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La tahona de Rosa |
El
23 de enero pasado colgué esta fotografía en mi portada de Facebook, la compartí de La
Guardia Jaén y venía con este comentario: San Antón mete a las Abuelas en un rincón y San Sebastián las saca a
pasear. El horno de pan, Sierra Mágina a principios del siglo XX. El refrán
yo lo conozco así: Por San Antón, la
vieja en el rincón. He puesto solamente las letras iniciales de quienes
comentaron la foto (todas son mujeres), para que no figuren los nombres y
apellidos. Yo le añadí este texto: Esta
foto me trae tantos recuerdos, que se me saltan las lágrimas. Te lleva a la
infancia.
M.T. A mí también,
qué tiempos
C.P. Pues a mí. Me
gustaban aquellos tiempos, será porque no pasé hambre.
Leandro. Por los
vestidos, la foto puede ser de la años treinta o cuarenta
Leandro. C.P. Creo
que la foto me hace verme como un niño
M.T. A mí me recuerda
los inviernos al lado de la lumbre
Leandro. La abuela
haciendo ganchillo y las jóvenes sacando pan
F. R. Recuerdos que
nunca olvidaremos
Leandro. No sé por
qué me trae tanto sentimiento
F. R. Nos hacemos
mayores y somos más vulnerables y sensibles. El tiempo se nos va
acabando...
P.M. Yo recuerdo a mi
abuela vestida así
Leandro. Ahora me doy
cuenta que la vieja que está sentada me recuerda una foto de mi bisabuela
paterna, que vivió en La Alquería (Galera)
M.C.M. Cómo olvidarlo
la mente te lleva a esos dulces recuerdos de la infancia. Saludos, un fuerte
abrazo
Leandro. Más
nostálgicos y un retorno al pasado. Un abrazo
L. G. Le parece a tu
abuela Blasa, qué tiempos aquellos
Leandro. La recuerdo
con el pañuelo en la cabeza y la falda negra hasta los pies. La foto en
sepia, las sombras del fondo, las sillas de anea. Cuanto nos dice de aquella
época miserable
Leandro. Copio esto,
creo que será de los años treinta. Preciosa foto del Dr. Arturo Cerdá y Rico,
hecha en La Tahona de Rosa, en la calle Horno Bajo en Cabra de Santo Cristo
D. G. B. Los que
vivimos aquélla época también disfrutamos de un tiempo que jamás vamos a
recuperar, familia, primos, para mí fue una de mis mejores años de mi vida
ahora lo tengo todo pero me faltan aquellos días de mi infancia y lo
más importante la familia unida
Leandro. A nuestra
edad vas rebobinando y te acuerdas de la infancia, de tus padres y hermanos, de
los conocidos... Todo ese mundo ya no existe más que en nuestra imaginación
pero esta foto es un espejo que te trae muchos recuerdos sentimentales
P.M.H. Mi abuela vestía
así, ella jamás cambió ni cuando vinimos a Barcelona, ella se paseaba así
vestida, nunca cambió y era buenísima
Leandro. Se
encontraría fuera de lugar, pero eso dice mucho de ella que no renunció a su
vestimenta
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Portada del catálogo |
La imagen parece
sacada de la obra de teatro La casa de
Bernarda Alba (en realidad el personaje principal se llamaba Frasquita Alba, de La Asquerosa, el actual pueblo de Valderrubio), del poeta Federico
García Lorca, al que su familia aconsejó que le cambiara el título. Precisamente,
el poeta granadino denunció también que en España
había más de veinte mil vírgenes, esto es, mujeres que no se casaban por un
motivo u otro. Pero la fotografía en sepia, la
Tahona de Rosa (en Guadix hay
una calle llamada Atahona, donde
habría un horno), dice mucho de la vida miserable de los españoles, en los años
treinta, y nos recuerda las faldas largas, los chales y los pañuelos en la
cabeza, que llevaban nuestras abuelas y bisabuelas, incluso las mujeres
jóvenes, vestidas de negro de la cabeza a los pies. De cuando nuestras madres
eran unas niñas y correteaban por las calles. En aquellos años, el setenta por
ciento de la población española era analfabeta, por lo que podemos hacernos una
idea de los abusos del caciquismo y de la oligarquía, sobre todo en el medio
rural. El porcentaje de pobreza rondaría el noventa y tantos por ciento, mientras
que un ochenta por ciento de la población estaría dedicado a la agricultura. En
esa época la mortalidad infantil era mayor que las muertes por causas naturales:
por gastroenteritis, pues bebían el agua sin ninguna clase de tratamiento, de
las acequias y de los ríos, por raquitismo, sarampión, falta de higiene,
desnutrición… La vida media de los españoles no llegaría a los sesenta años, pero
ellos eran felices a su manera, dentro de la pobreza, pues no había otra cosa. Es
más, yo diría que más felices que la sociedad de hoy, pues había más
solidaridad y la familia estaba más unida. El 1 de octubre de 1931 la II República aprobó el voto femenino,
pero antes se produjo un famoso y acalorado debate en las Cortes: la diputada socialista Clara
Campoamor era partidaria de aprobar el voto, mientras que la diputada del
Partido Radical, Victoria Kent, sostenía
que las mujeres votarían a la derecha, como así ocurrió en las elecciones de
1933, que ganó la CEDA debido al
voto conservador femenino. Ninguna de las dos diputadas salió elegida en esas
elecciones y sus partidos las culparon del desastre.
