Pepe Pinteño tiene
colgadas en Facebook, con fecha de 24 de marzo de 2020, tres fotografías
y comenta: Son de una teatralización que
hizo don Atanasio después de un concurso de catecismo...
Hay varios
comentarios:
Piedad Zambudio. Está Pepita (la más pequeña) y mi prima Pilar Zambudio Martínez, qué
recuerdos de nuestro fotógrafo Leandro.
Leandro. La foto es antológica, con ese teatro de don Atanasio.
Pepe Pinteño. Arriba están Maruja, su hermano Jesús,
Rosario y la otra, Isabel Giménez. Delante de Maruja estoy yo,
con la vara de alcalde y el otro niño con traje es Andrés ¿el de Eliseo? Un
poco delante de Andrés está Pepe que vivía en la cuesta del río cerca de
la ermita de santo Domingo. Y de las niñas sólo reconozco a Pepita Carasa. El
primero que se ve un poco a la derecha con sombrero es Pepe el de Eustaquia, y
un poco más allá creo que es Juan Ramón, vestido de cura.
Piedad Zambudio aclara: El
que está delante de todo, es mi primo Ramón Zambudio Periago.
Y Pepe Pinteño añade: A la izquierda están Carmelo Zambudio, Juan
Ramón Martínez y mi primo Eloy.
Pepe Pinteño va
enumerando a los niños que aparecen. Quico
el de Hipólito (de obispo)... Delante Pepita Carasa, Pepe que vivía en la cuesta del río,
Joaquín. Con el traje de Primera Comunión Andrés y yo, y por la derecha asoma
la cabeza Pepe el mecánico y por la izquierda también asoma la cabeza y se le
ve muy bien, Antonio el Rubio. No identifico a todos, lo siento. Han pasado
muchos años. Estas fotos me las dio don Atanasio, allá por los años ochenta.
Piedad Zambudio. Que recuerdos más bonitos y que bien lo
pasábamos sin tener nada.
Pepe Pinteño. A mis nietos les gusta ver estas fotos y las
cosas que les cuento de cómo eran estas cosas entonces.
De izquierda a derecha, aparecen de pie Carmelo Parra y Julio
Carasa. Sentados a la derecha, por arriba, están Jesús Romo al lado de Quico el Latas. Fotos de Maruja Martínez
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Jesús Martínez dirigiéndose al público |
Fotografía de Antonio Martínez Lorente.
El 17 de marzo de 2020, Josefa
Carasa, exalcaldesa de Castilleja, me envió un correo electrónico,
comentando mi libro Leandro: Castilleja en blanco y negro (2020). Entresaco este párrafo:
La foto que titulas
‘Primeras comuniones en los años setenta por la calle Huéscar”. Nada más lejos
de la realidad, la niña de la izquierda soy yo, tenía tres años. Íbamos
vestidos para una teatralización que inventó don Atanasio…En el centro, está
Jesús el de Arsenio, que murió a las 14 años’[1].
En la fila de atrás: la reina con su dama de honor. La fila de delante: la
princesa con sus damas. Yo era dama de la princesa. Eso eran prácticas que D.
Atanasio ideó para que, seguramente, hubiera un acercamiento pueblo-Iglesia. En
este sentido organizó otro espectáculo en la plaza Nueva, encima de un tablao,
con la representación de todos los Sacramentos, involucrando a gran parte del
pueblo. Este tema de D. Atanasio es para abordarlo en otra ocasión’.
Yo le contesté: Aquí desfila todo el pueblo, como en la película “Bienvenido Mr. Marshall”, de García Berlanga: desde el cura don Atanasio a Roque 'Pum', nuestros padres y nosotros cuando éramos niños, incluso los que emigraron y los que fallecieron. Cuando se escribe con sencillez, naturalidad y sentimiento se llega al lector, cualquier lector se identifica.
Pepe Pinteño también comenta la fotografía en Facebook: ¡Ah! Y Pepita, así la llamábamos entonces, lleva razón, es ella la que va a la derecha de Jesús, y el de la izquierda se llama Andrés, que vivía por el barrio que había pasado el Ayuntamiento, ¿San Marcos, se llamaba?
