lunes, 2 de octubre de 2023

EL CASTILLO Y LAS CUEVAS DE LA MORERÍA

 

Aspecto de la excavación. Foto de MEMOLab


RESUMEN

 A finales de julio de 2022, la olvidada villa de Castilléjar se despertó con un castillo y el acceso a las cuevas de la Morería, a través de una antigua cueva comprada por el Ayuntamiento. Atrás quedaban siglos abandono donde las cuevas se han ido desmoronando en medio de la total indiferencia. “Hay restos visibles de la torre, el Murallón… Será visitable, recuperando así la historia de Castilléjar. La idea es asomarnos a la Morería”, decía el arqueólogo José María Martín Civantos, encargado de la excavación, con el equipo MEMOLab, de la UGR. Destacar también la subvención de la Diputación.

1.  CONTEXTO HISTÓRICO

 Gabriel M. Cano García afirma en la introducción de su libro “La comarca de Baza”, editado en 1974: “La comarca de Baza sólo era un pieza tributaria donde no había qué invertir. ¿Para qué? ‘Son gentes sin remedio, descendientes de moros, que viven en cuevas y no les gusta el trabajo’. Y así se ha llegado a una situación de extremo subdesarrollo (...) y, sobre todo, por medio de la emigración, que en los últimos veinte años ha reducido a la mitad los efectivos demográficos”. Es tremendo lo que escribía el catedrático Cano García, pero han pasado 47 años y las cosas siguen igual porque las comarcas de Baza y Huéscar son de las más pobres de la Unión Europea. Si nos remontamos a la expulsión de los moriscos, entre los años 1571 y 1609, Hurtado de Mendoza escribe en la “Guerra de Granada”: “Quedó la tierra despoblada y destruida, vino gente de toda España a poblarla y dábanles las haciendas de los moriscos por un pequeño tributo que pagaban cada año”. Pío Caro Baroja calculaba que la población morisca en el Reino de Granada ascendía a unos 300.000 habitantes y que la mitad de ellos fueron expulsados, mientras que Antonio Domínguez Ortiz reducía a 80.000 los deportados. Esto supuso el abandono de las tierras de agricultores expertos, de manera que Peyrón lo describió así, en 1772, cuando viajó por estas tierras: “Mientras los moros poseían el reino, Granada era el país del mundo más alegre y mejor cultivado; su población era inmensa, sus valles y sus montañas estaban cubiertos de viñas y de árboles frutales, pero hoy ¡qué cambiado está!, la población es una plaga temible para las campiñas. Cuántas colinas que no tienen otro adorno que las plantas con que la naturaleza las cubre”. Lo cierto es que, a pesar de la repoblación (vascos, navarros, leoneses…), en 1575, el Reino de Granada tenía la mitad de habitantes que cuando vivían los moriscos. La población no alcanzaría los niveles precedentes hasta el final del siglo XVII. Al despoblamiento hay que añadir las epidemias, la crisis de subsistencia y los periodos de sequía en los últimos años del siglo XVI.

    En el artículo “Las cuevas, sus barrios y su origen en nuestra tierra”, publicado en la revista “La Sagra” (marzo de 1981), el historiador Vicente González Barberán escribe: “El Catastro del Marqués de la Ensenada, elaborado a mediados del siglo XVIII, registra en todo el término de Huéscar sólo unas 25 cuevas… El fenómeno viene de más abajo: en mi opinión, de las Hoyas de Guadix y Baza, donde había antecedentes cueveros anteriores al siglo XIX”. En esa época, los ayuntamientos concedieron licencias para excavar cuevas, ante la avalancha de nuevos vecinos (los inmigrantes levantinos) y “surgieron auténticos barrios trogloditas”. González Barberán  asegura que los moros no las usaron jamás como viviendas y que las cuevas abandonadas, con puertas y ventanas, que encontraron los nuevos repobladores, tras la Guerra de Granada, en los frentes de los acantilados, “son precisamente las conocidas ‘cuevas de moros’, ‘boticas de los moros’ o ‘hafas’ (en Benamaurel las llaman así)”. El historiador aclara que estas grutas son frecuentes en la zona oriental de España, como Granada y Almería. En el estudio “Arquitectura subterránea”, de Lasaosa Castellanos y Ron Cáceres (1989), en referencia a Castilléjar, dice que “la población que vive en cuevas es aproximadamente el 50% de sus habitantes”. Entonces había 239 cuevas y casas-cueva, pero a causa de la emigración muchas se encontraban abandonadas y “una cantidad elevada de cuevas que no se han contabilizado al haber quedado ya relegadas por la casa”.

