martes, 30 de septiembre de 2025

LIMPIEZA EN LAS GABIAS


 





Esta reclamación fue registrada en el Ayuntamiento de Las Gabias, el 15 de mayo pasado, como indica el sello del registro. Al no recibir contestación, una firmante se pasó por Medio Ambiente el 10 de junio y la encargada le contestó que si lo habían limpiado el año anterior, lo harían este año y que el escrito lo pasaría a Limpieza. Lo cierto es que en todos estos meses no han hecho nada, ni siquiera se han pasado ni han contestado al escrito, sin embargo se molestan cuando se les critica por ello. En días posteriores a la reclamación, varios operarios del ayuntamiento limpiaron con desbrozadoras el pasto que hay junto al arcén derecho del Camino de los Cosarios, cuando por allí no pasa nadie ni era un peligro para los olivos cercanos. También limpiaron las hierbas que había junto a unos cuantos arboles en Los Barrancones, a unos cuatrocientos metros de un chalé aislado. Allí solo van parejas de jóvenes en sus vehículos, por las noches, y dejan toda clase de basuras, plásticos y latas. Era una empresa contratada por el ayuntamiento y limpiaban los alrededores de Las Gabias. Estos días de septiembre no podemos abrir las ventanas por los mosquitos y cucarachas americanas, en los patios y en las viviendas, que vienen de la balsa de agua y de la tubería que hay en la rambla de Contreras, por detrás de nuestras viviendas. Enfrente se encuentra el Residencial Cuesta Blanquilla, donde viven numerosos vecinos. Y es que hay mucha propaganda para no hacer nada. En las fotos de junio y septiembre puede verse la balsa, la basura que hay en el canal para el agua y el pasto.

Posdata: En Facebook ha tenido 1.362 visualizaciones y ha sido compartido nueve veces. Tapias de los patios de la calle Murillo, junto a la Rambla de Contreras.





domingo, 21 de septiembre de 2025

EL PRIMER ENCUENTRO DE ESCRITORES

Primer Encuentro de Escritores, en 2002



 Hace unos días tuvo lugar en Castilléjar el ‘Primer Encuentro de Escritores del Altiplano’. En la organización del evento cultural se ha notado la mano del presidente de la Mancomunidad de Municipios y alcalde de Huéscar, Agustín Gallego, de la animadora sociocultural, Teresa Molina, del concejal de Cultura de Castilléjar, Andrés Jiménez, y de la bibliotecaria Maria del Carmen Martínez. También estuvo en el acto el diputado de Obras Públicas, Jesús Raya. Hay que destacar la presencia del público, que vino de todos los pueblos de la comarca, llenó el local y nos aplaudió más de lo que nosotros podíamos esperar. Pero ya era hora que hubiera algún evento cultural en esta comarca, y de que por fin saliéramos de nuestros atavismos y del ensimismamiento en que nos hallábamos sumidos. Al organizar este encuentro, al menos fuimos conscientes de que mientras permanezcamos unidos podremos hacernos oír, y solamente juntos saldremos de nuestro secular atraso. Pero mientras que cada pueblo vaya por su lado, no llegaremos ni a la panadería de enfrente. Por primera vez en nuestra Historia los seis pueblos de la comarca nos sentimos hermanos, y no se puede entender la ausencia de cuatro alcaldes en este acto habiendo representantes de sus pueblos.

Me gustó la humildad de Bonifacio Sola, que ha escrito ‘El Portacho’ y fue premiado en Barcelona: una crónica sobre la vida en Galera en los años cincuenta. La sencillez de la castrileña, Josefa Ortiz, que nos dio una lección de poesía. La Escuela de Adultos de Puebla de Don Fadrique presentó su libro ‘Huellas de nuestra Historia’: una recopilación de canciones antiguas, nanas, trabalenguas, etc. El orcense, Amador Cañabate, contó las briegas y algún que otro juicio que ha tenido para que la revista mensual ‘Alcazaba’ saliera adelante. ¡Vítor, ya no vas a estar solo en el adarve, defendiendo el castillo del Altiplano! Rafa Cuevas es un ‘guesquerino’ que cada final de mes también se las ve y se las desea para sacar su revista ‘Cuadernillos de la Sagra’. Si tienes algún artículo por ahí, mándamelo, me dice de vez en cuando. El corresponsal de Ideal, Jesús María García, lo mismo te escribe una crónica que da una conferencia en cualquier pueblo. Y la castillejarana, Petra Masegosa, tiene el mérito de dirigir la revista de la APA, ‘Cuchaquetedigo’. También fue invitada la bastetana, Emilia Ruiz: escribe poesías y le gustaría que la comarca hermana de Baza organizara un encuentro cultural parecido. Unas cuantas sillas de mimbre y aunque sea nos metemos en una cueva.