En los años treinta no
había desempleo, ni pensiones, ni ayudas, aunque estaba el seguro social (por
el que los obreros pagaban una perra gorda en los años veinte, de ahí el nombre
de la Casa de la Perra Gorda, en la
Gran Vía). En las casas convivían hacinados los abuelos, los hijos y los
nietos, mientras que en el medio rural no había luz eléctrica ni agua corriente.
Llevaban una vida penosa, el trabajo en el campo era de sol a sol, con un
salario ínfimo que apenas daba para vivir. En el mes de julio, los segadores
andaluces se marchaban a trabajar a Castilla
La Mancha y después a Castilla León.
Los jornaleros de Andalucía hicieron
numerosas huelgas durante la II
República, mientras que en Extremadura
llegaron a ocupar gran parte de las tierras de los propietarios. En 1953, el Gobierno de Franco retiró las cartillas
de racionamiento (yo conservo de mis padres los cupones de leche en polvo
americana que daban en Castilléjar)
y nuestros padres decían: ¡Niño, come pan!
Esta frase vendría de los abuelos y bisabuelos, porque el pan era la base
de la alimentación mientras que el cerdo fue la despensa del pobre. Una campesina de un pueblo de Málaga, decía en televisión no hace
mucho: Mi abuelo comía todos los días
migas, sin nada de carne. Recuerdo a un abuelo nostálgico que me decía,
hace bastantes años: Antiguamente, los
hornos desde lejos echaban un olor fuerte a pan, mientras que hoy no huelen a
nada. En algunos pueblos todavía se puede percibir ese agradable olor que
sale de la tahona. El economista y antiguo militante del Partido Comunista, Ramón Tamames, decía que el agua que le
echaban a un kilo de harina, esa diferencia de peso, era la ganancia que
obtenían los panaderos en los tiempos de la II República. Después vino la Guerra
Civil, la peor tragedia de la historia de España, y la posguerra con la
represión y el racionamiento. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX,
han progresado los países occidentales más que en toda la historia de la
humanidad y hoy la vida es mucho más llevadera y confortable. Ojalá no tengamos
que volver a esos tiempos de nuestros antepasados, de absoluta miseria, como
hoy está ocurriendo en Ucrania, a
unos miles de kilómetros de España.
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Autorretrato de Arturo Cerdá |
Arturo Cerdá y Rico nació en Monóvar (Alicante), en 1844, en una familia de la
burguesía agraria, y falleció en Cabra
del Santo Cristo (Jaen), en 1921. Estudió Medicina en Madrid y finalizó sus estudios
universitarios en 1868. En 1871 se trasladó a la localidad jiennense de Cabra del Santo Cristo para ejercer
como médico, donde contrajo matrimonio y se afincó de por vida. En el último
tercio del siglo XIX se dedicó a la fotografía, como operador aficionado, donde
descollará por la calidad de sus creaciones y por la cantidad de instantáneas
realizadas. En 1898 mandó construir una casa especialmente diseñada para
practicar la fotografía, tenía un patio interior con luz cenital y una
habitación pensada para ser laboratorio de revelado. La casa fue centro de
reunión de varios fotógrafos aficionados jiennenses, donde intercambiaban sus
instantáneas. Cerdá y Rico viajó por
España, norte de África y Europa, en
todos sus viajes tomó numerosas fotografías. Participó en bastantes concursos y
exposiciones fotográficas de carácter nacional e internacional, y varias fotos
suyas fueron publicadas en revistas especializadas españolas e inglesas, en los
primeros años del siglo XX. Aunque tuvo predilección por el pictorialismo, la fotografía
etnográfica, las placas autocromas y el reportaje gráfico, también cultivó la
fotografía estereoscópica. Son conocidas sus imágenes del antiguo balneario de Zújar y, durante sus estancias en Granada, se hizo amigo del pintor José María Rodríguez-Acosta. En 2006,
la Fundación Albaicín organizó en Granada la exposición El
Albayzín de Cerdá y Rico (1898-1909), en colaboración con la Asociación Cerdá y Rico (estaban dos hijos del fotógrafo), que editó un catálogo de 145 páginas
con fotografías costumbristas del autor, sobre la Granada de la época.
Enlace de la exposición: https://es.calameo.com/read/001329681eac7484b3fd6
Ideal en Clase: https://en-clase.ideal.es/2023/02/02/leandro-garcia-casanova-la-tahona-de-rosa-de-arturo-cerda/?fbclid=IwAR3Ie-THvsNLMJZXnj-5hwWY4irhPJhaOG_g1Y9cumTIruhsikZLFbxhcW0