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Los Barrancos, desde Castilléjar |
Dedicado a los esparteros, que tanto penaron en los
Barrancos, y a Jesús García, que ya reposa en ellos para siempre
Aquella mañana del 15 de diciembre de 2002, había quedado con Jesús
García, el agente de Medio Ambiente, en el bar de Emilio. Y después de tomar
café, enfilamos con el todoterreno para los Barrancos. El antiguo oficio de
guarda lleva demasiados nombres a sus espaldas: guardarríos, guardamontes,
guardacampos, guardabosques, guardapesca... Y en Extremadura también existe el
oficio de guardabellotas y guardahabas. Hasta la denominación de guarda
forestal, como lo fue Julio Martín Ambel, allá por los años sesenta en
Castilléjar. Pero a Jesús se le nota que vive su profesión, le gusta el campo,
y de paso me va indicando.
–Ahora mismo vamos por la cañada del Gallar y, siguiendo este camino
espartero, se sale a la torreta de teléfonos de Galera y a la vieja carretera
de Huéscar. Calculo que estarán a unos 6 ó 7 kilómetros de aquí. En cambio, El
Margen queda al suroeste, por detrás de aquellos montes –luego, una vez en lo
alto de los cerros, Jesús va señalando-. Hace años, los Barrancos eran de los
Portillo de Huéscar; mientras que los López eran propietarios de la parte baja
de la vega y de la fábrica de electricidad. Allí al fondo vemos a Castilléjar;
y aquí más cerca están Los Olivos, el Lago y el depósito del agua. Entre Los
Olivos y Los Carriones, se encuentra el barrio de Dolosa; y ya, en dirección a
Castril, se ve el cerro del Diablo. Como parajes más cercanos tenemos el
Cerrico Redondo y el camino de Mojón Alto, que sale a la carretera de Castril.
Mientras que al Norte destaca el pico de la Sagra –2.383 metros de altitud–
dominando el Altiplano, pero hoy tiene una capa de nubes encima. A sus pies se
encuentra el embalse de San Clemente; y al Oeste, la Puebla de don Fadrique entre
campos de almendros y cereales. Por detrás de la Sierra de la Sagra pasa la
carretera que va a Santiago de la Espada.
Hay un viejo dicho popular: Si la Sagra fuera romana y Marmolance un
pilón, ¿cuántas arrobas pesaría el Cerro de Jabalcón? Esto me lo contaba
Aurelio Gómez, mi tío político. Jesús continúa con sus explicaciones de guía,
como quien anda todo el día en el campo. Se conoce el terreno como la palma de
la mano, hasta las madrigueras de las zorras.
–Aquellos tajos rojizos que ves pertenecen a la sierra de Marmolance,
pero ya en el término de Huéscar. Las montañas que hay a la izquierda del Cerro
del Cubo (1.369 metros) –aunque, en realidad, tiene forma de pirámide, como si
la mano del hombre hubiera cincelado el cerro a propósito–, es la Sierra de
Castril; y un poco más abajo, se aprecia la Sierra de Cazorla, ya en la
provincia de Jaén –la Sierra de Castril es una prolongación de ella–. En el
Cerro del Cubo pasa el límite del término de Castilléjar y, un poco más acá, se
encuentra la Loma de las Presas. El paraje natural de las Presas es uno de los
paisajes más bonitos de Castilléjar y, además, han puesto barbacoas y una
especie de área recreativa. Ese monte pequeñillo que vemos, casi enfrente de
nosotros, es el Campo del Rey (1.088 metros), que es la única franja de pinar
que tiene el pueblo. El Cerro de Jabalcón (en el siglo XIX se le decía
Jabalcool) lo tenemos al Sur, pegando a Baza (la antigua Basti) y a su parque
natural. Y si te fijas un poco, allá a lo lejos, se ve hasta el pico del
Mulhacén. Guadix se encuentra más acá de la ladera norte de Sierra Nevada. Y
aquella montaña oscura que destaca al Este, es la Sierra de Periate.
