Cuando
jugábamos al fútbol en el pueblo, teníamos que limpiar los montones de
estiércol de las eras -entonces las pulgas nos comían- y mover aquellos rulos
de piedra del Paleolítico. Ir en bicicleta de Castilléjar a Galera -16 km ida y
vuelta-, jugar el partido y regresar cansados de noche, por aquel camino de herradura,
era una bonita aventura de unos chavales de quince y poco más años que ponían
toda la ilusión del mundo y sin ayuda de nadie. Para organizar el partido de
fútbol, íbamos a la operadora de la centralita del teléfono para que nos
pusiera con la operadora de la centralita de Galera: Mire usted, a ver si
puede hacer el favor de llamar a Pepe, el hijo de Encarna, para organizar un
partido de furbo. La buena mujer mandaba a alguien que le diera el recado a
Pepe y, mientras iba y venía, nos tirábamos toda la mañana en la centralita.
En
1968, ¡cuántas sensaciones!, cuando llegué a ver al Real Madrid de Gento,
Velázquez y Amancio pasándose la pelota en el estadio Los Cármenes, a unos
metros de donde yo me encontraba, y a Ñito (Ciprianito), el portero del Granada
haciendo de las suyas... Gento dijo entonces que el estadio Los Cármenes
parecía una era. Recuerdo que algunas tardes acompañaba al maestro don Miguel
Lozano, dando un paseo por la carretera de tierra del pueblo, mientras oíamos
por el transistor Radiogaceta de los Deportes, en la Cadena Ser, que entonces
comenzaba su andadura. Pero todo aquel mágico mundo del deporte en que yo vivía
se vino abajo bastantes años después. Con los millones que costaban los grandes
fichajes del fútbol, vinieron oscuros empresarios y personajes grotescos:
zafios como Jesús Gil o impresentables como Ruiz de Lopera, del Betis... Incluso
el entrenador del Real Madrid, el mítico Amancio, le llamaba la atención al
joven Butragueño porque no le gustaba que estudiara la carrera de Economía, en
sus ratos libres, lo que da idea de la pobreza intelectual del fútbol.
Y
con los grandes ídolos, vino el fútbol global, recordando el famoso pan y
circo de Marcial. Desde hace años, los comentaristas deportivos y los futbolistas
hablan de la Champions League, aunque a los ingleses nunca se les ocurriría
decir la Liga de Campeones, y del centro-chut (centra y dispara). Llaman el
mister al entrenador o la selección de basket, en vez de baloncesto. Luego
tienes los anglicismos –bastantes deportes vienen del Reino Unido– linier (juez de línea), off side (fuera de juego), play off (fase final de una
liguilla), córner (saque de esquina), etc. En más de una ocasión, me ha sorprendido
ver en las portadas de la prensa deportiva, el horroroso y difícil vocablo hat-trick, cuando lo suyo sería marcó tres goles o hizo tres dianas en el
partido. ¡Cuánto analfabetismo! También se oyen expresiones incorrectas, como
pasó lamiendo la cepa del poste (sobra la cepa); o el equipo no está acertado
a la hora de definir. Es mejor decir a la hora de marcar, pues los goles no
se definen. ¿Y cuando el comentarista deportivo repite por enésima vez el tiempo
reglamentado? Lo correcto es el tiempo reglamentario. Incluso hoy apenas se
oye la palabra guardameta, en vez de portero. El guardameta Ricardo Zamora, se
leía en la prensa de los años sesenta… Me encantan las palabras el cuero
(antiguamente los balones eran de cuero) y la usan en Argentina, o la cancha,
que proviene de los quechuas peruanos. También el término larguero.
