Josefa y Joaquín |
En aquellos tiempos de miseria,
el Cine de Manolo nos enseñó el mundo
Después
de escribir ‘El cine de Manolo’,
hablo con Josefa Sánchez y su marido,
Joaquín Salvador. Un buen día, allá por los años sesenta, no debieron de
pensárselo mucho y tiraron la casa por la ventana: “Manolo nos vendió el cine por 550.000 pesetas, con escrituras y
todo. Él sigue con su oficio de guardarríos, pero está bastante estropeado”,
señala Josefa. Los años no pasan en
balde: unos le sacan lustre, otros arrobas y, cuando se ha traspasado el umbral
del medio siglo, no te mojes el sayo.
-Yo era la operadora y la primera película que dimos nos fue muy bien,
pues era de Manolo Escobar y Concha Velasco –afirma Josefa-. En cambio, la
segunda película recuerdo que era del Oeste, de ésas de pistolas y caballos.
Con los tíos muy secos y los caballos también muy secos. Y la gente decía: “¡Ay
cuánta hambre habrán pasado los caballos! Y esa gente que está tan delgada...”.
El caso es que yo no le había puesto el objetivo al proyector –y dice,
sonriendo-. Pero no me dieron silbidos ni nada, y se portaron prudentes hasta
el último. Yo llamé varias veces por teléfono a Huéscar, a ver si encontraba a Manolo. ¡Pero ca! Y nosotros dijimos:
“¡Mientras la gente calle, vamos para adelante!”.
Ahora es Joaquín quien
cuenta la película:
-Sin haber, sin haber, aquella noche estarían alrededor de
cuatrocientas personas. ¡Hasta los pasillos estaban llenos! Manolo tenía cincuenta o sesenta
películas contratadas, de las que echamos unas veinticinco: las que nos
gustaban a nosotros. Porque él tenía la costumbre de meter una buena y dos
malas. Después, nosotros contratamos otras siete u ocho películas de Manolo
Escobar, porque a la gente le gustaba mucho. Y también de Antonio Molina,
Juanito Valderrama, todos ésos...
Pero es Josefa la que tiene
más carrete:
-¡Con Joselito, los zagales se hacían polvo! Una película nos salía por
800, 1.000 ó 1.200 pesetas, según. Y quinientas, las malillas. Pero, las dos
últimas no las echamos porque no había gente. Compramos el cine en el 1964, lo
tuvimos ocho años y lo vendimos al Ayuntamiento en el 72. Nosotros cobrábamos
la entrada a unas tres pesetas. Y ya de últimas, a duro. Tú fíjate lo que son
las cosas, porque Manolo nos decía:
“¡Hay que ver la desgracia que he tenido con el cine! Se ha comido las viñas de
Galera, se ha comido no sé qué, no sé cuantos... Y con vosotros, ha sido
comprarlo y está a tope...”.
El viejo proyector del cine |
Por estos años empezó el declive de los cines, al mejorar la
programación de la televisión. Y en Castilléjar habría que añadir la fuerte
emigración que tiene lugar. Ahora Joaquín se va entreteniendo con aquellos días
de rosas y del glamur de Hollywood.
-Así estuvimos por lo menos dos o tres años. Pero, como te digo, un día
de Reyes la gente estaba hasta en los pasillos. El cine nunca se había visto
así, con 700 u 800 personas; pues sólo el gallinero tenía trescientas sillas de
anea. Y eso mismo nos decía Manolo:
“¡Hay que ver que a mí no se me ha llenado nunca, y en cuanto vosotros habéis
entrado...!”.
-En aquel tiempo, con el cine recalcado, sacábamos unas tres mil
pesetas. ¡Entonces eso era dinero! –recuerda Josefa, la operadora. Y concluye su papel en el reparto con una
frase de película, que lo mismo la hubiera podido decir Escarlata O’hara
(Vivien Leigh).
-¡Pero aquellos años eran de muchas plegarias, de muchas...! -es el
broche antes del ‘The end’. Y es que, algo debió de pegársele a Josefa de aquellos fabulosos diálogos
del cine.
El caso es que vendieron el cine al Ayuntamiento en seis millones de
pesetas: una buena tajada. Y el proyector de cine -aquel fantástico robot-
parece que duerme el descanso eterno en una habitación del Consistorio, una vez
retirado del ajetreo del Séptimo Arte. Por su ojo desfilaron las mujeres más
bellas del universo y los actores más cotizados. Lo veía todo y todo lo sabía
de ellos: “En Hollywood te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos
por tu alma”, decía Marilyn. “Con esas orejas Clark Gable parece un taxi con
las puertas abiertas”, ironizaba Howard Hawks. Pero ahora, el viejo proyector
es un cacharro que no saben qué hacer con él o dónde meterlo. Esta adorable
máquina nos enseñó, a varias generaciones de castillejaranos, que había otro
universo detrás de estos montes y ríos: el fantástico mundo de los artistas –el
‘artisteo’– con sus furtivos besos bajo la Luna, y aquellos amores imposibles
en la estación del tren: “¡Siempre nos quedará París!”. Con sus eternas
penalidades y fatigas de hora y media, y sus efímeras alegrías e ilusiones. Y,
sobre todo, con aquel final dulce en medio de abrazos y lágrimas. En el
desaparecido Cine de Manolo
aprendimos, bien pronto, a distinguir quién era el bueno y el malo; y a veces,
hasta el feo: ¡Venga, venga! ¡Dale ahora...! ¡’Asina’! ¡Vamos, vamos! ¡Toma del
frasco, Carrasco!