Según Pascual Madoz, Orce se encuentra sobre una colina entre dos
ramblas que bajan de la sierra de Periate. Desde lo alto de los Barrancos –a
800 metros de altitud– la vista que se ofrece al viajero es impresionante. Uno
piensa que Baza, Castril, Huéscar, Orce, Guadix o Cúllar quedan lejos,
demasiado lejos. Pero aquí los tienes casi al alcance de la mano, lo abarcas
todo con un golpe de vista: unos ciento cuarenta kilómetros a la redonda. O
quizá más. Aunque a veces tengo la impresión de que estoy delirando. La Sagra
hoy presenta un color azulado –azul cielo– y todavía no tiene la cima cubierta
de nieve. En abril pasado, cuando la escalé, tenía su corona de nieve y en
invierno aparece como el blanco pecho de una mujer. Pero este año el frío está
tardando en llegar. Mientras que Jabalcón es ese inmenso peñasco, de color
leonado, que rompe el paisaje de la llanura. A su vera se encuentra el “mar
chico” del Negratín –20 km de largo y unas vistas impresionantes–, uno de los
pantanos más grandes de Andalucía.
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Aspecto de los Barrancos, al atardecer |
–Lo que es el término
de Castilléjar no tiene montañas grandes ni altas, sino los cerros de tierra
salitrosa y margas yesíferas. Antes, los albañiles salían a buscar los
espejuelos –¡centenares de ellos resplandecen al sol!– y luego separaban las
láminas y las cocían. Después tenían que golpear el yeso –ya con su
característico color blanco– con unas mazas de madera porque salía hecho una
pelota. Esta finca de quinientas y pico hectáreas –los Barrancos– la compró la
Junta de Andalucía en el 92, y ha hecho algunas repoblaciones de pinos. Este
pino carrasco que ves, plantado en mitad del cerro, es propio del terreno
árido. Está agarrado, pero no crece por el yeso que tiene el suelo –hasta el
verdín presenta un color lechoso, propio de los terrenos calizos. ¡Yo nunca
había visto nada igual!–. Por aquí se da la perdiz, el conejo y la liebre, y he
visto hasta un búho real. Pero cada vez se ve menos fauna, debido a los
cazadores y la sequía. En cambio, los jabalíes se han convertido en una plaga,
pues bajan a la vega y destrozan los ‘maíces’. Zorras también hay muchísimas,
algún que otro tejón y, en las fuentes del Guardal (viene de Guahardal), se ven
nutrias. Las águilas culebreras anidan por el pinar del Campo del Rey y, estos
años atrás se veían bandadas de milanos comiendo en el basurero; pero ya lo han
sellado. También viene a cazar por esta zona alguna que otra águila real.
Ahora vamos en el todoterreno camino del Cerro de la Cruz, y pasamos
por delante de la ‘Cueva de los Señores’ –así viene señalizada en el mapa–. El
agente asegura que la cueva tenía el suelo alfombrado de esparto, y todavía se
observa el yeso de las ventanas y las corralizas para las caballerías. Aquí, en
los años del hambre, los señoritos venían en carretas a cazar; a veces
acompañados de las autoridades militares y eclesiásticas. Ocurría algo parecido
a la película ‘La escopeta nacional’, de García Berlanga, pero en estos
inhóspitos espartizales. Los terratenientes se divertían pegando escopetazos a
los jabalíes y a todo bicho viviente; mientras que los esparteros andaban
desriñonados entre los matorrales, arrancando atochas con un ‘cogeor’ para ir
malviviendo. Jesús García afirma que, el importe de la subasta del esparto en
el monte público, allá por el año cuarenta, ascendía a 900.000 pesetas de
entonces, y el Ayuntamiento de Castilléjar era uno de las más ricos de la
provincia. Nunca pensé que los Barrancos dieran para tanto, aunque también el
pueblo sería de los que más pobres tendrían por kilómetro cuadrado.
–¡Mira, estas son
huellas de jabalí! Una grande y otra más pequeña, la del jabato –al poco, me
dice señalando a lo lejos–. Hasta las Presas llega la vega, y todo lo que pega
al río Guardal está plantado de álamos. ¡Fíjate la vista que tiene ahora el
pueblo, que se encuentra en esa esquinilla! Parece una cuña y, justo en el
vértice, es donde se unen los ríos en el Puente de las Juntas.
Conforme se viene por
la carretera de Huéscar, al doblar el recodo de la carretera, Castilléjar
aparece de pronto, como encaramado en el cerro y con sus casas escalonadas recortándose
en el horizonte. Mientras que abajo, verdean los campos de la vega que bañan
sus ríos. Pero desde aquí, desde Cerro Alto, Castilléjar se dibuja al fondo,
como un puñado de casitas blancas y apiñadas en una ladera del monte, cual si
de una maqueta se tratara.
