En los días previos a la Guerra Civil (18 de julio), el diputado y jefe de la Oposición José Calvo Sotelo visita las Escuelas del Ave María, acompañado del obispo Manuel Medina Olmos y de don Pedro Manjón. La foto es todo un presagio y nadie podía imaginar la tragedia que se estaba tramando en España. Calvo Sotelo fue asesinado el 17 de julio y el obispo Medina Olmos, el 30 de agosto. Sin embargo, el uno de julio de 1936 aparece en el periódico Ideal este refrescante anuncio: “Pruebe la mejor chufa en café bar Suizo. Nevería mostrador. Horchata de chufa, blanco y negro, leche rizada..., a 0,50 pts. Merengada y turrón napolitano, a 0,70”. Este otro anuncio ofrece al público las legítimas tortas: “Última novedad: torta valenciana a 0,5 y 1 peseta pieza. Pastelería Bernina”. Un viajante ofrece el último grito en bragueros: “A los herniados. El conocido ortopédico ‘Hernius’ en Granada, con el famoso ‘super comprensor Hernius automático’ (patentado). No lleva trabas ni tirantes, bajo nalgas, no oprime...”. Otros anuncios de entonces solían utilizar como gancho nombres como los de los actores de Hollywood: “Será usted hermosa conservando sano su cutis. El tratamiento de Elizabeth Arden... Para detalles e instrucciones pida ud. el folleto, ‘En pos de la belleza’. Perfumería la Victoria. Zacatín, 51”. Pero liarse un cigarro, darle un lametón al papel y encenderlo con el ‘mataconejos’, seguía siendo cosa de hombres, así como llevar la colilla apagada colgando del labio: “Almacén de papeles de fumar al por mayor. Ventas en firme. José Costales. Mesones, 22”.
“La
Higienizadora-Vaquería ofrece a usted, como siempre, su puntual servicio a
domicilio en botellas precintadas y venta directa de leche ordeñada, a
presencia del cliente, en su establo-modelo. Nueva de San Antón, 13”. Entonces,
el olor a las vacas llegaba hasta Puerta Real. La vaquería se trasladó enfrente
del Hospital la Inmaculada y hoy se encuentra al final de la avenida de los
Juncos. La conocida farmacia Zambrano, en Reyes Católicos ofrecía “medicamentos
químicamente puros. Análisis de orina, sangre, esputos, etc.”. Era la más antigua,
pero la han cerrado hace poco, cuando conservaba el artesonado de madera y muchas reliquias de aquellos
años. Entre los anuncios por palabras, destacaba esta vieja profesión, como las
famosas cigarreras de la fábrica de tabacos de Sevilla: “Liador de tabaco. Juan
de Dios Pareja. San Juan Baja, 17”. Los entierros pobres, con los pies del
muerto asomando por la cuesta de los Chinos, tenían los días contados:
“Funeraria católica, casa Moral. Servicios económicos y traslados en auto. San
Jerónimo”. En esta calle siempre ha habido alguna funeraria. En aquel caluroso
y largo verano del 36, el desaparecido teatro Cervantes estrena una película
sonora: “Metro Goldwyn Mayer presenta una de sus producciones de mayor éxito y
totalmente hablada en español, ‘La estropeada vida de Oliverio VIII’. Por los
famosos actores Stan Laurel y Oliver Hardy. Dos horas de risa, dos. Butaca 1
pta. General 0,40”. Los personajes de “el
Gordo y el Flaco” desaparecieron con la llegada del cine sonoro, en esos años,
como le ocurrió a muchos actores. Una academia prometía un buen sueldo para
toda la vida: “Oposiciones oficiales Diputación Granada; 3.000 pesetas (año) y
quinquenios”.
El 16 de julio está la famosa ‘Semana del Duro’ –¡todo
a duro, señora!– y en grandes letras puede leerse en Ideal: “Almacenes la Paz
continúa la venta especial del duro. Tres camisas caballero y una corbata, un
duro. Un vestido percal y un jersey señora, un duro... Y muchos lotes más. Gran
Vía, 2”. Para la gente acomodada, nada mejor que un pisito céntrico: “Alquilo
hermoso piso, amplio, confort y con aguas corrientes. 100 pts. Arteaga, 6”.
Este otro señor se sacaba unas perras apretujando a la familia: “Huéspedes.
