lunes, 19 de agosto de 2024

ACCIDENTES DE TRÁFICO EN GUADIX

 

Arcén para girar a la izquierda


El pasado 13 de agosto se produjo otro accidente de tráfico en la Avenida de Medina Olmos, sobre las 15 horas. Un turismo giró hacia la calle de Lepanto (estaba estacionado en la citada avenida y giró a la izquierda, pues está permitido y señalizado) pero un motorista que venía de frente frenó para no colisionar y se clavó el manillar en el pecho. Cayó al asfalto, contusionado y con dificultades para respirar, poco después vino la ambulancia y lo llevó al hospital. Como no tenía fracturas en el cuerpo, le administraron calmantes y varias horas después le dieron el alta. Según dicen, se han producido cuatro accidentes en el mismo sitio, baste recordar el fallecimiento del joven repartidor el pasado 26 de abril, a las 14 horas, cuando el tráfico es mayor. El motorista iba por la avenida, frenó la moto y cayó al asfalto para no colisionar con un camión que se cruzó, para girar hacía la citada calle. Pero el conductor no se apercibió de la caída y desgraciadamente el camión pasó por encima de él. Casi a la misma hora y con un tráfico intenso, se ha repetido el mismo accidente pero esta vez no se ha producido ninguna tragedia. 

Entrando en la calle de Lepanto

Voy a tratar de exponer el peligro que conlleva esta maniobra: para girar a la calle de Lepanto, los conductores, estacionados en el lado derecho de la avenida, tienen que mirar por el espejo retrovisor, pues no pueden girar la cabeza 180 grados, y esperar a que no venga ningún vehículo o moto, de frente y por detrás. Creo que ese giro a la izquierda no reúne las condiciones de seguridad y lo he comprobado el día 14: no se puede calcular la distancia de un vehículo, a través del espejo retrovisor, en una avenida con bastante tráfico. La prueba es que ya ha habido varios accidentes de tráfico.


El vehículo gira con el semáforo en verde

Unos cuatrocientos metros más arriba hay una isleta donde los vehículos pueden girar a la izquierda, cuando el semáforo se pone en verde, hacia la calle Camino del Vivero, por donde entran los autobuses a la estación. Aquí no existe peligro, pues hay dos semáforos: para los vehículos que continúan por la avenida y para los que giran hacía la citada calle. Por otro lado, hay que destacar lo siguiente: desde la Estación de Servicio Repsol (enfrente del Camino del Vivero) hasta la rotonda de la Plaza de las Américas, hay doce semáforos. Cuatro están a menos de cincuenta metros de distancia y otros cuatro a unos cien metros, a esto hay que añadir que los pasos de peatones de los semáforos suelen durar, cuando están en verde, más segundos que los semáforos de Granada. El resultado es que la Avenida de Medina Olmos casi siempre está atestada de vehículos y el tráfico es lento, debido al enjambre de semáforos, con la consiguiente contaminación.

Las Gabias tiene las calles de Progreso y Real de Málaga que la atraviesan de Este a Oeste, y son casi tan largas como las Avenidas de Mariana Pineda y de Medina Olmos juntas. Tiene una población de unos 24.000 habitantes, mientras que Guadix está es unos 17.000, aunque hay que añadir que al ser capital de la comarca y tener comercio, vienen muchos comarcanos de compras. Sin embargo, a dos km de Las Gabias pasa la A-44, la segunda circunvalación, en dirección a Motril, por lo que los vehículos de Churriana y de Cúllar Vega la atraviesan cuando se dirigen a la Costa o bien a Jaén, Madrid y Murcia. Pero las diferencias que observo son las siguientes: Las Gabias tiene seis semáforos (duran menos segundos para los peatones) y además once pasos de peatones; mientras que Guadix tiene doce semáforos en el citado tramo, más dos en la Avenida de Mariana Pineda, y siete pasos de peatones. Como es natural, el tráfico en Las Gabias (con ocho semáforos menos) es más fluido y no tiene tantos accidentes como Guadix. Soy amigo del último accidentado y me pidió que escribiera sobre este punto negro. Has tenido suerte, le dije. Esperemos que los próximos días de feria transcurran con tranquilidad.