–Aquí se han registrado algunos inviernos hasta trece grados bajo cero,
aunque lo normal son menos tres y cuatro grados –saliendo de Galera, esta
mañana hacían dos grados; y por el viejo y recién asfaltado camino del Cortijo
del Cura, el termómetro de mi coche marcaba medio grado–. Esto es un clima
estepario que da lugar a un paisaje lunar. En los Barrancos es muy difícil
identificar un paraje, porque son como la antesala del desierto, y no hay un
punto de referencia. Y sobre todo ahora, en que apenas se transita por aquí. A
esto le llaman el Barranco del Agua Salada, pero el manantialillo se ha secado. Y por este
camino, donde suelen pasar los pastores, se llega hasta La Alquería y El Margen –Jesús lleva el todoterreno por caminos intransitables, trasponiendo por
solitarios montes, donde no se ve ni un animal–. Y aquí, en el Cerro Montoya,
encima de estas hileras de piedras –todavía permanecen dispuestas como las
antiguas calzadas romanas–, se colocaban los manojos de esparto; con las puntas
hacia fuera para que se secaran. La gente decía “Vamos a entibar el esparto
(compactar)”. Luego venían los carros y se lo llevaban a las fábricas de
transformación de Calasparra y Cabra de Santo Cristo. ¡Mira, allí a lo lejos,
se ven las cuevas del Cortijo del Cura! Y aquellos cortes blanquecinos en los
montes, es por donde están construyendo la nueva carretera. Esos árboles de
color rosa son los tarales (Tamarix gallica), que están en el llano del Arique.
¡Y fíjate cómo se distingue hasta la torre de la iglesia de Huéscar (a unos
doce km)! Los días que hace sol, brillan las cúpulas del Observatorio
Astronómico de Almería (el Calar Alto), en la Sierra de los Filabres. Y aquella
montaña que se distingue al suroeste es Sierra Mágina, en Jaén...
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Castilléjar, los Barrancos y la Sierra de Periate |
Vamos por la rambla
hacia el Cerro Alto y Jesús asegura que esta tierra la está recorriendo a
diario. Ahora estamos subiendo una pendiente, con un 35% de desnivel. Uno
piensa que si las ruedas del vehículo resbalaran, irremisiblemente iríamos a
parar al fondo del barranco. Pero el agente no es de los que se echan para
atrás: No, si lo peor vendrá después, cuando bajemos la pendiente. Parece que
te vas a comer el suelo. El vehículo va por un viejo camino espartero que, al
no ser transitado, está lleno de matorrales. Poco después, estamos en el Cerro
Alto, a 800 metros de altitud. A nuestra derecha quedan los cerros de los
Mellizos (los ‘Merguizos’), porque parecen hermanos. Observarlos desde
Castilléjar, es una de la imágenes más insólitas que uno pueda ver. Porque ya
es raro encontrar a dos cerros tan semejantes, aunque no están juntos a pesar
del efecto óptico. Al regreso nos detenemos en la Presa del Cura, donde tantas
veces me habré bañado y tomado el sol en el recodo del río. Casi todas las
tardes del verano veníamos a bañarnos a este remanso, y luego tomábamos el sol
en la arena. Pero, cuando decíamos de venirnos, algún Sotero nos llenaba las
espaldas de cieno. Y claro, había que tirarse al agua otra vez. Hasta que,
cansados, salíamos pitando y el cieno nos lo quitábamos a un kilómetro de allí.
¡Nos ha jodido! Los ‘zagalitrones’ tenían la fea costumbre de tomar el sol en
pelotas. Y claro, por la Presa del Cura nunca asomaban las mujeres.