El
caso es que los errores y los desmanes lingüísticos están a la orden del día en
los medios de comunicación deportivos, incluso en los diarios de opinión, y la
cosa no se queda ahí. Hace quince años, copié este titular de la portada del
diario deportivo AS, de Madrid: Ronaldo desafía a Ronaldinho en la
concentración de Brasil. ‘Pelitos, olvídate: la Liga es blanca’. Y en páginas
interiores, después de dedicarles un chorro de fotos, decía: AS reunió a los
dos cracks brasileños... El caso es que, después de describir todo el fútbol
de Primera y Segunda División, y parte del extranjero, la Vuelta ciclista a
España aparece a partir de la página 28: Petacchi ganó el sprint sobrado... Para el diario deportivo tenían más relevancia las opiniones de los dos futbolistas
brasileños -no alcanzaban a tener los estudios primarios-, que toda una etapa
de la Vuelta. Gasol, que entonces era el máximo anotador del Campeonato de
Europa de Baloncesto y jugaba ya en la Liga ACB de los Estados Unidos, aparecía
en la página treinta y dos del deportivo AS. Lo cierto es que los periódicos
deportivos y los comentaristas de la televisión de hoy no han cambiado mucho y
siguen dando preferencia al fútbol, porque es un deporte de masas. Con
frecuencia he observado que un deportista español ha conseguido una medalla o
un récord en el extranjero, o bien un equipo de baloncesto se ha clasificado
para la final... Pues, bien, en primer lugar, te ponen en la televisión el
fútbol de primera división, aunque sea un partidillo de entrenamiento, o te
comentan alguna payasada de Piqué, luego le dan un repaso al fútbol de segunda
y, por último y de pasada, mencionan al atleta español o al equipo de
baloncesto o vaterpolo. Mayor analfabetismo, por no decir maldad, no se puede
pedir, aparte que de esta forma no se fomenta el atletismo, ¿quién se va a
meter a atleta en España? Con la de horas de entrenamiento y esfuerzo que
lleva.
En
el ciclismo, también se utiliza la palabra francesa el maillot amarillo, en
vez de la camiseta. Y en el mundo del motor destacan los anglicismos la pole
position (en vez de decir la primera posición), pero los comentaristas son más
finos y dicen la pole, o bien, el ferrari ha entrado en boxes. Y encima se
las dan de cultos, como que saben inglés. Los anglicismos, galicismos y
extranjerismos han colonizado el idioma español, también en informática, en el
mundo de los vehículos (airbag, sistema ABS o de antibloqueo) y no digamos con
el teléfono móvil: envíame un email o un wasap, en vez de decir un correo
electrónico o un mensaje; compra un Iphone android o un Smarphone. Pero el
español no sabe defender siquiera sus tradiciones (como los ingleses,
franceses, estadounidenses y tantos países europeos…), mientras se queda
admirado con todo lo que viene de fuera. Esto ya lo denunciaba José de Cadalso
en sus “Cartas marruecas”, en el siglo XVIII.
Queremos
conservar el medio ambiente y no tener contaminación, las especies en peligro
de extinción y nuestros monumentos. Sin embargo, nos hemos olvidado de
conservar nuestro idioma y cada día utilizamos más los términos extranjeros para
relacionarnos. ¿Qué será de aquí a unos años? El español o castellano está
perdiendo peso en el mundo, aunque se habla nada menos que en veinte países,
pero aquí estamos adoptando cualquier palabreja que nos viene de fuera,
especialmente del mundo anglosajón. ¡Es el sino de este país! La culpa la tenemos
todos, porque los españoles no sabemos defender lo nuestro, ni siquiera nuestra
historia y nuestras victorias, a diferencia de nuestros vecinos europeos. La Academia
Española de la Lengua debería estar más vigilante con la conservación y la
pureza de nuestro idioma, pues se ha convertido ya en un mestizaje de palabras,
el spanglish, como le llaman a la fusión semántica y morfosintáctica del
español con el inglés británico. Y sin embargo, siempre habrá unos chavalines
que quieran imitar a sus ídolos del deporte, con las mismas ilusiones que
cuando nosotros éramos unos chiquillos.
Posdata: La alineación del equipo de Castilléjar, empezando por arriba, de izquierda a derecha: Javier López, Julio Carasa, Antonio Jiménez, Miguel, Pepe Pinteño y Leandro García. Agachados: Ramón Zambudio, Cirilo Vico, Pepe Lózar, Quico 'el Coca' y Andrés el de la Lucre. Ganamos al equipo de Galera 2-1, en la Feria de Septiembre de 1968. Quiero tener un recuerdo para los que fallecieron: Javier López, Antonio Jiménez, Pepe Lózar, Quico 'el Coca' y Andrés.
Artículo de de mi libro Leandro: Castilleja de los Ríos en blanco y negro. 2020