martes, 28 de abril de 2020

LA GRIPE ESPAÑOLA DE 1918 Y 1919





Carroza fúnebre, entre calle Elvira y Plaza Nueva







Copio estos párrafos del libro “Granada, un siglo que se va” (1996), del escritor Juan Bustos Rodríguez, que falleció hace varios años. Así estaba el panorama.

“La gripe española. Granada fue una de las provincias españolas más afectadas por aquella trágica epidemia, que en 1918 y 1919, alcanzó una gran mortandad (…). El primer telegrama acuciante llega de Freila (1.969 habitantes), rogando el envío de un médico con urgencia. Hay 250 vecinos con gripe, entre ellos el único médico. Otro mensaje, simultáneo casi, informa que en La Calahorra los afectados son más de 200 entre los 2.060 habitantes. A partir de aquí se hacen continuas las malas noticias.

En Orce, el 27 de septiembre de 1918, de 1.000 habitantes, 800 tienen la gripe. Desde el día 15, aparición del primer caso en el pueblo, ya los muertos eran 45. A finales de mes, el doctor Fidel Fernández Martínez, profesor auxiliar de la Facultad de Medicina, asegura en “El Defensor”, que la gripe se presenta en tres formas: ‘En Castilléjar (2.538 habitantes entonces), en pocas horas, había visto enterrar a 18 personas víctimas de la gripe, la situación era peor y la desolación completa: Han enfermado los sepultureros, con lo que los enterramientos se hacen dificilísimos. He contado veintidós cadáveres por enterrar y se carece de cal para cubrirlos, porque los industriales que se dedican a producirla o han muerto o han enfermado’. El panorama empezaba a ser trágico. Pero lo iba a ser más. (…). En Baza, un mes después, se sigue registrando un promedio de 15/20 defunciones diarias a causa de la epidemia (…). En Pedro Martínez, en el mes de enero (2019), en tres días se suceden veinte defunciones y hay 500 personas afectadas… En Guadix fallecieron 41 personas en un día; en Cúllar, 20 en varios días; en Albuñol murieron 15 enfermos de gripe el 21 de octubre.

El mundo llevaba una carrera alocada hacia el precipicio y la destrucción, pues tenemos pendiente el calentamiento global del que sólo se pueden esperar  muchas desgracias, con lluvias intensas y riadas, la gran contaminación de las ciudades, así como la extinción de miles de plantas y de especies de animales. Sólo buscábamos el bienestar y el consumo, todo lo demás no nos importaba. Cuando acabemos con la naturaleza, cuándo no exista el águila, ¿qué nos quedara?, habrá que decir como el gran jefe indio al presidente de los Estados Unidos, a finales del siglo XIX.
 Se ha juntado la ineptitud de los gobernantes de hoy (nunca hubo tanto incompetente gobernando, tenemos el ejemplo de Estados Unidos, México, Reino Unido, España y muchos más) y el afán consumista de todos. Pero el mundo ha sufrido un parón debido al coronavirus, que nos ha llegado una vez más de China. No sabemos si es que el virus se le ha ido de las manos o porque alguien se comió un animal infectado, el efecto de la mariposa se ha convertido en el efecto del pangolín. Un chino se come un pangolín contagiado y resulta que contagia a toda la humanidad y nos confina a todos en los pisos, mientras que los animales toman las calles y el terreno que nosotros le arrebatamos un día. Los animales están tomando lo que fue suyo y de sus antecesores no hace muchos años, incluso se ven delfines y ballenas en los puertos de las ciudades y por el Estrecho de Gibraltar.

Nuestros queridos seres que han fallecido (unos treinta mil en España) deberían hacernos reflexionar, ¿qué mundo queremos para nuestros hijos, qué futuro les espera, qué enfermedades mortales nos acechan…? Pensábamos que lo habíamos conquistado todo, que lo sabíamos todo, lo queríamos todo, pero no hemos aprendido nada, como recordaba el verso del poeta José Hierro. Ni siquiera nadie recordaba que en 1918 y 1919 hubo una gripe mal llamada española, que se llevó a 30 millones de personas. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario