miércoles, 18 de enero de 2017

EL TERREMOTO DE ALHAMA 25/12/1884


Terremoto de Alhama


   El periódico 'El Defensor de Granada' daba así la noticia:

Martes, 13-1-1885.- El viaje del rey Alfonso XII en Alhama.- A las tres de la tarde llegó a Alhama de Granada el rey y su comitiva. En Loja al dejar el tren real, habían montado en coches preparados al efecto, agregándoseles otras varias personas.
Recibiéronles las autoridades, comisiones de los pueblos comarcanos y el vecindario en masa, que tributó al rey una imponente ovación, pidiéndose protección y amparo. El rey impresionado tristemente ante tantas desgracias, dirigió afectuosas frases a todos, y a pie, seguido de numeroso séquito, recorrió todas las calles inspeccionando los destrozos causados en los edificios por los terremotos. Visitó también las chozas en que habita el vecindario, y penetró en el hospital. La visita a este triste lugar fue conmovedora. El Rey habló con todos los enfermos y heridos; aquellas sencillas gentes sentíanse embargadas por emoción profundísima; de una parte, la catástrofe y sus desventuras, y de otra el respeto, la confianza que las palabras del Rey habían hecho surgir en los corazones.
Cuando el monarca dejó el establecimiento y se retiró al balneario, quedó ya decidida la concesión de pensiones depositadas en el Monte Pio para todos los huérfanos menores de quince años cuyo capital y los réditos que este devengue serán entregados al cumplir la citada edad acumulándose las cantidades respectivas a los que fallezcan, a todos los pensionados. También decidió S. M. que a los heridos solteros se les entreguen 400 reales, 500 a los casados, 600 a los que tengan dos hijos y 100 reales más por cada hijo a los que tengan más de dos.
S. M., algo contrariado por estos obsequios, se retiró a su cuarto a las diez y media de la noche. Antes de la comida recibió a varias comisiones de los pueblos comarcanos, entregando a cada alcalde 4.000 reales para el socorro de las necesidades más precisas. Especialmente para Alhama dejó 30.000 reales. El terremoto de las seis de la mañana, fue observado por S. M. y sus acompañantes. El fenómeno tuvo allí muy escasa importancia. Justamente a esa hora se vestía el Rey para continuar su expedición

'Apéndice Documental de Historia de Alhama y sus Monumentos', de Salvador Raya Retamero, 1992. 'Alhama en blanco y negro'


El Periódico 'El Defensor de Granada' escribía una durísima editorial y una crónica ese mismo día. Las dos las trascribimos aquí.
Jueves, 15-1-1885.- ¡Pobre Alhama!.- ¿Qué va a suceder en este desdichado pueblo? ¿Qué piensa el gobierno, qué piensa el ministro de la gobernación en socorro de esta desventurada ciudad? El rey ha pasado por allí como una luz brillante y esplendorosa, socorriendo huérfanos y heridos, mitigando desventuras privadas; pero ya ha pasado: y Alhama queda sola en su desventura; con sus edificios por el suelo; con los cadáveres de sus hijos entre los escombros; con los supervivientes más favorecidos albergados en tiendas de campaña, y espuestos allí a los rigores de la temperatura y de las enfermedades, con los braceros sin trabajo; con el espíritu aplanado por su inmensa pesadumbre.
¿Puede esto continuar así un sólo instante? ¿A cuando se espera para enviar a Alhama un regimiento de ingenieros que escombre las ruinas y extraiga los cadáveres, y
construya albergues provisionales de madera interin se normaliza la situación y se reedifica la ciudad? Sigue nevando, y aquellos desgraciados se siguen muriendo lentamente, víctimas del horror y de las penalidades y de la incuria y de la ineficacia de un gobierno que ni siquiera sabe imitar las virtudes de su soberano.
¡Pobre Alhama! ¡La bella, la grande, la rica... qué sola y qué abandonada se ha quedado en su desventura! Y la estamos viendo morir y nadie vuela en su socorro.
¿A qué se aguarda? ¿A qué se aguarda señor ministro, señor gobernador? ¿A qué se aguarda?

