Las clases terminaban a las seis de la tarde y, poco después, los chavales emprendían el regreso a sus pueblos. Al día siguiente tenían que levantarse a las 7:30 horas, pues tenían que estar en el instituto a las 9. Había alumnos que pasaban el día con un bocadillo, mientras que los más afortunados iban al comedor de un Colegio de Básica. En ese tiempo, había en Huéscar dos residencias municipales (masculina y femenina). El profesor señala que las residencias estaban de pena, pues no reúnen las condiciones, ni siquiera medio aceptables… En cuanto al instituto, carecía de elementos básicos, como son un gimnasio, un laboratorio que merezca tal nombre y de varias habitaciones para constituir seminarios pedagógicos. En cambio, tenía una biblioteca muy aceptable y un salón de actos que por ahora está muy vivo. Manuel se quejaba también de que el Ministerio de Educación no aportaba lo necesario, pero está cuidado y dispone de lo mínimo imprescindible para realizar una labor educativa. Y finalizaba el artículo diciendo: Tienen que darse cuenta todos los oscenses, que el I.N.B. La Sagra es un foco cultural y vivo de formación de la juventud de la comarca, y hacía una llamada a la colaboración de los padres de los alumnos.
En los años sesenta, don Miguel Lozano era el director del Grupo Escolar ‘Francisco Franco’, de Castilléjar, y solía asistir a las pruebas de Ingreso que se efectuaban en el Colegio Libre Adoptado ‘Nuestra Señora del Pilar’, de Huéscar, situado entonces en la calle Morote. Aquel examen era durísimo, más que un 3º de Bachiller de hoy. El tribunal lo componían tres profesores, y la cuñada de doña Paquita Bustos se permitía el lujo de preguntarle a un niño de 10 años: ‘Me vas a decir las preposiciones que rigen ablativo’. ¡Ya me dirás quién iba a saber aquella pregunteja! Don Miguel asegura que, la mayoría de los alumnos que se presentaban entonces al examen iban por libre, porque, en Granada, solamente había dos institutos: el Padre Suárez y el Ángel Ganivet.
Recuerdo que teníamos que subir por una cuerda y luego saltar por encima de una guita atada a dos palos, aunque los había que no aprobaban ni los títeres. Tengo grabada la imagen de un profesor del Tribunal que, a la vista de un mapa, me preguntó: ¿Dónde está la provincia de Salamanca? Pero Salamanca se me atragantó aquel día. ¡Con diez años y sólo ante aquel Tribunal, acosándome con preguntas! Cuando terminó el examen, me senté en unos escalones de la calle y me inflé de llorar. Cuando abro el viejo Libro de Calificación Escolar (de tapas azules), leo lo siguiente: El alumno… ha verificado la prueba de Ingreso… ante el Tribunal correspondiente y ha sido calificado de Apto (cinco)… 23 de mayo de 1964. El Secretario del Tribunal, María Francisca Bustos. El maestro Juan José Martínez hizo el examen de Ingreso en la Sección Delegada, en 1972: Me hacía mucha ilusión terminar 8º de EGB y así poder iniciar los estudios de Bachillerato. El examen consistió en tres pruebas escritas sobre las Áreas de Sociales, de Matemáticas y de Dibujo. Juan José venía de la Escuela Rural de Torralba, donde la maestra María Teresa Cepero –vive en Huéscar– daba clases a los niños de los Cortijos de Cerro Negro y de Fuente Amarga. Por eso, este artículo es un pequeño homenaje a los maestros y a los niños de entonces, en el día de San José de Calasanz, el antiguo patrón de las escuelas.
Este artículo viene en mi libro Artículos del Altiplano y de Granada (2014) y salió publicado en La Opinión de Granada, el 28 de noviembre de 2008
Cirilo Vico, profesor jubilado y amigo, me escribió este mensaje, el 6 de diciembre de 2008: Me ha encantado tu artículo "Sección delegada de Huéscar", publicado en La Opinión, pues el recuerdo del tribunal que tú mencionas, subir la cuerda (algo que no habíamos visto en nuestra vida), el salto de altura (estilo tijereta: nosotros desconocíamos el estilo Fosbury), mi descubrimiento de los bocadillos y de los cigarrillos emboquillados, desconocidos en Castilléjar, el viaje Castilléjar-Huéscar, en aquella rubia de madera, llena de de "respiraderos" y con la puerta trasera atada con una cuerda..., todo esto, te lo aseguro, ha despertado en mí verdaderos sentimientos de nostalgia y cariño de una época, tan llena de novedades para unos zagalillos de pueblo, para quienes todo estaba por descubrir. Gracias y un fuerte abrazo.