Pepe Domingo declamando


Al final del acto dos mujeres, por separado, casi me dijeron lo mismo: Oye, ¿sabes que me has hecho llorar? A mí esto me cogió de improviso, porque lo que leí sobre los emigrantes lo había escrito casi de prisa y corriendo, y no fue mi intención caer en el sentimentalismo. Pero yo mencionaba a dos emigrantes que habían querido que los enterraran en su pueblo natal, y además eran bastante apreciados. Desde que escribo mira que me han hecho feos, pero que alguien te diga que le has hecho llorar, es el mayor premio que uno puede recibir en su vida: significa que la escritura –y tu misma existencia tiene un sentido–, que hay personas que creen en lo que les dices o que, sin caer a veces en la cuenta, expresas aquello que toca los sentimientos. Pero si supierais que yo he llorado más de cuatro veces mientras escribía, porque en ocasiones se me ha ocurrido abrir la vieja cancela de la ‘casa de los recuerdos’. Y entonces estás perdido: ¿Es que ya no te acuerdas de mí...? Uno va acariciando la palabra y mimando la frase, o recogiendo este recuerdo del camino, porque escribir es como bordar una bandera liberal a la luz de un quinqué. Los libros me enseñaron a pensar, y el pensamiento me hizo libre, escribe Ricardo León. Pero yo diría más: a ellos les debo lo que soy. Y uno maneja ideas o vende humo, o quizá intenta transformar inútilmente la realidad; pero el mundo es como un río sin cerebro, que por instinto sigue su viejo cauce y parece no detenerse ante nada.

En el Encuentro de Escritores, propuse que en la Mancomunidad de Municipios haría falta crear unos premios anuales que abarcaran tanto la cultura, como el deporte, el mundo de la empresa o las asociaciones. Estos tres o cuatro premios serían una forma de rendir un homenaje a las instituciones o las personas que destaquen por la labor realizada. En el mismo sentido, también dije que haría falta organizar un certamen de novela y poesía, pues cualquier pueblo del cinturón de Granada convoca estos premios desde hace años. Todo ello elevaría el nivel cultural y daría cierto prestigio a la comarca del Altiplano. Finalmente, el presidente de la Mancomunidad entregó una placa a Esteban de las Heras, el subdirector de IDEAL, por el cariño que había demostrado para con esta tierra. Esteban entonces leyó un par de páginas de las suyas: es prosa pero parece poesía. Y más tarde, en la calle, te dicen: Yo soy la hermana de Eugenio, o bien, me gustó aquello que escribiste de don..., su hermana todavía vive en Castril. Y entonces descubres que este mundo es un pañuelo, y que uno se siente pagado con el afecto de la gente sencilla. Todo lo demás son añadiduras. Por eso, tengo la esperanza de que siempre habrá algún chaval que piense: Me gusta lo que escribe este tío. Lo voy a recortar (así empecé yo). Entonces la semilla estará echada. También quiero ir a algún colegio a recordar a Cervantessalpicón las más noches–,  a reencontrarme con mi pasado y echar un rato con los zagales.

 Publicado en Ideal, el 4 de mayo de 2002

Posdata. El encuentro tuvo lugar el 24 de abril. Asistieron como invitados el profesor de la Universidad de Granada, Juan Francisco García Casanova, y el poeta y columnista de Ideal, José García Ladrón de Guevara, que leyeron sendos escritos. También asistió el galerino Pepe Domingo Leonés, que recitó unos romances de ciego suyos y deleitó al público. Este agosto pasado, durante la feria de Castilléjar, tuvo lugar la exposición de fotos sobre los Encuentros de Escritores del Altiplano, organizada por Miriam Teruel. Este artículo lo envié a última hora a Jesús Soler, pero no se publicó. Con esta publicación, que también salió en Ideal, creo que se hace justicia a quienes organizaron y participaron en el Primer Encuentro de Escritores del Altiplano, con muchas ilusiones. 

