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El antiguo palacete de Alhamar, que fue derribado |
Recuerdo que, cuando
llovía, aquello se convertía en el barrio de los 1.001 charcos y entonces
tenías que ir saltando como una rana, en medio de la escasa iluminación de las
calles. En la década de los setenta, Granada distaba mucho de ser una ciudad
límpia, pues había pocos contenedores y la basura se amontonaba en las aceras. En
la calle Azhuma todavía quedan unas cuantas casas bajas –de las primeras que se
construyeron en el barrio–, con sus escaleras de entrada y sus jardinillos,
donde se ven algunos naranjos y palmeras. Y sin embargo tienen los días
contados. El 21 de junio pasado derribaron una casa al final de la calle Azhuma,
como puede verse en la foto. Y enfrente se vende otra vivienda.
Un poco más abajo,
en la calle Marqués de Mondéjar, tenemos el Bar Domingo: “¿Qué va a ser,
amigo?”. Domingo remanece de Alcalá la Real, aunque hace unos años que se
jubiló y ahora atiende en la barra su hijo Miguel. Mismamente, en este solar se
encontraba el cine de verano Albéniz –la entrada la tenía por la calle
Alhamar–, adonde íbamos a ver aquellas macanas de entonces, y así te pasabas la
película entre los rocambolescos ligues del ‘Cateto a babor’, de Alfredo Landa,
y las cáscaras de pipas que te llovían por el cogote: “¡Pero, hombre, por Dios!”.
Cerca del Bar Domingo, encontramos ‘Ediciones Miguel Sánchez’, conocida por sus
famosa edición de ‘Cuentos de la Alhambra’, de la que conservo un ejemplar de
1977. Tirando de frente se encuentra la calle Chueca, donde vi por última vez a
mi padre, a finales de ese año.
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Un zapatero sobrevive en la calle Chueca |
Hace algunos años,
en la calle Chueca se ganaban la vida dos zapateros, que estaban separados por
unos metros. Uno de ellos era ‘Rápido Cáceres’, lo mismo te ponía unas medias
suelas, que le metía la horma a los zapatos del nene. Pero los vientos del
progreso han ido barriendo todas estas profesiones humildes y artesanas, que
han tenido que echar las persianas al negocio. Un poco más allá, en la calle
Maestro Bretón, estaba el horno de ‘La espiga del Sur’, donde despachaban unas
cuñas de chocolote que estaban muy ricas. Hace tiempo que se lo llevaron, pero
las panaderías ya no despiden aquel fuerte olor a pan cocido, como en los
hornos de leña de entonces.
Un personaje que
llamaba la atención del barrio, a mediados de los setenta, era María ‘la
Borracha’. Esta mujer era de estatura pequeña y tendría unos cincuenta y tantos
años. A veces la veía cruzar las calles de Alhamar o San Antón, a las nueve de
la mañana. Vestía de forma estrafalaria y solía hablar sola, pero algunos
graciosos se metían con ella y le decían: “¡Borracha, que eres una borracha!”.
Entonces, María se volvía furiosa hacia el descarado y lo ponía a parír: “¡Me
cago en to tus muertos, so cabrón. El borracho serás tú…!”. Y así se tiraba un
rato, en mitad de la calle, lanzando insultos a diestro y siniestro contra todo
lo que se movía, dando voces y haciendo gestos con las manos. A esa hora de la
mañana, María tenía la mirada perdida y se notaba que ya le había pegado al
morapio, pero ella desfogaba así toda la rabia que llevaba dentro. Era mentarle
la bebida a María y saltaba como un cohete, dando un espectáculo. Daba pena
verla en ese estado, pues caminaba haciendo eses, sin importarle demasiado.
¡Qué triste historia llevaría a la embriaguez a esta desdichada mujer!
La calle Ribera del
Genil (antes Alférez Provisional), con sus tiendas y bares, es la más luminosa
del barrio Fígares al estar al lado del río. Cuando empezaron a construir pisos
en estas eras, llamaron ‘Tercera paralela de Ronda’ al tercer bloque que hay a
partir del Camino de Ronda. La calle Ribera del Violón es su hermana gemela y,
en un olvidado rincón, se encuentra la histórica ermita de San Sebastián –con
anterioridad fue una mezquita o morabito–, donde Boabdil entregó las llaves de la ciudad a
los Reyes Católicos, que tanto hicieron por Granada, aunque muchos no lo sepan.