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Foto de Piedad Zambudio |
A la izquierda y enclavada en el cerro, se
observa la Cruz Misionera, en el barrio
de Los Evangelistas, que hice en agosto de 2022. Fue colocada ahí por don Atanasio, en los años cincuenta, en
una solemne procesión que salió de la iglesia parroquial de la Inmaculada
Concepción.
José Correa la recuerda así.
Hola, Leandro, buenos días. Hay comentarios
diciendo que cuando Don Atanasio subió la cruz ya había otra que la habían
subido unos misioneros. Eso no es cierto, no recuerdo tal cosa. La cruz la
subió Don Atanasio a sus hombros desde la iglesia por la Eras Altas hasta su
sitio, se formó una procesión bastante numerosa y las mujeres iban llorando,
era emocionante y muy simbólico, yo era monaguillo y lo recuerdo perfectamente,
quisieron ayudarle unos hombres por la mitad del camino pero él no consintió.
Fue un pasaje histórico para el pueblo. Pues no sé si habrá fotos, pero si hay
alguna ya sabes quién las hacía. De los monaguillos, había uno de Pedro Terrón,
otro de Gallardo, otro de la Campanera y también conocí a Antonio Guirao
Casanova (el misionero), que era de los mayores, yo era de los más pequeños.
Las canciones, pues, Amante Jesús mío, Perdona a tu pueblo señor, No me mueve
Señor para quererte. A los 60 años más o menos, me lo encontré en la ermita de
los Olivos oficiando las bodas de plata, hablo de Antonio Guirao, me dio una
gran alegría porque no lo había visto desde que se fue al seminario. Esto fue
en el mes de julio de 2013.
Leandro. Yo me lo encontré hace dos años en la iglesia de Castilléjar, me dio alegría pero él llevaba prisa. No lo veía desde que tenía unos doce años, y me habló de los misioneros a ver si yo...
El 25/03/2020, José Correa me escribió esto: Todo hay que decirlo: Don Atanasio, fue el que subió la Cruz Misionera a los Evangelistas, la subió a los hombros él solo, en procesión. Doy fe porque era monaguillo y lo acompañé.
Fotografía de Pepe. En la imagen están don Atanasio y Pepe Pinteño, que iba a
visitarlo a la residencia de Málaga, donde se encontraba internado. Le pido que
me hable del párroco y me escribe a primeros de septiembre.
Los últimos años cincuenta del pasado siglo
anticipaban ya el enorme cambio que iba a sufrir España tanto en el campo
económico como en el social y laboral. Como sabemos fue un cambio sustancial en
todos los campos. Pues en esos últimos años cincuenta llegó a Castilléjar don
Atanasio como cura párroco. No sé si había estado ya en algún otro pueblo, pero
lo cierto es que era muy joven, y muy activo. No paró, en los aproximadamente
cinco años que estuvo en el pueblo, de organizar actividades para todo tipo de
gente, jóvenes, niños o adultos. Tengo un gran recuerdo de don Atanasio, pero
quiero aclarar que me consta que era un hombre de su tiempo, con los
inconvenientes que eso significa en el sentido de autoritarismo y cosas así. No
pretendo idealizar nada. Eso sí, lo encontré, años después en Málaga y lo traté
bastante hasta que falleció hace pocos años, y puedo afirmar de forma rotunda
que era otro en el sentido de rigideces y demás. Siempre fue exigente consigo
mismo, pero de una amabilidad y misericordia para con los demás, extraordinarias.
Un hombre flexible y de amplias miras. Siempre dispuesto a servir a quién lo
necesitara.
Todo lo anterior para decir que entre las
actividades que organizó don Atanasio y en las que participé, está un concurso
de catecismo para niños y adolescentes. En aquellos tiempos la memoria era algo
muy importante. Y se trataba de competir con el resto de niños y niñas sobre el
contenido del catecismo. En realidad era una manera de acercar a los más
pequeños a Dios y a la Iglesia. Recuerdo aquellos tiempos como algo fantástico
y estupendo. A los niños nos encantaba competir. Nos lo pasábamos muy bien.
