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Daniel Arias. NIUS |
Entresaco algunas frases de la carta, publicada en Linkedin, y que ha circulado por las redes y periódicos, del catedrático Daniel Arias-Aranda, del departamento de Organización de Empresas, de la Universidad de Granada, y que lleva más de 25 años dedicado a la educación. Tiene grupos de unos 50 alumnos, de los cuales raramente van a clase más de un 30%. Y de esto surgió su carta: "Querido alumno universitario de grado, te estamos engañando. Los que vienen, lo hacen en su mayoría con un portátil y/o un teléfono móvil que utilizan sin ningún resquemor durante las horas de clase, me sé mejor las marcas de sus dispositivos que sus rasgos faciales". Y asegura que "es raro que alguien pregunte, por mucho que se les incite a hacerlo" y quince minutos antes de que acabe la clase "ya están recogiendo sus cosas, deseosos de salir". También denuncia que ha caído el nivel educativo en los últimos años y coloca entre las principales causas precisamente a las nuevas tecnologías. "No estoy en contra del uso de las tecnologías de la información en clase, pero sí para otras cosas que no sean la clase", pues en su clase no es necesario el uso de ordenadores. “Es un elemento disruptivo, se pierde esa comunicación directa entre alumno y profesor". La solución para Daniel no pasa por prohibir en clase ordenadores y móviles, pues "son mayores de edad… Pero no puedo estar contando chistes en cada clase, tengo que ser exigente porque si no, no hay educación, hay entretenimiento". Y llega a esta conclusión: "He recibido miles de mensajes de otras facultades y otros profesores diciendo que eso está pasando, también del colectivo de secundaria. Es un problema de fondo educativo que empieza desde Primaria y que se centra en la falta de exigencia”.
Se queja amargamente que, cuando los
universitarios hacen las exposiciones de sus trabajos en clase el resto de
grupos se van. “Es una falta de respeto a sus compañeros. Eso me deja en shock”.
Es evidente que las entradas y salidas interrumpen la clase y se solucionan con
una norma interna de la universidad: “No se puede abandonar la clase, sin un
motivo justificado”, igual que ocurre en cualquier trabajo. Baste recordar que,
en los años sesenta y setenta, cada vez que un profesor entraba en clase, los
alumnos nos levantábamos, pero ha llovido mucho desde entonces. El catedrático
acaba con estas reflexiones: “La plasticidad neuronal se desarrolla con lápiz y
papel, no con la dictadura de los teclados. Es un problema de la Universidad y
no solo de un centro”. Sobre la falta de interés, motivación y participación
que en ocasiones se traduce en charlas entre el estudiantado y no atender, es
contundente: “No soy un policía, soy un profesor. Estamos en la Universidad, no
estamos en un colegio. No quiero ejercer de policía”. No hace falta decir que
los modelos de enseñanza los tenemos en Finlandia y en Francia, donde también aportan más recursos.