Cuevas de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor


 

2.  LAS CUEVAS DE LA MORERÍA

 En Castilléjar se encuentran, además, en un acantilado sobre el río Guardal, las Cuevas de la Morería que están repartidas en dos niveles: trece cuevas aunque ya no es posible el acceso a ellas debido a los desprendimientos del terreno. Están relacionadas con las “hafas”, de Puente Arriba,  y son las más antiguas de la comarca de Huéscar. Son del período almohade y datan del siglo XII. El historiador Lorenzo Cara Barrionuevo refiere de las cuevas de los moriscos que, “sobre ellas pesa un profundo vacío documental y bibliográfico”, mientras que en un estudio que hizo sobre la Morería, en 1992, el Centro de Profesores de Huéscar, llega a esta conclusión: “Por lo que se refiere a su datación, es muy probable que se trate de refugios musulmanes de época medieval, llegando algunos casos de conjuntos troglodíticos a ser utilizados todavía en el siglo XVI (…). Hace unos 40 ó 50 años era posible acceder a algunas de ellas a través de estrechas veredas que ya se han desplomado”. Las ‘hafas’, de Benamaurel, las de Cúllar, Baza, etc., son cuevas de características similares.

“Las Cuevas de la Morería presentan un aspecto ruinoso y alarmante, acabarán cayendo al río si no se actúa pronto, pues el terreno sobre el que se asientan es flojo. Sería conveniente y necesario que la Consejería de Cultura hiciera un estudio del terreno”, escribía este autor en el artículo “Las cuevas moriscas de Castilléjar”, en 2014. En cambio, son completamente desconocidas, incluso para los castillejaranos, las cuevas moriscas de Los Carriones (anejo de Castilléjar). Al compararla con otra foto, que hice en agosto de 2007, se ha desprendido una parte de la pared y de la ladera, que hay al lado del camino. Hay una casa-cueva de piedra roja, con su chimenea, cerca de las cuevas, en fin, un pegote que afea el conjunto.  Vistas las cuevas desde el Oeste, el cerro ofrece el aspecto de un barco.  En los años sesenta, un vecino colocó una carrucha en el morro del cerro para subir paja a las cuevas moriscas, aunque se han conservado mejor que las de la Morería. En un correo electrónico, que en 2009 le envié a la entonces alcaldesa de Castilléjar, Josefa Carasa, le preguntaba si podía hacer alguna gestión para la conservación y protección de las cuevas, antes de que se pierdan o deterioren. Le recordaba que, entre los monumentos naturales de la provincia, sólo está incluido el poblado ibero de la Balunca, en Castilléjar, pero no vienen las cuevas de la Morería. En cambio, en Benamaurel tienen las “hafas” y cuatro monumentos más, y en Castril, la Peña... “De aquí a cincuenta años, nadie se acordará de nosotros pero quedará el legado histórico de la Morería y de las cuevas moriscas de Los Carriones, como monumentos naturales, si hacemos algo. Como alcaldesa eres la más indicada, podrá haber un Ecomuseo en Castilléjar, pero no es nada comparado con la historia que encierran las cuevas moriscas. Son nuestro pasado. Éstas pueden perderse y deteriorarse por abandono o desidia (como ha ocurrido siempre en el pueblo), son muchas las personas interesadas en la conservación de nuestro patrimonio, aparte de que es nuestra obligación como castillejaranos”.

