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Mascota Wakyma |
El 18 de septiembre pasado, venía una
crónica con estos titulares en La
Opinión de Málaga:
“Málaga tiene casi el doble de perros que de niños menores de 14 años. El número de canes censados en la provincia supera los 400.000,
mientras que los malagueños cada vez tienen menos hijos”
El diario se quejaba de que “en Málaga ya hay más perros que niños
menores de 14 años. Y es que los malagueños cada vez tienen menos hijos y más mascotas en
casa. En la provincia hay censados 411.364 canes, según datos del Colegio de
Veterinarios de Málaga, mientras que solo hay 254.327 menores de 14 años. Málaga tiene casi el doble de
perros que de niños”.
En 2018 era la provincia
andaluza que más mascotas tenía registradas y la cifra no ha dejado de crecer
en los últimos años. “Actualmente hay registradas 490.992 mascotas, como gatos,
hurones y otros. Sin embargo, los malagueños prefieren los perros antes que
los gatos. El 83,8% de los censados son perros, le siguen los gatos
(76.479), los hurones (1.972) y otras mascotas, entre ellas pájaros o conejos,
que suman un total de 1.177”.
Sin embargo, los niños menores
de cuatro años “siguen siendo menos que los gatos, ya que hay 70.101 niños en
esa franja de edad; 6.378 menos que estos felinos. Por edades, hay 87.238
malagueños en el rango de los cinco a los nueve años y la cifra se incrementa
-aunque no mucho- llegados a la adolescencia: 96.988 son los menores de 10 a
los 14 años”. Ojo al dato, hay más gatos que niños menores de cuatro años, lo
que da idea de por dónde va la familia moderna, de aquí a unos años las
mascotas tendrán el derecho al voto.
El diario denuncia que el número de nacimientos registrados en la
provincia de Málaga sigue a la baja: “La provincia sitúa sus nacimientos en mínimos históricos con
los datos más bajos para un semestre desde que hay registros oficiales (…). En
junio de este año nacieron 915 niños en Málaga, mientras que en el
acumulado de los primeros seis meses del año esa cifra sube hasta los 5.858,
dato que además se sitúa un 8,12% por debajo del balance del mismo periodo de
2019, año prepandemia. A pesar de esto, Málaga es de las provincias con
cifras más altas del país, colocándose en séptimo lugar en el ranking nacional”.
Y es que la inestabilidad laboral y económica es un factor clave y de ahí
que la edad de tener hijos, independizarse o casarse sea tardía. “Los
jóvenes malagueños –sigue diciendo– logran salir de casas de sus padres
rondando los 30, se casan a los 35 años y son los andaluces que más tardan en
hacerlo. Pero es que la provincia envejece y su media de edad va en aumento. A
pesar de ser, por ahora, la quinta provincia andaluza más joven, en los últimos
años la media de edad ha crecido en 3,5 años. Actualmente, la edad media de su
población se sitúa en los 42,96 años”.
La
Opinión de Málaga asegura
que, en la provincia
malagueña más de la mitad de la población convive con algún animal, pero esto
no impide que cada año abandonan más de 1.500 animales. “Según Carmen Manzano, presidenta de la Protectora de Animales de Málaga,
el abandono de los perros de caza se
dispara en la provincia. Los perros que más se abandonan son podencos y
bretones. Durante 2021, hubo 1.304 entradas de perros y 443 entradas de gatos.
A pesar de que la Protectora solo recibe a perros, gatos y hurones, durante el
año pasado llegaron 29 gaviotas y 18 conejos. En comparación con el año de la
pandemia, en 2021 aumentaron las adopciones; 1.328 frente a los 1.099 del año
2020”.
El
porcentaje de nacimientos en Europa es bajísimo, no digamos en España que es
uno de los más bajos del mundo, 2,1 hijos por matrimonio. Francia tiene unos seis millones de
musulmanes y hace años ya calculaban que será un país musulmán en cincuenta
años, mientras que en Bélgica la mayoría
de la población ya es extranjera. Los franceses tienen pánico al futuro que
les espera, un país con mayoría de inmigrantes africanos (argelinos,
marroquíes…), mientras que en España hay dos millones de musulmanes y miles de
venezolanos, colombianos, ecuatorianos…, que al menos son de nuestra cultura y
nuestra lengua. En España no se ha incentivado la natalidad, ahora el Gobierno va a dar una ayuda de 100 euros a los hijos menores de tres
años. Rodríguez Zapatero estableció
unos cheques-bebé por hijo, aunque entonces la mayoría de los nacimientos
en España eran de los inmigrantes. Baste decir que en el País Vasco, el nombre
más común es Mohamed por la fuerte
inmigración musulmana, mientras que en Cataluña la mayoría de los nacimientos también
son de inmigrantes, por lo que seguramente el catalán lo hablarán de aquí a
unos años los descendientes de Jordi
Pujol (su esposa Marta Ferrusola se quejaba entonces de que un parque
infantil estaba lleno de niños castellanos), del Jordi Turul y el resto de la cofradía de la pela. Jordi Pujol impulsó
una política de inmigración, sobre todo del Magreb, esperando que
aprendieran el catalán y después les apoyaran en la independencia, pero esto no
resultó. Al mismo tiempo, restringió la
inmigración de los países de Sudamérica, porque el idioma español es
contrario al nacionalismo de campanario. El
Gobierno vasco hizo otro tanto, por lo que la mayoría de los inmigrantes se
establecen en esas comunidades, donde reciben toda clase de subvenciones y
ayudas.