Entresaco estas otras frases de la extensa carta, que
ponen el dedo en la llaga. “Cada vez me siento más como un profesor del
instituto de una serie mediocre de los 80 que como un
catedrático… He separado a gente para que no hablen entre ellos, he
expulsado alumnos del aula y me he llegado a marchar de clase ante el más
absoluto desinterés… El nivel de los trabajos y presentaciones de
los alumnos no pasaría, en su mayoría, los estándares del teatrillo de
Navidad de primaria. Pero eso, para nosotros es más que suficiente para
poner un 5. De este modo, cumplimos el contrato-programa, el
departamento es feliz, la universidad es feliz, nuestros alumnos aprueban,
creen que saben algo y son felices y nosotros languidecemos ante la triste
realidad… Te faltan habilidades básicas indispensables en estudios
superiores. No tienes capacidad de expresión. Tu vocabulario es
muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar)… No te
dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama
universidad. No entiendes lo que eso significa y tampoco tienes ningún interés
en saberlo… Se nota que ya no se hacen dictados en educación secundaria…
Jamás hubieras superado esta asignatura hace 10 o 20 años… Hace años que no
recomiendo a ningún alumno para ninguna empresa… Vives anestesiado por las
redes sociales… No estás en clase, estás en Instagram. Pero yo me hago el
tonto y miro para otro lado… Lo que está claro es que si tú, estudiante,
no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte
creer que vales, aunque sepa que es mentira… Podemos echarle la culpa a la
universidad pública y tiene bastante, pero no toda. «Si quieren
calidad, que se vayan a la privada», he escuchado por ahí. Y los números van
apuntando en esa dirección…Escribir esto es arriesgado y es más cómodo
callar y obrar. Lo entiendo perfectamente, patada y al área es la actitud
mayoritaria… No somos todos iguales. Hay estudiantes con vocación e
interés eclipsados por la mediocridad imperante. Centrémonos en ellos. La
universidad es para formar a las élites intelectuales… La Formación
Profesional forma grandes profesionales que no han de ser universitarios…
Devolvamos al profesorado universitario las competencias perdidas como
autoridad intelectual a la hora de diseñar planes de estudio, modelos de
enseñanza y currículum… Mis alumnos no saben, en su mayoría, elaborar
un Excel o dar formato a un texto en Word. Hacer sentir a
los chavales orgullosos de quiénes son y donde están, con admiración hacia lo
que les rodea y hacia otras culturas… La solución está en ti. Si tú
cambias, el mundo cambia. Y si no quieres cambiar, no te
preocupes, te seguiremos engañando, haciéndote creer que lo estás haciendo
muy bien”.
Tengo que decir que, en los liceos de Francia, si el profesor descubre a un
alumno en clase mirando el móvil, lo interviene, da parte y los padres tienen
que venir a recogerlo. Y en la universidad también está prohibido usarlo en las
clases. Por tanto, cualquier universidad española puede dictar una norma
interna prohibiéndolo en clase, así como entrar en las páginas de Internet que
no guarden relación con la asignatura. Saldrían ganando todos, puesto que a la
facultad se va a aprender y a sacar una carrera, no a pasar el rato. En la
segunda propuesta, tanto la Enseñanza Primaria y Secundaria dejan mucho que
desear. En la escuela de mi tiempo había dictados (con tres faltas de ortografía
te suspendían en el examen de Ingreso) y lectura, y en el bachillerato teníamos
humanidades, pero las han ido eliminando porque es más importante la
tecnología. El escritor Ángel Ganivet ya se quejaba, a finales del siglo XIX, de que cada
vez se estudiaba menos humanidades.
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Clase en la facultad |
En una crónica de Andrea G. Parra, de
Ideal, seis profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
granadina opinan sobre la carta de Daniel
Arias-Aranda: "Yo no engaño a ninguno de mis estudiantes. Me considero
una docente honesta”.”El docente intenta hacer lo mejor que puede en clase con
el fin de mejorar los resultados”. “Yo estoy muy orgullosa de la mayoría de mis estudiantes.
La gran mayoría responde muy bien”. “Hay que promover metodologías más activas donde el
estudiante sea el protagonista”. “Los tiempos y el perfil de estudiante
han cambiado y debemos adaptarnos”. En medio de este conformismo, un profesor
lanza esta crítica: “Algunos estudiantes están como ausentes, y eso es
frustrante”.
Pregunta.- ¿Cuáles son las principales
carencias del alumnado?
Respuesta.- De pura comprensión
lectora y de expresión, para empezar. Es un problema de base,
fundamental, que viene de la educación primaria. La única forma de progresar es
adaptarse a su pobreza.
R.- ¿Que por qué ya no
admito trabajos escritos? Porque sé de sobra que van a internet y me
entregan lo que han copiado y pegado. De ahí que les pida que sea oral…
P.- También hay mucha
gente que aplaude su carta.
R.- El seguimiento ha
sido estupendo, brutal, sobre todo, entre el colectivo de profesores de
secundaria.