 

Cuevas moriscas de Los Carriones. Foto del autor

 La respuesta de la alcaldesa no pudo ser mejor: “Indagaré para ver la manera de incluirlo en nuestro patrimonio y tratar de conservar y mejorar su estado. Todos los datos que tengas al respecto me los envías”. Esperemos que se inicien pronto los trámites para que las cuevas moriscas de Castilléjar sean declaradas Bienes de Interés Cultural, será un día inolvidable para muchos paisanos y conocidos, porque se reparará la injusticia y el abandono de siglos. Éste es el “mejor legado” que le podemos dejar a las futuras generaciones: nuestro patrimonio histórico estará ya protegido. Recuerdo que cuando yo tenía siete años, mi padre me llevaba a Los Carriones en su vieja “Guzzi”, sentado en el depósito de gasolina. En el frontal del cerro había una especie de jaula de hierro (se desprendió con los años) y mi padre me decía, poniéndose serio: "¿Tú ves eso?, pues ahí están las calderas de Pedro Botero". Cada vez que veía a aquel siniestro armatoste se me antojaba que estaba ante las puertas del Infierno, pero mi padre no podía imaginar que, tres siglos antes, estuvieron viviendo allí los moriscos y que todavía quedan en el anejo algunos vecinos con el apellido de origen árabe. 

Jesús Martínez, que falleció en 1990, me contaba que cuando él nació (creo que por 1910) hubo una fuerte riada que causó el desprendimiento de una parte de la Morería, de manera que cambió el curso del río Guardal. Lo cierto es que esas cuevas las utilizaron los moros, como habitáculo. En Castilléjar existe el barrio del Cenete, que era el antiguo barrio morisco. El nombre proviene de la tribu bereber de Zeneta (los cenitas), una de las más antiguas y principales de África del norte. Las cuevas de la Morería tienen una Catalogación Genérica, por lo que están protegidas, es de esperar que sean declaradas monumento natural. “De vez en cuando se cae un testero”, me dijo un pastor que tiene las cabras por allí, hace siete años. Yo siempre había visto las cuevas de la Morería desde lejos, que es de donde se toman las fotografías, pero al acercarme a ellas se ve este espectáculo. Lo peor de todo es la indiferencia general ante el desmoronamiento que hay en Castilléjar, tanto por parte del Ayuntamiento como del pueblo ante este barrio morisco con tanta historia. En la Morería se aprecia ruina total, con grietas en las paredes y bastantes entradas de cuevas ya caídas, cuando en los años cuarenta había una vereda por donde se accedía a ellas. Quiero expresar mi agradecimiento a Jesús María García, de Galera, miembro del CEPS, y Juan José Martínez, de Huéscar, por la documentación que me han proporcionado para elaborar este artículo.

 3.  En defensa del patrimonio histórico

 En agosto de 2021, publiqué en mi blog el artículo “En defensa del patrimonio histórico”, donde advertía:Para que restauren y apuntalen las cuevas de la Morería (se vendrán abajo), el ayuntamiento debe de hacer un informe a la Delegación de Cultura en Granada”. José Julián Torregrosa Castillo hacía este comentario: “En Castilléjar hace décadas que esos yacimientos fueron expoliados, tanto por arqueólogos profesionales como vividores de la arqueología, son muchos los [1]‘castillejanos’ que se han dedicado a expoliar todos esos yacimientos y a vender las piezas encontradas. Por desgracia Castilléjar no tiene solución…”. Yo le recordaba que, “Esto también ocurrió en el poblado de Tútugi (Galera), expoliaron arqueólogos y paisanos, incluso en Baza. Pero esto no quita la obligación del ayuntamiento de conservar el patrimonio histórico”. A continuación, el historiador Miguel Ángel Rivas Hernández expuso estos razonamientos:

