 |
En Granada, 2015 |
El padre Manuel Cantero Pérez falleció
ayer en el Hospital el Ángel de Málaga,
a la edad de 85 años. El 22 de marzo
el padre me escribía por guasap: “Ya salgo del cuarto. Temperatura normal. Debo
guardar distancia en comedor y capilla…”. Y yo le respondía: “Me alegro que el
susto haya pasado”. El 23 de marzo me
decía: “Tiene tarea la cosa. Yo estoy bien”. Sin embargo, el 26 de marzo fue ingresado en el
hospital y el 29 escribieron en el guasap de los Seminaristas de Guadix: “Esto dijo el Superior de la Residencia
de los Padres Jesuitas de Málaga: ‘Acabo de hablar con él, tiene muy mal
cuerpo pero la respiración va bien’”. En los días siguientes su salud se fue
agravando. El 2 de abril., Manuel
Jiménez me escribía: “Está mal, está sedado, con problemas en el corazón y
el riñón”. El día 4 me escribió de nuevo (y también dos antiguos seminaristas):
“A las 20:10 horas ha fallecido el padre
Manuel Cantero”.
En los años sesenta estuve en el Seminario
de Guadix y, desde entonces, mantuvimos correspondencia, En una carta de
1999, me decía: “Es interesante tu visita al Seminario, que es parte importante
de tus raíces. Me ha causado emoción cuando dices que se te vino el mundo
encima. Ahí se te removió algo (...). Si pudieras conocer mis verdaderos
sentimientos, que no son contra nada ni contra nadie, sino a favor de todo lo
bueno”. Y concluía así: “En la foto que
me mandas hay un puñado de gente a quien ya no sé poner el nombre”. Manuel Cantero
era el padre espiritual –su despacho estaba siempre abierto a cualquiera de
nosotros– y, en aquel régimen cerrado y bastante duro, era el “hombre bueno”. Más tarde, con el
transcurso de los años, se fue forjando nuestra amistad a través de la
correspondencia que conservo. Al principio porfiábamos bastante porque cada cual
se aferraba a sus ideas como un clavo ardiendo (entonces yo leía a Baroja, a Azaña y a todo el pesimismo y anticlericalismo que puedan imaginar),
pensando que el otro estaba equivocado. Tengo que decir que el padre Cantero me ayudó mucho en mi
juventud, cuando yo era un pájaro volandero que me enfrentaba a la cruda
realidad de la vida. (La foto mía de arriba la colgó en su blog)
En
la Semana Santa de 2005, me escribía
desde Málaga: “Querido Leandro: Con mis pies en alto y celebrando la misa
sentado por cierto riesgo de flebitis. Aquí estoy hasta que pasen estos días
locos malagueños, sin más atención que a sus cofradías...”. Al final, casi no
se le entiende la letra debido al estado crítico en que se encontraba: “Pero
una obstrucción de femoral no es cosa que piense yo que va a salir incólume de
su estado. Un abrazo y a pasarlo lo mejor posible en tu realidad concreta...,
que la vida se tuerce de pronto”. Además de dar ejercicios espirituales, al estilo de San Ignacio de Loyola, por toda la geografía de España –en esto era
un maestro, pues sabía llegar al corazón de la gente–, al padre Manuel Cantero le gustaba escribir artículos en revistas
religiosas. En 1995, me escribía esta bella frase: “¡Cómo he recordado, con la
fotocopia que me enviaste, nuestros tiempos de Guadix! ¡Qué bonito es recordar
y aceptar que entonces fue entonces, y que hubo valores inmensos en unos y en
otros; y errores que nos hacían a todos mucho más humanos!”. Se puede decir
que, los jesuitas del Seminario de
Guadix, y más tarde los sacerdotes diocesanos,
transmitieron la enseñanza religiosa y formaron en la disciplina y la
austeridad a miles de seminaristas (en Guadix nos decían los ‘curillas’) y de ahí salieron decenas
de sacerdotes. Otra cosa es que, una vez fuera del Seminario, comulgaras o no
con sus ideas. Yo no soy católico practicante y la religión la tengo olvidada,
pero eso no quita que tenga amigos sacerdotes lo mismo que con personas de cualquier
ideología. Procuro ser flexible en la religión y en la política.
