La figura de Roque
‘Pum’ merecería un capítulo aparte. Era
un pobre borrachín que iba de taberna en taberna, posiblemente para olvidar sus
penas y fracasos. Y cuando ya estaba achispado, lo veías por la calle dando
tumbos. Entonces los niños nos mofábamos de él, ¡Roque ‘Pum’, ‘Pum’, ‘Pum’! Y éste respondía tirándonos piedras o
echándonos maldiciones. Incluso algunos hombres, a escondidas, le gritaban ¡‘Pum’! Y entonces se ponía hecho una
furia: Me cago en ‘tó’ tus muertos...
¡Mal dolor sus dé!... Roque entonces parecía un animal rabioso. Recuerdo un
día que estaba yo leyendo un libro en la alameda que había al lado del puente del
río Guardal, yendo para el Lago. Entonces oí unos gruñidos y vi a un bulto
tirado en la hierba: era Roque durmiendo la mona de la mañana, o puede que de
la noche anterior. Allí, los días en que apretaba el calor, se estaba bastante
fresco.
La foto de Roque sentado en el poyo de la Cruz de
los Caídos es una joya: por la frescura, espontaneidad y sencillez que tiene. Es la única imagen que se conserva de este pobre
diablo, y seguro que el fotógrafo le diría: Quédate
ahí, Roque; que te voy a echar una foto. ¡Pero, hombre, mira cómo estoy...! (iba
siempre hecho un adán) ¡Nada, nada! Tú
estate quieto un momento. ¡A ver, alegra esa cara...! Y la máquina hizo ¡pum! Y Roque ‘Pum Catapúm’ sonrió. Y hasta salió
fotogénico y todo, como esos lechuguinos con botines: con su gorrilla de visera
–seguro que se limpiaba la boca con ella y hasta le servía de almohada en el
campo– y su chaqueta larga a cuadros, que más bien parece una gabardina, donde
guardaba los mendrugos de pan. Y esos
pantalones anchos y rotos, que se ataba con una guita.
Roque aparenta más
de cincuenta años, pero está envejecido, apaleado ya por la vida. Aunque
todavía se le nota cierto orgullo y prestancia al apoyarse en su bastón –una
vara, como los alguaciles y cuadrilleros– y en la manera de coger el cigarro,
mientras cruza coquetamente las piernas. Nunca
he visto a un mendigo posar de esta manera, con ese orgullo y estoy seguro
de que nunca hubiera salido tan bien en una foto de estudio. Roque ha logrado
salir tal cual, incluso con cierto aire juvenil. Sin embargo, pocos años después, se lo llevaron a la residencia de
ancianos ‘González Penalva’, de Huéscar, donde no le faltaba su plato de comida
caliente. Pero a Roque no le gustaba nada que lo tuvieran encerrado –la
jaula no se había hecho para su alma de pájaro– y, de vez en cuando, hacía sus
escapadas y se presentaba en Castilléjar. Lo mismo asomaba montado en el camión
de las gaseosas. ¿Adónde vas, Roque?,
le preguntaban de cachondeo. ¡Adonde me
salgan los ‘güevos’!, respondía con ese mal genio que tenía. El caso es que
el pueblo le tiraba, a pesar de que ya no tenía a nadie en este mundo. Otro día
seguro que se lo encontraban tirado por ahí, en algún bancal, apestando a vino
y medio muerto de hambre. Porque su casa
eran las tabernas, su comida el morapio y su lecho cualquier bancal de alfalfa
o de remolacha. Allí donde le cogiera más a mano, dormía la borrachera al
cielo raso.