Lo mismo podríamos decir de los reyes nazaríes, como Alhamar ‘el Rojo’, que
construyó la Alhambra. En este romántico paraje de la ermita de San Sebastián acabó
toda una época –ocho siglos de dominio musulmán– y nació otra, que dieron en
bautizar como la Edad Moderna. Un poco más arriba estaba el ‘Tontódromo’, donde
ligamos nuestros primeros fracasos y quebrantos de juventud, al compás de la
ruidosa música de los coches de choque. Aquí, en los años sesenta, se organizaba
la tradicional Feria del Ganado, donde se reunían los curiosos, tratantes y
ganaderos. Entonces los tratos se cerraban con un apretón de manos.
Hace unos años, de
la noche a la mañana y en medio de la indiferencia general, derribaron el palacete
Alhamar para construir un hotel, pues había mucha tela en juego. Es la Granada
ganivetiana que desaparece, lo mismo que las antiguas casas del barrio y los
zapateros. Antaño se alzaba orgullosa la fábrica de harinas ‘Gran Capitán’,
mientras que la acequia Gorda del Genil bajaba presurosa por la calle Agustina
de Aragón. Hace un par de años la embovedaron, a la altura del colegio Tierno
Galván, por lo que ya no oiremos, en las noches de verano, los susurros del
valeroso Doncel de Sigüenza, que murió en una emboscada que le tendieron los
moros, en la Vega de Granada.
El barrio Fígares,
situado entre el Camino de Ronda y el río Genil, es como un pueblo pequeño y tranquilo
donde se conocen todos los vecinos y donde los ancianos salen a tomar el sol,
en los atardeceres del invierno. Recuerdo a mi paisano Jesús Martínez que se
sentaba en un banco, que había al principio de Ribera del Genil, para apurar el
último sol que se ponía por la Vega. Y a mí me trae muchos recuerdos, de cuando
paseaba por sus abandonadas calles de tierra y mal iluminadas, pero con olor a
pan y a música de cine de verano. El 20 de septiembre comienzan las fiestas del
barrio Fígares. El barrio empezó a tomar forma con las casas que edificó el
arquitecto granadino, Matías Fernández-Figares, en la década de los años 30.
Hoy se llama barrio Fígares-Río Tenerías, por las fábricas de los árabes que
curtían las pieles.
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Calle Alhamar |
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Otra casa barata derribada. 2013 |
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Ya quedan pocas casas antiguas |
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Granada en 1968. Camino de Ronda y la Vega. Dídimo Ferrer |
Cuantas veces he disfrutado yo metiendome con las botas catiuscas en los charcos de la calle Alhamar, y como eran tan hondos, siempre me entraba el agua por arriba, por lo que siempre tenía la señal del filo de la bota en mis piernas. También recuerdo cuando íbamos los niiños y niñas a ver desde fuera el cine Albéniz, que tan sólo veíamos un trozo de pantalla, y como en aquél entonces había había poco ruido e tráfico, podía escuhar a mi madre llamándome desde la casa, que estaba en lo que decía las casas azules, en Camino de Ronda esquina Alhamar.
ResponderEliminarAcabo de ver tu comentario, Carmen M, por lo que te pido disculpas. Sin apenas iluminación y con charcos, con la basura en las aceras, en fin. Pero pronto le cogí cariño al barrio Fígares. Creo que se conserva de aquella época el Café Líbano, en la placeta donde termina la calle Manuel de Falla con la calle Alhamar. NO recuerdo las casas azules, sí las viviendas de protección oficial
ResponderEliminarUnas cuantas precisiones.
ResponderEliminarEl Barrio Fígares no llegaba hasta el río, sino que su última calle era Marqués de Mondejar, que ya tenía las huertas enfrente, menos en el tramo donde estaba el colegio que ahora es Centro Cívico.
Las casas azules son las de la Obra Nacional, que les llamábamos azules por ciertos toques de azul que tenían, igual que a las que hay por la fábrica de cervezas se les llamaban las casas verdes y están hechas en la misma época y con el mismo proyecto.
La fábrica de harinas Gran Capitán es ahora el colegio Tierno Galván.