“Esta es la triste realidad de nuestras comarcas respecto al Patrimonio Histórico-Artístico local. Qué país es este el nuestro que da más importancia a los purines que a la preservación de la Historia. Por desgracia para nosotros no todos son Galera (bien para ellos). Piensan los defensores de las macrogranjas que primero es el comer y después el conocer la Historia. Ocurre lo mismo con los defensores de poner contadores de agua en el campo y tuberías para el riego, dado que el agua escasea y la desertización avanza. Por desgracia no hay ningún lumbreras que sea capaz de conciliar ambos intereses, los públicos con los privados. Fijaos lo que ocurre en Galera por ejemplo: la visita al yacimiento argárico y a Tútugi ha estado detrás -y lo sigue estando- de su oferta cultural (Museo Arqueológico y yacimientos) y gastronómica (latas de cordero y vino Galeyra), religiosa (iglesia parroquial), ligada a la historia de los Moriscos. Esto atrae desde colegios a particulares y le imprime carácter y personalidad. No hay que olvidar que nuestras comarcas se encuentran en el furgón de cola de la economía del norte de Granada, junto con el norte de la cercana Almería. Comarcas que curiosamente editan varias revistas de Historia de gran interés: Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez, Revista Velezana y Bastetania, entre otras, que ponen de manifiesto la gran riqueza histórica, documental y arqueológica del Altiplano granadino, Vélez Rubio y Vélez Blanco, Baza, Guadix, Cenete, etcétera. Paradójicamente, en todas ellas la protección de la Junta de Andalucía y la propia dinámica social de las comarcas han propiciado un enorme vacío, cuando no la abulia y el olvido de su olvidado y rico patrimonio. Palacios y conventos abandonados, baños árabes en franco proceso de deterioro, molinos harineros y ventas de arrieros, desaparecidos o arruinados, aljibes de campo y balsas de riego encenagados... pero, eso sí, central fotovoltaica del Marquesado y aerogeneradores sepultando el viejo camino real que lo atraviesa junto al ferrocarril hacia Almería y elevando la temperatura global del entorno, la extracción de agua del acuífero que es la divisoria de aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo que es el llano, granjas de cerdos, gallinas y conejos que bordean la A-92, un Geoparque que no termina de arrancar y que se disputan Granada, Guadix y Montes Orientales, etcétera. Esta triste realidad apenas se pone de manifiesto con algunas iniciativas como las que conocemos a través del Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez y dichas revistas.  Esta es la realidad que hay que cambiar”.

Y esta fue mi respuesta: “Expones muy bien la situación, Miguel Ángel, porque conoces la historia de estas comarcas, que son de las más pobres de la Unión Europea. Cada pueblo elige su alcalde y su destino, unos apuestan por el patrimonio y el turismo y otros por las macrogranjas, como vemos. Tenemos el Geoparque pero los inversores murcianos instalan macrogranjas (la Junta busca inversores foráneos), pero en el patrimonio histórico se podría decir, como en el siglo XIX, creo que fue Ángel Ganivet, que se gastaba más dinero en las caballerías del Ejército que en la conservación de la Alhambra, que estaba casi abandonada y en ruinas. En Orce, Galera, Gorafe, Fonelas... se están viendo los resultados con subvenciones de la Junta y de los citados pueblos, pero creo que se pueden crear puestos de trabajo (aunque el Altiplano se está despoblando) y conservar el patrimonio histórico. Habría que procurar que no se perdiera más patrimonio, pues se ha perdido mucho y se ha llegado a veces demasiado tarde”. Finalizaba el artículo, con estas reflexiones: “Sé que a muchos les preocupa el patrimonio histórico, pero lo cierto es que nadie reclama ni dice nada por lo que las Cuevas de la Morería y de Los Carriones, y el poblado argárico de la Balúnca, siguen en ruinas desde hace siglos. Los ayuntamientos de Galera, Orce y Castril hace años que invierten en los yacimientos arqueológicos y en el turismo rural, por lo que son bastante conocidos en España. Sin embargo, el Ayuntamiento de Castilléjar apostó por las macrogranjas y sus ganancias, por lo que ya son muchos los ‘castillejanos’ que se quejan de los malos olores y de la contaminación de los purines. En definitiva, cada pueblo tiene los gobernantes y el patrimonio que se merece”.