Redactado por el entonces corresponsal, Jesús María García,
de Galera







viernes, 19 de septiembre de 2025

ANGUSTIAS, LA DEL HORNO DEL PASEO

 

Angustias Balboa



Hace unos meses, mi amigo José María Laguna, maestro logopeda, me propuso entrevistar a Angustias Balboa Sánchez, la dueña del Horno del Paseo, de Guadix, que el 2 de octubre va a cumplir 93 años, pues nació en 1932. Nos sentamos en el comedor, que está al lado del mostrador de la panadería, y Angustias empieza a desgranar sus recuerdos con naturalidad.

En 1957 me casé con José Membrilla y en los años sesenta mi marido trabajó en la Panadería el Chinas, pero pasado un tiempo se quedó parado y entonces trabajó en varias panaderías de Guadix. Más tarde se fue a trabajar a la panadería de Lanteira y los fines de semana se venía a Guadix, pero consiguió que el dueño le alquilara el horno y le diera la harina fiada. Al final compramos el horno de Lanteira, entonces yo amasaba el pan en una artesa y horneábamos por la tarde. Aparte de los vecinos del pueblo, nos compraban mucho los pastores y los mineros, y así estuvimos allí siete años. Un día, Paco el Talabartero le dice a José que compre el Horno del Paseo. El caso es que nos dieron facilidades para pagarlo pero esta era una casa muy vieja y estaba hecha una pena. No tenía agua potable y teníamos que traerla del Caño de san Miguel, mientras que para amasar el pan utilizábamos el agua del pozo y del depósito que tenía la casa. Teníamos ya cuatro hijos pequeños y el último nació en Guadix, de mayor a menor se llaman: Juan José, Enrique, Antonio, Juan y Miguel. Mi marido solía acostarse después de comer al mediodía y amasaba durante la noche, mientras que yo me levantaba por la mañana, arreglaba a los niños para la escuela y después despachaba en el mostrador. También hacía magdalenas y tortas de bizcocho, que se vendían bastante bien. Cuando venían mis cuatro hijos del colegio, al mediodía, cogían la bicicleta que tenía un cajón atrás y repartían el pan a los vecinos, mientras que al más chico lo tenía en el horno conmigo. Me ayudaban mi hermana Carmela, que hacía las compras, mientras que mi madre y mi tía me echaban una mano con los niños.

Recuerdo que en la década de los ochenta un anciano octogenario me decía que, después de la guerra, las panaderías olían a pan desde lejos pero hoy ya no echan ese olor. Sin embargo, hoy, víspera de la Fiesta del Cascamorras, sobre las 18 horas, cuando iba por el Palacio Episcopal he olido el intenso olor a pan que venía del Horno del Paseo. Y al día siguiente, a las 8 de la mañana, una joven ya venía del horno con una barra de pan. El economista y político Ramón Tamames (falleció hace varios años) decía que el agua que le echaban a un quilo de harina, esa diferencia de peso, era la ganancia que obtenían los panaderos en los tiempos de la II República. Le comento esto a Angustias y me dice:

El horno de mampostería


–De un quilo de harina sale quilo y medio de masa, pero en conjunto de 100 quilos de harina salen unos 110 de pan. Al principio los labradores nos traían cien quilos de harina y les entregábamos una cartulina de cien tiques, esto es, recibían cien panes de a quilo, porque antes solamente se hacían de ese peso y el mostrador lo tenía abierto durante todo el día. Un día, José fue a la Fábrica de Harinas La Purísima, de don Germán, para pedirle que le fiara mil kilos de harina: Si quiere usted, le traigo las escrituras de mi casa en la Rambla de Pina, que compré por diez mil pesetas. Pero el dueño le contestó: Lo que necesites de harina, con dinero o sin dinero. Ocurrió también que varios empleados de la fábrica de harinas, de la estación, nos compraban pan y le hablaron bien al propietario, don Eduardo Gómez Mateos. El caso es que este nos buscó clientela. Y otra anécdota fue que mis hijos hicieron con la masa como una bola por el centro y el concejal, Pepe Cambil (en los años ochenta), al ver la barra de pan inflada, dijo: Se parece a un morruo. De manera que se quedó con ese nombre y es una especialidad de la casa.

          Morruo es un vulgarismo de morrudo, que tiene el morro grande. El Horno del Paseo, en la Calle Atahona, tiene además tres panaderías que están ubicadas en las Avenidas de Buenos Aires y de Medina Olmos, y en la Calle san Miguel. En ellas trabajan dieciocho empleados, mis cinco hijos también han trabajado en el horno, pero el mayor ya está jubilado, y a cada uno les fuimos regalando un piso. Pero cuando compramos el horno estábamos mi marido y yo solos, con un muchacho que trabajó aquí durante cuarenta años.