  Jueves, 15-1-1885. Los terremotos de esta Provincia.- Desde Alhama nos escribe nuestro corresponsal don R. L. C. una sentida e interesante carta de la que reproducimos los siguientes párrafos.
"Un pastor regresaba del campo el día 25 de diciembre: se dirige a su casa en busca de su familia, compuesta de mujer, una hija mozuela y un hijo de 5 años; ni encuentra la casa ni la calle, pues todo era un montón de escombros; después de andar de acá para allá como loco, al fin encuentra esos pedazos del corazón que buscaba con tanta ansiedad: ¿Pero dónde y cómo? en el depósito de cadáveres tuvo lugar de identificarlos y perderlos para siempre. A un joven como de 18 años, decentemente vestido, le coge en la calle esa noche del 25: tan luego se hubo repuesto del sobresalto de las dos terribles sacudidas, vuela hacia su casa y la encuentra convertida en ruinas y debajo de ella a sus padres y cinco hermanos que tenía y que no volverá a ver.
A otra familia compuesta de cinco individuos, cuatro adultos y una niña de tres años, se le hunde la casa, les coje debajo, y sólo el matrimonio que en ella habitaba se salva, pero milagrosamente: el marido, que se hallaba en el piso bajo al fuego de la chimenea, en un estrecho hueco del que le sacaron a las 24 horas magullado, que casi no podía respirar, y a la mujer en el piso alto colgada de la punta de una viga de el en cuya situación permaneció doce horas mortales, pues era una habitación que quedó también en hueco entre las derribadas por el siniestro. Ayer sacaron, entre otros, tres cadáveres de una cama de matrimonio destrozada: marido, mujer y una niña como de dos años, los tres abrazados. Hoy el cadáver de una niña como de 2 años, en una cuna, destrozada y con un pedazo de pan en la mano. Pero a ¿qué proseguir describiendo cuadros de esta naturaleza? Sería tarea inacabable. También sería largo de describir, por más que de parte de ello no se haga con bombo, la conducta con que en las más críticas de las circunstancias del terrible siniestro, se han portado este dignísimo señor juez de instrucción don Juan Martínez Marín y el no menos digno señor alcalde D. Pedro Negro, quien desde los primeros días del conflicto, acompañado de sus respectivas secciones de empleados y trabajadores, se lanzaron en los parajes más peligrosos, despreciando el grave riesgo que a cada paso exponía sus vidas, extrayendo multitud de víctimas de entre los escombros, algunos con vida, y los demás cadáveres".


Editorial de 'El Defensor de Granada', el viernes, 6-2-1885.
 El abandono de Alhama

Es el colmo de la vergüenza, la apoteosis de la incuria lo que está pasando con Alhama. ¿Quién lo creería sin verlo? Hoy, cuarenta días después de la catástrofe, hallase la ciudad en el mismo estado, poco menos, que la terrible noche del 25. Las calles sin desescombrar, muchos cadáveres aún bajo los escombros; los edificios que amenazaban ruina, cayéndose y aplastando a los transeúntes; el vecindario, sin albergues donde refugiarse. Allí estuvo el ministro de la Gobernación, ¿Qué hizo? ¿Qué determinaciones ha adoptado? Allí el Gobernador de la provincia, y después de dar algunas limosnas, se volvió tan satisfecho. ¿Es este el modo de gobernar el país y de curar sus heridas?
Ved lo que son las cosas. Mientras Alhama sufre en el abandono, mientras aquel pueblo agoniza, el ministro de la gobernación se entretiene en reírse de los diputados en el Congreso, y los diputados en hacer rabiar al ministro de la Gobernación y en estériles ejercicios oratorios de habilidad o de elocuencia. Si con palabras y sofismas y vanidades se construyesen los pueblos, Alhama surgiría como por encanto de entre sus escombros; pero las catástrofes se remedian con recursos, buena voluntad y energía, y los recursos necesítalos el gobierno para sostener esa muchedumbre de empleados que le sirve de base, su buena voluntad la agota en engaños al país con promesas que nunca se cumplen, y la energía en sostener a sablazos a sus abusos y arbitrariedades, en procesos a periodistas, en escarnecer a jueces honrados que no se doblan ni se corrompen y en acuchillar a media docena de chicos indefensos. Saltó a la vista de todos, desde el primer instante, y todo el mundo lo dijo, que lo más urgente en Alhama era un batallón de ingenieros que dirigiese y ejecutase el desencombramiento de la ciudad. ¿Por qué no se ha enviado? ¿Para cuándo se reserva ese distinguido instituto? ¿Para qué lo paga el país? ¿Es mejor que estén en sus cuarteles, mano sobre mano, que trabajando por la humanidad y por la patria y por la vida y la seguridad de sus hijos, en las ruinas de aquel pueblo sin ventura? 

    Posdata: el terremoto fue un seísmo registrado el 25 de diciembre de 1884, con epicentro en Arenas del Rey (Granada). El temblor tuvo una magnitud de entre 6,2 y 6,5 grados en la escala de Richter, y duró aproximadamente 10 segundos con un hipocentro entre 40 y 50 kilómetros bajo tierra, causando entre 1.050 y 1.200 muertos, y casi el doble de heridos. La provincia de Granada es la más sísmica de España (las placas tectónicas de África, Europa y Asia se juntan en el Estrecho de Gibraltar), en Albolote ocurrió en 1955, y desde hace tiempo se espera un fuerte terremoto en la provincia. El terremoto de Lorca creo que ocurrió en 2010, varios años después el pueblo seguía esperando la ayuda del Gobierno. A principios del siglo XIX, Benito Pérez Galdós decía de la clase política española que se dedica a pastar de los presupuestos y no se puede esperar nada de ella.
¿Hay que recordar que cada año se producen muchos terremotos, en rincones míseros del mundo, y ocurre exactamente igual o peor que en Alhama, 130 después? Pero las imágenes por televisión de las víctimas ya no conmueven a nadie. Algunas palabras no están escritas correctamente, pero he copiado estas crónicas tal cual de ese gran periódico como fue 'El Defensor de Granada', dirigido por Francisco Seco de Lucena.

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