viernes, 11 de julio de 2025

EL CAMINO DE SANTIAGO PORTUGUÉS

Junto al Pontesampaio, de Arcade. Rafa Bertos

 

Del 29 de junio al 4 de julio, hicimos el Camino de Santiago Portugués, que discurre por Galicia, de unos cincuenta km aproximadamente, en cuatro etapas, organizado por una agencia de viajes. Fuimos unas cincuenta personas, de las provincias de Málaga y Granada. Mi esposa y yo habíamos estado entrenando casi a diario para poder aguantar el recorrido, sin embargo, estábamos arrepentidos porque no habíamos caído en la cuenta de las altas temperaturas de julio. El viaje en autocar desde Granada a Galicia duró unas quince horas, dos más desde Málaga, por lo que llegamos al hotel de Sanxenxo sobre las tres de la tarde.

El 30 de junio comenzamos el camino en la ciudad de Arcade, donde el grupo se hizo una foto junto al puente romano sobre el río Verdugo, bastante parecido al puente romano de Granada. Le llaman el Pontesampaio y aquí se libró una batalla, donde los españoles derrotaron a los franceses en la Guerra de la Independencia. Por el camino vamos encontrando los típicos hórreos, junto a las casas de campo, construcciones de uso agrícola destinadas a secar, curar y guardar el maíz y otros cereales antes de desgranarlos y molerlos. La cruz en los hórreos de Galicia y otras regiones del norte de España tiene un significado protector y simbólico, relacionado con la fe cristiana y la protección de las cosechas. Unos kilómetros más adelante no podían faltar en el Camino a Santiago los exvotos, colgados de unos palos: ofrendas que los peregrinos realizan en muestra de agradecimiento a Dios, a la Virgen o algún santo, por los favores recibidos y que  pueden estar relacionados con la salud o con cualquier otra necesidad.  Durante el recorrido pasamos por la capilla (a capella) de santa Marta, cruzamos el bosque con mucha vegetación, de helechos y alcornoques, que nos protegían del calor del sol, hasta que llegamos a Pontevedra. Aquí visitamos la iglesia de la Virgen Peregrina y después nos desperdigamos por los bares del centro para reponer fuerzas, pues habíamos andado unos catorce kilómetros y se notaba el cansancio. Por la tarde visitamos la iglesia de San Benito, en Cambados, y otra iglesia en ruinas unida al cementerio. Hasta finales del siglo XIX estuvieron junto a las iglesias, pero por motivos de salud pública decretaron que los camposantos estuvieran ubicados fuera de las poblaciones. Sin embargo, en los países protestantes del norte de Europa los cementerios se encuentran junto a las iglesias.  

El típico hórreo gallego. R.B.

Exvotos de los peregrinos. Leandro









El uno de julio la etapa  fue de San Amaro, donde disfrutamos de un bello recorrido por viñedos y bellos paisajes, a Caldas de Reis, conocida como la ciudad de los reyes, donde sus manantiales de agua caliente fueron aprovechados para la construcción de balnearios. Entre los peregrinos se suele decir bo caminho, buen camino, esto nos lo decía el guía Javier, al comienzo de cada etapa, y todos respondíamos ¡bo caminho! Las cruces de piedra abundan en los caminos, lo que da idea de la religiosidad de los gallegos que han sabido conservar la tradición cristiana. En el camino del Sacromonte (también llamado Montesacro), en Granada, antes de llegar a la Abadía, había numerosas cruces de piedra en el siglo XIX, que servían también para hacer el vía crucis. Hoy solo queda una cruz delante de la iglesia del Sacromonte y las tres que hay en la Abadía. Aquí está enterrado san Cecilio, patrón de Granada y uno de los siete varones apostólicos enviados por Santiago, varios de ellos sufrieron el martirio y propagaron el cristianismo en España. Sin embargo, fueron desapareciendo las cruces de las poblaciones, conforme se iba perdiendo la tradición religiosa. Estaban ubicadas en los humilladeros, lugares devotos que solían estar en las entradas o salidas de los pueblos y ciudades con alguna cruz o imagen. En Granada se conserva una cruz de piedra al lado del Hotel Luz, en la avenida de la Constitución. Por la tarde visitamos el Monasterio Mercedario de Poio, que alberga uno de los hórreos más grandes de Galicia. Más tarde, fuimos a Combarro, considerado el conjunto histórico monumental y rural más importante de Galicia.

Monasterio Mercedario del Poio, y la cruz de piedra

Playa de Sanxenxo. R.B.