Angustias y su hijo Miguel
En fin, hoy ya tengo trece nietos y siete bisnietos, dice Angustias con satisfacción. Pero se ha emocionado al recordar lo que don Germán le dijo a su marido José: Lo que necesites de harina... Porque no había encontrado a  nadie que le prestara dinero para comprar harina. Yo apenas intervengo, porque Angustias está en la edad en que todo son recuerdos: Ahora me siento más débil porque la Nochebuena pasada me puse malísima, me llevaron al hospital y estuve un mes ingresada por una infección de orina. En esto su hijo Miguel se acerca y nos lleva a la habitación grande, que hay detrás del mostrador, y dice con satisfacción: Este es el horno giratorio de leña, tiene ya cuarenta años y fue fabricado en Barcelona. Fue entonces cuando le pregunté a Angustias por el año que falleció José: En 1999, con 67 años, era diabético, tenía que tomar oxígeno… Esa noche íbamos subiendo las escaleras al dormitorio pero, a la segunda vez que me dijo que se sentía muy mal, cayó desmayado en las escaleras. Llamé al médico pero murió poco después. A Angustias se le saltan las lágrimas al recordarlo.

Antes de despedirnos le digo a Miguel, por propia experiencia: Cuando faltan los padres, se les echa de menos. Pero es su madre la que responde: Sí, pero mientras tanto discutimos. Mi Pepe viene todas las noches y no quiere que yo esté en el mostrador. El caso es que no paro, pero tengo la silla y me siento. Ahora me cuesta trabajo subir las escaleras...

Angustias, la del Horno, es una mujer sencilla y de trato agradable, lleva toda la vida trabajando pero ahora siente que las fuerzas menguan. Sin embargo la tahona es su vida, allí junto a sus hijos, como cuando mecía al más chico, metido en una caja de fruta y envuelto en un paño, para que no llorara.

El Horno del Paseo y el Torreón del Ferro


José María Laguna la conoce desde hace muchos años, la convenció para que yo la entrevistara y le ha dedicado este párrafo: Angustias, mujer trabajadora desde la infancia hasta nuestros días. A lo largo de sus muchos años, atiende las labores domésticas, la crianza de cinco hijos y en su mente un objetivo que ayude a sacar a su familia adelante partiendo de cero. UNA PANADERÍA con el apoyo de su marido José, el cual muere siendo los hijos pequeños, asume la responsabilidad de llevar la empresa adelante, teniendo en cuenta el contexto histórico, sociocultural y económico posterior a la guerra civil. Hoy puede estar satisfecha, ya que deja un rico legado a sus hijos, nietos y bisnietos. Gracias, Angustias, por ser ejemplo para esta ciudad de Guadix, como mujer luchadora.

Publicado en Ideal en Clase

https://en-clase.ideal.es/2025/09/18/leandro-garcia-casanova-angustias-la-del-horno-del-paseo/?fbclid=IwY2xjawM5wrhleHRuA2FlbQIxMAABHs8dqmIlsV0gEqrioTqK7fHQR7U1eZ2YBz0fNHLwhRqC5hrJJcsm3tdpqwEr_aem_lh4oBwh7I8scfHZp1G_1xA



sábado, 6 de septiembre de 2025

RECUERDOS DEL VERANO

 

Monumento a la Constitución, en el Paseo del Violón


Aquella mañana de junio de hace dos años tuve que coger el autobús del pueblo a Granada y, una vez aquí, coger otro autobús que iba al otro extremo de la ciudad para recoger mi coche en el servicio oficial, pues le habían estado revisando los frenos del pie durante dos interminables días, ya que habían fallado últimamente. Cuando fui a coger el segundo autobús, crucé una avenida en medio de la circulación, le silbé al conductor de lejos haciéndole señas con las manos, pero cuando llegué a la puerta de entrada no la abrió, me hizo un gesto con la mano y se marchó. Lo comprendí poco después, cuando una revisora me dijo que tenía que sacar previamente el billete de la máquina. El siguiente autobús vino unos minutos más tarde, de manera que me entretuve viendo los comercios de la calle Reyes Católicos y de la Gran Vía de Granada, por donde no pasaba desde hacía casi dos años. Ya no estaban la farmacia Zambrano, quizá la más antigua de Granada (está expuesta de forma permanente en el Hospital Real), ni el Banco Santander, de la Plaza Isabel la Católica. En los años noventa era el Banesto y recuerdo que el cajero apuntaba los movimientos de la cartilla con una máquina de escribir. ¿Cómo pasa el tiempo?, pensé.