Aquí el paisaje ya
cambia por completo, por la vegetación que crece al lado del río. En la parte
alta se recorta el solitario y monótono desierto de los montes, pero abajo
están los sembrados de la vega. Y en medio discurren las aguas mansas del noble
río Guardal, que durante siglos ha ido lamiendo la ladera del cerro, y hoy
forma un tajo de unos treinta metros. Es raro que por aquí no veamos una garza
real, me dice Jesús. Y al poco, como si lo hubiera oído, salió una garza
volando de los juncos. Los Barrancos son una zona árida, formada por ‘badlands’
(tierras baldías) como el norte de Marruecos o el desierto de Arizona; y sólo
se ven antiguos caminos de herradura y abundantes matas de esparto en la cara
norte de los montes. Sin embargo, el paisaje impresiona a cualquiera: no se
advierte ni una triste sombra de un árbol, ni siquiera el furtivo vuelo de
algún ave. Sólo a lo lejos se divisan algunas casas, y todo lo demás es un mar
de cerros blancos moteados. Pero, en aquellos años de miseria, estos montes se
convirtieron en la despensa de los pobres y en el divertimento de los
señoritos. Ya no aparece en el horizonte la insólita estampa de las cansinas
reatas de burros regresando al atardecer y abriéndose paso por los antiguos y
borrados caminos del esparto. Recuerdo que, cuando niño, los hombres se tiraban
todo el santo día en los Barrancos, mientras que los viejos se sentaban a la
puerta de su cueva y, con los manojos de esparto, pacientemente confeccionaban
los serones y aguaderas, los capazos y esparteñas. Cuando bajamos, Jesús
Martínez, el teniente de alcalde, me acompaña y le hace unas fotos a los cerros
de ‘los Merguizos’, desde la antigua cueva del tío Romualdo ‘el Latas’.
Posdata: Publicado en mi libro Diálogos en la tierra de los ríos, publicado
en 2003. Castilléjar tiene una deuda pendiente con los antiguos esparteros, que
al final conocieron el pan negro de la emigración. El Ayuntamiento debería dedicarles
un monumento en su memoria, pues muchos de ellos viven todavía. Ignoro el nombre de los autores de las tres últimas fotografías.
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Jesús García (izda) y su hijo Pablo, en 2002 |
A Jesús García lo
saludé hace un año, en Castilléjar y, en las ocasiones que lo traté, lo
recuerdo amable, sencillo y servicial. Por un amigo suyo de Orce, me he
enterado de su muerte, a causa de un infarto, el pasado cinco de marzo, cuando tenía
sesenta años. Antonio Pinteño me dice que la vida de Jesús se
resumía en su familia, en su gente y en su trabajo, no tenía ningún problema
con nadie. En 2009, a propuesta mía, la Diputación de Granada, a través de ‘Caminando por los Senderos de
Granada’, llevó a cabo el sendero Castilléjar-Galera, y por un camino de los
Barrancos fuimos más de un centenar de senderistas. Jesús fue quien elaboró el recorrido. Sus cenizas han sido esparcidas en los Barrancos y esto
ya nos muestra el cariño que le tenía a estos parajes, donde desarrollaba a
diario su trabajo. Gracias, Jesús,
porque nos enseñaste a amar y conocer estos cerros moteados, que me traen recuerdos de la
infancia. Descanse
en paz.
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Amelia, abajo a la derecha. 1958 |
Manuel
el Chato vive en Los Evangelistas y
el pasado 24 de mayo lo encuentro sentado en la puerta de su casa, con su mujer
Amelia. Me dice que fue espartero en su juventud y entonces le pido que me
hable de aquellos tiempos.
Varias familias muy
pobres vinieron de Alba, un pueblo de Jaén, se metieron en algunas cuevas
abandonadas de Los Evangelistas, pero como no tenían dinero, Serafín Encinas y
la Pilar, que tenían tiendas, les fiaban los alimentos y cuando cobraban del
esparto les pagaban. Entre estas familias estaba la tía Grilla, que hacía sogas
y de todo, tenía cinco o seis hijos, el José y otros, de manera que todos los
días se iban a los Barrancos a coger esparto y luego lo llevaban en una
burrilla a la romana, que estaba en el cortijo Ros, para que lo pesaran. Entonces,
en Castilléjar ‘tos’ se dedicaban al esparto, menos los cuatro señoritos. Lo
pagaban a dos pesetas la arroba y tenías que coger unas siete arrobas para
poder vivir. También lo llevaban a Fuente Amarga donde
había otra romana. En el pueblo había hambre y ruina. El que tenía bestias
tardaba varias horas en ir al cortijo Ros para que pesaran el esparto, pero el
que no las tenía lo llevaba a las espaldas, había mucha miseria. Está ya uno
que no se acuerda, pues voy a cumplir ochenta y siete años en julio.
Calculo que Manuel
nació en 1937, en el segundo año de la Guerra Civil, y nos cuenta cómo
malvivían en Castilléjar, en los años cincuenta.