Fueron
aquellos tiempos de la España pobre, religiosa y emigrante, cuando los curas
nos llevaban el uno de noviembre a Jéres
del Marquesado, a pasar el día asando castañas. Íbamos montados en el
remolque de un destartalado camión, sin toldo ni nada, y nos agarrábamos donde
podíamos por aquella carretera de tierra.
En los últimos años, cuando el padre
Cantero venía de vacaciones a Granada,
quedábamos por la mañana y nos dábamos un paseo por el Camino de Ronda, pues tenía que andar por sitios llanos y sin sol,
debido a sus problemas con la circulación de la sangre. Al final del recorrido hacíamos
una visita obligatoria a las Bodegas
Castañeda, donde nos encantaba saborear un vaso de vino pálido con su tapa
de arroz caldoso. El piso de su hermana se encontraba cerca y allí nos
despedíamos. Era ya una costumbre. A veces se quejaba del olvido de aquellos
niños (hoy canosos), que habían pasado por el Seminario, pues era un sentimental. En diciembre de 2010, me envió
estas líneas: “Eso sí, y gracias a Dios, con muy buena salud, buen ánimo, y
ganas de vivir y hacer, y muy feliz siendo lo que soy. Aquí es donde
encuentro mi fuerza y mi deseo de seguir haciendo hasta que Dios me
jubile. Que ya estoy más cerca, como es natural”. Nos complementábamos
bien: cada uno respetaba la parcela del otro, olvidando las discusiones bizantinas
de antaño, y así habíamos conservado la amistad durante más de cincuenta años. Lo
suyo fueron consejos del maestro al discípulo, que al principio era arisco y
montaraz. En mayo de 2010, publicó el libro “Ventana al Evangelio”, unas reflexiones previas para orar en el Evangelio y que provienen de sus “contemplaciones ignacianas”, de los
ejercicios espirituales, que fue dando durante muchos años por toda España. En
el prólogo del libro ya advierte que, “cuanto vais a encontrar en este libro,
si tenéis gusto en seguirlo, no ha salido de ninguna bibliografía. Sólo el Evangelio y la gracia de Dios en mi
oración personal”.
 |
Seminaristas del curso 1965 |
La revista mensual “Apostolado de la oración”, de Málaga
(de dos páginas), era obra suya y, en abril de 2010, escribió esta anécdota
recordando aquellos años: “Fue en 1960. Tras los pasos más insospechados y
originales, ‘aventuras’ de años, que casi no se pueden imaginar, soy ordenado sacerdote el 18 de abril…,
en la Catedral de Guadix”. Un
compañero, maduro en años, les pidió a los recién ordenados en la sacristía una
frase que expresara sus impresiones. “Él suplió mi respuesta y dijo: ‘Ponemos
que mi última Misa sea como la primera’. No reaccioné en el momento.
Inmediatamente después, pensé para mí mismo que aquello era estúpido. Porque mi
última Misa…, en realidad la Misa de cada día, tiene que ser mucho mejor que la
primera. Al cabo de estos 50 años, reconozco haber sido así de afortunado”. En
estas frases se resume su vocación. Hace un par de años me contestaba, a un
artículo mío que le envié: “Lo que tú me mandas lo leo siempre y encuentro un
gusanillo por ser algo tuyo; algo en lo que has puesto, además, mucha alma, y
que reflejan esos sentimientos que te hacen ser el que yo conocí...”. Y en otra
de sus cartas: “Bueno, ahí llevas mi mensaje en la botella del afecto, buscando
encontrarte. Porque esta botella es sólo para ti como destinatario
intransferible de mi tiempo y de mi abrazo. Te quiere y recuerda mucho más de
lo que tú crees”.