Al día siguiente, por la tarde, tuve que ir a la Alhambra donde había quedado con unos compañeros, de manera que dejé el coche en las afueras, más abajo del Hospital de la Inmaculada, subí andando por la calle Ribera del Genil  y luego me desvié por el Paseo del Violón, donde montaban el ferial en los años setenta, con el atronador  ruido de los coches eléctricos. Al paseo también le llamaban el Tontódromo porque los jóvenes solíamos ligar por aquí. En los años cincuenta y sesenta celebraban aquí el mercado del ganado. Cerca del Puente Romano, me detuve unos momentos delante del monumento al cante flamenco, que el alcalde Torres Hurtado inauguró en 2013. Sin embargo, en los primeros años de la democracia, en la década de los ochenta, en este mismo lugar se inauguró el monumento a la Constitución de 1978. Se asemejaba a un templete con columnas, sobre un pedestal, estaba construido con mármol gris y con esta frase: Granada a la Constitución Española, 1812-1978. En el lateral venía reproducido el Preámbulo de la Carta Magna: La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía…  En los otros laterales se reproducían frases de algunos artículos de la Constitución. El monumento estaba coronado por una granada y a veces me paraba nada más que para contemplarlo. Sin embargo, resulta incomprensible que quitaran el monumento a la Constitución, con motivo de las obras del metro, y con posterioridad en su lugar colocaran el monumento dedicado al cante flamenco. Con los sitios que hay en Granada para colocar uno y otro, pero más sorprende que no se alzaran voces protestando cuando en la inauguración del monumento a la Constitución, asistieron cientos de personas acompañando al alcalde de entonces, Antonio Jara.

Biblioteca Municipal del Salón


Seguidamente, pasé por los jardines y por la Biblioteca del Salóntengo el carné de lector desde los años setenta y mi padre también solía utilizarlo para sacar algún libro–, la visité hace unos meses después de muchos años. Esta biblioteca era un salón de baile, a comienzos del siglo XX, pero el ayuntamiento lo embargó al propietario y más tarde lo convirtió en biblioteca municipal. Sería en los años cincuenta, cuando el portero de la biblioteca tenía unas gallinas y durante el día las dejaba en la ribera del rio para que picotearan, y las recogía al atardecer. Desde el muro, el portero bajaba las gallinas metidas en un cesto y luego las subía.

Iglesia de santo Domingo


Crucé el Paseo del Salón (un bulevar como los del París, que fue diseñado por el general napoleónico Sebastiani, a comienzos del siglo XIX) y me metí por la calle de Enriqueta Lozano (una escritora granadina casi desconocida, del siglo XIX), seguí por la Cuesta de Aixa (la madre de Boabdil el Chico), crucé por la plaza de la iglesia de Santo Domingo, donde impresionan sus columnas y espadaña, así como la estatua de fray Luis de Granada, que preside el recinto. Seguidamente, crucé por el antiguo bar El Sota y subí por la Cuesta del Realejo (el barrio judío, que es el más antiguo de Granada) con 38 grados de temperatura a las 19 horas. En los años sesenta, al comienzo de la cuesta, montaban un pintoresco mercadillo de frutas, y cuando subes las escaleras te encuentras el pilar del convento de las monjas, donde el agua sale muy fresca por sus dos caños. Se me hicieron interminables las escaleras con el calor sofocante, pero al final divisé el histórico Hotel Alhambra Palace (construido en 1910 e inaugurado por el rey Alfonso XIII), por donde han pasado toda clase de celebridades mundiales. Contemplar la puesta de sol en Granada o las luces del anochecer, desde sus balcones, es todo un espectáculo, lo mismo que oír el tañido de las campanas desde el Carmen Blanco, a la hora del angelus. Pocos minutos después, llegué la Alhambra.

PosdataGranada está a años luz del Monumento a la Constitución de 1812, de Cádiz

Publicado en Ideal en Clase

https://en-clase.ideal.es/2025/09/04/leandro-garcia-casanova-recuerdos-del-verano/?fbclid=IwY2xjawMmnytleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBFNlh6WkhnWlB1WUZRMWhXAR5WLFBwg89L_DPSQbtJcOvhODZHrzpotkfof3cimfGTlpFIfqzqLpWhWeoW9Q_aem_3LE-Jt-G0o4zq4As7OLtAw