 4.  EL DESCUBRIMIENTO DEL CASTILLO Y DE LA CUEVA

 


Restos de la torre. 
Foto del autor

 

El 23 de julio realizan una visita a las excavaciones del antiguo castillo y a la cueva de la Morería, el alcalde de Castilléjar y algunos arqueólogos, acompañados de varios vecinos. La exalcaldesa, Josefa Carasa, me envió un audio del que entresaco estas explicaciones del arqueólogo José María Martín Civantos, que es el encargado de la excavación: “Hay restos visibles de la torre, el Murallón, en el encofrado tapial, que era de calicanto. Será visitable, recuperando así la historia de Castilléjar. La idea es asomarnos a la Morería y a la vega para entender el entorno, pues la vega con sus regadíos ha sido la subsistencia en los últimos mil años. Esto le da sentido a la Morería. Debajo del castillo tenemos un granero fortificado, son cuevas sencillas, de una habitación de tres o cuatro metros, de largo, comunicadas entre sí. Son parecidas a las que existen en el Rif (Marruecos) y en la zona de Túnez, de los siglos VIII y XIX, donde utilizan palos o escalas para subir. La reconquista de Castilléjar se produce en 1488, cada cueva era de una familia morisca –eran familias numerosas y tenían una estructura tribal– y aquí guardan el trigo, las legumbres, los documentos de propiedad o la dote para la hija. A las cuevas les falta una parte que se ha ido cayendo, mientras que las hafas de [2]Puente Arriba se han conservado mejor. El castillo y las cuevas son dos estructuras defensivas, que son complementarias. El castillo es público y pertenece a los vecinos, y está abastecido de agua, leña…, para defenderse de los ataques. Hay más castillo de lo que esperábamos, aunque tiene rellenos, se conserva la estructura. Las murallas están hechas con morteros de cal, arena y tierra, pero tuvo derrumbes. El murete pensamos que era del castillo, en Benamaurel está el murallón y la hafa, igual que en el castillo de Benzalema, en Zújar. El murallón lo derribó Quico ‘el Coca’, el antiguo propietario, en los años setenta. Tenemos que ir excavando esta semana, esto era una marranera y más allá, al final de la cueva, se ve la vega. La chimenea tiene un secreto, está rellena de tierra suelta y de  trozos de cerámica, hay tres metros de relleno contra la muralla”. 

Al final, el alcalde, Emilio Sánchez, dirige unas palabras a los asistentes: “Un día se nos presentó esta cueva, que era de la heredera de Quico ‘el Coca’. Tuvimos una  subvención de la Diputación y la ayuda de la Universidad. Queremos hacer un  proyecto y un mirador bonico hacia la vega, a largo plazo, y vamos a continuar. Doy las gracias a José María…”. La citada cueva tiene un pozo de más de diez metros, que fue excavado por el antiguo dueño, con el objeto de acceder a las cuevas de la Morería, pero años después lo rellenó de nuevo. Ahora han tenido que sacar el relleno del pozo (se baja por una escalera metálica) y excavar una mina para acceder a una habitación de la Morería.