El 15 de octubre de 2016 conseguimos
reunirnos en Guadix cerca de sesenta exseminaristas y tres sacerdotes
diocesanos que estudiaron con nosotros. Visitamos las ruinas del Seminario y la Alcazaba (de El Zagal), y comimos en un restaurante. Aquí nos
acompañaron el antiguo rector, don
Levigildo Gómez Amézcua, y el padre
Cantero, de manera que para la
mayoría de nosotros fue un “reencuentro” al cabo de cincuenta años. Muchos de
aquellos niños del Seminario estaban ya jubilados y para los padres fue como un
reconocimiento a su labor de educadores.
 |
Fachada del Seminario San Torcuato. 2014 |
Málaga, 6 de enero de 2020. “Querido Leandro: Me voy sosteniendo; la respiración la
tengo sólo regular pero no todavía para un ingreso. Se ve que el oxígeno va
haciendo su efecto de retardo. De las piernas, muy mal, muy entorpecidas, muy
limitado de movimientos. No me decidí este año a ir a Granada en estas fechas.
Bonito mensaje el que me envías. ¡Si fuéramos capaces de asimilar todo lo que
nos ha ido llegando sobre el tema!... Ya vi las fotos que pusisteis de vuestra
convivencia en tu cueva. Me alegro que la podáis disfrutar”. 7 de enero de 2020. Llamo al padre Cantero a la residencia de
jesuitas de Málaga y echamos más de media hora hablando. En un momento dado, le
pregunto si interviene en el grupo de wasap de los seminaristas y me dice: “Apenas
intervengo porque no sé qué poner y no quiero molestar. Yo antes era sociable,
pero me he vuelto introvertido. Recuerdo que un padre jesuita me decía cuando
yo era joven, ‘siga siempre así porque alegra el comedor’. Yo era muy abierto,
me comunicaba mucho. En Guadix, entre
el padre Ibáñez y yo armábamos cada zapatiesta,
contábamos chistes malos. Pero aquí, en Málaga, el ambiente es terriblemente
sensible, no se puede decir esto porque molesta, si digo lo otro lo va a
comentar”. Le respondo que es una mentalidad de convento y, si me apura, de
habitación, de estar todo el día encerrados en el cuarto. Y me responde: “Sí, es
un convento de ancianos, hay mucho individualismo, nos reunimos en el momento
de la comida y pongo cuidado de no molestar o de no herir. Piensas que en boca
cerrada no entran moscas y estamos callados los cuatro cenando”. Le digo que
llevan una vida interior de meditación y al final te contagias, te pones la
autocensura, lo suyo sería explayarse cuando se reúnen en la comida. Es una
vida monacal de recogimiento y de silencio. “Tengo 85 años, algunos hermanos tienen
noventa años y también hay dos jóvenes, pero ellos son muy diferentes a
nosotros, tienen otra mentalidad, en cambio, con la gente de la calle me
desenvuelvo mejor”. Se queja de que ha ido encerrándose en sí mismo, porque
antes era extravertido, pero lo da el ambiente que se respira entre estas
paredes. Le cuento que hace unos días comimos en mi cueva varios amigos del Seminario, acompañados de las esposas, yo
les decía cuatro tonterías y se reían. A mí en cambio me ha ocurrido lo
contrario, antes era introvertido quizá porque no me atrevía a decir lo que pensaba,
por timidez o por temor a hacer al ridículo; ahora hago un chiste fácil de
cualquier anécdota y consigo que la gente se divierta. Le digo que “la
formación que os dan a los sacerdotes os empuja a mirar hacia dentro, os
predispone a la soledad, cuando tenía que ser hacia fuera, hacia la gente. Es
más feliz el que vive hacia afuera, el extravertido, que el introvertido”. Y me
contesta, “Puede que lleves razón”. Se queja de que le cuesta trabajo respirar, sobre todo cuando se mueve, porque ya
no le funciona la mitad del corazón, anda con el bastón aunque las
piernas le flojean bastante y todos los días dice la misa. Y me dice, “ahora me
cuesta trabajo improvisar”.
