Don Pedro Manjón, con los niños |
Dedicado a los avemarianos
El escritor Francisco Gil Craviotto, al que conozco desde principios del siglo, publicó en 1999, “Retratos y semblanzas con la Alhambra al fondo”, de editorial Port-Royal. En el libro viene una entrevista que le hizo a don Pedro Manjón, el sobrino de don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María. El despacho lo tenía en las Escuelas de la Quinta, en la Avenida de Cervantes, una habitación casi desmantelada, sin más mobiliario que una mesa, cuatro sillas y unos pocos libros, mientras que la sotana la tenía vieja y remendada. “Es un hombre delgado, enjuto, con el pelo blanco”, así lo describe Francisco y deja que don Pedro le vaya contando su vida: “Tengo ochenta y cuatro años y desde los diez estoy en este ambiente (…). Yo en realidad fui un instrumento de su obra… Todo parece que fue ayer y sin embargo, ya ha pasado mucho tiempo. Yo vine a Granada en 1889 y en 1900 me ordené. Aquí he hecho mi vida. El bachillerato lo estudié en el Sacromonte… En cuanto había un poco de revuelo en la clase, en seguida alguno decía: “Niños, callad, que viene don Andrés”, y el silencio era absoluto. Él tenía las dos mejores virtudes de todo profesor: la santidad y la sabiduría”.
En las escuelas
de los Salesianos, del Triunfo, don
Pedro Manjón estuvo desde 1900 hasta 1946, y en total setenta y cuatro años
al lado del fundador, trabajando constantemente, enseñando, levantando
escuelas: “En el año 1888, mi tío
fundó las Escuelas del Ave María.
Unos días antes había visto a una viejecita que daba clases a unos cuantos
gitanillos. Comprendió que era la llamada de la vocación y en seguida fundó las
escuelas. Unos años después, fue cuando pensó en fundar el internado de
maestros, que sería como el semillero para su gran obra. Estaba yo presente
aquel día y lo puedo contar como si fuera ahora…”. A continuación, recuerda la
anécdota de cuando llegan a Plaza Nueva,
su tío y él, y se encuentran con el dueño del Carmen de la Victoria, que le dice: “Don Andrés, le vendo mi carmen”, y este le responde: “De buena gana
lo compraría, pero es que no tengo un céntimo”. En la Universidad el bedel le entrega una carta a don Andrés, pero se la guardó en el bolsillo y la abrió cuando
salió de clase: la carta contenía 7.500
pesetas. En la Plaza Nueva, volvieron a encontrarse con el vendedor y don Andrés le dijo: “Muy bien, yo se lo
compro ahora mismo”. Fue a entregarle el dinero que contenía la carta, como
señal, y el otro le dijo: “No, don
Andrés, yo se lo vendo en 7.500
pesetas, no tiene que darme más”. En el Carmen de la Victoria hoy se encuentra el internado y “él siempre
pensó que aquello había sido obra de la Providencia.
Era un hombre cabal. Era sobrio, trabajador, práctico, con un sentido amplio de
la vida en el cual cabía todo. La idea de mi tío, al fundar las Escuelas del Ave María, era hacer
hombres enteros y cabales, llenos de amor a Dios y a la Patria. Su
lema era ‘Religión y Patria’”.
Don Andrés, con los niños en las escuelas |
Su sistema pedagógico consistía en la escuela
activa, animada con cantos, grabados y, siempre que el tiempo lo permitía, al
aire libre. También desterró los castigos, por considerarlos infamantes para la
dignidad del niño. Amaba, por encima de todo, la unión, la alegría; en
definitiva, lo que él llamaba “enseñar
deleitando”. Don Pedro tenía las
ideas claras: “Esto es lo que yo he
tratado de evitar en todo momento, que desapareciera el verdadero espíritu del Ave María. Por eso cuando yo me muera
quiero que continúe la obra mi sobrino…”. Y no podía olvidar a quien le sirvió
de guía y ejemplo:
–Yo seguí siempre al lado de mi tío, hasta que en 1923 falleció… No he conocido a un
hombre más justo que él. Una vez tuvo que examinar a su propio confesor, don Manuel Medina Olmos, y aunque había
algunos que creían que, supiera más o menos, lo aprobaría, otros decían: “¡Qué
calabazas le va a dar!” (…). Al fin, a la hora de calificar, le dio aprobado.
Pero, ante los comentarios a favor y en contra de
los demás profesores, don Andrés
contestó: “Le doy aprobado porque no se merece más y la asignatura es mía”. Señalar
que don Manuel Medina Olmos fue
obispo de la diócesis de Guadix-Baza y murió fusilado en 1936. Don Pedro también recuerda la anécdota
que le ocurrió durante la Guerra Civil,
una tarde vinieron dos tipos a la iglesia y le dijeron: “Le traemos la gran
noticia: esta noche le vamos a pegar fuego a todas las iglesias del Albaicín. Usted no se preocupe, San Cristóbal no arderá, eso es
nuestro; a lo más, por disimular, le prenderemos fuego a la puerta”. Así
ocurrió, ardieron las iglesias pero San
Cristóbal se libró.
