En el sistema francés pocos profesores dan apuntes, sin embargo cada tema es abordado según diferentes puntos de vista y con referencias teóricas. Luego, cada alumno retiene y guarda aquellas que le resultan más interesantes entre todas las informaciones dadas. Así, debe crearse sus propios apuntes en función de las diferentes fuentes de información dadas. Cada modelo tiene sus ventajas e inconvenientes.

 En el modelo francés todo es criticable, todo se debate y a veces "este exceso de información, puede matar la información". El alumno puede verse perdido o saturado de tanta información, con el riesgo de perder el sentido o el camino al aprendizaje. Esto no ocurre en el sistema español, ya que la información ha sido buscada, analizada y trillada a priori por el profesor. El alumno lo único que tiene que hacer es seguir esta línea ya marcada, y completar los apuntes con las clases dadas por el profesor. Pero el problema aquí es que el alumno no es autónomo, no es libre de elegir y depende excesivamente del profesor de turno.

En este sentido, en el modelo francés no existen líneas rojas impuestas hacia el conocimiento, más bien multitud de caminos, enseñando al alumnado a indagar, a buscar, a elegir y a criticar o defender aquello con lo que se está o no de acuerdo. Algunos pueden pensar que se pierde mucho tiempo en este proceso, pero esto es esencial para acceder al conocimiento y desarrollar la autonomía del alumno: "El buen profesor debe crear un enlace entre el alumno y el conocimiento para que este acceda a la noción de autonomía", y no convertir al alumno dependiente de su trabajo. La construcción de la autonomía se construye  creando enlaces entre el alumno y el conocimiento, que lo liberan de los enlaces entre este y el profesor.  

En mi segundo punto del análisis comparativo, entre ambos sistemas de formación universitaria, voy a hablar de la evaluación. Cuando pienso, por ejemplo, en los exámenes que he hecho en la universidad en España, la gran mayoría han sido de tipo test o de opción múltiple. Es verdad que algunos exámenes han sido de preguntas cortas o de desarrollo, pero en este caso lo que escribo no es producto de un trabajo personal y reflexivo, sino fruto de la memorización de las 100 o 200 páginas que el profesor de turno me ha impuesto para estudiar. La evaluación en Francia consiste en la realización de una disertación, donde el alumno pone en práctica su capacidad de reflexión, de análisis y de argumentación sobre lo que ha estudiado, defendiéndolo o criticándolo. Ya en el instituto los alumnos trabajan sobre este tipo de producción escrita (en el colegio los alumnos se examinan en argumentación) y en la universidad este tipo de examen persiste y se extiende a todos las oposiciones de la función pública. Así, a mi modo de ver,  esta es la diferencia más importante entre los dos sistemas: uno (el español) nos enseña a memorizar, y en el otro (el francés) no basta con memorizar, hay que justificar lo que se dice con ejemplos sobre el terreno, y sobre todo defender o criticar, ya que no hay una verdad absoluta. Con esto no pretendo que en España adopten la disertación francesa, ni mucho menos. Pero es cierto que en la universidad no nos enseñan a escribir, a argumentar y, sin embargo, yo creo que todo esto es la base.

 Volviendo al debate que existe actualmente sobre la formación del profesorado, yo creo que debe reestructurarse y mantenerse en 5 años, ya que el problema no está en la cantidad sino en la calidad de los contenidos propuestos. Algunos hablan de siete años de formación y esto me parece excesivo. No creo que para ser profesor se necesiten más años de estudio que para ser ingeniero. Esto sin contar con los años de preparación de las oposiciones. En Francia tenemos un ejemplo claro que demuestra que 5 años de universidad son suficientes no solo para formar a un profesor, sino también para prepararlo a las oposiciones e introducirlo en el ámbito del trabajo. Así, los tres primeros años de carrera universitaria (licencia) son de formación de base para ser profesor. Esta formación se intercala con prácticas de 1 o 2 meses en colegios, que permiten al alumno confrontarse con la realidad sobre el terreno. El cuarto año (lo que se denomina Máster 1) es de preparación a las oposiciones y la universidad se encarga de ello. Los que aprueban en el cuarto año las oposiciones y han obtenido plaza, se convierten en profesores en prácticas, es decir, trabajan de profesores a tiempo parcial mientras continúan la formación en la universidad, validando de esta manera el segundo año de máster de profesorado (Máster 2).

 Así, el nuevo profesor trabaja a tiempo parcial y dispone de la otra mitad del tiempo en formación universitaria (en mi caso, formaciones sobre las diferentes actividades físicas, sobre la gestión de la clase, la planificación, la evaluación de los alumnos o los eventuales problemas que podemos encontrar en nuestras clases). Al final de las prácticas, el profesor dispondrá de cuatro notas diferentes:  

  • ·          Del tutor de terreno
  • ·         Del tutor universitario o formador
  • ·         Del director del colegio o instituto
  • ·         Y del inspector, que valida o no el año de prácticas.

