Carlos Asenjo, a la izquierda. Foto de Granada Hoy |
Sobre las 11:30 de la mañana caminaba con un antiguo amigo por la Avenida de Medina Olmos, de Guadix, y me paré a saludar al historiador Carlos Asenjo y a Jesús Gil, que estaban sentados en la terraza de un bar. Por indicación de Jesús, nos sentamos con ellos. A este lo conozco desde 1995, cuando era secretario general del Delegado de Agricultura, de la Junta de Andalucía, mientras que yo acababa de llegar a la Delegación de Medio Ambiente. Entonces, ambas delegaciones se encontraban en el mismo edificio de la Gran Vía, de Granada, junto al antiguo Gobierno Civil. Con el tiempo hicimos amistad y hará un año que nos encontramos de casualidad en la Plaza de las Palomas, de Guadix, pues en el verano se traslada a la casa que tiene frente a la Catedral. Han pasado veintiocho años, casi en un soplo, pero, cada vez que nos vemos nos saludamos como viejos amigos aunque vivimos alejados el uno del otro. Le digo en broma a Carlos Asenjo que tiene que escribir una carta a los filipenses, recordando las famosas cartas del apóstol San Pablo a los primeros cristianos.
Estatua dedicada a Pedro A. de Alarcón |
Avenida Medina Olmos, de Guadix |
Carlos Asenjo es la memoria viva de
Guadix, confiesa que
ahora escribe menos porque ve poco y solo oye por el oído izquierdo, pero es
que ya tiene 96 años. Hace siete años le
dediqué un artículo a su obra Las cuevas. Un insólito hábitat de Andalucía
Oriental (1990). Copio estas frases de la obra: El arte de la alfarería es esplendoroso, pues es una herencia de los
moriscos… la cueva era siempre una actitud de espera ahíta de reivindicar la
propiedad de la casa, del terruño, de lo ancestral como posesión de los
antepasados. Carlos siempre viene a
Guadix durante el verano y le gusta sentarse en la terraza de un bar a echar un
rato de charla con los amigos, va desgranando sus recuerdos y me habla
sobre la obra del historiador Vicente González Barberán, que falleció
hace unos meses: éramos amigos, me
dice. Le respondo que era el personaje más famoso de Huéscar y que su biblioteca y obra fueron trasladadas por el
Ayuntamiento oscense a un archivo que
lleva su nombre. Con motivo de su
fallecimiento, publiqué el artículo Conversando
con González Barberán, que recojo en mi libro Artículos del Altiplano y de Granada (2014). De Pascual Dengra,
el historiador accitano me cuenta que su mujer apenas puede andar, por lo que
apenas sale a la calle. Recuerdo que este guesquerino
(hijo del famoso y olvidado maestro, don
Pascual Dengra, porque miles de oscenses
pasaron por su escuela unitaria) venía a visitarme a la Biblioteca de
Andalucía, donde yo trabajaba, y echábamos un rato de charla. Siguiendo con la
conversación, Carlos me cuenta la
anécdota de un dentista, en el Guadix de los años cincuenta, que le deja la
muela a medio sacar a uno, porque decía que era la hora y tenía que marcharse en
el coche de un amigo a Granada, donde residía. Al hilo del tema, le digo que en
mi pueblo, Castilléjar, había un sacamuelas
que las sacaba con unos alicates y para ello ponía la pierna en el pecho del susodicho (como diría Carlos) para hacer fuerzas, según me
contaron. Era también barbero y recuerdo que yo era un crío cuando me pelaba. Sobre
las 12:45 horas vino Eugenio, el hijo
de Carlos, para llevárselo y ya nos
despedimos: Eres la memoria de un siglo, le dije a modo de despedida mientras
se alejaba con pasos cansados. Media hora antes habían llegado dos jóvenes de
la familia de Jesús Gil para
acompañarlo, hace dos años le dio un infarto pero se ha recuperado. El caso es
que escribo este artículo de verano porque conviene recordar a los viejos
amigos y a los personajes ilustres.
Roberto Balboa. Enhorabuena amigo Leandro por este emotivo artículo.
ResponderEliminarLeandro. Le di vueltas pensando si le gustaría a ellos
Mari Rosi Salmerón Espigares. Que bien escribes joio, que diría otro amigo. D. Jesús, me comentó vuestro encuentro y que conoció a mi hermano. D. Carlos erudito y mi vecino muchos años, como bien dices: Memoria de un siglo.
Leandro. Tú tienes mucho mérito por la labor que haces. precisamente iba con tu hermano Juan y nos sentamos con ellos en la terraza. Y el artículo vino de aquí.
Maria Jesús Sánchez. Muy bonitos recuerdos
Manuel Ortega Company. Leandro, ¡Que bueno es participar en una tertulia con los amigos y aportar anécdotas y recuerdos que te hacen revivir el pasado! Por cierto, tuve durante un año como profesor de historia a D. Carlos Asenjo en la escolanía, años 1960-1961.
Leandro. Y más con la edad que tienen Carlos Asenjo, Pascual y Jesús, con sus historias y achaques a cuestas. En el otoño iré a la Plaza del Campillo a echar un rato de charla con ellos. Al lado de la plaza, está el Restaurante Chikito (antes era el Café Alameda), donde García Lorca, Manuel de Falla y otros personajes hacían la tertulia, en los años treinta.