A la pregunta del escritor Francisco Gil Craviotto, ¿qué vida lleva ahora el Ave María?, el anciano le responde con
pesimismo:
–Ahora no están muy bien las cosas. La pedagogía manjoniana no se practica –a
excepción de esta colonia y la de San
Isidro– en toda su pureza. Por otra parte, el Seminario de Maestros ha perdido en los últimos años su razón de
ser (…). ¡Cuánto amó él este colegio! Decía que era la niña de sus ojos. Ahora,
en los últimos tiempos se ha ido desvirtuando de tal forma que se ha convertido
en un colegio de tantos. Ya no estudian en él los niños pobres, sino los hijos
de los ricos, pagando sus trimestres como en cualquier otro… Una obra tan
hermosa no se puede venir abajo. Toda mi vida la he pasado trabajando por el Ave María y Granada entera es testigo de lo que digo. Por mis manos han pasado
millones…
Don Andrés, por el Paseo de los Tristes |
Al comienzo de la entrevista, Francisco visita las Escuelas
del Ave María, de la Casa Madre,
en la Cuesta del Chapiz, y describe el famoso mapa de España en relieve, donde
los niños se sitúan encima y van señalando las ciudades a las preguntas de la
maestra. Y finaliza con esta frase: “Mientras, lejos se oye la voz infantil de
los niños, que siguen cantando, alegremente cantando, mientras avanza la hora
de la clase”. Yo estuve dos años en el internado de la Casa Madre, de 1969 a 1971, cursando quinto y sexto, y me quedaron
recuerdos imborrables de los compañeros y profesores. Conocí a los rectores don Jorge Guillén y don Emilio Borrego, fallecieron hace
unos años y les dediqué sendos artículos, varios compañeros de curso dieron clase
allí mientras que Antonio Casquets
estuvo de director. Hace unos días, el papa
Francisco ha reconocido las “virtudes
heroicas” del sacerdote, pedagogo y
canonista, don Andrés Manjón,
y ha autorizado su beatificación. ¡Después de 130 años, ya era hora de que se
reconociera su obra, que la componen nueve
centros, 300 profesores y 4.000
alumnos! Fue tanta su humildad, que debajo del altar de la iglesia, en las
escuelas de la Casa Madre, reposan sus
restos con esta inscripción: “A.M.”.
Y por debajo de aquellos jardines tan queridos, donde todo empezó y donde daban
clase al aire libre, discurre entre alegres murmullos el río Darro, antes de hacer su entrada en Granada.
Don
Pedro Manjón Lastra falleció el 12 de junio de 1963, en la foto aparece rodeado
de niños avemarianos, que portan
banderolas por el Paseo del Salón. Su sobrino, llamado también don Pedro Manjón, fue sacerdote y continuó
con la obra manjoniana hasta su
fallecimiento, en 2008.
Escuelas del Ave María, a comienzos del siglo XX |
Este comentario me lo ha enviado Mariquilla Gálvez por wasap:
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, yo conocí a don Pedro era muy amigo de mi abuelo y siempre que subía desde el Triunfo por la vista de Ahalcaba a su parroquia de San Cristóbal y era verano claro, se sentaba con mi abuelo a charlar, mi abuela le sacaba un vaso de vino Málaga y un trozo de pan y el lo agradecía, el pan era para mojar el vino, yo era muy pequeña y por parte de mi otros abuelos, mi mamá pepa que tenía un Carmen en la quinta y su hermana otro, le deciamos la tita Antonia, también lo veía algunas veces que venía a pedir para sus niños, pero cuando yo lo veía subir para San Cristóbal me acuerdo perfectamente, salíamos todos los niños a besarle la manos por la cuesta Alhacaba
Francisco Gil Craviotto escribe por Facebook:
ResponderEliminarNo recuerdo la fecha exacta, pero creo que hacia 1961 o 62. Te agradezco especialmente tu alusión a las fuentes. Otro abrazo.
06/12/2020 Comentario de Pepe Gómez, por el wasap de los seminaristas: Un acierto conmemorar y actualizar tres figuras burgalesas que establecieron su impronta en Granada, Andrés Manjón, su sobrino Pedro Manjón Lastra y su sobrino nieto Pedro Manjon fundador de la Asociación Manjoniana. La implantación del Ave María y su institución han sido y serán un referente del buen hacer pedagógico cristiano. Mi admiración con sus seguidores D.Jorge Guillén, D. Emilio Borrego, D. José Montero Vives, y mi primo D. José Medina Villalba, hijo de Torcuato Medina Baena hermano de mi abuelo, portero en la Casa Madre desde que D. Manuel Medina Olmos dirigiera las Escuelas.
ResponderEliminarEnhorabuena Leandro. El Ave María es un manantial de inspiracion pedagógica inagotable.
Gracias, Pepe Gómez por tu comentario. No recuerdo si te contesté por whatsapp. He dedicado varios artículos al Colegio del Ave María, así como a don Jorge y don Emilio, y también menciono a Antonio el portero, que estaba en los años setenta, así como a varios profesores de entonces
EliminarEn el 2014, me acerqué a la imprenta del Ave María de San Cristóbal y el maestro impresor, Antonio Idígoras, me regaló la obra pedagógica de don Andrés, "El maestro mirando hacia dentro". Yo le enseñé una foto de unos niños con gorra, uno tenía un tambor, otro una trompeta... Antonio me dijo que pertenecían a la banda de música del Ave María y el del tambor era su abuelo.
ResponderEliminarJosé Vaquero escribe el 4 de diciembre, en Facebook: "Al leer el artículo he deseado con todas mis fuerzas la santificación de D. Andrés Manjón. A eso se le llama vivir el Evangelio de Jesucristo. Enhorabuena a Leandro García Casanova pro su información". Me lo ha enviado Antonio Arenas
ResponderEliminarComentarios que he rescatado de diciembre de 2020.
ResponderEliminarRoberto Balboa. Sin duda una gran obra que lleva demasiados años viniendo a menos, por desgracia.
Fátima Milena. Este padre está enterrado en una iglesia de la zona de Cartuja?
José Melgarejo. Ese es nombre del paseo del padre majón como mote el paseo de los tristes y así se le reconoce he vivido hay 17 años