Noto que está bastante
machacado, su voz ahora es quebrada cuando antes era sonora, y a veces jadea por el
cansancio. “En la cena de Nochebuena
vinieron unos jóvenes a la residencia e hicieron una fiestecilla, pero en la Nochevieja me acosté a las diez de la
noche y el resto de la Navidad aquí
ha sido muy plano”. El padre Cantero
siempre ha sido un hombre de acción,
de llevar muchas cosas entre manos, pero ahora poco puede hacer por lo que sobrelleva con dignidad estos últimos días de
su vida, sin embargo, ahora ha reído varias veces con mis ocurrencias, aunque
le cuesta trabajo. Hablar es un placer para él y la conversación nos reconforta,
acordándonos de los viejos tiempos y de algunas anécdotas del Seminario.
 |
Los padres jesuitas. 1965 |
En Guadix era el padre Espiritual y su despacho siempre
estaba abierto a todos, era un “jesuita
de mesa camilla” que le gustaba escuchar los problemas de aquellos jóvenes seminaristas
atolondrados, después, encontraba o no la solución a aquello. Lleva ya muchos
años en la residencia de Málaga y ya no
hace casi nada porque las fuerzas no se lo permiten. Me he despedido del padre Cantero deseándole un feliz año y
que otro día lo llamaré para echar un rato de conversación, pero cada día le
cuesta más trabajo respirar y se encuentra más débil. “A ver, hasta que el
cuerpo aguante”, me dice, resignado. “Así nos tenemos que ver todos”, le
contesto a modo de consuelo. Cuántas veces fui a su despacho del Seminario, a confesarle mis problemas, siempre
le escribí cartas cuando estudiaba en los colegios y después nos veíamos cada
año en Granada, cuando él venía de
vacaciones. Pero, lo que es la vida, ahora él se desahoga conmigo en la soledad de su habitación. El padre Manuel Cantero vio cómo sus hermanos
mayores, Antonio y José, fueron
muriendo, pero no le concedieron el regreso a Granada donde viven sus dos
hermanas. Era padre espiritual,
confesor, amigo y sicólogo, aunque no siempre fue comprendido. “Cada día
tengo un recuerdo de cada uno de vosotros. ¡Deseo tanto bueno para cada uno…!”,
me decía en uno de sus últimos mensajes. Tenía el pelo cano, la mirada clara,
la voz amable y caminaba ya algo encorvado, pero él nunca se salía de la norma. Fue
un sacerdote enamorado como pocos de su vocación y de su tierra. Toda una época
y toda una generación se van con este granadino singular, nacido en el número 33 de la Gran Vía del Azúcar
–donde su padre tenía el bufete de abogado–, de manera que la iglesia del Sagrado Corazón fue como un
talismán para el padre Cantero: aquí
pasó largas temporadas, o paraba cuando venía de vacaciones a Granada; aquí consoló a muchos
exseminaristas, que veníamos a visitarlo y a contarle nuestras penas; aquí
ofició misas y prodigó sermones, y aquí debió de sentir la llamada al
sacerdocio cuando acompañaba a sus padres a la misa de los domingos y
correteaba por las calles de este céntrico barrio granadino. Descanse en paz este jesuita bueno, al que vamos a echar mucho de menos.
El enlace de su blog: http://apormalaga.blogspot.com/
 |
Padre Manuel Cantero y Leandro. 2016 |
Posdata. Un día después, me siento como si
hubiera perdido a un familiar, a una persona querida que conozco desde 1964,
con la que desde entonces me he relacionado por carta (conservo un centenar),
por teléfono o en las visitas que el padre Cantero hacía a Granada en las
vacaciones.
COMENTARIOS DEL GRUPO DE EXSEMINARISTAS. 5/04/2020
Juan
Rivas: Realmente esa es la vida y él creo que ha vivido la que realmente ha
querido
L.G.:
Ya ha dejado de sufrir
Juan
Quintana: Estupendo artículo haciendo un pequeño recorrido por la vida del
padre Cantero y retrotrayéndonos a nuestra época del Seminario. Ha sido una de
las mejores personas que ha pasado por mi vida.
