viernes, 11 de abril de 2025

SENDERO FONELAS-ERMITA DE SAN TORCUATO

 

La ermita, el olivo y la iglesia de san Torcuato




El pasado domingo, 6 de abril, el grupo de Senderismo de Las Gabias, compuesto por unas 50 personas, guiado por el equipo Sinergya (empresa organizadora) y patrocinado por el Ayuntamiento de Las Gabias, realizó el sendero Fonelas-Ermita de san Torcuato, denominado SL-A 245. Nos acompañaron los concejales de Salud y Deportes, que regalaron a cada senderista una pequeña bolsa de deporte, con una botella de agua y frutas. Es una ruta circular, en el Geoparque de Granada, que conecta el municipio de Fonelas con la citada ermita, un itinerario turístico de gran valor histórico que nos permite disfrutar de bellos paisajes. Fonelas formaba parte de la colonia de Guadix, que fue fundada por Julio César, en el año 45 antes de Cristo, con el nombre de Iulia Gemella Acci (mientras que Martos viene de Iulia Gemella Tucci). El emperador Augusto utilizó la colonia años después para albergar a los veteranos de las legiones I y II. Señalar que el topónimo de Guadix viene del árabe Wadi Ash y significa el Río de la Vida.

Caminando entre los barrancos

Se trata de una senda, en su mayor parte trazada por veredas, que culmina en un altozano donde se ubica la ermita de san Torcuato, con preciosas vistas a Sierra Nevada y a la Sierra de Baza. El terreno destaca por el valor excepcional del patrimonio geológico y los recursos naturales de la zona. Se basa principalmente en las formas modeladas sobre arcillas y en conjunto son tierras baldías o yermas (badlands), con barrancos erosionados por el agua de la lluvia que forman las famosas cárcavas (las más conocidas son las del municipio de El Marchal), dando lugar a un paisaje pintoresco y original, por eso, los cerros de Guadix se asemejan a dientes mirando al cielo. El itinerario está señalizado y tiene aproximadamente 13,5 km entre la ida a la ermita y el regreso a Fonelas, con poco desnivel, y también conecta con Benalúa. Al comienzo cruzamos el rio Fardes por el puente mientras que a la vuelta hay que vadearlo. El rio nace en las estribaciones de las Sierras de Huétor y de Arana, en el Molinillo (cerca se encuentra la Venta del Molinillo y la famosa choza, donde curaba el santo Manuel), riega la Hoya de Guadix y desemboca en el Guadiana Menor. El sendero asciende progresivamente por una pista de un kilómetro y el resto, hasta la ermita de san Torcuato, caminamos por una vereda con miradores naturales, que ofrecen unas vistas espectaculares: al Este destaca Fonelas y, más arriba, su Estación Paleontológica Valle del Rio Fardes (donde se llevan a cabo excavaciones arqueológicas, siendo una de las más importantes de España), mientras que a la izquierda se ve el Puente del Anchurón, de la línea férrea que va de Almería a Linares. En el citado puente se rodaron escenas de La India en llamas, mientras que en Guadix y en los pueblos de alrededor se hicieron numerosas películas, sobre todo spaghetti western por sus paisajes desérticos. También puede apreciarse desde los barrancos la cara norte de Sierra Nevada, con el Picón de Jerez como máximo exponente, y la Sierra de Baza, mientras que la vegetación se reduce al esparto, las retamas y matorrales. Como es un terreno árido y las lluvias son escasas, hay cabras montesas, aves esteparias y algunas rapaces. 
Fonelas y el Cerro del Mencal, a la derecha


         Más adelante llegamos al paraje conocido como Face Retama, aquí se encuentra la ermita de san Torcuato, donde aseguran que se produjo el martirio del santo, que fue el primer obispo de Europa. Face Retama significa luz sobre las retamas, ya que hay abundancia de esta planta por el terreno. El santuario lo componen la ermita y la iglesia, que fueron construidas en el siglo XVI; detrás de esta hay una cueva (de origen mudéjar) con veinticinco salas y que sirve de alojamiento a los peregrinos. Un cartel en la cueva indica que es el cenobio paleocristiano de san Torcuato, y una guía, que suele venir los fines de semana, me dijo que iban a celebrar próximamente un retiro espiritual. La acompañé hasta la ermita, donde se arrodilló para rezar junto a una monja,  pues aquí se celebra misa los días quince de cada mes. En el patio que hay detrás de la ermita se encuentra el famoso Olivo de san Torcuato. Cuenta la tradición que en este lugar fue martirizado y enterrado el santo, en el año 66 después de Cristo (en tiempos del emperador Nerón), siendo sus restos trasladados en el siglo X al municipio de Celanova (Orense). En la Catedral de Guadix se conservan algunas reliquias, como el brazo, la mandíbula y el calcáneo (hueso poco conocido por no encontrarse expuesto a los fieles). Estos restos del santo los entraron en Guadix por la Puerta de Baza y años más tarde, en su memoria, lo denominaron el Arco de San Torcuato. Según la leyenda, habiendo plantado un olivo a la entrada de la iglesia, todos los años en la víspera de la fiesta éste se cubre de flor, que al día siguiente se ha convertido en hermosas aceitunas, que el público devoto se apresura a coger para usos devotos, siendo tal que da para llenar varios canastos de ellas.