R.- … Pero la palabra
élite se asocia a lo económico, pero yo hablo de formar a las mejores mentes
para prepararlas al máximo. ¿Pero qué ocurre? Pues todo lo contrario. Empezando
por la inflación de las notas de selectividad, que ya no indica la preparación
de los alumnos, porque están hinchadas. Hay muchos alumnos universitarios
que estarían mucho mejor en la FP. Les iría mejor. Igual que, por cierto,
hay profesores que tampoco deberían de estar en la universidad… ¿Hay alumnos
buenos? Por supuesto. Menos del 10%.
1. “Por cierto, también decirle a este
profesor, que también es frecuente salir de la Universidad y no tener ni idea
de nada. Motivo, que los profesores son unos magantos en la mayoría de los
casos. Basta ya en que se crean todos genios investigadores, porque la
gran mayoría no lo son. El alumno en la universidad paga por las clases, no es
un mecenas de investigadores, por lo que lo primero, deben ser las clases”. 2. “Y con 18...19...20 años, siguen
pidiendo "que los entretengan" porque si no, se aburren, pobrecitos,
y no van a clase. Cuando lleguen al mercado laboral, que le digan lo mismo a su
jefe”.
Conclusión. Con sus aciertos y fallos, con su crudeza
al exponer los graves problemas de la universidad, las carencias y la
desmotivación de los alumnos, con su elitismo y sus propuestas, se diría que
más que la carta de un profesor a un alumno, es también una llamada de atención
a los profesores, a los padres, a la sociedad y al Gobierno, porque algo está
fallando en la universidad y, cuanto más tarde se actúe, será peor. No nos engañemos.
Comentarios en Facebook.
ResponderEliminarJosé Vaquero. El engaño que ya se daba en los centros de enseñanza primaria y secundaria se ha trasladado a la universidad, Y ya se perpetúa por ley. ¿No se aprueban ya por ley a todos los estudiantes de la ESO? No se donde vamos a llegar. La ley del mínimo esfuerzo y de la decadencia. Todo es aparentar. Y luego están los listillos, los que dicen que es que no sabemos motivarlos. ¡Qué pena!
Leandro. Copio los datos de las pruebas PISA, actualizados a diciembre de 2021: "La puntuación de los estudiantes españoles en matemáticas y ciencias es equiparable a la obtenida por los jóvenes de Hungría y Lituania. En comparación con países del entorno más próximo, España tiene peores resultados que Portugal y Francia en ambas competencias, aunque mejores que Italia en ciencias."
Daniel Morales. La parte donde expones tu propia experiencia en la universidad, estudiando Derecho, me parece magnífica. Y casos parecidos todos podemos contar.
Leandro. Por prudencia no he querido contar más cosas, también he encontrado profesores que me han aconsejado y han sido un ejemplo
Isidro G. Cigüenza. Reconozcámoslo: el Aprendizaje, tanto en la Escuela, como en el Colegio, como en la Universidad han muerto. No sirven... El péndulo de la Educación está cambiando de dirección. Es preciso dejar las lamentaciones y retomar los Principios Pedagógicos que nos marca la Historia de la Educación. Hoy las Aulas son Jaulas. La Pedagogía Andariega es lo que pretende: retomar a los principios socráicos: el dialogo y la marcha como principios del desarrollo neuronal y afectivo.
Leandro. Acabo de ver tu comentario, porque este aparato no me avisa. La Pedagogía Andariega me recuerda a la Institución Libre de Enseñanza. El tema es que han bajado el nivel para salir del furgón de cola del Informe Pisa y han implantado el aprobado general. Y este nivel es el que llega a las facultades
Federico Zurita. Yo también soy profesor de la UGR y aquí va mi respuesta a la carta del profesor Daniel Arias Aranda. Dando por hecho que el profesor Arias se dirige en exclusiva a los estudiantes de su asignatura "Organización de Empresas" y que en principio nada de lo que dice sería extrapolable a otras titulaciones, me gustaría no obstante hacer algunas consideraciones a su ya viral carta que tantas pasiones encontradas ha encendido. No creo que una parte importante del profesorado se dedique a engañar a los alumnos, como el profesor Arias declara abiertamente hacerlo, sino más bien todo lo contrario. La mayoría del profesorado, se dedica a enseñar a los alumnos y a decirles la verdad. Si no se saben unos contenidos de la materia que se consideran mínimos, directamente no aprueban. Es lo que hay. Así es que engaños en ese sentido, ninguno. Y en algunas asignaturas salen bastantes suspensos, y cuando eso ocurre hay que buscar las causas sin exonerar a los alumnos de una gran parte de responsabilidad suya, pero planteándonos al mismo tiempo que los profesores hayamos podido fallar.