Leandro
García: Gracias por el audio y por los detalles que tienes con los demás
José
María Laguna: Gracias por este buen recorrido que has traído del padre Cantero
L.G.:
Ha sido un guía para quienes lo tratamos
Antonio
Nofuentes: Bonito escrito, me he emocionado mucho. Todos estamos sufriendo su
pérdida…
L.G.:
Cuando lo leo, yo también me emociono, ahora nos daremos cuenta que hemos
perdido a un padre…
José
María Gallardo: Hermoso recuerdo, Leandro. Muy bien escrito
L.G.:
Ya no sufre
Manuel
Jiménez: El Superior me responde: su cuerpo ha sido llevado a incinerar y sus
cenizas se depositarán en nuestro columbario
Antonio
Medina: Gracias, ¿cómo estáis?
L.G.:
Cuídate y ya nos veremos
Juan
A. Pérez Lao: He leído tu artículo y quiero darte las gracias porque de alguna
manera tú, que has estado más en contacto con él, has servido de unión con
todos los que recibimos su magisterio. Su recuerdo y su cariño permanecerán
siempre en nosotros
L.G.:
Él supo unirnos con su sencillez y buen hacer, fue el que nos tocó el interior
Serafín:
Si bien mi padre espiritual fue el padre Ibáñez, siempre estuve muy unido al
padre Cantero…, que ofició mi boda
L.G.:
Los recuerdos nos unen, Serafín
Manel:
Un buen artículo para una gran persona…, en el Seminario tuve una relación muy estrecha
con él
L.G.:
Con humildad y prudencia, él cohesionó el grupo
Cari:
Un homenaje por tu parte precioso, tengo mucha tristeza porque para Jesús era
muy especial, y a mí me ha acompañado en este tiempo tan difícil con sus conversaciones
de guasap…
L.G.:
Ha dejado de sufrir y ha quedado su mensaje entre nosotros
Pepe
Triviño: Eres un fenómeno, felicidades
L.G.:
Ahora al menos no sufre
Antonio
Aguilera: Gracias por pasar el enlace
Antonio
José Vera: Me encuentro regular, yo esperaba mejorar pero esto va muy lento
L.G.:
Cuando pase esto iré a verte
Pepe
Huertas: Muy bien, me he acordado de cuando estuvimos allí viéndolo
L.G.:
¿Cómo llevas lo tuyo?
Antonio
Montes: He leído detenidamente tu artículo y me ha encantado, sobre todo lo vivido entre ambos, en él describes acontecimientos de la vida del padre Cantero y tú que yo desconocía...
COMENTARIOS DE FACEBOOK
María
Fresneda: Una persona importante para ti, seguro nunca la olvidarás, siento su
pérdida D.E. P. ánimo amigo. Esperemos que toda esta pesadilla termine pronto y
todos salgamos bien de esta...
Leandro:
fue un padre y un amigo
Arturo
Rodríguez: personas que dejan huella por siempre
LG:
son un ejemplo para todos, amigo Arturo
Roberto
Balboa: Amigo Leandro:
Me
ha encantado tu artículo sobre el padre Cantero, lleno de recuerdos y
sensibilidad.
Descanse en paz un hombre bueno.
LG:
Gracias, Roberto Balboa.
Con su buen hacer y humildad, ha sido el guía para la mayoría de los que
pasamos por Guadix
José
Correa: DEP
María
Purificación Corral: Lo siento mucho Leandro. Ánimo. Otro ángel más en el cielo
LG:
Cuando las personas se van es cuando más notamos su ausencia
María
Fresneda: Cierto pensamos que siempre los vamos a tener, este es el legado que
nos dejan su cariño y enseñanza y a ser buenas persona y cuando nos toque
partir que nos recuerden con el mismo cariño
LG:
ahora todo son recuerdos, pero es una persona que ha pasado por la vida
haciendo el bien y ese el mensaje que nos deja
Chillón
Domínguez Pedro: Yo estuve poco tiempo con él, pero lo recuerdo como tú lo
describes. Seguro que descansará en Paz.