Querido amigo Leandro: Entrañables recuerdos de aquellos años inolvidables. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigo Roberto, unos meses después me examiné de Ingreso en el Seminario de Guadix, en una clase de las que había en la Alcazaba. Varios jesuitas hacían de tribunal, el padre Pascual me sacó a la pizarra y me hizo algunas preguntas... Creo que después lloré también pero me aprobaron y entré en el Seminario ese año. La noche antes del examen dormí en una de las pensiones que estaban en el Arco de san Torcuato
EliminarQuerido amigo Leandro:
EliminarCuántas vueltas y revueltas nos hicieron dar los avatares de la vida en aquellos años difíciles pero a la vez entrañables.
Yo tuve la suerte de nacer en Guadix y pude ahorrarme muchos de los problemas con los que tuvisteis que enfrentaros quienes nacisteis en pequeños pueblos de los alrededores y de más allá.
En aquellos años la única opción era el Seminario, o si tu familia era algo más pudiente, interno en un colegio de Granada, pero esto último era un “rare casus”.
Unos años después comenzó a funcionar el transporte escolar, y aunque para algunos niños exigía un esfuerzo titánico por los madrugones y por la hora de vuelta, para otros fue un milagro en el más extenso sentido de la palabra.
Lo que tú y niños como tú pasasteis en aquellos tiempos de desarraigo familiar, de soledad, de sobreesfuerzo, no lo han conocido las generaciones actuales.
Pero gracias a Dios y a vuestro esfuerzo fue una generación que brilló y brilla por su cultura y por su educación, aunque el costo que pagasteis de lejanía familiar no se lo deseo a nadie.
Un abrazo como yo de grande.
Guadix ha sido una de las ciudades donde más he penado, sobre todo por la disciplina espartana y religiosa que aplicaban en el Seminario, aquello no lo aguantaba cualquiera y tú lo sabes: misas, rosarios, meditaciones, silencios, retiros, ejercicios... En el primer año, estábamos cuatro paisanos de Castilléjar y yo era el más pequeño y novato. Al principio de cada trimestre, después de comer un bocadillo en las Bodegas San Torcuato, creo, nos íbamos al parque y el mayor decía: “Mis padres se han quedado sin dinero y mis hermanos…”. Y ya empezaba la letanía de manera que medio escondidos entre los setos llorábamos más que Jeremías. A las siete de la tarde subíamos por el callejón de la Amargura –la calle Santisteban– hasta que se aparecía ante nosotros el portón oscuro y los ventanales del Seminario, que más parecía un orfanato… Un abrazo
EliminarQuerido amigo Leandro:
EliminarAquellos años fueron muy duros y si ya eran duros para las familias que por dar una educación a sus hijos se quedaban sin dinero, no quiero ni imaginar cómo debió ser de duro para los imberbes mozueletes que dejaban atrás a su familia y se enfrentaban a algo nuevo y totalmente desconocido, con una disciplina espartana y en soledad. La familia y los amigos habían quedado muy lejos, y vosotros empezabais a haceros HOMBRES en el más extenso sentido de la palabra. Vuestra generación lo pasó muy mal, pero fuisteis un vivo ejemplo de férrea voluntad para levantar un país, y todavía hoy sois un referente en muchos aspectos.
Yo tuve una inmensa suerte como ya te decía, por nacer en Guadix y en el seno de una familia de clase media, por lo que pude escapar de todo lo que vosotros pasasteis.
Mi papi, q.e.p.d., también estudió en el Seminario, pero tuvo que abandonar pronto los estudios porque mi abuelo lo necesitaba en el trabajo. En aquellos años tan difíciles, lo primero que miraban los padres es que no faltara un plato de comida en la mesa, y como consecuencia de ello mi papi y otros muchos no tuvieron más remedio que dejar aparcados los estudios.
Recuerdo la facilidad de mi papi para el Latín y el Griego, lenguas que hablaba con bastante fluidez a pesar de los años transcurridos; ni que decir tiene que fue de gran ayuda para mí cuando me tocó estudiar Latín en el Instituto. Me asombraba cuando yo cogía uno de sus libros de Latín o Griego y se lo abría por cualquier página para que me lo tradujera; Era algo increíble después de tantos años.