Continuación Federico Z. Tener matriculados 524 alumnos en cada grupo como dice el profesor Arias que tenía, permite hacerse una idea de la calidad de la docencia que se podría impartir en aquellas condiciones. 524 alumnos son sencillamente inmanejables y el profesor Daniel Arias, lo sabe seguro. El nivel de inglés en la época que tanto añora Arias, cuando todos eran tan listos, tenían tanto nivel y las faltas de ortografía no existían, el nivel de inglés digo, entre los estudiantes y los profesores era, en general, prácticamente nulo. Hoy día llegan a la universidad unos muy pocos del bachillerato ya con nivel C2, otros más con C1 y más aún con el B2, y es un requisito para poder obtener el Título de Grado demostrar una competencia lingüística de nivel B1. Esas exigencias no existían. No sólo el profesor Arias, son mayoría los profesores que llevan muy preparada la materia que imparten, por pura ética profesional. En general, los profesores se toman en serio su trabajo. Pero sí es verdad que a día de hoy es imposible ser profesor con tan solo 25 años como nos cuenta Arias que sí era posible entonces. Hoy, es condición indispensable estar en posesión del título de Doctor, lo que implica tener al menos entre 28-30 años. En las áreas de conocimiento que yo conozco llegan a ser profesores con medias de 40 años, tras tesis doctorales, estancias posdoctorales, tesis doctorales dirigidas, liderazgo en proyectos… Las exigencias han cambiado mucho en ese aspecto y no precisamente para hacerse más fáciles. Así es que como no se puede enseñar sino aquello que se sabe (por definición no se puede enseñar más de lo que se sabe) me puedo imaginar la docencia que se puede impartir con 25 años, sin ser doctor y dándole clase a un grupo de 524 alumnos.
ResponderEliminarDice el profesor Arias que "las revisiones eran complejas sobre todo para los que estaban entre el 4 y el 5". O sea, exactamente igual que hoy. El alumno intenta aprobar y tú lo escuchas a ver si te convence. En ese aspecto nada ha cambiado. Dice el profesor Arias "sentirse como un profesor del instituto de una serie mediocre de los 80". La verdad es que no me parecen los términos adecuados para referirse a un profesorado que hace una labor encomiable con unos alumnos que pertenecen a un grupo de edad difícil por la revolución hormonal en la que viven. Por otra parte ese profesorado ha superado una oposición francamente dura y me parece una falta de respeto referirse a ellos en términos que los minusvaloran. El profesor Arias se queja de que se hacen exámenes parciales "para tratar de aprobar a un mayor número de alumnos", pero lo cierto es que exámenes parciales hace ya mucho tiempo que los hay. De todas fromas, ¿qué tiene de malo “tratar de aprobar a un mayor número de alumnos”? ¿Es mejor tratar de suspender a todos los que se pueda? También es verdad que antaño, se producían situaciones de abuso donde un profesor suspendía al 90-95% de los alumnos una convocatoria tras otra, un año tras otro. Algo haría ese profesor mismo muy mal cuando suspendía a tantos alumnos. Era relativamente frecuente hacer preguntas en el examen cuyo contenido no se había impartido, y el docente no tenía que rendir ningún tipo de cuentas por esas pésimas prácticas. En ese aspecto los alumnos están hoy mucho más protegidos ante ese tipo de arbitrariedades. Hay incluso un inspector de servicios y un defensor universitario que pueden mediar en esos conflictos si se llegan a producir.
No me parece de recibo tampoco que el profesor Arias entre a valorar la vestimenta ni el "look" de los alumnos. No entra en las competencias del profesor universitario. Ya vistan chándal, leggins, o traje de etiqueta, vayan con faldas cortas o largas, da lo mismo. Ya lleven aros en la nariz, lleven el pelo pintado de verde, vayan pelados “al cero” o luzcan un bigotillo cuadrangular de la época.
