Hermandad de Ánimas de San Isidro, Los Olivos.1960 |
De casualidad he encontrado en Internet
el periódico Castilléjar Digital. Luis Dengra Felgueres, Dinamizador del Centro Guadalinfo de Castilléjar, lo describe así en el número 1, de marzo de 2009.
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Ermita de Los Olivos. Castilléjar Digital |
De izquierda a derecha: Diego Navarrete, Félix Martínez, Miguel Guirao, Antonio Sánchez, Juan Pedro Mañas, Andrés Jiménez y Pedro Martínez
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Barrio de San Marcos, foto de don Eliseo Avellán, 1930 |
El barrio de San Marcos
El barrio de San Marcos, según la historia de Castilléjar, es el barrio más antiguo, pues incluso allí vivieron los moros durante la ocupación. En los años 40, todas las viviendas eran cuevas y todas estaban habitadas, incluso algunas tenían (y tienen) ventanas que dan a la Morería. Se comentaba por aquellos años, que esas ventanas se utilizaban muchos años atrás como miradores o puestos de caza, donde se podía acechar a los animales que venían a beber agua al río y cazarlos, ya que en aquel tiempo el monte llegaba hasta la acequia de las Viñas, lo que hacía que hubiesen muchos animales salvajes en los alrededores del pueblo. También nos contaban el origen del nombre del río Guardal. Parece ser que hubo una gran sequía en toda la zona y se secaron todos los ríos excepto este, así que lo llamaron Guardalá y de ahí vino su actual nombre. Nos dejaron los moros un murallón (atalaya) encima de la Morería, que tendría aproximadamente 10 metros de alto por 5 de diámetro, pero hace unos 40 años hundieron lo último que estaba en pie y ya solo nos queda en algunas fotos antiguas que todavía conservamos. Al subir el barranco, teníamos una ermita (ermita de San Marcos) y el 25 de abril subía el cura desde la iglesia, cantando la letanía, decía misa en la ermita y al terminar bendecía los campos desde el filo de la Morería. Teníamos también la cueva de las ánimas. Una mujer mayor sin hijos la donó a la iglesia y, en el barrio de San Marcos antiguamente, fue donde los hermanos de las ánimas guardaban sus instrumentos y ensayaban para la Pascua. Decían que en las Eras Altas había un pequeño castillo de piedra de sillería (de ahí el nombre de nuestro pueblo) pero lo desmontaron para construir la iglesia con sus piedras. Otra festividad era la del Miércoles de Ceniza, actualmente recuperada, donde se vestía un muñeco de trapo igual que un hombre y se bailaba de un lado a otro del barranco hasta que se rompiera. Volviendo a los años 40, a este barrio lo llamaban también el barrio de la alegría, pues casi todos los vecinos éramos familia. Nos trasladábamos de unas cuevas a otras, nos prestábamos ayuda cuando había mucha faena (la matanza, la conserva del tomate y del pimiento, etc.) en definitiva, nos llevábamos muy bien, tanto para lo bueno como para lo malo. La vida en aquellos años era muy distinta de ahora. Para empezar, las familias eran más numerosas. De hecho, eran normales las familias con 5 hijos, aunque algunas llegaban a los 17, 15, 10, etc. Así se entiende que, en un grupo de 50 cuevas que había en el barrio, se llegaran a tener 300 personas viviendo en ellas (en el barrio de San Marcos en la actualidad solo hay 32). El día comenzaba al amanecer, donde todas las chimeneas echaban humo sin parar, pues las madres preparaban el desayuno, antes llamado almuerzo. Toda la familia se levantaba a esa hora, hasta el gato se levantaba, a la voz del padre en la puerta “la migas en la poyata, el que no se levanta no las cata”, y así todos se levantaban corriendo para no quedarse sin comer. El desayuno, según el día, era: migas, gachas, cuscús, etc. Había