El cine era el caserón del centro de la imagen |
‘El árbol del ahorcado’, con el duro e inexpresivo Gary Cooper y aquel
otro que siempre hacía unos excelentes papeles de ‘malo’, resume la intensidad
del drama. Y al final, el malo se lleva las monedas de oro. Y el Gary, la
rubia. No podía ser de otra forma. Y todos tan felices y tan panchos. Y el
árbol se queda allí como un siniestro símbolo. Pero, por esta vez, sin
ahorcado, mientras suenan los últimos compases de la banda de música... Sin
embargo, la vida es más complicada y difícil que estas bellas y simples
historias: siempre nos coge desprevenidos y con el pie cambiado. Además, la
rueda de la Fortuna es bastante caprichosa y el final no siempre es feliz. Más
bien tira a infeliz. Y cuando no, se masca la tragedia. Pero no por eso dejo de
recordar aquellas tardes de gloria y noches de emociones..., en que fuimos
felices en aquellas butacas azules. En Castilléjar no hubo un incendio como en
el ‘Cinema Paradiso’, no. Pero al igual que ‘Toto’, la gente tuvo que emigrar a
Barcelona, porque aquí no tenía ningún porvenir.
Joaquín y Josefa tienen su casa al lado de la carretera, unos metros
más abajo del añorado Cine de Manolo.
Pero ya no resuena por la vega aquella música alegre y pachanguera de los
domingos, porque hace tiempo que Castilléjar
se quedó sin juventud y sin niños... ¡Y sólo quedan un puñado de recuerdos!...
Publicado en mi novela 'Diálogos en la tierra de los ríos'. 2003.
Manolo Ortiz y Francisco Rosell |
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ResponderEliminarLeandro. Castillejar tiene una deuda con manolo, a pesar de que no le fue bien con el cine
Pedro Romera Martínez. Cuanto desfrutamos con las peliculas del Oeste: La pradera sin ley, Mas rapido que el viento, Historia de un condenado y tantas otras. Pero mi debilidad eran los sobres sorpresa de los tebeos de tu padre. Yo todos los recuerdos de aquella época son positivos
Flora Román. Recuerdo q la primera vez q fui al cine fue en el pueblo, nos invitó un familiar venido de Barcelona la película no recuerdo el título pero si del protagonista. Carlos Larrañaga. Un recuerdo muy bonito. Leandro gracias por hacernos recordar vivencias de nuestro pueblo.
Ángeles Triguero. Gracias Leandro Muy bonito
Piedad Martínez. Yo no conocí el cine como tal pero al ver la foto de Joaquín y Josefa me he emocionado, siempre fueron muy cariñosos con mi familia y especialmente conmigo, de chica siempre iba pegada a su hija Expira.
Carmen Mañas. Está señora es Garrona, mi vecina en el Barrio Dolosa su madre era la tía Bárbara
Rosa García. Muy bonitos recuerdos de mis vecinos
Maricarmen Gómez. Bonita foto siempre los recordaremos
Leandro. Estamos hablando de los años sesenta, hace sesenta años
Mercedes Domínguez. Leandro cuando sucedió todo esto yo ya me había venido de Castillejar,pero te diré que cuando lo tenia dóna Pepa echaban buenas películas. Yo recuerdo de haber visto los diez mandamientos, Ben_Hur,y muchas muy buenas. Costaba entonces tres pesetas y hacían cine los miércoles yos domingos, los miércoles le llamaban fémina y podían entrar dos personas con una entrada. Yo me iba a la puerta y cuando alguien iba solo yo entraba con el. Para mí son unos recuerdos maravillosos.
Leandro. Esto escribe Miguel A. rodríguez, en Huéscar en el recuerdo: Fantástico Leandro,!!! como todo lo que escribes sobre nuestra zona. Gracias por la referencia sobre aquella entrañable fotografía en la que aparecen un grupo de pioneros y aficionados al séptimo arte, entre ellos mi tío Julian (técnico de varios cines en la comarca), Pedro del Águila, Manolo Ortiz. . . Muchas gracias
Pepi Romero. Luis es mi hermano i si le ayudaba al dueño del cine que si no recuerdo mal por aquello tiempo era de Huescar y Pepe Leones recuerdo que hacia de portero porque yo me acuerdo de ir a la puerta a ver si me dejaba entrar sin pagar que recuerdos mas buenos
Pepi Martínez. hicieron una bonita labor