Posdata: 
Quiero expresar mi agradecimiento a la Policía Local de Guadix y a la Corporación Municipal del Ayuntamiento (la modificación fue aprobada por unanimidad en febrero pasado), al prohibir el giro hacía la calle de Lepanto y anular el carril derecho, habilitado para ello. Esta información de la Policía me la ha enviado la mujer del accidentado, dándome las gracias por el artículoEn ‘Accidentes de tráfico en Guadix’ denunciaba que se habían producido cuatro accidentes de tráfico, con una víctima el pasado abril. Ayer, 22 de agosto, lo anularon. Van 3.111 lecturas

viernes, 16 de agosto de 2024

CARTA A MI MAESTRO

    




Copio algunos comentarios de antiguos alumnos de Castilléjar, sobre mi artículo, Las viejas escuelas, que escribí en 2003, y lo he publicado recientemente en Facebook.

https://blogdegarciacasanova.blogspot.com/2012/12/las-viejas-escuelas.html

José. Leandro, eres un máquina. Estupendo tu comentario sobre aquellos tiempos ya tan lejanos, pero que no se borran de la memoria y de los que casi sólo recordamos las cosas buenas. Como es lógico recuerdo todos los nombres que citas, aunque no sé a qué Carmen te refieres diciendo que ha fallecido hace dos años. Muy bien por tus escritos.

Leandro. Gracias por tu generoso comentario, paisano José, aunque no sé quién eres. Este artículo lo tenía en el baúl de los recuerdos y casi no lo recordaba: resume cómo fueron aquellos años de la infancia. Me refiero a doña Carmen, la maestra, la mujer de Jesús Martínez, que falleció en Granada.

Granada Sandoval. Hola Leandro, me ha gustado mucho leer tu escrito sobre las escuelas de antes, lo describes tal cual. Recuerdo tal como dices aquellas latas del brasero, única calefacción que nos hacía algo agradable las horas de clase, aquellos cánticos de entrada y salida, las tablas de multiplicar, las letanías de rezos y la disciplina aplicada. Me ha gustado recordarlo y te felicito por refrescarnos la memoria con tanto acierto. Una razón.

Leandro. Gracias por tu comentario, amiga Granada Sandoval. Este artículo lo tenía olvidado y me he deleitado con la lectura y los recuerdos que me traía. Hace dos días, una prima me decía en Galera, esta es la casa donde vivía don Andrés (iba y venía a Castilléjar en moto por un camino de tierra), mientras que una amiga de mi prima me dijo que era familia del maestro. A esta edad tardía uno se detiene en los recuerdos y en los pequeños detalles de la infancia, en ese otro mundo que idealizamos. Un abrazo

Hombre. Yo también estuve en esas escuelas creo que les llamaban la Tercia

Mujer. Yo también fui muchos años y esa fue mi escuela

Hombre. Yo también fui a esas escuelas

Hombre. También estaba Doña Petra, que era excelente

Leandro.  La última vez que vi a doña Petra en Granada, me dijo: "Me hubiera gustado tener una hermana". Un tiempo después se fue a vivir con un familiar a otra provincia

Mujer. Yo también fui a esas escuelas, yo me acuerdo de Doña Petra que vivía en la cuesta yendo para el río. La de Don Miguel estaba donde dices, que daba al patio donde nos concentraban antes de entrar en clase

Leandro.  Las niñas estabais en la planta de arriba, para estar separadas de los niños

Mujer. Si, Leandro, estábamos en la planta de arriba, aunque yo empecé abajo con una hermana de un cura que se llamaba Carmen

Mujer. Yo también estuve con ella, con seis años empezábamos el curso, y después con doña Luisa, también estuve en el colegio de los Evangelistas con otras dos maestras, una era la mujer del médico que había entonces en el pueblo y otra creo que era novicia o algo así, era monja jovencita... que buenos recuerdos

Leandro.  Como anécdotas recuerdo que echaron en clase algunas películas mudas de el Gordo y el Flaco, y en otra ocasión vino un inspector de Enseñanza a preguntarnos a los alumnos de don Miguel Lozano

Mujer. Pili, yo me acuerdo de ti de ir a la escuela, yo también estuve con doña Petra, doña Luisa y doña Carmen, para mí la mejor fue doña Carmen

Hombre. Doña Luisa tenía muy mal genio…, todos los niños con miedo, así era en aquellos tiempos 

Leandro.  Voy a contar una anécdota cuando yo tenía seis o siete años. Mi familia era vecina de doña Luisa, un día mi hermana y unas amigas estaban jugando a la comba en el soportal, donde mi padre repartía las cartas. La madre de doña Luisa salió con unas tijeras y le dijo a las niñas: “Como la cuerda pase de la mitad de las losas, la corto”. Y de tal palo...