Continuación Federico Z. Da lo mismo, sólo les podemos exigir que sean educados, y de eso no podemos tener queja porque los alumnos son muy educados. Mucho. Dice el profesor Arias haber oído que "Si quieren calidad, que se vayan a la privada". Él sabe seguro que la calidad de las Universidades Públicas españolas es muy superior a la de las universidades privadas. De hecho, ocurre con frecuencia que los alumnos que no alcanzan la nota para acceder a estudiar una titulación en la universidad pública se matriculan en la privada, si sus padres pueden pagarlo, claro. En cuanto a profesorado, las exigencias de la ANECA para ser profesor en la universidad privada son inferiores a las que se le requieren a los profesores de las universidades públicas. Las publicaciones científicas y los proyectos de investigación y docentes que se llevan a cabo son abrumadoramente superiores en las universidades públicas de lo que lo son en las universidades privadas. Sencillamente no son comparables. Es otra liga. Dice el profesor Arias su último desatino cuando dice que "Puede que la universidad pública reaccione cuando la privada le coma la tostada, cosa que está haciendo muy bien". Será eso probablemente cuando las ranas críen pelo. De momento no tengo noticia de que a ninguna le haya ocurrido.
ResponderEliminarLeandro. No estoy metido en el mundo de la enseñanza y entiendo menos. El profesor Arias dice que “tiene grupos de unos 50 alumnos”, mientras que usted escribe: “Tener matriculados 524 alumnos en cada grupo como dice el profesor Arias que tenía”. Estoy de acuerdo que antes había más abusos en los exámenes, con la “libertad de cátedra” les daba derecho a todo. Lleva razón en que se exige menos para ser profesor de la privada, sin embargo, los alumnos de secundaria de la enseñanza privada sacan mejores notas en las facultades, que los que vienen de la pública.
Federico Zurita. pero en selectividad, los de la pública ganan por goleada. Eso quiere decir que en la privada-concertada les ponen más nota que conocimientos tienen, por eso cuando llegan a un examen objetivo, las notas caen significativamente más, bastante más, en los alumnos de la concertada-privada que en los de la publica.
Leandro. Yo me refiero a que sacan mejores notas durante los cursos en las facultades, puesto que les han exigido más horas de estudio en la secundaria. En cuanto a la vestimenta usted afirma: “Da lo mismo, sólo les podemos exigir que sean educados”. Yo exigiría un mínimo decoro, que vayan vestidos al menos como los trabajadores y empleados públicos al trabajo, como un ciudadano normal. A la facultad no pueden ir vestidos como adanes, cuando van a ser las élites de la sociedad el día de mañana. Ahora, si queremos conceder todo a los chicos: el móvil, que vayan vestidos como quieran, que entren y salgan de clase cuando les apetezca…
Federico Zurita. no salen de clase cuando quieran. Lo del móvil...yo lo tengo terminantemente prohibido y les regaño cuando los veo utilizándolo a hurtadillas. En los 50-60 iban a clase en traje y corbata, hoy está claro que no. He visto a investigadores senior, de élite dar una charla en bermudas. ¿Y qué? Buenas formas y respeto eso por supuesto.
Leandro. de acuerdo
José Pinteño. Demoledor, y por desgracia refleja la pura realidad. Pero es lo que interesa a los poderosos. A los ricos. De todas formas, yo soy optimista y pienso que a esto se le dará la vuelta. No será pronto, pero cambiará. Lo malo es que el daño que se está haciendo y se hará mientras dure, es y será enorme. Una pena.
Leandro. Bajaron el nivel en secundaria y dieron el aprobado general, para no figurar de los últimos en el informe Pisa, y hemos llegado a esto. "A que me den el título en la facultad y hacer las prácticas con el el móvil"
Leandro. La información sobre la universidad en Francia se la debo a mi hijo, Oliver, que trabaja de profesor en un liceo de París.