Noches de tragos,
mañanas de resacas y tardes de ardores. Así debió de ser su triste y errante
vida. El mendigo borrachín al final murió en la
residencia de ancianos y lo enterraron en el cementerio de Huéscar; ignoro si
se acordaron de ponerle una lápida. ¡Que la tierra que tanto amabas te sea
leve, Roque! Nos ha quedado tu foto y
una media sonrisa, y tu raída chaqueta a cuadros –tres o cuatro tallas más
grande, pero eso no importa–. Roque fue un personaje de nuestra infancia,
como esos tipos solitarios, extravagantes y desarraigados, que tanto abundan en
la literatura. Y sin embargo, en nuestra inconsciencia de niños fuimos crueles
con la desgracia ajena. Porque, Roque ‘Pum’, el famoso vagabundo, no era malo.
No señor. El sólo bebía para olvidar los
malos recuerdos de esta puñetera vida.
Precioso y tierno relato, amigos Leandro. Siempre hay un Roque en la vida de casi todos, pero pocas veces se les recuerda. Gracias por hacerlo tú.
ResponderEliminarRoque es un personaje novelesco, pues se sale de la norma, mientras que nosotros somos unos personajes rutinarios. En unos, el mendigo provocaría rechazo, en otros incomprensión y, cuando no, las burlas de los niños y mayores. Mi padre, con muchas tablas, supo capturarlo en ese instante: con esa sonrisa de medio borracho, su gorra, su cigarrillo y su vara de mendigo. El mérito es de mi padre, un fotógrafo de pueblo olvidado, que consiguió una foto insuperable. Yo sólo describo un poco las andanzas del mendigo, aunque mi trabajo me costó. El libro lo publiqué en el 2003 y me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarEste comentario es de Miriam Teruel, pero no ha podido escribirlo en el blog:
ResponderEliminar“Me ha encantado el texto que dedicas al mendigo borrachín de tu infancia. Como dice Antonio, en cada barrio o pueblo, seguramente habrá alguien similar, que se salga de la normalidad; pero yo además deseo destacar la actitud de los niños y algunos mayores, que se burlan de él hasta provocar su enfado. Esto es característico de muchos niños y adultos en el pueblo actualmente. Tu escrito capta perfectamente esa mezcla de crueldad y diversión de atacar siempre a los más débiles. Fantástico, de verdad”.
Otro comentario: “Me ha encantado este escrito, me acuerdo del pobre Roque, siempre estaba metido en la taberna de Ramón Durán. El sitio de Roque era la alameda de la villa, enfrente de donde hacen hoy la plaza de toros, allí estaba hasta que se le pasaba la mona”. Manolo Martínez Puerta
Miriam, me he quedado bastante sorprendido de la reacción de la gente con Roque, tanto de quienes lo conocieron como de los que no. No doy muchos detalles aunque me costó trabajo escribir el artículo. Al final acabas queriéndolo, porque lo estás viendo, y la imagen de Roque nos dice mucho y hasta nos resulta ahora simpática. Puede que sea eso, porque fue un perdedor, un derrotado de la vida. Aunque Roque no era un personaje simpático –como el ‘Tonto Gitano’ o el ‘Tonto de Cortes’–, tenía “mala bebida” y con cualquier cosa que le dijeran se ponía hecho un basilisco.