Uno de los dos zapateros de la calle Chueca, creo que Cáceres, está ahora en S. José Baja.
Las calles Agustina de Aragón, Chueca, Veracruz, Ribera del Genil..., creo que en los años setenta ya pertenecían al barrio Fígares. De esa época datan los pisos de Ribera G. y Chueca y mi hermano fue al colegio que estaba en Marqués de Mondéjar. Yo vivía allí y así le llamaban los vecinos. No sabía lo del zapatero Cáceres.
EliminarCaigo aquí de nuevo por casualidad pasados los años y con ese blog, al parecer, desactivado, pero dejo mi comentario por si alguien puede leerlo.
EliminarEfectivamente, en las agrupaciones por distritos que hace el Ayuntamiento, añadió al Barrio Fígares todas esas calles que usted menciona, pero, con todo el respeto por el Ayuntamiento, yo no creo que eso se pueda hacer, ya que el Barrio Fígares se llama así por la persona que lo edificó y no es lógico que se le adjudiquen casas que él no construyó. Mejor dicho, no promovió, ya que el constructor fue el delineante D. José Fernández Fenoy que, por cierto, era el propietario del colegio de Marqués de Mondéjar. Colegio que su hijo y heredero, D. Cándido Fernández Osorio-Calvache, donó a la ciudad, por lo que una pequeña calle adyacente se llama Santa Cándida.
He leído después un poco de historia sobre el barrio Fígares, que se ha ido agrandando desde su fundación es indudable. Ya no llego a tantos detalles, lo mío ha sido un artículo sentimental por los recuerdos. Ahora estoy escribiendo con un libro y tengo descuidado el blog
ResponderEliminarQué simpático, buscando a María la Borracha me encuentro con esto. Te acuerdas del taller de bicicletas de Maxi o de la bella señora doña Lili que vivía en su preciosa casa junto al cine. El bar Mayerling, Paco el churrero, la tienda de comestibles de la Mari y sus hermanas o de las inmensas moreras del barrio y su olor a jazmines... Cuanta lindeza con todos sus charcos. Y del colegio Barrio Fígares... mi colegio, con doña Rosario como bandera (ahí queda en el recuerdo). Yo soy de las placetas. Mucha caña para ser niña.
ResponderEliminarEl bar Mayerling sigue ahí, donde estaba Paco el churrero están hoy sus dos hijos, que reparan lavadoras y otros electrodomésticos. De la tienda de comestibles no me acuerdo, sí que al comienzo de la calle Chueca estaba el Supermercado Ortega, mi madre decía que tenía un imán pegado en el peso, para defraudar en el peso. En la calle Veracruz, paralela a chueca, estaba el Supermercado..., una cadena que quebró. Un amigo me decía que por allí había una era en los años sesenta, donde jugaba al fútbol
ResponderEliminarQue sorpresa. Buscando alguna foto del cine Albéniz me encuentro con este blog. Que recuerdos. Cuando volvía de los Escolapios a mi casa en Marqués de Mondéjar. Los charcos; María la borracha, rápido Cáceres que también vendía chuches y petardos. Junto a este sitio también recuerdo una tienda donde compraba la leche puleva de botella. Recuerdo del cine Albéniz que colgaba los carteles de las películas de toda la semana. Intentando colarme en las de mayores...... una época muy feliz de mi vida.
ResponderEliminarQue sorpresa. Buscando alguna foto del cine Albéniz me encuentro con este blog. Que recuerdos. Cuando volvía de los Escolapios a mi casa en Marqués de Mondéjar. Los charcos; María la borracha, rápido Cáceres que también vendía chuches y petardos. Junto a este sitio también recuerdo una tienda donde compraba la leche puleva de botella. Recuerdo del cine Albéniz que colgaba los carteles de las películas de toda la semana. Intentando colarme en las de mayores...... una época muy feliz de mi vida.
ResponderEliminarMi padre se ponía a tomar el sol al lado de la tapia de un solar, donde hoy está el Consultorio Médico, año 1977, y en la calle Veracruz estaba el Supermercado Guerrero. El pintor Manuel Ángeles Ortiz, amigo de Lorca, creo que vivía por la calle San Antón, y contaba que cuando era niño se bajaba al rio Genil a coger ranas, entonces tenía álamos por el Paseo de los Basilios
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