Senderistas de Las Gabias. Foto Juanma


Fueron siete varones apostólicos los que vinieron para evangelizar a España: Torcuato era el mayor de ellos, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio (patrón de Granada, que también fue martirizado) y Hesiquio. Se les considera discípulos del apóstol Santiago y fueron enviados desde Roma por san Pedro y san Pablo. El 11 de mayo de 2024, muchos peregrinos salieron del Arco de San Torcuato, en Guadix, y subieron andando durante tres horas al santuario de Face Retama. Cada año se celebra la tradicional romería, llamada la procesión de las antorchas, con la imagen del patrón de Guadix y de la diócesis. En Guadix le tienen mucha devoción y muchos accitanos llevan a gala llamarse Torcuato, De los años sesenta recuerdo el paso solemne, con la imagen mítica de san Torcuato, saliendo por la puerta de la Catedral en medio del fervor de los fieles.

La iglesia y detrás el cenobio


En la parada que hacemos en Face Retama, para tomar el bocadillo, le pregunto al guía, Manuel Palma, por el grupo de senderismo:

 –Es un grupo muy entusiasta, fácil de manejar para los guías y con un ambiente muy positivo, son solidarios, ya que en pequeñas incidencias que hemos tenido desde la temporada de 2020, en que yo me hice cargo del grupo, se han ayudado unos a otros con una hermandad donde la naturaleza saca lo mejor del ser humano. Yo me dedico profesionalmente a la actividad física desde 1992, soy monitor de culturismo, entrenador personal, instructor de actividades dirigidas en centros deportivos de todo tipo, guía de senderismo deportivo y cultural, y ‘mountain bike’ (bicicleta de montaña). La guía de la ermita me ha contado que se le va a dar un enfoque más turístico al centro de peregrinos, se va a poder visitar reservando hora y también están haciendo retiros espirituales, el último que se ha hecho fue de parejas en crisis. La guía vende botes pequeños con dos aceitunas y dos hojas del olivo y le das la voluntad. Yo le he comprado un bote.

La histórica ermita de San Torcuato


A Manuel lo acompañan dos guías auxiliares, Juanma, que ha escrito un libro y toca en un conjunto de música, y Manuel, que es bombero de Málaga.  Los tres son amables y atentos a lo que necesites, lo que yo destacaría de las etapas es que son asequibles para cualquiera (y no son un subir y bajar montes, como ocurría antes) y algunas son nuevas, aparte del buen ambiente que hay. También hizo el sendero Goyo Morales, que dirige el senderismo en Las Gabias desde hace bastantes años. En el regreso a Fonelas, por la Rambla del Ovel, se encuentran álamos centenarios y formaciones geológicas muy interesantes. Sin embargo, es recomendable evitar la rambla en época de lluvias debido al riesgo de crecidas repentinas. Como caminamos entre barrancos, hay algunos desprendimientos a los lados de la pista a causa de las recientes lluvias, pues el terreno es de arcilla. Nos llama la atención un complejo de cuevas turísticas, excavadas en la pared lisa de un barranco, a veinte metros o más del suelo (como las antiguas cuevas de moros, cuya finalidad era defensiva para protegerse de los ataques), a las que se sube por veredas estrechas. El final del trayecto tuvo su emoción, pues había que vadear el rio Fardes saltando como los marsupiales sobre las piedras, colocadas en medio del cauce, que resbalaban por las ovas. Y entre salto y salto más de uno se mojó los pies, pero no hubo ningún resbalón. En medio de huertos y vistosas alamedas hicimos la entrada en Fonelas y, antes del regreso a Las Gabias,  repusimos fuerzas en los bares.