ResponderEliminarOtros comentarios en Facebook, sobre Roque:
ResponderEliminarMe ha encantado ese pequeño relato, lo has redactado de tal manera que parece que se pueda ver al pobre Roque tirado en cualquier bancal. Saludos. Brígida Martínez
Preciosa semblanza de Roque. Lo recuerdo muchas veces yendo a casa de mi abuela con una sarta de peces en un junco, recién sacados del río y con las setas frescas que olían a gloria, para ganarse unas pesetillas. Se subía por un lado del burro y se caía por el otro en la puerta de la taberna de Ramón Durán, mientras su perrillo negro lo miraba, esperando pacientemente. Pilar Encinas Vegara
Hay una persona en el pueblo, que le decía Roque ´pun´ y no se enfadaba, es Manolo el recobero, me ha contado muchísimas historias de Roque, vivían los dos en la cañada del lavar. Manolo
Por qué damos por hecho que la mayoría de esas personas son desgraciadas?..... Lanzo esta pregunta al aire, después de haber compartido diálogo con algunos de ellos. Hay una frase célebre que dice "No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita".... Deberíamos replantearnos un poco los conceptos de nuestro alrededor, algunos los distorsionamos nosotros según nuestro enfoque de vida. Saludos. Marijose Muñoz
A Roque lo recuerdo un día que estábamos muchos niños llamándole de todo (como en las películas de Joselito), iría borracho, como siempre (…) En los pueblos y en las ciudades siempre hay personas que, por una circunstancia o por su debilidad, caen en la mendicidad o en la bebida, como ocurría con frecuencia en aquella época. Y la compasión o la caridad no abunda entre los humanos (…) A Roque lo recuerdo sentado en el poyo de la Cruz de los Caídos, como sale en la foto. Después de meterse unos tragos en el cuerpo, se pondría allí a tomar el sol y a charlar con alguno que otro. Y aquí fue donde lo cazó mi padre, lo mismo que a Quico Porras en otra foto memorable y en el mismo sitio. Yo me acuerdo de ir varios niños por la calle Mayor, detrás de un borracho que iba haciendo eses muy grandes. Aquello era para verlo. Como no había otra cosa ni otras expectativas, se reunían en la taberna (sería la del 'Pelao') y allí se ponían morados, gente normal y corriente. Leandro
Muy bonito Leandro!, muy tierno... Carmen Hernández Montalbán
Carmen, era un personaje de mi infancia que tenía que rescatar de las tinieblas. Leandro
'Noches de tragos, mañanas de resacas y tardes de ardores..' me gusta el artículo. Rafael Ruiz
El 15 de enero recibí un correo electrónico de mi hermano Carlos Pablo. Tiene un restaurante en Cornellá (Barcelona) y Luis Romero 'el Latas' le comentó esta anécdota de Roque que no tiene desperdicio.
EliminarRoque fue un trabajador a cargo del abuelo de Luis el Latas y dormía en la cuadra de la cueva. Un buen día disfrutando de una buena cogorza como era de costumbre, la gente empezó a meterse con él. Ni mas ni menos, Roque lleno de ira sacó una pistola y alzando las dos manos hacia arriba dijo, “os vais a enterar, pun”, y disparó el arma con tan mala fortuna que se disparó en la mano haciéndose un agujero en ella. A partir de entonces se le empezó a llamar Roque Pun. Carlos Pablo García Casanova
El abuelo de Luis ‘el Latas’ creo que se llamaba Romualdo y era hojalatero, de manera que la familia heredó el mote de ‘Latas’. Recuerdo que un día se hundieron algunas habitaciones de su cueva, por detrás de donde estaba la antigua botica en las Casas Baratas, unos pocos metros más allá. Aquel hoyo en el terreno impresionaba verlo, pero nadie se preocupó de que los críos jugáramos por allí y, con el tiempo, el agujero se fue rellenando con lo que tiraban los vecinos y no se tiene constancia de que ocurriera ninguna desgracia por el hundimiento. Leandro
Hace unos días me enteré que Roque 'Pum' no estuvo en la residencia Rodríguez Penalva, de Huéscar. Recuerdo que pasó sus últimos días en una residencia de ancianos y pensaba que fue la de Huéscar. Si alguien sabe algo...
ResponderEliminarEsta es la respuesta que me ha dado Manolo Martínez Puerta, el 19 de marzo: "Leandro, creo que te refieres a Roque pun, si es a este Roque, creo que se lo encontraron muerto en su cueva". Hasta siempre, Roque, tú formas parte de la intrahistoria de Castilléjar y de los recuerdos de nuestra infancia.