Lógicamente y como todo concurso, había que dar un premio a los campeones. Y
aunque estábamos en aquellos años tan distintos a los actuales, no sólo hubo
premio para los mejores sino que los hubo para una mayoría. Eran tiempos de
escasez y no abundaban los artículos necesarios, menos todavía las cosas
superfluas. Lo digo porque los premios consistían en ocupar algún puesto en una
especie de representación que hizo don Atanasio, imagino que con mucha ayuda,
en la plaza del pueblo, el día de las primeras comuniones por la tarde. O sea
que eligió bien la fecha para que participara toda la gente. Recuerdo que la
plaza estaba abarrotada. No cabía ni un alfiler. El espectáculo fue sencillo,
pero volviendo a aquellos tiempos en los que aún ni había llegado la
televisión, cualquier cosa que se saliera de la rutina ya era un hecho
extraordinario. Se puede ver en las fotos que se fue colocando a niños y niñas
en distintos sitios en la tarima que supongo montó el Ayuntamiento para que
todo el mundo pudiera ver cuánto sucedía allí arriba. El acto empezó con una
procesión de la que no recuerdo qué santo fue procesionado, pero se trataba de
dar “espectáculo” para todo el pueblo y que los participantes en el concurso,
todos los participantes, se sintieran protagonistas de alguna forma con el
papel asignado en la procesión. En estas cosas don Atanasio era un genio. Y al
mismo tiempo, los familiares de aquellos infantes, también tuvieran momentos de
alegría o regocijo por ver a sus hijos e hijas participar en todo aquello. Al
final de la procesión fue cuando se iba llamando a los que tenían que ocupar
los distintos puestos. Y así tenemos, como se puede ver en las fotos, el obispo,
yo creo que no es el Papa, que es un obispo aunque tampoco estoy seguro; bueno,
el rey, la reina, las damas de honor que las había entre las más mayorcitas y
entre las más pequeñas, el alcalde, el secretario, curas, maceros (que nunca
supe qué era un macero), etc, etc. Ya digo que se trataba de que cuántos más
tuvieran un papel, mejor sería. No se buscaba protagonismos particulares sino
protagonismo colectivo o, al menos, mayoritario. Fue un acto muy bonito del que
seguramente se habló en el pueblo durante algunos días.
Del tiempo que don Atanasio estuvo en el
pueblo apenas tengo recuerdo ya que era muy pequeño. Recuerdo el acto de las
fotos porque fue importante para mí, pero otras cosas se han borrado de la
memoria. Sé más de él por comentarios que escuché después como el que hizo mi
madre un día diciendo que las predicaciones que hacía eran impresionantes, que
dejaba a la gente embobada dada la fuerza, originalidad y profundidad de su
oratoria. Que era un gran orador. Lo cierto es que era muy apreciado por todo
el mundo y logró una participación mayoritaria en la vida de la iglesia. Puede
que tuviera detractores o gente que no le pareciera bien lo que hacía o cómo
actuaba pero a mí no me consta. Lo que yo recuerdo y se percibía en el ambiente
es un aprecio grande de la gente con él. Recuerdo que el día que se fue del
pueblo que una masa enorme de gente se concentró en la puerta de su casa para
despedirlo mientras se cargaban sus cosas en el camión de Casildo. Y, ya digo,
que en Málaga lo traté bastante desde el año 1979 hasta que falleció en la
residencia “El Buen Samaritano”, de Churriana, en Málaga, el 18 de diciembre de
2020, y de todo este tiempo sí que podría escribir casi un libro sobre él, y
todo, repito, todo, sería para decir cosas buenas de él. Los años en que lo
traté en Málaga fue un sacerdote y un hombre de una talla espiritual y humana
muy grande. En estos años pude comprobar personalmente que lo que decía mi
madre sobre su oratoria no era una exageración. Daba gusto escucharlo. Aunque
en el trato cercano era todavía mucho mejor. Siempre lo vi como un hombre de
Dios
Yo le contesto: Es un obispo el que sale en las fotografías,
cualquiera se atrevía a representar al entonces papa Pio XII, con lo serio que
era.