El guía bautizando en un pilar
El día dos, por la tarde, varios amigos salimos a darnos una vuelta por la playa de Sanxenxo. Aquí me ocurrió una anécdota que me hubiera podido costar cara. Al comienzo del paseo marítimo saqué el móvil del bolso de mano e hice varias fotos a la playa, que estaba bastante concurrida. Pero, cuando estábamos a mitad del paseo marítimo, mi mujer me dice muy seria: Me acaban de llamar diciendo que han encontrado tu cartera, con los documentos, en el suelo, y que están esperándote en un banco, frente al bar… En unos minutos estaba allí. Eran tres jóvenes simpáticas de León, que también estaban de vacaciones en Sanxenxo: La hemos encontrado aquí, en el suelo, me dijeron. Fue entonces cuando vi el cielo, pues hay quien no devuelve la cartera y tienes que denunciar en la guardia civil, llamar al banco y anular la tarjeta, renovar los documentos (como le ocurrió a un amigo) y con el riesgo de que utilicen tu carné para falsificarlo… En fin, muchas horas perdidas en papeleos. Tuve suerte porque llevo una pegatina en la cartera con el teléfono de mi mujer: En caso de pérdida, llamad a… Una de las jóvenes me dijo: Yo voy a hacer lo mismo que tú. Les di las gracias por el favor tan grande que me hicieron y nos despedimos, después recordé que nos cruzamos con ellas por el paseo, unos minutos antes. Un vecino de Sanxenxo nos dijo que en el pueblo hay unos quinientos habitantes en el invierno mientras que en el verano pasan de sesenta mil. Esto es lo que llaman el turismo masivo, crea puestos de trabajo y deja dinero, pero hace destrozos.

En la plaza del Obradoiro, en Santiago. R.B.



Imagen del apóstol Santiago, en la Catedral
El último día, a las 9:30 horas, llegamos a la Plaza del Obradoiro donde hicimos una foto del grupo. Está rodeada por la Catedral, el Palacio de Rajoy, el Hostal de los Reyes Católicos y el Colegio de San Xerome. Su nombre, Obradoiro, deriva de los talleres de canteros que trabajaron en la construcción de la fachada de la catedral. Mientras que Santiago de Compostela significa campo de la estrella, del latín campus-stellae, porque la luz de una estrella iluminó en un campo el lugar donde estaba el sepulcro del apóstol Santiago. Después entramos en la Catedral, pero una profesora de instituto y yo nos adelantamos y fuimos a la capilla, que hay detrás del altar mayor de la Catedral, donde se encuentra la imagen del apóstol Santiago y los peregrinos pueden darle el tradicional abrazo. La profesora abrazó la imagen por detrás y yo oí unos sollozos, que continuaron durante largos segundos. Cuando vi su cara estaba completamente abatida y lloraba como quien ha perdido a un familiar. Seguidamente, puse mis manos en los hombros del apóstol Santiago –dudé unos segundos, pues lo tocan a diario miles de peregrinos–, pero me pasó como a santo Tomás y como a la profesora: se me vino el mundo encima y también comencé yo a sollozar, sin saber por qué. Fue un momento especial, yo diría que mágico, pues ambos salimos bastante impresionados de la capilla y eso que tengo mis dudas sobre la llegada de Santiago a España. En cambio, con la imagen de la Virgen de Covadonga (el papa Juan Pablo II le tenía devoción) no sentí nada especial, quizá porque no dejan tocarla. Después asistimos a la Misa del Peregrino, con cánticos religiosos, cuando hacía años que yo no iba a un acto religioso. Esperábamos que movieran el botafumeiro, pero no fue así y lo balancearán en las misas solemnes de los domingos.  Por la tarde nos llevaron a la isla de la Toja, donde visitamos la capilla de san Caralimpio –a capela de san Caralampio–, también conocida por la capilla de las vieiras, ya que la fachada se encuentra recubierta por estas conchas. Allí también se encuentra la imagen de la Virgen de la Lanzada. Por último, quiero añadir esta anécdota curiosa. En el viaje de ida me encontré con Alfonso Jiménez, un amigo de Las Gabias, en el área de servicio de Medina del Campo. Él entraba al restaurante mientras que nosotros salíamos, pues su autocar había salido de Las Gabias con destino a Asturias una hora después que el nuestro. Pero es que al regreso, nos encontramos de nuevo en el área de servicio de Arévalo, en Ávila, cuando él salía del restaurante. Su viaje duraba los mismos días que el nuestro, pero ya es demasiada casualidad con lo ancha que es España. Ha sido uno de los mejores viajes que hemos hecho, con anécdotas y todo, por los paisajes de Galicia, por la buena gente del grupo y por el guía Javier, un gaditano gracioso, que ha sido el alma del Camino de Santiago Portugués.