EliminarBien escrito y contado de forma certera y tal como lo recuerdo, y yo lo recuerdo perfectamente porque Roque sabía que siempre, cuando no tenía donde acudir, había un lugar donde descansar, calentarse y bebida y si quería también comida. Mi padre y especialmente mi madre siempre lo trataron muy bien. Pepe el de Petra
ResponderEliminarGracias, Pepe, por tu comentario y por aquellos inolvidables partidos de furbo que organizabas. Primero teníamos que limpiar las Eras de montones de estiércol
EliminarMercedes Domínguez. Perdón, pero Roque no era el tonto del pueblo. Roque era un pobre hombre que le gustaba beber y se pasaba el día pescando en el río Galera para sacar algo de dinero para sus vicios. El tonto del pueblo se llamaba Juan y de tonto tenía poco. Una vez uno de los más renombre del pueblo lo llamó para pedirle que le vaciara el váter, que era tipo comuna de madera, Juan le dijo que si, pero que antes tenía que darle el almuerzo, un buen trozo de tocino con pan y un porrón de vino, Juan se lo comió todo y cuando terminó le dijo: ¿Sabes lo que te digo?, que tú que cagas tú lo sacas?
ResponderEliminarHace dos días estuve con Maxi (Maximiliano Sánchez), el hijo de don Luis, secretario de Castilléjar en los años sesenta, me recordó que cuando tenía nueve años su familia se marchó a Granada. Me dice que Roque vivía al final de la calle del Rosario, bajando a la era de Luis el Latas estaba su cueva a la derecha, y que tenía mala leche. Yo no recordaba estos detalles, el caso es que lo teníamos de vecino.
ResponderEliminarCarmen Martínez Lorente. ¡Qué recuerdos! Leandro, leyendo el relato de Roque me has hecho recordar otro personaje de nuestra infancia, a José Manuel, al que cuando le llamabamos "pica espalto" perdía la cordura y se autolesionaba. Me ha puesto triste pensar lo que hacíamos por gracia sin ser conscientes del mal que provocábamos
ResponderEliminarLeandro. Cuanto tiempo sin noticias tuyas. Con el tiempo se acuerda uno de la infancia y de las personas. A José Manuel no lo recuerdo, era mayor que nosotros?
Carmen Martínez Lorente. Era un señor mayor, como Roque y lo cuidaba su familia. Cada hermano lo tenia un tiempo. Cuando perdía la razón, se daba golpes y se mordía las manos. Impresionaba.
Leandro. Pobrecillo. PEPILLO Zambudio tenía una tienda en la calle Mayor, se le murió un hijo cuando tendría un mes de vida. En los días siguientes del entierro, su mujer fue a la caños de Plaza Nueva, a por agua, y varios niños nos reímos de ella. Las pequeñas maldades de los niños
Maruja Martínez. Yo sí lo recuerdo, era mayor y hablaba bastante pero era muy educado
José correa. Vivía en Barrio Nuevo, en un barranquillo que hay a la derecha de las cuevas de Avelino
Manuel Ortega Company. Leandro, describes perfectamente los personajes de pueblo de nuestra infancia. En aquellos tiempos no era común, como ahora, el consumo de drogas y lo que había, era "vino y más vino". Recuerdo de niño, en la estación de Guadix, vivía un pobre hombre que iba siempre borracho y lo encontrabas tirado por cualquier sitio.
Leandro. El vino, el morapio, era entonces la droga del pobre, y la taberna era como la hermandad de labradores. De chicos veíamos a algunos haciendo eses por las calles
José M. Mañas Ibar. Gracias, Leandro, por estos recuerdos y había otro personaje el tonto de Cortes que venía mucho al pueblo
Leandro. Gracias a Roque, porque nos recuerda nuestra infancia. El tonto de Cortes era muy gracioso, con esa voz nasal
Pedro romera Martínez. Era un personaje especial. El Rey de las corbatas
Leandro. No lo sabía, hay una foto de él, vestido con traje.
Maruja Martínez. José Manuel tenía familia pero no era un mendigo ni borracho, creo que no estaba bien
Mari Triguero. Roque pun pun chinela que rabietas cogía cuando se lo decías siempre estaba pescando debajo de mi puerta
Leandro. ¿Al lado del puente de Santo Domingo?