A mí también me cupo el honor de trabajar como maestro en el Seminario durante dos cursos escolares (1978-79 y 1979-80) y tengo muy bonitos recuerdos de aquellos años, debutando como un novato con la carrera recién terminada en la pasión de mi vida: ENSEÑAR.
Las Escuelas del Seminario se cerraron en 1980 porque había muy poco interés en conservarlas, pero ese ya es otro tema que te contaré cuando nos veamos.
Un abrazo como yo de grande.
Acabo de ver tu comentario, Roberto. Fueron años muy duros para todo el mundo, los que vivíais en Guadix teníais la ventaja de estar cerca de la familia y en vuestro pueblo. Pero también es cierto que los que podíamos estudiar el bachiller, aunque fuera en el Seminario, éramos unos privilegiados si nos comparamos con los que tuvieron que abandonar los estudios de la escuela o del bachiller y salir a trabajar a Cataluña o a algún país europeo. Solo estudiaban los privilegiados, en aquellos años de miseria, y el Seminario a muchos les sirvió de trampolín para luego terminar la carrera de lo que fuera, pues era el internado más económico de entonces, al estar subvencionado por el Estado. En los años sesenta se daba menos latín y griego, y, en 1968, los seminaristas pasamos a ser alumnos del Instituto Pedro Antonio de Alarcón donde cursamos el bachiller del Ministerio de Educación. En las escuelas del Seminario, que estaban en la Alcazaba, es donde más asistí a las clases de los tres primeros cursos de bachiller, recuerdo a los profesores de matemáticas don Rafael Machado y a don Manuel Medialdea. Las cerraron en 1980 y años más tarde, las demolieron. Ya ves las cosas que tenemos en común
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ResponderEliminarMiguel A. Rodríguez Gallego. Gracias Leandro por este acertado e interesante articulo sobre la enseñanza en Huéscar en los años 60/70. Saludos
José Pinteño Gea. Oú, Leandro, me ha encantado leer tu artículo. Qué buenos recuerdos tengo de esa experiencia. Me extendería demasiado se comentara las cosas que me trae a la memoria. Lo copio y se lo paso a mis nietas mayores que les gusta saber estas cosas.
Antonia Moreno. Q interesante poder leer esto d huescar ya q yo no soy de aquí, me gusta esta muy bien gracias
Leandro. Os cuento esta anécdota. Después del examen, fui al parque Manuel Rodríguez Penalva y me llamó la atención una pelusilla blanca, el polen de los álamos, que se extendía por el suelo estaba y era algo inédito para mí. Se me ocurrió entonces encender el mechero que llevaba y entonces vi que aquello ardía como la yesca, y se extendía rápidamente por el suelo. Muy asustado, empecé a apagarlo con el pie pero todo era inútil, pues el fuego avanzaba, por lo que salí corriendo como un pirómano y pensando que había hecho una fechoría.
Copio este comentario que Yogui Monge me ha enviado por wasap.
ResponderEliminar"Me ha gustado mucho tu publicación del Instituto " La Sagra", casi tod@s me dieron clase y también me comía un triste bocadillo en el Parque de Huéscar con frío, lluvia, viento y calor... También te digo que se me atragantaban las clases de Dña Paquita Bustos y por mucho tiempo tuve pesadillas y ni levantaba la mirada para que no me sacara a la pizarra (para mí eran problemas sin entusiasmo), me llegué a creer que no servía para las matemáticas y en C O.U que suspendí el tercer trimestre y me quedaron para Septiembre. Gracias a un muchacho muy trabajador de Galera, amigo de mi hermana Mercedes que lo convenció para que los últimos 15 días me diera clases particulares por las tardes, después de trabajar en el campo etc... ayudándoles a nuestros padres. Porque yo ya había tirado la toalla y me veía sin poder ir a Selectividad si no aprobaba ésa asignatura. Gracias a éste chico en quince días descubrí la Ciencia de las matemáticas de los tres años anteriores, su lógica y raciocinio; estaba claro que yo era de ciencias!! porque no me gustaba mucho memorizar...Hoy doy gracias por la mayoría de los grandes profesores que nos inspiraron e incentivaron para estudiar y poder salir de aquella zona tan deprimida, entonces con tan pocos recursos... pero nos superábamos y la mayoría de los alumnos cursaron buenas carreras para el futuro".
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