que comer bien para irse al campo a las 7 de la mañana, aunque previamente había que subir agua del río, las burras con agüeras subían 4 cántaros y muchas mujeres también lo hacían con un cántaro en la cadera. A esas horas, el barrio parecía un belén. De todas las cuevas salían muchos chiquillos, unos con cabras, otros con ovejas, burras, mulas, caballos, etc., Se iban al campo y ya no volvían hasta la puesta del sol, en que las madres los esperaban para la cena. La cena también era distinta a las de ahora: olla, potaje, andrajos, etc., para recuperar fuerzas. En el verano, todas las niñas y los niños nos salíamos a la puerta a tomar el fresco, a jugar a la rueda y a cantar el Romance de Bernabé. Desde el año 1950 nos fuimos quedando solos en el barrio por culpa de la emigración. Unos fueron a Argentina, otros a Alemania, a Barcelona, etc., Estos emigrantes y sus descendientes todavía conservan su cueva, ya reformada, y vuelven cada verano a disfrutar de su pueblo y de su cueva. En esos días parece que el barrio vuelve a como era antes. Usuaria del Centro Guadalinfo. Castilléjar
Dicho, pedimento y boda, años 1950-1960
El dicho era hablar con
el cura sobre la boda y te
preguntaba cosas sobre el Catecismo y los datos
personales de la pareja. Las amonestaciones
eran 3, una cada domingo, y hasta que no pasaba su tiempo
no era la boda. Las amonestaciones se publicaban
en el altar o escritas en la cancela (amonestaciones:
publicaciones de los datos de
los contrayentes y familiares
para ver si había algún
impedimento para la boda).
Pedimento y
preparaciones. Las invitaciones se hacían en el
pedimento y eran para la boda,
y se iba de casa en casa
invitando, pues no había tarjetas. Al hacerse el
pedimento en la casa, se hacía mucho trabajo: se desmontaban
camas, muebles, etc., pues
había que dejar la casa libre
para poner mesas, tableros, etc. Las camas no se armaban
hasta que no pasaba la boda, así
que se dormía con los
colchones en el suelo. Se
buscaban fuentes, jarras, cucharas, lebrillos, mesas, todo
lo que hacía falta de familiares y vecinos más cercanos. Se
hacían galletas, roscos de
viento, magdalenas, pasteles, garbanzos torraos, cuerva, chapurrao, mistela casera, vino
y tapas. El convite se hacía al
anochecer y llegaba toda la
gente a la casa precedidos del músico con el acordeón. Poco a
poco se ponían las mesas para
comer, después se hacia una pausa y
los padres del novio les
daban el regalo. Seguidamente,
los padrinos y después todos
los demás. Luego a comer y a
bailar toda la noche hasta el amanecer.
La boda duraba todo el día. Los preparativos empezaban 2 días antes, había que matar pavos, gallinas, conejos, pollos, etc., y el día antes debía estar todo preparado. Se amasaba el pan y de esa misma masa se hacían las tortas (bicarbonato, raspadura de limón, canela, aceite y azúcar), todo lo que se comía era casero. La ceremonia era a las 11 de la mañana. En aquellos tiempos se velaba a los novios. Durante el ofertorio se cubría con un manto la cabeza de la mujer y los hombros del hombre hasta antes de la comunión y cada uno sostenía una vela encendida. Las velaciones se cerraban en tiempo de Adviento y de Cuaresma. Después de la ceremonia se daba el desayuno con chocolate y torta, y entre comida y comida, baile. A mediodía la comida era una caldera de cobre grande, de arroz con carne de corral y carne en salsa. Por la noche, pepitoria de pavo y carne frita. Por la tarde los novios enseñaban su casa a los invitados. Las cocineras en aquellos tiempos eran: La tía María la Bolilla, su hija Isabel, María la de Santiago y Gabriela. Usuaria del Centro Guadalinfo. Castilléjar
http://www.castillejar.es/digital/datos/castillejar_digital_marzo_2009.pdf