Capilla de San Caralimpio, en la Toja. R.B.

Copio estos párrafos de El Mundo sobre el libro Santiago en el fin del mundo (La Esfera de los Libros), de Jesús Bastante, de próxima aparición.

Pero... ¿estuvo Santiago, en vida, en España? Nadie lo sabe. Los Evangelios apuntan que uno de los apóstoles viajó "hasta los confines de la Tierra". Todos dan por hecho que fue Santiago, en torno al año 41 de nuestra era, antes de regresar a Jerusalén para ser decapitado por Herodes (…), logramos trazar un 'itinerario' del primer camino de Santiago, siglos antes del comienzo de las peregrinaciones jacobeas. Sus huellas nos permiten aventurar que el Zebedeo llegó al puerto de Carthago Nova, y de ahí a las faldas del Sacromonte donde, según la mística María Jesús de Ágreda, se le apareció en carne mortal la Virgen María para salvar al apóstol de una muerte segura (…). Desde el siglo XII (otra vez Gelmírez) las reliquias sólo se pueden contemplar a través de un sarcófago oculto bajo la estatua del Apóstol al que todo peregrino se abraza tras pasar el Pórtico de la Gloria (…). ¿Está Santiago en Compostela? Nadie lo sabe. En 1884, el Papa León XIII autentificó los restos como los del Apóstol Santiago, basándose en la tradición, y en otros restos: un hueso de la mandíbula, cedido -de nuevo, por Gelmírez-, al obispo Atón, de la diócesis italiana de Pistoya, datados en el siglo I. Jamás se hizo prueba alguna en los restos de Compostela… La Iglesia asegura que no fueron sometidos a la prueba del carbono 14.


Posdata. Mi agradecimiento a Rafa Bertos por las siete fotos para este artículo.


Publicado en Ideal en Clase

https://en-clase.ideal.es/2025/07/09/leandro-garcia-casanova-el-camino-de-santiago-portugues/?fbclid=IwY2xjawLdxoZleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBEaVU2cEJsUDdaM0hiWmtXAR5FbhSl__SimClQSXsAFpWKBGb3ma-yisGUNjQYFv5GUHkvzUO5IC1eq6kHcw_aem_8l1-mRJwxuKRPsnyP0KULA

3 comentarios:

  1. Roberto Balboa. Querido amigo Leandro: Jamás en mi vida supe de nadie que hubiera estado por Galicia y no viniera gratamente asombrado con cuanto allí se tropezó.
    Y para muestra un botón, el primero de una larga colección que tuve la suerte de ir encadenando en aquellas tierras. Corría el verano de 1974, había acabado el bachiller, y una tarde noche estando sentados en la terraza del bar Dólar de Guadix con un amigo, empezamos a charlar sobre hacer un viaje a Galicia. Pero nos encontrábamos con varios problemas; sin apenas dinero para el viaje y siendo menores de edad. Además, había que convencer a los respectivos padres para que nos dieran permiso y autorizaran a la Guardia Civil a expedirnos el salvoconducto que en aquellos tiempos había para tal eventualidad. Esa noche ambos tuvimos faena en nuestras respectivas casas, pero tuvimos suerte y nuestros padres de alguna manera nos premiaron nuestro buen trabajo en el curso que habíamos acabado recientemente. Al día siguiente fuimos al cuartel de la Guardia Civil y sin problema alguno nos facilitaron el salvoconducto, que junto con el DNI era nuestra identificación oficial. Pero lo más gracioso del caso es que habíamos decidido hacer el viaje de autostop, y como iba a ser problemático que nos pararan a los dos si íbamos juntos, decidimos que cada uno hiciera el viaje por su cuenta, quedando en un lugar determinado de Madrid y luego en otro de Santiago de Compostela. Y allí nos reunimos un par de días después de haber salido de Guadix. Mi primer recuerdo inenarrable de Galicia fue la manta de agua que me cayó en la mañana de mi primer día en aquellas tierras, pero con el gratísimo recuerdo de que cuando me puse a hacer autostop, el primer coche que pasó, un Renault 4L, me paró; salí corriendo hacía el coche, pues no terminaba de creerme que con aquel aguacero alguien me hubiera parado, pero mi desconcierto ya fue total cuando al abrir la puerta del coche me encontré con cuatro personas dentro de él de complexión grande; les pedí disculpas diciéndoles que no quería molestarlos, que íbamos a ir apretados… pero me insistieron en que subiera y me llevaron. No creo que eso pudiera haberme pasado en algún otro lugar de España, pero en Galicia, después de haber estado más de cincuenta veces y haber recorrido muchas de sus bellezas, ninguna cosa así es extraña, al menos para mí.
    Me alegro de que tu susto se quedara solo en eso, un susto. No me queda ninguna duda de que si Dios me lo permite volveré por aquellas tierras tan queridas. Un abrazo como yo de grande.
    Leandro. Amigo Roberto, que siempre estás ahí con tus comentarios. Me hace gracia lo del salvoconducto, palabra en desuso que viene del tiempo de la guerra y me recuerda a la película Casablanca, y a Bogart con la gabardina y con cara de pocos amigos. La guardia civil en aquellos años de nuestros padres daba también el "certificado de buena conducta", que hoy nos hace sonreír. Yo no había visitado Galicia, por eso me apunté al viaje y me preparé para el camino de Santiago, aunque alguna vez me acordé del chiste del gallego, que le preguntas por el tiempo y te contesta: "Pues depende...". Tan diferente al carácter andaluz. El caso es que me apuntaré a otro viaje y recorreré caminos, pues Galicia tiene esa magia que te atrae, con sus gozos, sombras y mitos. Un abrazo