 En el caso de que dos de los cuatro balances sean negativos, las prácticas no son convalidadas y el profesor deberá al año siguiente repetirlas. Si las prácticas no son convalidadas durante dos años, el profesor no obtendrá el título y perderá de esta manera el beneficio de las oposiciones.

 Aun así, el sistema educativo francés está lejos de ser perfecto. Los informes PISA no lo sitúan en muy buena posición y el colegio público afronta la renovación más importante de los últimos 15 años. El objetivo es reforzar el eslabón frágil del sistema educativo, el colegio público: "Hacer que el colegio único no sea más un colegio uniforme", como ha afirmado la ministra de la Educación francesa, el 11 de marzo de 2015. En cuanto al alumnado francés, es diverso y muy heterogéneo, el colegio público debe educar y formar a todos los alumnos por igual, pero al mismo tiempo debe diversificar los medios pedagógicos y didácticos para no excluirlos. Esta es la principal dificultad del sistema educativo francés, y todas las reformas que se están planteando van en este sentido: "¿Cómo luchar contra esta heterogeneidad, contra la exclusión y conseguir el éxito de todos?". En casi todos los colegios e institutos existe este problema de clases con diferentes niveles de comprensión, escritura, etc.

 Existen muchos distritos en Francia en los cuales la concentración de inmigrantes es muy superior, lo que provoca mayores posibilidades de exclusión social. Es por ello que el Estado ha creado otros dispositivos como los REP o REP+ (colegios públicos con medios económicos y pedagógicos mayores para alumnos en dificultad). La idea es la ‘Discriminación positiva’: “Dar más a aquellos que tienen menos". Para hacer frente a esta dificultad el Estado francés ha decidido invertir en la formación del profesorado, y actualmente esta formación está reconocida como una de las mejores de Europa, ya que invierte en la formación inicial y continua. A nivel pedagógico y didáctico existe una verdadera reflexión sobre otras formas de enseñar que permitan a todos los alumnos obtener un título, bien sea universitario o profesional.


Oliver García-Fresneda Romero, profesor de Educación Física, en el Collège-Lycée 'Camille Sée' (Paris)


domingo, 17 de enero de 2016

LA SANIDAD ANDALUZA









Hace dos años, al anochecer, una niña de dos años se traga la pila de un mando de televisión, la pila viene a ser como una moneda de 20 céntimos. Del pueblo trasladan a la niña a Urgencias del Hospital Comarcal y, viendo que no pueden extraer la pila de la garganta, en una ambulancia la llevan durante la madrugada a un hospital de Granada. Sin embargo, el cirujano vio a la niña a las doce del mediodía  –se ve que antes no tuvo tiempo de verla a pesar de que estaba de guardia–, y le extrajo la pila de la garganta. Estaba situada de canto, de forma vertical, porque si le tapona la garganta la niña se hubiera asfixiado en unos minutos.

Yo vi la pila extraída y ya se encontraba oxidada, a causa de los ácidos del estómago. Si llega a abrirse y sale el litio que lleva dentro, la niña hubiera muerto al momento. “Tu hija está viva de milagro y da gracias a Dios”, le dije a la joven madre. La garganta la tenía enrojecida y bastante afectada. Los padres pusieron una reclamación al hospital cuando le dieron el alta a la criatura, creo que a los dos o tres días, me imagino que en el hospital archivaron el asunto y aquí paz y allí gloria, y otra irresponsabilidad más que quedó en la impunidad, pero que hubiera podido haber tenido el resultado de muerte. En caso de que hubiera empeorado o le hubieran quedado secuelas a la niña, la reclamación era la única prueba de que la habían atendido tarde y mal, más de doce horas después de tragarse la pila. Afortunadamente, la niña se fue recuperando. Precisamente, a primeros de este año ha fallecido una niña de dos años, tras ingerir una pila pequeña, en Oklahoma. “Brianna fue llevada al hospital cuando su piel comenzó a ponerse azul y empezó a vomitar sangre. El ácido de la pila le pasó a la carótida a través del esófago, aunque no saben en qué momento pudo haberla ingerido. Los médicos no pudieron hacer nada por salvarla”.

El 6 de octubre pasado pedí cita para una ecografía de abdomen en un Centro de Salud de Granada. El empleado me entregó un papel pero sin darme cita para el Hospital Virgen de las Nieves, y me dijo ante mi extrañeza: “Si de aquí a un mes no te envían una carta a tu domicilio con la fecha de la cita, te pasas por Rayos X del Hospital”. Al cabo del mes me paso por el hospital y la empleada que atiende en Rayos X me dice que la cita me la tienen que dar en el Centro de Salud, esto hace que ponga una reclamación. En Rayos X vi que daban cita a cuantos estaban esperando afuera y esto ocurre a pesar de que el SAS  anuncia en la prensa que cada día hay menos listas de espera.