Este es el escrito que publico el 25 de abril de 2017, en Facebook, sin que nadie haga comentario alguno. Sin embargo, todos se quejan del cambio de nombre:
"Los Barrancos es el nombre de los cerros de Castilléjar desde hace siglos, sin embargo, el alcalde le ha dado la denominación de Badlands, alegando que este anglicismo es su nombre científico y que sólo se refiere al sendero Badlands, de 12,3 km, que discurre íntegramente por los Barrancos, y con la excusa de que así vienen más turistas. Estos son los últimos comentarios del 18 de abril, en mi página de Facebook, donde el alcalde repitió una y otra vez que “los cerros se seguirán llamando barrancos”.
Leandro: Y en cuanto a tu invento de poner el nombre de Badland a los Barrancos, es un insulto a los castillejanos, aunque pongas la excusa de que es un sendero o un nombre científico. Te recuerdo que a los ingleses hay que darle lo que es de los ingleses, y a Castilléjar lo que es de Castilléjar. Déjate de polémicas que no llevan a ninguna parte
Jesus Raya Ibar: Y los cerros se seguirán llamando barrancos aunque tú te empeñes en que le hemos cambiado el nombre. Con esto me despido ya estoy cansado de repetir siempre lo mismo
Sin embargo, en la fotografía de arriba se demuestra que el edil no dice la verdad. La imagen de los Barrancos viene como Badlands, con los anagramas de la Junta de Andalucía, de la Diputación de Granada, del Grupo de Desarrollo del Altiplano y otra institución, mientras que en la parte superior se observa perfectamente el escudo de Castilléjar y debajo viene escrito Ayuntamiento.
En fin, ya sabemos que todas las instituciones andaluzas le han cambiado el nombre a los Barrancos y han bautizado a la criatura con el disparatado anglicismo de Badlands, a espaldas de los castillejanos. Pero el alcalde, Jesús Raya, el promotor del invento, sigue negándolo. Compartido de Jose Miguel Ortiz Lozar".
Publicado en Ideal el 8 de agosto de 2003
Comentarios:
ResponderEliminarMáxima Iglesias preciosoooo
• Responder • Compartir • 8 de abril a las 9:10
Josefa Carasa Una descripción estupenda. Enhorabuena, Leandro.
Leandro Garcia Casanova El guía fue Jesús garcia, que me contaba historias el relato es mio y una foto de mi padre
Me gusta
Emilia Lopez Monjon Estupenda descripción os felicito a los dos.
Leandro Garcia Casanova Gracias, Emilia Lopez Monjon
Emilia Lopez Monjon Estoy de acuerdo con que se le haga un homenaje a los esparteros, se por mi padre que este era un trabajo muy duro, ellos se lo merecen.
• 8 de abril a las 13:58
Leandro Garcia Casanova Del esparto sacaban para vivir, lo mismo que del cáñamo en galera
Emilia Lopez Monjon Mi padre iba al esparto, seguramente a Castillejar y mi tío José trabajó el cáñamo, pero murió muy joven con tuberculosis. Seguramente a lo que dijo mi padre sería por espadar el cañamo
Leandro Garcia Casanova No se si el cáñamo producía tuberculosis, no lo había oído l
Emybel Diaz Debía ser durísimo ,el relato muy instructivo y la foto estupenda,gracias, saludos!
Leandro Garcia Casanova Era un trabajo muy duro. Arrancaban el esparto con el cogeor
Emybel Diaz Debía ser muy duro,para manos encallecidas,también hacían cestos de varetos de olivos, en el sur de Extrema dura, y lo hacían mientras cuidaban a las ovejas ,mitad por necesidad,mitad por gusto...una gran labor!
Leandro Garcia Casanova Trabajaban de sol a sol, luego hacían serones, espuertas, todo para los animales. La vida era muy dura entonces
Emybel Diaz Pero dura ,yo solo me planteo lavar prendas grandes ,toallas,sábanas, etc ...y me veo incapaz yo calientes había mujeres que se ganaban la vida asi!!!
Leandro Garcia Casanova Tenían que agacharse para arrancar las matas de esparto. Llevarían una faja, imaginate las hernias...
Emybel Diaz Tremendo!
Amalia Moya Perez Leandro García Casanovas Qué pases buena Semana Santa y muy buena Pascua.
Un abrazo.