 5.                  el “Centro de Estudios Pedro Suárez”

 


“El Murallón”, como era conocido en Castilléjar. Foto de MEMOLab

 

El 30 de julio, el “Centro de Estudios Pedro Suárez” publica varias fotos de las excavaciones en Facebook, con este texto: “Castilléjar descubre su castillo. Siglos de abandono y transformación habían perdido toda memoria del castillo andalusí de Castilléjar, considerado por muchos como una simple atalaya. Sin embargo, las excavaciones dirigidas por el equipo MEMOLab demuestran la importancia de este enclave nazarí en los años en que fue frontera del reino de Granada con Castilla. Hasta 5 obras de reforma y ampliación, incluyendo la construcción de una antemuralla, han podido documentarse en esta fase. Al tiempo que lo pone en relación con las cuevas de la Morería y otras del entorno, como silos para el almacenamiento de grano”. El historiador y profesor, Miguel Ángel Rivas Hernández, comenta en la página del “Centro de Estudios Pedro Suárez”: “He aquí cómo en Castilléjar, después de mucho tiempo y mucha tinta sobre papel han terminado concienciándose de la necesidad de recuperar el pasado en todas sus dimensiones. Está claro que el castillo o alcazaba se halla estrechamente unido con las cuevas por cuyo reconocimiento tanto ha luchado Leandro. Magnífica decisión que ojalá imiten otras localidades”. Y este autor le contesta: “Gracias por acordarte, Miguel Ángel. Yo llevaba años luchando y publicando pero nadie me hacía caso, mientras que las cuevas de la Morería se estaban desmoronando sin remisión. En ti tengo un ejemplo a seguir, por lo mucho que quieres y has escrito sobre la historia de tu pueblo, Huéneja. Por encima del Murallón del antiguo castillo de Castilléjar había una atalaya, pero un vecino la derrumbó en los años setenta, pensando que escondía oro desde el tiempo de los moros”. Miguel Ángel Rivas interviene de nuevo: “Gracias por tus palabras, Leandro. La defensa del patrimonio histórico se hace casi siempre ante la incomprensión de los vecinos afectados para quienes "lo viejo" debe derruirse. Después, cuando se quiere corregir ese fallo es ya demasiado tarde. Por eso la labor de los historiadores debe ser la de recoger por escrito todo lo ‘antiguo’ para concienciar al pueblo de lo que debe de respetarse para que pase a las generaciones futuras su conocimiento, al menos”.

El castillejarano, José Miguel Ortiz, hace estas observaciones: “Eso que se ve, más que muralla era atalaya. Todas las atalayas de la zona, hasta una altura de unos tres metros, más o menos, estaban rellenas de tierra compactada, que es lo que se ve en la foto, la piedra que lo cubría estará en las tapias de los antiguos corrales del barranco. Estoy seguro que en su época, desde la atalaya, se podría observar las demás torres, la del Campo Valentín, en la carretera de Huéscar a Castril, la de la Sierra del Muerto y las de Sierra de la Encantada y Botardo, en Huéscar, o las de la Sierra de la Umbría y el Salar en Orce, al igual que la atalaya que hay en Fuente Amarga, que pertenece a Galera. Desde cualquier atalaya de esas se pueden ver todas. Hay otras como la de Ozmín, que es la única de planta rectangular y se encuentra frente al cortijo Ros, y la del Salto del Moro, que está en la Sierra Bermeja, frente al camino de las Santas, en Huéscar”.

 6.   valor histórico y cultural


 
Aspecto de la desaparecida torre, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán


