¿Qué es esto? ¡La cárcel! Aquí reposa la libertad del pensamiento.
Mariano José de Larra
A las 10:30 de la mañana del Día del Apocalipsis,
llego al Centro Penitenciario de Albolote. Atrás he dejado el pantano de Cubillas y un anodino paisaje de olivos,
pero ahora llaman mi atención las nubes de color plomizo que coronan la cima
del monte cercano. En el bar un abuelo se entretiene jugando con la nieta,
mientras que un matrimonio de jubilados apura los cafés con cierta indolencia.
¿Quién lo diría? Esto más bien parece la Venta de la Tía Quiteria, aunque los días de visita aquí
hay un trajín de gente la mar de grande. Acabaico
de llegar aparece mi amigo, el maestro Juan Chirveches, que me ha invitado para que hable a los internos sobre mi libro Diálogos en la Tierra de los Ríos. Eso es. Las cárceles han cambiado mucho, ¿sabes?, me dice a modo de
bienvenida. Luego paso por un detector de metales y por R-3 y R-4, unos robots primitivos en forma de rastrillos que se
cierran a mis espaldas.
Juan me van enseñando las
dependencias y entramos en el Módulo Sociocultural: ¡Te vamos a pisar!, le dice a un chaval que está dando bandazos con
el mocho de la fregona. ¡No importa!
A través de los cristales contemplamos el Polideportivo, que está completamente
cubierto. ¿Cuántos pueblos quisieran
tener este pabellón?, exclama Juan.
Subimos al gimnasio y aquí tenemos de todo: desde bicicletas estáticas a
espalderas y, si a uno le gusta dar cates, tenemos unos sacos de boxeo. Al otro
lado se encuentran el salón de actos y la piscina. En el verano se bañan dos veces a la semana. ¡Evidentemente –pienso–,
aquí hay más personal que en los Baños de Graena! En el estudio de pintura la monitora nos dice que
van a montar una exposición de cuadros, a finales de este mes, en el palacio de Alcázar
Genil.
En la planta baja se encuentran el
taller donde escriben la revista de la prisión, la biblioteca que está cerrada y esto es la sala de máquinas, me
explica el maestro. Son máquinas de escribir y algunos ordenadores.
Seguidamente visitamos la guardería, que aquí la llaman Escuela infantil. Hay 28 niños, de seis meses a tres años, repartidos en varias clases y
dormitorios, según la edad. Pero lo curioso que tiene es que los sofás, las mesas,
sillas, retretes, lavabos, etc., son del tamaño de los peques; y algunos de estos muebles han sido hechos en el Centro por
los mismos presos. En cambio, los 22 niños lactantes están con las madres en el módulo de
enfrente. De nuevo
recorremos la ciudad, la Gran Garita:
En esa torreta están los funcionarios,
con circuito cerrado de televisión y toda la pesca, me dice Juan Chirveches y luego me señala el campo de
fútbol y, un poco más allá, los Módulos de los Hombres y la Enfermería. Hace unos pocos años las cárceles
eran oscuras y malolientes galerías; hoy son laberintos de interminables
pasillos donde al menos entra la luz del día.
Finalmente entramos en la clase, donde saludo a los
maestros de Prisiones
y de paso me cuentan su problema: resulta que dependen del Ministerio de Educación y
Ciencia –territorio MEC–, pero ellos quieren pasar a la Junta, porque se ve que son junteros.
La clase es acogedora, con pupitres fabricados en el Centro: Ya quisieran muchas Escuelas de Adultos
tener este mobiliario, apunta un maestro. Comienzan a entrar las internas
y, está visto y comprobado, que en cuestión de cultura las mujeres nos ganan
por goleada. El aula se llena y observo cierto nerviosismo en algunos. ¿Cómo ha dicho que se llama el libro? Un
joven gitano que está sentado a la derecha parece algo tímido, sin embargo exhibe un mostacho
mejor que el de Iñigo en sus buenos tiempos, cuando presentaba en televisión Hora 14:15.
Se leen y comentan algunos
artículos del libro, entre ellos el de Juan López: este albañil se cayó de un andamio en Alicante, quedándose parapléjico. Se casó pero enviudó a los dos
años, en 1977. A pesar del tiempo transcurrido, todavía sigue enamorado de su
mujer y aferrado a sus recuerdos y a la silla... ¿Qué hay que hacer para escribir un artículo en IDEAL? ¿Puedo
entregárselo a usted para que se lo dé al director...?, me suelta uno a
bocajarro. Cuando termina el coloquio, la interna Isabel Román me entrega un folio con
esta poesía, escrita a
mano y en letras mayúsculas. Yo la he copiado tal cual, con sus faltas de
ortografía, y que juzgue cada cual: A
ustedes señores jueces / quisiera verlos en mi lugar / para cuando me condenen
/ no lo hagan con maldad. / Pues mirando el libro de las leyes y el artículo
criminal / les ‘vastan’ señores jueces / para poderme condenar. / Tiempo de mi
vida pide el señor fiscal / como si no ‘tubiese’ unos hijos, una casa, un
hogar. / Sólo quiero pedirle mi libertad / para poder abrazar a mis hijos y con
ellos jugar. / Qué sentimiento más bonito cuando te dicen, te quiero mamá.
Otro interno también me confesó que le daba por escribir poemas.
Quiero tener un recuerdo para Concepción Arenal
(1820-1893), la Visitadora General de Prisiones de Mujeres que escribía: Hay que combatir esa idea de lo definitivo en la criminalidad, ya que
el delito no es un estado permanente. Y Victoria Kent, la directora general de Prisiones
durante la II República, decía que el presidio no era
la solución para quienes su principal delito es la inadaptación social, sino
que las causas hay que buscarlas en la familia y en la sociedad. En cambio, el criminólogo
y médico italiano, Césare Lombroso, sostenía que estábamos predeterminados.
Posdata: Durante la visita, me llamó la
atención una placa en la pared de un edificio, donde indicaba que en 1997 fue inaugurada
la Prisión de Albolote, pero no decía nada de quién la inauguró. Fue el entonces ministro de
Interior, Jaime
Mayor Oreja, no quiso que figurara su nombre, lo que da idea de la sencillez y
humildad de este hombre.
Y sin embargo, hay tanto personajillo por ahí que ha ido colocando placas, con
el fin de pasar a la historia: En tal
fecha, reformó el mercado de abastos el Excelentísimo Sr. Alcalde de…, o el Excmo.
Sr. Ministro… Los maestros de Prisiones pasaron a depender de la Junta de Andalucía y
Juan López falleció en abril de 2015, de una grave enfermedad.
Publicado en Ideal, el 20
de marzo de 2004. Hoy, 23 de abril, es el Día del Libro, Miguel de Cervantes falleció el 22 de abril y fue enterrado al día siguiente.
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