Leandro Garcia Casanova Lo mismo te digo, Amalia Moya Pérez, que ya vaya bien
• Responder • Compartir • 8 de abril a las 19:10
Amalia Moya Perez Leandro Garcia Casanova para san Jordi sale un nuevo libro, "LA BRISA DEL VIENTO"
Leandro Garcia Casanova Me alegro que sigas escribiendo
Amalia Moya Perez Leandro gracias y por el consejo de seguir escribiendo ahora, con más energia
. Un abrazo!
Leandro Garcia Casanova Pero la vida continúa, a pesar de todo
Estanis Fernandez Fernandez Un relato muy bueno...sin duda es un reflejo muy acertado de el altiplano granadino.
Leandro Garcia Casanova Recoge la vida que llevaban los espartero
Leandro Garcia Casanova Gracias Estanis Fernandez Fernandez
Vicki Perez Cuantos recuerdos mi padre cojia esparto
Leandro Garcia Casanova respondió • 1 respuesta
Dori Carasa Relatas todo con tanta naturalidad, que nos haces revivir muchos recuerdos. Enhorabuena, Leandro
Leandro Garcia Casanova Gracias, Dori. Pero yo fui anotando lo que me decía Jesús garcia. Un día, Luis el latas nos llevó a la ciudad de las zorras. Nos hizo andar km y allí había algunas madrigueras
En Ideal en Clase han habido unas dos mil lecturas
ResponderEliminarLas badlands son un tipo de paisaje de típico de zonas áridas y de litología rica en lutitas (rocas arcillosas). Toman esa forma cuando carecen de cubierta vegetal y se encuentran muy erosionadas por el agua y/o el viento. Es un anglicismo, sí... pero es el nombre con el que se designa en Geología ese tipo de paisaje. ¿Se podría traducir?
ResponderEliminarsin duda, pero no sé si a los castillejanos les haría mucha gracia ver una foto de su pueblo, un paisaje tan propio y (en mi opinión) bello con el nombre de "Tierras Malas".
Yo veo ese panel informativo y no se me ocurre pensar que ese lugar se llama "Badlands".
Saludos.
Me parece bien que tenga la misma opinión del alcalde de Castilléjar, que donde siempre se le ha llamado con el topónimo de los Barrancos -así figura en los mapas- el edil ha tenido a bien bautizarlo como Badlands, como reza en el cartel de arriba. Ahora sólo falta patentar el invento.
ResponderEliminarComentario que he hecho en la página de Facebook, de Antonio Pinteño:
ResponderEliminarEs lo menos que podía hacer por Jesús García (estos días me he dado cuenta de su cercanía y amabilidad), porque el mérito del artículo ‘Por los caminos del esparto’ es sobre todo de él, por las explicaciones que me iba dando. Yo lo fui redactando después. Esto mismo le he dicho a su hijo, el teniente Pablo, que está en Senegal. Me ha dicho que en la foto de su padre, en 2002, también sale él. En abril va a hacer un año del fallecimiento de Antonio Sánchez Guijarro, entonces le dediqué un artículo por el aprecio que le tenía, junto a sus amigos Antonio Vico y Pepe Martínez. Son muchos los castillejanos a los que he dedicado algún escrito, y esto lo hace uno porque lleva dentro a su pueblo y a su gente, aunque muchos todavía no lo entiendan. Le agradezco a Antonio Pinteño la difusión que le está dando al artículo en el pueblo, deciros que yo también lo tengo colgado en Facebook pero todavía no me han hecho ningún comentario. También lo he enviado por wasap a los paisanos y alguno me ha contestado. Mi pésame a la familia de Jesús
Muy bonito, me encanta todo lo que has escrito. Estoy de acuerdo en que para nada nos gusta a los castillejaranos que les cambien el nombre a los barrancos de toda la vida. Jesús gran conocedor de toda nuestra zona.
ResponderEliminarGracias por el cumplido, María. La cosa va de reivindicaciones: de los olvidados esparteros, del bueno de Jesús García y de los Barrancos, que los ingleses se han propuesto cambiarle el nombre. Te hice un comentario en tu blog
EliminarGracias por este maravilloso relato, y por dedicarle este bonito gesto a Jesús, que seguro que estaría muy contento. Agradecida la familia. Gracias su sobrina
ResponderEliminarJesús era de lo mejor que teníamos en Castilléjar, pero nos damos cuenta cuando falta. Y en este artículo nos da una lección magistral sobre los Barrancos. Un abrazo a la familia
ResponderEliminarEl artículo lleva 1060 lecturas
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