Josefa Carasa me envió un segundo audio, el 31 de julio, donde varios arqueólogos explican a los vecinos de Castilléjar, los resultados de las excavaciones del castillo, que están llevando a cabo estos días. El alcalde, Emilio Sánchez, presenta al arqueólogo, José María Martín Civantos, de la Universidad de Granada, y al equipo MEMOLab (Laboratorio de Arqueología Biocultural), con los técnicos y compañeros, que han realizado la primera intervención: “Ha costado trabajo empezar, pero nunca esperábamos estos resultados, pues fue complicado: murallas y habitaciones enteras. Hoy ha venido Miguel Castellano, de Patrimonio de la Diputación, que va a financiar la segunda fase. Estuvo Leonor, con el tema de la recuperación de las semillas antiguas. Vamos a seguir y se va a quedar un conjunto precioso. Doy las gracias a los estudiantes de arqueología y de historia del arte, y a vosotros…”. Seguidamente, interviene el arqueólogo José María: “Es una alegría presentar los resultados de la intervención arqueológica, que han tenido unos preliminares muy interesantes. El castillo y las cuevas de la Morería tienen un enorme valor histórico y cultural, con el agua forman un oasis, y las cuevas eran un granero fortificado. El uso del agua y del regadío tiene más de mil años y es la historia de los campesinos de la comarca. Quiero destacar la labor del equipo de trabajo: el topógrafo, el especialista de cerámicas, la colaboración del equipo geológico de España, así como del equipo espeleológico de los Vélez, que se descolgó hasta las cuevas. Vino también de Madrid una especialista en estudio de semillas. Las cuevas tienen tres niveles de depósitos: las piedras, la paja para el ganado y las semillas, como trigo y cebada. También hemos encontrado cerámicas de los siglos XII y XIII”. Otro arqueólogo hace estas precisiones: “Llevamos dos semanas de intenso calor. El castillejo es un gran castillo, los resultados son interesantes y hay un nuevo castillo en la provincia de Granada. Desde el siglo XII hasta su reconquista, Castilléjar ha estado en la primera línea de la frontera. El castillo con las cuevas y la agricultura han sido la base de la subsistencia. Es un hito dentro de la comarca”. Un miembro del equipo destacó la financiación de la Diputación y la labor desinteresada de los estudiantes de arqueología, conservacionistas y de secundaria, así como la comida que les han llevado algunos vecinos del pueblo y el permiso que otro les ha dado para excavar.



Estudiantes voluntarios, durante la excavación. Foto del ayuntamiento


Según me informó mi paisano, Ángel Linares, los estudiantes voluntarios trabajaban en la excavación, desde las 6 de la mañana hasta las 13:30 horas, a pesar de las temperaturas, de hasta más de cuarenta grados, que han hecho durante el mes de agosto, y dormían en una nave que tiene el Ayuntamiento en el barrio de Los Evangelistas. Ha tenido que ser un trabajo agotador, vaya nuestro agradecimiento a cuantos han colaborado en la excavación. Los trabajos se espera que continúen en octubre. Ángel me aclara que, encima de la cueva de Quico 'el Coca' no había una atalaya, como se creía, sino que la excavación ha puesto al descubierto que había una torre. Quiero finalizar con esta frase que Miguel Ángel Rivas me ha enviado por correo electrónico: “El tiempo y tu buen hacer espero que consigan hacer reconocer a los responsables de la Junta de Andalucía que este patrimonio que conserváis es más importante que los purines que os amenazan. ¿Es que no son capaces de ver que lo que ahora parece hallarse en franca decadencia o desaparición puede ser lo que más adelante dé prosperidad a esa tierra que tan abandonada ha estado a lo largo del tiempo?”.

Todos esperamos que la Junta de Andalucía ofrezca su colaboración, junto a la Diputación y la Universidad de Granada, en la excavación de la torre (castillejo) que le da nombre a Castilléjar, y en la conservación y apuntalamiento de las cuevas moriscas, en completo estado de ruina. Y que la Consejería de Cultura declare Bien de Interés Cultural (BIC) las cuevas de la Morería. Es de desear que con el descubrimiento de la antigua torre, con las cuevas moriscas y con el Ecomuseo, Castilléjar salga del ostracismo y del abandono de siglos y que recupere su historia y su identidad. Estoy seguro que, con esta oferta cultural, con sus paisajes insólitos y su gastronomía, atraerá las visitas de colegios, de particulares y del turismo rural.

 BIBLIOGRAFÍA

Cano García, Gabriel M: Introducción de su libro “La comarca de Baza” (1974).

González Barberán, Vicente: “Las cuevas, sus barrios y su origen en nuestra tierra”, publicado en la revista “La Sagra” (marzo de 1981).