LG:
en tiempos de disciplina, nosotros tuvimos la suerte que el padre Cantero era
cercano y sencillo
Antonio
José Vera: Tengo muchos recuerdos del seminario, un gran hombre. D.E.P.
LG:
ahora todo son recuerdos, pero él ha dejado de sufrir
Purificación
Tomás: DEP
LG:
gracias por estar siempre ahí
José
Antonio Rabaneda: Un saludo paisano. Que descanse en paz nuestro Padre
Espiritual. Yo al igual q tú, tuve la suerte de estar unos años con él en
Guadix
LG:
fue de lo mejor que tuvimos en Guadix y después en estos años. Un abrazo
Antonio
Parrilla: Amigo Leandro: Un fuerte abrazo, recibe con él, mi sentido pésame;
tal como describes en tu profunda, sentimental y bien escrita entrada; fue un
maestro para ti y para todo el que tuvo la gran suerte de conocerle. Bajo mi
punto de vista enseñó las lecciones espirituales con amor y sobre todo con
humildad; se desprende de lo que nos muestras en tu escrito que, gozaba del
amor de Dios y sabía transmitirlo con cariño y sin imposición; soy de la
opinión que las creencias y en este caso la Fe son un regalo que el Creador
hace a cada uno individualmente, que no debe confundirse con la iglesia; el
creyente lo es por amor y no por la disciplina recibida; sea cual sea la
religión que practique.
Dicho
lo anterior, me queda claro que este maestro “, ha vivido fiel a las enseñanzas
de nuestro Señor Jesucristo y no tengo la menor duda de que su espíritu se
encuentra disfrutando ya en esa otra orilla junto a Dios. D.E.P. Un abrazo.
LG:
cuando nos dejan los buenos maestros, lo mejor que podemos hacer es recoger sus
enseñanzas y recordarlos con cariño. Gracias por tus palabras de amigo
Encarna
Varón: DEP
Emilia
López Monjón: D,E.P. He leído el extracto de su vida y creo que fue una persona
digna de conversar con ella. Por cierto Leandro un pariente mío también estudió
en Guadix, se ordenó sacerdote el año 71, se llamaba Don Juan de Dios Pérez
Martínez, no está ya con nosotros. Murió creo que hace 2 años. ¿No estudiaría
contigo?
LG:
gracias por leerlo, no me suena su nombre porque era mayor que yo, ¿tu pariente
era de galera? De aquí era Domingo, estuvo en el seminario y falleció hace un
año
Julián
Romo: DEP
Eugenio
Sanz Morata: DEP
José
Romero Fernández: DEP
Manuel
Ortega Company: Leandro: creo que el padre Cantero fue posterior a mi paso por
el seminario. Yo conocí como padres espirituales al padre Pertíñez y al padre
Castillo. Está claro que la estancia allí me ayudó a formar mi personalidad.
Recuerdo los ejercicios espirituales de S.an Ignacio de Loyola que coincidían a principio de curso con la
feria de Guadix y mi recuerdo es de gran temor y miedo al infierno. Sin embargo
guardo un gran recuerdo del ambiente de estudio, respeto y valores con los que
nos formaban, algo que te ayuda toda la vida. Comprendo la influencia de esta
buena persona sobre ti. Un saludo… Estuve desde 1955 a 1960. Los profesores de
los que me acuerdo: los padres Garzón, Espejo, Morales, Entrambasaguas,
Pertíñez, Castillo, etc. Después pasé a la escolanía con D. Carlos Ros.
Eli Fernández
Pérez: es una pena pero así es
LG: Después del golpe, me siento como si hubiera
perdido a alguien de mi familia
Juan J. Gallego Tribaldos: Magnífico y emocionante artículo...
