lunes, 25 de marzo de 2024

EN RECUERDO DE ANTONIO OLMOS

          







Dedicado a sus hijos, Antonio y Trini  



La última vez que llamé por el móvil a Antonio Olmos Gámez, compañero en el Seminario de Guadix, en los años sesenta, fue una mañana de principios de junio de 2023 y unos quince días después falleció. Le pregunté cómo estaba y me dijo que le habían encontrado en el hospital de Granada unas manchas negras en los pulmones, y por la forma de decírmelo lo noté preocupado. Intenté animarlo pero me colgó, días después me enteré que se encontró en la calle a otro compañero al que saludó, a José María Laguna. Recuerdo un día que lo acompañé por el centro de Guadix, era el mercadillo del sábado, el caso es que iba saludando a conocidos y después se me quedó la imagen grabada: parecía un obispo dándole la mano a la feligresía, de lo conocido que era. Otro día, Antonio tuvo un atranque en el wasap de los Seminaristas Amigos y lo llamé por el móvil: Has hecho bien, pues tú defiendes tus ideas políticas. Cada uno tenemos una ideología y vemos la política de forma diferente. Antonio estuvo trabajando en las minas de Alquife donde fue delegado sindical de la UGT, de manera que era coherente con su ideología. Él no buscaba el enfrentamiento sino que era conciliador, en el grupo de wasap encontró a los antiguos compañeros de la infancia, como a una familia, de manera que con varios de ellos hizo amistad. Pasó buenos ratos cuando nos reuníamos a comer en la casa de alguno o cuando nos juntábamos varias decenas de ex seminaristas en algún restaurante, aunque las penas se las guardaba para él. Para muchos de nosotros era como volver a nuestra infancia, recordábamos las penas y las alegrías del Seminario aunque los años y las circunstancias de cada uno nos habían cambiado bastante.


Fregando en la cueva, marzo de 2018







Antonio era de trato afable y, a poco que lo conocieras, le cogías afecto. Su mujer murió hace treinta años, desde entonces vivía solo y había estado dando tumbos, por eso disfrutaba cuando se reunía con los amigos. Cuando falleció Antonio, me enteré que las manchas que tenía en los pulmones eran porque la metástasis se le había extendido por varios órganos del cuerpo. El funeral fue en Lanteira, donde asistimos bastantes compañeros, lo cierto es que la iglesia se llenó porque Antonio era querido en su pueblo y bastante conocido en la comarca del Marquesado. Al salir de la iglesia le di el pésame a sus hijos Antonio y Trini (estaban muy afectados, pues no se esperaban que falleciera). Durante el camino al cementerio, saludé a varios conocidos de la comarca que habían venido a darle el último adiós a Antonio. Recuerdo que, después del entierro, llegando al pueblo se oía el ladrido de un perro. Es el perro de Antonio, que está encerrado en su casa, me dijeron. El alma se me vino a los pies. Unos días después le escribí por Facebook a su hijo Antonio: Esta foto la tengo en la cueva y pensaba dársela a tu padre. No te dije nada porque solamente tenía esta. Cuando vengas a Guadix, me llamas y te la entrego. Y esta fue la respuesta: Gracias, te llamo... gracias. Más adelante le envié la foto escaneada.


En un bar de Guadix. Diciembre de 1921



En Facebook, yo había visto la fotografía del perfil de Antonio Olmos pero fue después de su muerte cuando le di importancia: era la foto que yo le había hecho delante de la puerta de mi cueva, el 24 de mayo de 2020. Estos retratos me han llevado a escribir este artículo en su memoria. Copio estos comentarios de su Facebook, pues sigue abierto:

Leandro. Por poco no te conocía.

          Antonio. Gracias por la amistad y la foto es lo de menos, tu foto es muy bonita, gracias.

Hasta siempre, Antonio, con tu humildad y tu trato amable llegaste a nuestros corazones y te ganaste a tus hijos. Por eso no te olvidamos.


Posdata: Agradezco los datos que me ha proporcionado Pepe Gómez, paisano de Antonio y compañero del Seminario. 

2 comentarios:

  1. Comentarios. Antonio Beas (hijo de Antonio Olmos). Me emociono, ayer fue mi cumpleaños y lloré por su ausencia, hoy ya es otro día. Gracias muchas gracias otra vez
    Leandro. Dejó buenos recuerdos entre nosotros y podéis estar orgullosos de vuestro padre. Un abrazo
    Antonio Beas. Abrazo infinito
    Leandro. Los padres siempre permanecen en el recuerdo
    Y al compartir el artículo, escribió en su Facebook: Gracias Leandro por estas palabras tan bonitas que ahora tambalean mi mundo pero seguro que después serán alegría. Miércoles Santo de una primavera

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