Lasaosa Castellanos y Ron Cáceres: “Arquitectura subterránea” (1989).

García Casanova, Leandro: “Las cuevas moriscas de Castilléjar” (2014).

García Casanova, Leandro: “Leandro: Castilleja de los Rios en blanco y negro” (2020).

FOTOS

Envío siete fotos, con pie de texto:

1. 723/3 Aspecto de la excavación, con Castilléjar y los Barrancos al fondo. Foto de MEMOLab.

2. Cuevas de la Morería, mayo de 2022. Foto del autor.

3. Cuevas moriscas de Los Carriones. Foto del autor.

4. 357 Restos de la torre. Foto del autor.

5. “El Murallón”, como era conocido en Castiilléjar. Foto de MEMOLab.

6. Aspecto de la desaparecida torre, en el barrio de San Marcos, en 1928. Foto del médico Eliseo Avellán.

7. Estudiantes voluntarios durante la excavación. Foto del Ayuntamiento.

Las Gabias, 18 de agosto de 2022

Leandro García Casanova




[1] “Me gusta más el gentilicio “castillejanos”, de Castilleja de los Rios…. Entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado cambiaron el topónimo por Castilléjar, luego suprimieron el apellido De los Rios y ya desgraciaron el pueblo”. Copiado  del prólogo de mi libro “Leandro: Castilleja de los Rios en blanco y negro” (2020).

[2] Aldea de Benamaurel.

Posdata. Esta es la colaboración que envié para el Boletín, del ‘Centro de Estudios Pedro Suárez’, tal cual, como no la publicaron ni recibí ninguna comunicación (¿para qué?), envié una reclamación al presidente pidiéndole los informes de los evaluadores. Según estos, mi trabajo no cumple las normas de edición incluso un informador utiliza ataques personales y me denigra, como puede verse en el informe escaneado de abajo (a la derecha),  todo ello con la aprobación del presidente. Este informe lleva la misma fecha que mi reclamación, 10 de marzo, y lo encargó el presidente. Debo señalar que en “el Boletín número 33, de 2020, vienen 11 artículos de miembros y 19 de investigadores, o lo que sean, ajenos al CEPS. Y en el Boletín, número 35, de 2022, vienen 23 trabajos publicados: 8 son de miembros del CEPS, mientras que los 15 restantes (casi el doble) son de personas ajenas”, se supone que son amigos del presidente. Entre los miembros incluyo la memoria del secretario, pero no puede ser considerado como un trabajo de investigación. Muchos de estos trabajos ni siquiera cumplen las normas de edición, que nos exigen a los miembros. El descubrimiento del castillo y de las cuevas ocurrió tal y como lo describo (el CEPS también se hizo eco de la noticia en su página de Facebook, lo mismo que los medios), con dos audios que me envió la exalcaldesa, donde los arqueólogos y el alcalde de Castilléjar dan explicaciones de la excavación al público asistente, comentarios de testigos y de historiadores, siete fotografías (visité el lugar con posterioridad a los hechos), bibliografía de cinco autores sobre la comarca y las cuevas, etc. Como puede verse en el informe de abajo, el evaluador de marras concede a mi trabajo un punto en los cuatro apartados, cuando la  valoración está entre uno y cinco puntos. La peor nota. Y en los aspectos relevantes, es tanto el cinismo y el desvarío sin límites del evaluador que ahora pasa del insulto a la mentira por sistema (lo subrayado): “La primera imagen está parcialmente velada, los pies de fotos de todas están incompletos en su redacción, no aparece el autor y en alguna no existe el pie de foto”. Sin embargo, las normas de edición no pueden ser más claras: “Los textos se pueden acompañar de gráficos y fotografías…, vayan con sus correspondientes pies de imagen con indicación de autoría y fuente”. A estos extremos hemos llegado en el CEPS.


Valoración de un evaluador


Observaciones del mismo evaluador