UN MALAGUEÑO RECUERDA AL PADRE CANTERO. 8/04/2020
Buenos días. En primer
lugar, perdón por el atrevimiento de escribirle. "Navegando" por
la red en búsqueda de noticias sobre el P. Cantero, he encontrado su artículo. Muy
entrañable. Desde hace años, solía confesar con el P. Cantero. No puedo decirle
que mantenía amistad con él, pero sí me conocía de esos encuentros
sacramentales. No imagina el bien que me hizo (hace, pues sus orientaciones no
desaparecerán nunca en mí) espiritualmente. No imagina lo bello que era en esta
última etapa de su vida, verle a las 7,15 h de la mañana salir de la Sacristía,
con andar lento, titubeante, medio encorvado...e ir a su Confesionario,
encender la esa luz, que para mí simboliza esa LUZ que Dios quiere poner en
nuestras vidas derramando su MISERICORDIA. Iba con su cuaderno, su bolígrafo y
si no había nadie que reclamase su atención, escribía (con alguna que otra
cabezadita, la verdad sea dicha). Yo, por razones de índole personal y laboral,
iba a esa hora. Su perseverancia día
tras día, a "esas horas"... siempre lo entendí como un regalo de Dios
que lo hacía a través de él, y como un testimonio para algunos sacerdotes que
no tienen tiempo para desde el silencio, el ocultamiento, la constancia...sentarse
en un confesionario para transmitir lo más grande que el ser humano puede
recibir, el AMOR de Dios a través de su PERDÓN. No imagina cuanto
lamento la pérdida del P. Cantero. Me he quedado como un "huérfano
espiritual". Disculpe toda esta perorata, que no deja de ser un
desahogo ante la pérdida (momentánea, en el Reino de Dios espero el
reencuentro) de este SACERDOTE. Ruego la privacidad de este correo, lo
hago desde el convencimiento de que su amistad y afecto al P. Cantero nos une. Gracias
por acercarme aún más al P. Cantero. Ahora él nos ayudará desde su presencia
junto al Dios que nos enseñó a amar. Un cordial saludo.
Buenos días. Acabo de ver tu correo, más que correo
electrónico es como una carta tradicional donde expresas vivencias y
sentimientos ante la pérdida del padre Manuel Cantero. Es muy interesante y
emotiva la descripción que haces cuando salía de la sacristía para ir al
confesionario. En su humildad y buen hacer nos ha dejado el ejemplo de su
vida y nos ha entregado el testigo de sus obras. En los últimos días le dije a
un compañero que lo íbamos a echar mucho de menos, y así finalizo mi
artículo, pero no imaginaba que su muerte me iba a afectar como si hubiera
perdido a un familiar. Tú afirmas que te has quedado como un
huérfano espiritual y así estamos muchos. Te envío el enlace de mi blog,
donde reproduzco el artículo y los comentarios que he ido recibiendo. Si
quieres que reproduzca tu carta en el blog (es sincera y natural), sin que
figure tu nombre, me lo dices. Un abrazo.
Buenos días, Leandro. Suscribo sus palabras. Así es, su partida
deja un vacío que no es en mi caso algo fruto del momento, sino que perdurará
pues su acompañamiento con una simple frase, con una orientación concreta, con
un consejo espiritual práctico y asumible... le hacía (le hace, pues
sigue estando presente) muy especial desde la discreción y humildad. No tengo
inconveniente en que publique mis palabras, y es simplemente porque el P.