El empleado del Centro de Salud me confesó que tenían un tapón enorme y por eso no podía darme cita. Como el sistema es el mismo, el tapón lo tienen también en el Hospital Virgen de las Nieves. Para hacerte cualquier prueba en el SAS, ya ni siquiera te ponen en lista de espera porque están colapsados. Así está el tema. Sin embargo, este verano han pagado a los diputados las dietas y alojamiento, a pesar de estar cerrado el Parlamento andaluz durante seis meses, también pagan las cesantías durante un año a los cargos que cesan –para que no pasen faltas–, pero no hay dinero para los enfermos ni para los comedores escolares, en la Zona Norte de Granada, como ha ocurrido durante unos meses. Quince días después de la reclamación, me llamaron por teléfono del SAS, dándome cita para dentro de una semana en el Hospital de San Juan de Dios.

Para hacer una simple ecografía a un paciente vienen tardando en Granada de tres a seis meses, cuando la pide el médico de cabecera. Si la solicita el especialista, la hacen en unos días. La orden que hay es no enviar a los enfermos a los especialistas, porque están saturados. A finales de año recibí una carta del director gerente del hospital, en estos términos: “Lamentamos profundamente no haber sido más ágiles a la hora de facilitarle la cita para la realización de la prueba solicitada y le pedimos disculpas…”. Si quieres que te atiendan en el SAS está visto que tienes que poner una reclamación. Hace varios años, una médico del Hospital Virgen de las Nieves denunció el fraude que había en las listas de espera: llamaban a pacientes de las listas para que fueran a su médico de cabecera para una simple formalidad, con este engaño los sacaban de las listas de espera y los pacientes eran colocados de nuevo en la cola. La única medida que tomaron en el SAS a consecuencia de la denuncia fue trasladar a la médico al Hospital de San Juan de Dios, en vez de cesar al responsable del fraude en las listas de espera. Debemos de agradecer este gesto a quien no estaba dispuesto a someterse a los engaños y abusos que se cometen en la sanidad andaluza, a sabiendas de que le esperaba la represalia. Hace varios meses, decenas de médicos y especialistas de los Hospitales Virgen de las Nieves y del Clínico de Granada se manifestaron a las puertas de los hospitales denunciando las carencias de personal y de medios, a la vez que pedían a los pacientes que reclamaran si querían que los atendieran porque ellos poco podían hacer. Generoso gesto de estos médicos, mientras otros callan.

El Gobierno andaluz ha desmantelado el SAS con miles de despidos entre especialistas, médicos y enfermeros, haciendo contratos temporales a unos mientras han aumentado la productividad a los jefes de servicios y cargos. El pasado 11 de diciembre, El Mundo venía con este titular: “El 70% ve excesivamente altas las listas de espera del SAS. Ocho de cada diez andaluces creen que la sanidad pública ha empeorado en los últimos cinco años”. Rubén Sánchez, portavoz de Facua Andalucía, denunciaba: “Ya está bien de que la Administración andaluza diga ‘lo maravillosa que es la sanidad pública o que haga creer a la gente que no se recorta’, no es cierto”. Sánchez seguía diciendo que “con la encuesta de Madrid habrá sorpresas porque los datos sobre la percepción de su sanidad son muy negativos, pero los andaluces son aún peores”. El diario concluye la crónica con un exhaustivo estudio de CCOO, que fue presentado el pasado septiembre: “Sostiene que la comunidad andaluza lidera los recortes en el país con una caída de 1.400 millones de euros, entre 2009 y 2015, que representa un descenso del 13,9% frente al 9% de media en el conjunto del Estado”.

Hay que recordar que los sindicatos CCOO y UGT lideraron las protestas contra la sanidad pública madrileña, porque denunciaron que el Gobierno de la Comunidad de Madrid la estaba privatizando, mientras callaron en todos estos años las grandes carencias y los miles de despidos en la sanidad andaluza. Firmaron un “pacto social” con el Gobierno andaluz y se convirtieron en sus aliados a cambio de prebendas y privilegios. La sanidad andaluza está en gran parte privatizada y concertada como la madrileña, lo que supone un menor coste por los servicios, pero de esto nadie dice nada.

Este mensaje me lo envió un paisano hace un año, aproximadamente: “Castilléjar está muerta, esto está muy abandonado en todos los  aspectos ya ni tan siquiera hay médico durante los fines de semana, los puentes y festivos, ahora las Urgencias por las noches y los festivos las tienes durante el día en Benamaurel y, a partir de las diez de la noche, en Huéscar. Manda cojones cómo juegan con nosotros pero claro los castillejaranos somos culpables de todo, todo lo permitimos y no hay unión”. Y es que han recortado por todos lados en la sanidad andaluza. La Defensora del Paciente, Carmen Flores, dijo textualmente a la prensa, el 13 de enero pasado: “A mí me han llegado casos demenciales, una demencia total y absoluta en la gestión de la sanidad andaluza”.


http://en-clase.ideal.es/opinion-200/2860-