El nacionalismo se cura viajando, dejó escrito
el escritor vasco Pío Baroja, en los años cincuenta. Se cura saliendo de la
aldea, Barcelona era un modelo de ciudad
cultural europea, mientras que Cataluña era una de las comunidades más
prósperas de España. Hoy Barcelona es la ciudad europea que más delincuencia
tiene mientras que el nacionalismo catalán ha empobrecido la Comunidad con el
tema de la independencia: ha enfrentado a la población con el racismo y con una
ley de educación ilegal, que margina el idioma español en las escuelas y en la
comunidad, a la vez que han huido a la
Comunidad de Madrid unas nueve mil empresas. En cambio, Madrid se ha convertido en la capital
cultural de España mientras que la Comunidad de Madrid es la que más aporta al
producto interior bruto del país.
En la España del siglo XVI, la
población morisca era mirada con recelo y una de las causas de su expulsión fue
porque tenían un porcentaje mucho mayor
de hijos que las familias de los cristianos.
La Unión Europea debería tener una política común con la inmigración, contratar
la mano de obra inmigrante en los países de origen y así evitaría las oleadas
de pateras que vienen a España, pues los gobiernos de Marruecos y de Argelia
permiten el negocio de las mafias, pero no admiten las devoluciones de
inmigrantes. Se puede decir que todo África está entrando por las costas
españolas, sin embargo, las pateras no arriban a las costas francesas,
portuguesas y gibraltareñas, mientras que a Italia ahora llegan menos, por algo
será. El partido de Podemos, socio del Gobierno de Sánchez, pidió hace unos meses que se concediera la
nacionalidad española a medio millón de inmigrantes, cuando hay doce millones
de españoles en riesgo de pobreza. Y no olvidemos que uno de los primeros
actos públicos de este Gobierno, fue el
recibimiento en Valencia que hizo al buque Aquarius, lleno de inmigrantes. Todo
esto provoca el efecto llamada. Hará unos ocho años, entrevistaban en la
televisión británica a un musulmán, que vivía en un barrio de Londres, y dijo esto:
Los europeos tienen perros y gatos en sus
casas, mientras que yo tengo cinco hijos. Y aquí está la explicación de
todo, se puede decir que el futuro de
Europa es de los inmigrantes. Pero si
hay una fuerte inmigración, habrá mayor desigualdad, más personas marginadas y
más problemas sociales.
En SModa de El País, de 1 de junio de 2021, viene este titular: En España hay más hogares con mascotas que
con niños, menores de 15 años. Yo iría más lejos: resulta que estamos
metiendo a los ancianos en las residencias (no a todos, porque no están al
alcance de cualquier pensión), mientras nos encariñamos cada vez más de las
mascotas. Es muy triste ver al caniche ladrando
y echado en el sofá y al abuelo en la residencia, porque se mea en los
pantalones. A esto hay que añadir que hay dos millones de ancianos que
viven solos. Según la ley que se está
tramitando en el Congreso, las mascotas serán consideradas miembros y seres
sintientes, de manera que con tanto progreso y tanta protección, hemos destruido la familia tradicional de nuestros
padres. De la familia con el abuelo
Cebolleta, que le contaba las batallitas a los nietos, hemos pasado a las familias monoparentales, monomarentales (como decía un
botarate el otro día en las noticias de Antena3), la familia trans y así hasta llegar al último modelo: la familia caniche. En definitiva, una sociedad sin conciencia
ni escrúpulos y, lo que es peor, sin futuro. https://en-clase.ideal.es/2022/10/12/leandro-garcia-casanova-el-doble-de-perros-que-de-ninos/?fbclid=IwAR3FqYWs4J60YjQKwhayvPwoz-tkotWpQFOWfhm4wjXRWY89dBTmSvkvCNY
Al leerte, amigo Leandro he recordado una curiosa encuesta que hicieron a dos mil niños británicos sobre qué iban a pedir a Santa Claus. Es decir, algo inofensivo y navideño en el sentido más sentimental y políticamente correcto posible, ¿no? Pues no, porque de la boca de los niños pequeños salieron algunas verdades que, seguramente, preferiríamos no escuchar.
ResponderEliminarPor supuesto, la mayor parte de la lista de cosas más solicitadas era inofensiva y divertida. Los niños piden desde caballos y perros a chocolate o videojuegos. Algunos niños aislados pedían cosas más imaginativas, como una máquina del tiempo, un elefante o la luna.
¿Qué era lo más popular? En la lista de cosas más pedidas por los niños, el primer lugar ha correspondido a un hermanito o una hermanita.
No hay más palabras, señoría.
Amigo José. Hoy los niños europeos se crían en guarderías y la mayoría sin hermanos, de ahí que les gustaría compartir los juegos en casa con un hermano. Incentivar los nacimientos está bien, pero habría que hacer anuncios en los medios o alguien tendría que recordar a la sociedad. Estamos destrozando la familia: los niños en las guarderías, los ancianos en residencias de lo peor, a la vez que nos encariñamos de las mascotas. Es una sociedad decadente y enferma
EliminarHace unos años poco antes de Navidad, hicieron una encuesta a dos mil niños británicos sobre las cosas que iban a pedir a Santa Claus. Y fue sorprendente que la petición que aparecía en primer lugar era un hermanito. Lo he recordado a leer tu artículo, amigo Leandro. Ese es el mundo en el que vivimos.
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