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  2. Encarni de Málaga: Buenos día ya lo he pasado a mis amigas y he leído tu artículo que está muy bien redactado, descrito y documentado un gusto tenerlo de recuerdo muchas gracias es todo un detallazo espero coincidir con vosotros en otra un afectuoso saludo
    Leandro: Son experiencias inolvidables y con vosotras lo pasé bien
    Una chiclanera. Dale las gracias porque siempre tendré estos recuerdos presentes. Las muchachas
    Leandro: He tenido que documentarme, da recuerdos a tus amigas
    Charo. Gracias por compartir la experiencia; es un regalo para los que con nuestra imaginación nos trasladamos a esos caminos!
    Leandro: Pensaba dedicarle el artículo a tu hermano, pero no pegaba la dedicatoria aquí.
    Manoli. Dale la enhorabuena a Leandro y un millón de gracias .....
    Leandro: Gracias a ti
    Emilia. Me ha encantado lo que ha escrito Leandro. Dale la enhorabuena de mi parte, es un gran escritor.
    Leandro: Gracias a ti, conforme escribía el artículo, me transmitía buenas sensaciones
    Mariquilla. Que me vas a contar de Galicia que yo no sepa, he estado tantas veces que creo que la he visto toda, me alegro mucho Leandro y sé que te ha gustado, es que mi marido y yo abrazamos al santo, bajamos donde estaban los huesos, dos de las veces que fuimos era el año del Jubileo, vimos abrir la puerta del perdón con el martillo de plata, que rompían la puerta y ya no se cerraba hasta el próximo año, y abrirla siempre que era el año del jubileo. También la vi como la cerraban hasta que se pudiera abrir otra vez, que era de 4 en 4 años. Sé que te ha gustado porque es bonita, tiene mucho misterio y cuando caminas por sus calles, te parece que estás en los años medievales, en la Plaza del Obradoiro, frente por frente a la catedral está la Junta del gobierno autónomo de Galicia, tiene gracia, porque dando las espalda a la catedral al mirar donde está el gobierno autonómico, a la derecha estaba el PP y a la izquierda estaba el PSOE, bueno es que si te contara cuántas cosas he visto no terminaría, me alegro que las hayáis visitado y hayáis hecho un tramo del camino de Santiago.
    Leandro: Has estado muchas veces y conoces Galicia mejor que yo. Me hubiera gustado entrar por la Puerta de la Gloria, pero teníamos que entrar por una pasarela (nos colocamos de los primeros), entrar en la capilla a través de pasarelas ya era un éxito, pero no nos dejaron bajar a donde estaban los huesos del apóstol Santiago. Tampoco pudimos admirar los edificios que hay alrededor de la Catedral, pero otra vez será.

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  3. Isidro G. Cigüenza. Adelante, don Leandro!!! Arrieros somos.
    Leandro. Y de peregrinos nos veremos. Un saludo

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