Don
Atanasio, en la puerta de la iglesia, con las autoridades y las mujeres de
Acción Católica. Foto de Cirilo vico
Copio este párrafo del artículo La verdad sobre don Eloy (el maestro don Eloy Ferrer), que viene en mi libro Artículos del Altiplano y de Granada: En su expediente, consta otro informe de Atanasio Martínez, cura ecónomo de Castilléjar (09/06/59): ‘Es una persona de intachable conducta moral y religiosa, y de probada honradez y fidelidad’. Este informe favorable dice mucho del párroco, en aquellos años de fuerte represión del franquismo, juicios sin garantías y encarcelamientos. Don Atanasio fue un cura de su época, de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, recuerdo que sostuvo una discusión con mi madre porque se quejó de que mi hermana se ponía pantalones, cuando montaba en la bicicleta. Entonces, muchas mujeres casadas solían llevar el pañuelo en la cabeza y el velo durante la misa y los oficios religiosos. Sin embargo, en Castilléjar no hubo ningún párroco como él que montara esas representaciones religiosas, teatrillos con niños vestidos de obispo, de curas, de alcaldes, maceros, monaguillos con bonete, de primera comunión, de damas de honor… También protagonizó la mítica procesión con la cruz a cuestas, por las Eras Altas y los Evangelistas, hasta el cerro que desde entonces lleva el nombre de la Cruz Misionera. Una multitud de feligreses asistían con asombro y admiración a aquellos espectáculos, del joven sacerdote con inquietudes teatrales y alma de misionero, en un pueblo perdido del Altiplano. Quiero imaginar la escena de la despedida que le hicieron los castillejanos, en la puerta de su casa, la mayoría serían mujeres como las que se aprecian en la imagen de arriba. Don Atanasio ya forma parte de la historia de Castilléjar, aunque siempre llegamos demasiado tarde. Los niños que aparecen en las imágenes tienen hoy entre sesenta y setenta años, y algunos de ellos fallecieron. Mi agradecimiento a cuantos me han proporcionado información y fotografías para elaborar este artículo, finalmente añado esta semblanza sobre el párroco, que me ha enviado mi amigo Pepe Pinteño.
Posdata. Las fotografías en blanco y negro fueron hechas por mi padre, Leandro, a finales de los años cincuenta. En la parroquia de la Estación de Guadix estuvo varios años y, cada vez que paso por esa iglesia vanguardista, me acuerdo de don Atanasio aunque apenas recuerdo su paso por el pueblo. Pepe Pinteño y José Correa me han transmitido el cariño por él.
Las fotos de los niños disfrazados en la representación teatral religiosa son impresionantes, ahí estaba siempre mi padre, Leandro, con su máquina de retratar, a cualquier hora de cualquier día, para inmortalizar o dejar constancia de esos momentos, fuera un teatrillo, una procesión, una boda... Son imágenes que han estado guardadas en un baúl o en un cajón, durante setenta años (Pepita tenía tres años en 1957), pues don Atanasio se las entregó a Pepe Pinteño en los años ochenta, además de las fotos que aportan Maruja Martínez, Piedad Zambudio, Antonio Martínez Lorente y Cirilo Vico. A mi padre le gustaba la fotografía y se sabía el oficio, aunque no supo o no quiso transmitirnos esa sabiduría a los hijos. Yo me pasé horas con él en el laboratorio. Estas fotos en blanco y negro recuperadas nos hacen querer y comprender más a nuestro pueblo, pero no tuvieron la dicha de salir siquiera una pequeña reseña en la prensa, o ser publicadas en alguna revista, sino que de aquel acto grandioso ya no se habló más. Entonces colaboraron las mujeres haciendo las sotanas, roquetes, bonetes, trajes de primera comunión…, también aquellos niños que se aprendieron los papeles, y los padres que les animaron y colaborarían económicamente. También colaboraría el ayuntamiento, con alguna ayuda y material, sin olvidar al pueblo que acudió masivamente. Pero todo aquel acto ceremonioso fue ideado por ese párroco de veintitantos años, con su enorme vocación y muchas ideas en su cabeza. Este artículo quiere rendir un homenaje a cuantos participaron en aquel acto.
[1] Falleció de cáncer, siendo seminarista de Guadix, los jesuitas le trajeron un medicamento del Japón pero “vino tarde, ahora con la quimioterapia se hubiera salvado”, me dice su hermana Maruja Martínez, pues somos primos. Un tiempo después el Seminario editó un folleto, con viñetas, de un seminarista con vocación pero en realidad se basaba en la enfermedad y muerte de Jesús. Recuerdo que aquellas viñetas me llamaron la atención cuando estaba en el Seminario.