Mujer. De Gloria si me acuerdo de ella, en mi clase había una, supongo que es tu hermana. ¿Y  tú también venías a la misma clase? Qué alegría me da cuando leo de gente que se acuerda de mí, es como volver atrás en el tiempo y poner cara a la gente y vivir esos años de nuestra infancia que nunca volverán pero no olvidaremos

Mujer. Eso me pasa a mí, éramos muchísimas niñas y niños, recuerdas con las que hemos tenido contacto o por vivencias, la pena que entonces no había lo que tenemos ahora… Para mí uno de los grandes maestros de Castilléjar fue D. Emilio y de los Olivos, Doña. Isabel, así como Antonio ‘el Quito’, los recuerdo con mucho cariño, eran grandes personas

Mujer. Pues sí María una pena que no tuviéramos el móvil como hoy. Y sí creo que la mayoría pensamos en Don Emilio y Doña Carmen y eso que son los que mejor nos trataban. Que lastima que yo solo los tenía de suplencia

Mujer. Si yo iba a la misma que mi hermana Gloria, ella vive en el pueblo, ¿te acuerdas de las Casas Baratas?, pues ahí vive ella

Mujer. Pues entonces, Leandro, ya sé de dónde venía el carácter de la maestra… Menudo genio, eso tampoco se olvida

Leandro. Tengo la imagen grabada, la madre amenazando con las tijeras a unas niñas que jugaban a la comba. Mi madre no se lo hubiera permitido y con doña Luisa no tuvo problemas porque las dos tenían bastante genio… Yo también tuve maestros que me pegaron y castigaron o más que a vosotras, hasta el párroco me daba capones por ayudarle y echar muchas horas de monaguillo. El método era “la letra con sangre entra” y en esos años nos enseñaban a palos. Muchos años después he tomado café con algunos maestros y los he visitado en su casa, cuando ya no podían salir a la calle. Aquella época no daba para más y no podemos juzgarlos con la mentalidad de hoy. El escritor francés, Albert Camus, cuando le concedieron el Premio Nobel en 1957, lo primero que hizo fue escribir una carta de agradecimiento a su maestro porque a él le debía haber cursado estudios.

Mujer. No sé ni cómo podíamos ir al cole como corderitos sabiendo lo que nos esperaba. Lo bueno era cuando se rompía la regla con la que nos daban y lo contentas que nos poníamos. Pero al día siguiente la niña del carpintero le llevaba otra y se rompía la magia... jajajaja

Leandro. Nosotros nos restregábamos las manos con ajos porros porque pensábamos que así no nos dolían los reglazos… Nosotros, tan convencidos de los efectos milagrosos de los ajos porros, hasta que te arreaban un reglazo y entonces decíamos, ‘!joer!’


Las escuelas, de Castilléjar. Años cincuenta


Mujer. Yo también me acuerdo de todo esto, era lo que había

Leandro. Antes las escuelas funcionaban así, hoy es un mundo completamente diferente

Hombre. Había un maestro sordo que, al entrar en la clase, se quitaba el cinturón, lo enroscaba en la mesa para imponer temor y si veía jaleo cogía el cinto y daba correazos a tajo parejo, a toda la clase menos a Miguel Zambudio porque era más bajito, se salvaba casi siempre.

Leandro.  Sería don Pedro ‘el Sordo’, se dormía, formábamos jaleo en clase y nos arreaba con la correa… Cuando falleció el marido de doña Carmen, Jesús Martínez, en 1990 (yo lo veía cuando iba de vacaciones a Granada), ella se fue a vivir con su hermana, que vivía en el piso que estaba por encima del de mi madre… De don Miguel recuerdo los dictados, también la lectura, nos ponía a 6 o 7 niños de pie, haciendo corro alrededor de su mesa, y leíamos algún cuento. Ponía en la pizarra una serie de cantidades de seis o siete cifras, pero yo todavía no sabía leer los números y alguno de al lado me soplaba: 2.493. Y así estuve un tiempo

     En 1930, en una humilde casa de la Argelia francesa, un maestro trata de convencer a una familia para que su hijo continúe con los estudios en vez de obligarle a ponerse a trabajar. Esta escena, tan repetida en todas las épocas, tuvo dos protagonistas: el maestro, Louis Germain, y un alumno brillante, Albert Camus, que era nieto de españoles. Esta fue la carta de agradecimiento que el escritor le dedicó a su maestro, poco después de recibir el Premio Nobel.

 

     A su madre le dedicó la novela El primer hombre, con esta frase: “A ti, que no podrás jamás leer este libro”. Ella no pudo leer ninguna de sus obras, porque era analfabeta.  

https://en-clase.ideal.es/2024/08/15/leandro-garcia-casanova-carta-a-mi-maestro/?fbclid=IwY2xjawEqrsVleHRuA2FlbQIxMAABHSpPDQHx3_lkiKg0u8spHOXscKBQcJKNcyJ_g2knoXpGyv_sRuNELOTNgg_aem_KgXQv8pAAVZNgYZWdvOUeg


Comparación de la Calle del Agua, actual y antigua. Nines S. Navarro