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La Biblioteca Pública. Wikipedia |
La penúltima mañana de agosto ya llevaba en el cuerpo varias
discusiones, pero yo me decía –para mi consuelo y fuero internos–: ¡Señor, que la cosa se quede aquí!
Porque, vamos, en esta vida los disgustos vienen a veces como las ristras de
chorizos. Total, que me acerqué a la Biblioteca
Provincial de Granada donde llamaba mi atención el enorme tablón de anuncios
que hay a la entrada, con docenas de vistosas papeletas, de diferentes colores
y tamaños, que tratan de captar con su mensaje a algún despistado como yo. En
un folio se pide a los lectores que escriban el libro que más les ha gustado y,
claro, en este bazar se encuentra uno de todo.
Si vas buscando algo en los libros, y la
mayoría te aburren y no te dicen nada, prueba con C. Bukowski La senda
del perdedor, o cualquier otro, apunta
este lector. Influido por la rebeldía de la generación beat, Bukowski creo que
le daba también al pitraque. Una
chica aconseja estos títulos: Verónica
decide morir de Paulo Cohelo (sic), donde habla sobre la locura. Y Campos de fresas, sobre las fiestas y las pastillas. Otra papeleta nos sugiere La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Pero algún
gracioso ha añadido que es una novela fascista. Pues, entonces, ¡que viva el
fascismo!, pienso yo. El tremendista Cela
se pasó dos años con su primera novela bajo el brazo, hasta que se la
publicaron. Pero ya se le veía venir: Dedico
esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera. En
este mensaje dice lo siguiente: El mono
imitamonos, edición varco de bapor (sic). Si te ofende no lo quites por favor.
Incluso al mejor escribano se le escapa de vez en cuando un borrón. En el tablón de anuncios predominan los autores
consagrados: El proceso y La
metamorfosis, de Kafka; El Principito, de Saint-Exupéry; Un mundo feliz, de
Aldous Huxley; los dramas rurales de
Lorca; La Roca de Tanios, de Amin
Maalouf y El hereje, de Miguel Delibes. De
Borges, cualquier párrafo o poema, escribe un lector. Otro, en cambio, se
queja de que Noches blancas no está en la
Biblioteca. A Dostoievski
todavía lo recuerdo en la lejanía de los años: su soledad era tan inmensa como
la estepa rusa, y la tristeza que se reflejaba en sus ojos era infinita. Leí la carta pausadamente y la releí
numerosas veces con los ojos húmedos de lágrimas..., escribió en aquellas noches blancas de San Petersburgo.
Otro lector comenta: La vida invisible,
de Juan Manuel de Prada, todo un gozo para los sentidos. A mí me encanta la
ágil prosa de De Prada, con esos
adjetivos tan certeros. La historia
interminable, de Michael Ende, es imprescindible para cualquier persona,
anota este amante de las aventuras.
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En el rosco se prestan y devuelven los libros |
Ojo a esta frase: Dios murió hace
muchos años y su lugar lo ocupó Isaac Asimov. Prueba cualquiera de sus libros.
No en vano, Asimov es considerado
por la crítica como el mejor escritor de ciencia ficción. Este otro nos
aconseja El árbol de la ciencia, de Pío
Baroja, y añade: Hacia la mitad se
hacen un poco duras las reflexiones filosóficas, pero ¡ánimo! El mismo Baroja lo consideró como su libro más
acabado y completo, donde pone en evidencia el estado lamentable en que se hallaban la Universidad y la Ciencia españolas,
a comienzos del siglo XX. Aquel otro señala
El marxismo como moral y ética, del profesor Aranguren. ¿Quién no se
acuerda de este catedrático que, junto al profesor
Enrique Tierno, se manifestaron contra la Dictadura de Franco y fueron
represaliados? Hay quien nos recomienda Lee
Tus zonas herróneas, te partirá la vida. Y no podía faltar El código Da Vinci: Gran libro. Muy interesante, rompe con muchas reglas católicas.
Pues, nada, le recomendaré este refrito a mi vecina de arriba. Entrevista con el vampiro, de Anne Ricce,
puede que merezca la pena; pero esta frase parece sacada de la última cena: Bebe de mí y vivirás eternamente. Y para la gente que piense que el
amor no tiene fronteras, un lector romántico nos propone Donde esté mi corazón. También encontré escrito El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa. Y Canciones de un padre a su hijo, al menos es un bello título. Si ningún libro te llama la atención, prueba
con éste: La insinuación de Saerd, de Frank L. Magol. Esta frase la he
copiado tal cual, con sus acentos y comillas. Los renglones torcidos de Dios, de Luca de Tena. El autor incluso se
recluyó voluntariamente en un hospital psiquiátrico para informarse y
lamentarse sobre el tema. ¡Muy bueno!, nos dice. Otro aficionado prefiere a
Pérez-Reverte, el cartagenero moreno
que va por la vida dando y repartiendo estopa: Cachito es un poco dramón, pero está guays. Y para los ‘peques’,
‘Cartas a Lesly’: la dura vida de un niño de 12 años..., como la vida misma.
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Antiguas fechas de devolución del libro |
Y como la vida misma, al salir comprobé que mi bicicleta ya no estaba
aparcada en el callejón, donde la había dejado unos momentos antes.
Era una antigua BH, con las zapatillas
tan desgastadas que tenía que ir frenando con la suela del zapato. El sillín
giraba cuando menos te lo esperabas, la rueda delantera estaba torcida de los
golpes que había recibido, mientras que la cadena se le salía invariablemente
cada tres minutos. En las travesías tenía que ir pegando silbidos a la gente,
para que se apartara, y lo único en condiciones que tenía mi vieja BH era el manillar de níquel. El Indurain ese no llegará muy lejos. ¡Verás tú la hostia que se va a
pegar!, dije para mis adentros, mientras se me escapaba una sonrisa.
Posdata: Este artículo
salió publicado en Ideal, el 7 de septiembre de 2004. Al día siguiente, me
llamó un amigo: Me gustó mucho tu
artículo y siento que te robaran la bicicleta. Tuve que aclararle que me lo
inventé para rematar el artículo. La Biblioteca
Provincial es conocida como la Biblioteca Pública y es del Estado.
https://en-clase.ideal.es/2022/02/04/leandro-garcia-casanova-lecturas-y-desventuras-veraniegas/?fbclid=IwAR3k2jB365ei0Wh93yfXttX89x4iK2UNgn1xbFZAWHzt0m_tn64CamTxxeI
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