Cantero merece desde la sencillez y humildad (como creo que le gustaría a él)
ser recordado. Un hombre enamorado del Evangelio. Simplemente, SACERDOTE y
JESUITA. Me alegra saber de su cariño hacia él. Mientras yo viva, jamás lo
olvidaré e intentaré desde mi miseria, desde mi pobreza espiritual, seguir sus
orientaciones para amar y dejarme amar por Dios. Un abrazo para usted. Muchas
gracias por sus palabras.
 |
La consagración, en la primera misa |
JAVIER LO RECUERDA ASÍ. 06/04/2020
https://ejerciciosespiritualespadrecantero.blogspot.com/?m=1
El sacerdote Manuel Cantero partió a la Casa del Padre
En septiembre de 2011 fui invitado por el
Padre Cantero a asistir al encuentro nacional del Apostolado de la Oración en
Madrid. Y así se fue fraguando esa "larga relación" que el propio
Padre Cantero me cito en su penúltimo correo. Durante estos años ha sido mi
confesor, mi psicólogo, mi amigo, mi confidente. En el he visto muchos de los
frutos de los que habla el Evangelio. He visto su caridad, he visto debajo de
una apariencia muy seria a veces, ese lado humano del que sabe también sonreír
y contar sus anécdotas con las que hemos reído juntos. Nunca podré olvidar su
mano extendida y su gesto de alegría al verme que me transmitía tanta cercanía,
no podré olvidar que incluso se abriera a mi para contarme cosas de si mismo, o
aquella vez que le visité en el hospital y me dijo: "Yo aunque esté en el
hospital me afeito y me pongo guapo porque si no, no soy persona". ¡Como
nos reímos!, o cuando andaba mal de las piernas y durante un tiempo me pidió
ayudarle en la Misa, dándome su confianza. Los últimos meses de su vida, asistí
a todas sus misas de domingo, y al terminar le esperaba en el patio de la casa,
para acompañarle hasta el ascensor, pero estos encuentros se convirtieron en
bastante habituales, y me hacía a veces un gesto de que nos sentáramos, y
hablábamos unos minutos. Conforme se fue acercando el final, me daba cuenta que
también le venía bien para descansar en el trecho desde la sacristía al
ascensor. Y a mi me servía porque veía que el tiempo se iba acortando y estaba
aprovechando la ocasión.
El me contaba como estaba, y yo trataba de
animarlo y darle novedades sobre algunos proyectos que teníamos, como el de
digitalizar sus cintas de ejercicios para subirlas a internet. Le veía sonreír
cuando le decía que habían tenido 80 visitas en un día, o cosas así. Finalmente
le despedía a veces diciendole: "Hoy a escuchar Zarzuela", cosa que
le encantaba y hacía los domingos como me dijo en más de una ocasión. El Padre
Cantero era un amante del Evangelio, pero también de la Liturgia bien hecha, y
ejemplar al procurar aprovechar la ocasión para introducir algo de pedagogia:
la gota en el cáliz, el signo de la paz, el valor de una comunión bien hecha,
el ir a hacia El en la fila, su forma única de recitar el Gloria con aquella
pausa que hacía "despeñar", como yo le decía, ante su sonrisa, a los
fieles que seguían la carrerilla. Dos espinitas me confesaba últimamente que
tenía, y era la gran decadencia en que ha caído el sacramento de la confesión,
donde el penitente ha perdido el sentido del pecado, y a veces se producían
según el, situaciones casi cómicas en el confesionario, como: "
"Pregúnteme usted, Padre". Y otra cosa que no le gustaba nada, era
ver la falta de respeto, de llegar tarde a la Misa por ejemplo. El tratar con
los jóvenes también se había vuelto una tarea difícil con el tema de las bodas,
dado el estado de nuestra sociedad. Podría decir mucho más, pero finalizo dando
gracias a Dios por haberlo puesto en mi camino y haber gozado de su sacerdocio
y de su amistad, porque una persona que te trata como el me trató, no puede ser
nada mejor que un amigo.
 |
Ordenación del sacerdote Manuel Cantero. Catedral Guadix 18/04/1960 |

 |
En la residencia de Málaga 11-2018 |
 |
En la residencia de Málaga, con antiguos seminaristas. 2018 |
 |
En la puerta del Seminario, septiembre 2016 |
 |
Aquel patio con su pozo |
 |
El despacho del padre Cantero |
 |
Su despacho en el Seminario |
 |
El comedor o refectorio |
 |
La Alcazaba |
 |
Guadix, desde la Alcazaba |
 |
El libro que escribió en 2010 |