Admitiría estables en familia. Buensuceso, 1”. Como había falta de higiene y
malas costumbres, abundaba esta publicidad: “Dr. Cazorla Romero. Especialista
en piel, venéreo y sífilis. Calle Duquesa”. Pero el 19 de julio, apareció el
diario con estos titulares: “El Gobierno denuncia la existencia de una
sublevación militar en Marruecos. Confía en dominarla rápidamente”. Sin
embargo, en páginas interiores, la vida discurría como siempre: “Pastelería
López Mezquita hermanos. Reyes Católicos, 45”. El compositor Manuel de Falla, que era
dulcero, solía hacer los encargos aquí. Para el 21 de julio, todo había cambiado
dramáticamente para los granadinos: “Ayer fue declarado el estado de guerra.
Las Fuerzas ocuparon sin incidentes la población y los edificios públicos”. Dos
días después, Ideal sale con seis páginas, en vez de las ocho habituales. A
finales de julio, apenas se ven anuncios en la prensa y sólo dos cines –de los
cuatro que hay en Granada– publican la cartelera.
Un mes
después, el 21 de agosto, las páginas del diario son ya una incesante crónica
de sucesos, con algún que otro bando y consignas a la población: “En el casino,
en el café, en el coche, te puede oír quizá un enemigo...”. Media página ocupa
la “charla de casino” del general Queipo de Llano. Daba charlas radiofónicas en
Radio Unión de Sevilla y lo suyo eran los fusilamientos. Para acallar los
continuos rumores que circulan estos días, las autoridades franquistas aseguran
en un titular de prensa (sic): “En Granada reina absoluta tranquilidad”. Sin
embargo, en los primeros días de la guerra fue cuando más se fusiló en ambos
bandos. Este anuncio del 16 de septiembre llama poderosamente la atención:
“Liadora de tabaco. Viuda de Juan de Dios Pareja. San Juan Baja”. De la noche a
la mañana, aquella mujer se quedó viuda y sin saber qué hacer. Una patrulla se
llevaría de noche a su marido y ya no lo vio más. Tanto es así, que nadie
sabría describir el pánico de los niños, el llanto de las mujeres y el miedo de
los hombres,
Los camiones llenos
de soldados recorrían las calles de Granada y, al amanecer, las camionetas repletas
de presos subían por la cuesta de Gomérez, mientras que la atemorizada población
escuchaba, por la radio, los partes de guerra al anochecer (de ahí viene “el
parte”, que tanto le gustaba oír a nuestros padres). Esto era el pan de cada
día, pero la vida seguía su curso: “Ama de cría se necesita para casa de
padres”. A finales de septiembre, se podía leer esto: “¿El mejor regalo para
San Miguel? Las exquisitas tortas de pastelería París. Reyes Católicos, 14”. En
Lanjarón, una casa próxima al balneario, anunciaba: “Se alquilan pisos
amueblados, con aguas corrientes en todas las habitaciones. Razón en el Hotel
Salud”. Y la fábrica de jabones la Maravilla, de Cájar, todavía no había echado
el cierre: “Los jabones de esta casa están elaborados con aceite de primera
calidad”. En esos años, ya era famoso en España el jabón ‘Lagarto’. Pocos meses
después del comienzo de la guerra, millones de españoles comían pan negro y las
autoridades impusieron las cartillas de racionamiento hasta 1953. Este 18 de julio ha hecho 82 años que estalló la Guerra Civil y todavía no han cicatrizado las heridas entre los españoles.
Elizabeth Arden no era una actriz de Hollywood sino una empresaria canadiense que creó una de las firmas de alta cosmética mas importantes del mundo. También era una de las mujeres más ricas del mundo. Por lo demás una entrada muy interesante.
ResponderEliminarGracias por la información de la empresaria canadiense. Hará unos diez años, existía la Perfumería la Victoria, en la esquina de Reyes Católicos con el Zacatín.
EliminarNi se cerraran...mientras haya incultos y mezquinos sin otro ansia que el poder
ResponderEliminarLa guerra civil en los Estados Unidos creo que fue en 1861 y todavía quedan rescoldos. En España todavía quedan los hijos y los nietos de los que vivieron la guerra
ResponderEliminarManuel Rodríguez, acabo de darme cuenta de que eres mi compañero en el Centro Artístico, soy muy despistado
ResponderEliminarVan 1.661 lecturas
ResponderEliminarSe me ponen los elfos de punta sólo de retroceder en el tiempo... y de tu mano, querido Leandro es cómo atravesar una puerta estelar a la dimensión de los años 30... gracias!
ResponderEliminarLeyendo los anuncios y algunas noticias de aquellos días fatídicos del verano de 1936, te haces una pequeña idea del inmenso sufrimiento y miedo que tuvo que pasar la población en Granada, o en cualquier rincón de España. No sabemos apreciar lo que hoy tenemos
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