El rio Fardes y las alamedas de Fonelas 

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viernes, 4 de abril de 2025

EL VICIO DE LEER PERIÓDICOS Y VER LOS TELEDIARIOS

 





Les voy a contar los secretos Para entender el periódico, basado en un artículo del año 1975 de un tal Vivillo, que he encontrado en una revista de La Codorniz. Al módico precio de 30 pesetas, se anunciaba en la portada con este lema tan famoso: La revista más audaz, para el lector más inteligente y, asimismo, se tenía como la decana de la prensa humorística. La Codorniz fue multada y secuestrada en numerosas ocasiones por la censura, por lo que sus colaboradores tenían que hacer virguerías escribiendo. Según el escrito breve de Vivillo, cuando el periódico dice, no van a subir la gasolina y la leche: hay que entender que van a subir la gasolina y la leche. Cuando dice, en la CEE un periódico vale unas quince pesetas: es que va a subir el periódico. Excelente cosecha de patatas: pues van a subir las patatas. Pésima cosecha de trigo: va a subir el pan.

Cuando dice, sube el agua: va a subir el vino. La epidemia no presenta caracteres preocupantes: es que los médicos están muy preocupados. ¿Nuevo brote de rabia?: pues van a morir miles de perros. Subió el coste de la vida un 1,33%: pues, hay que entender que subió la cosa un 13,3%. Las temperaturas, al menos, permanecerán estacionarias: las temperaturas también van a subir. En la TVE, a las 21,30, echarán una película interesante: pues, a las 21,30, será sustituida por una película tontorrona. Hay que tener en cuenta que esto se escribió en 1975, año en que murió el dictador Franco, y entonces no había libertad de prensa sino que estaba vigente la famosa Ley de Prensa e Imprenta de Manuel Fraga, que imponía fuertes multas y hasta secuestraba las publicaciones.

Fue a comienzos de los años sesenta, cuando yo me fui aficionando a la lectura del periódico. A las 18:30 de la tarde llegaba al pueblo el autocar, conocido por el Correo de los Simones, con un puñado de cartas (la inmensa mayoría de los emigrantes), unos cuantos periódicos del día anterior y, con la baca atiborrada de paquetes, envueltos en una lona. Se me olvidaba la caja de pescado (que traían de Almería), pero tapada con unas hojas de higuera y con unos trozos de hielo por encima. Como mi padre era el cartero, yo me quedaba hojeando el Ya, el ABC y Pueblo, de Madrid, o bien los diarios Patria (era de Falange Española) e Ideal, que venían de Granada. No me daba cuenta del peligro que corría, pero, desde entonces, me quedé enganchado al vicio de leer periódicos. Como unos años después a los cigarrillos Celtas Cortos. El caso es que, si analizamos a una persona que lee un periódico al día y permanece siempre fiel al mismo, podemos deducir que su vida transcurrirá sin grandes sobresaltos y hasta es posible que disfrute de una larga jubilación. Estará bien informado y, si es algo crédulo, creerá todo lo que le dicen.



Ahora bien, cosa diferente es cuando se leen dos periódicos al día y se comparan las noticias. Entonces uno ya no sabe a qué carta quedarse… ¿Quién está diciendo la verdad? He ahí el dilema. Un diario le destacará a Pedro Sánchez, con una foto y a grandes titulares, mientras que Feijoo ocupará la parte inferior de la página, en un recuadro, como un actor secundario. En cambio, en el otro periódico, ocurrirá lo contrario: es el galego el protagonista frente a un Pedro Sánchez desdibujado. Tendrá que ser un lector avisado si quiere descubrir los gazapos. Leer más de dos periódicos al día es nocivo para la salud, a tenor de lo que dicen los cardiólogos y los de la tensión. Porque, vamos a ver: ¿A quién creemos?, sabiendo que los políticos no suelen decir la verdad y luego cada periódico ofrece la versión acorde con sus intereses. Se debe de leer el periódico afín, esto es, el de tus amores. Como decía el actor José Bódalo, el Madrid de mis amores. Y al otro periódico, pues echarle un ojo por encima y sin meterse en profundidades.

También es sabido que los presidentes del Gobierno envejecen en poco tiempo, por los problemas del país y la vida estresada que llevan. Por las mañanas, el ayuda de cámara les ofrece recortes de la prensa diaria en pequeñas dosis, para que no se atraganten demasiado. Baste recordar la de cafés al día que se tomaba Adolfo Suárez y, por las noches, no le faltaba su pastilla para dormir, según decían. La Transición lo consumió. O bien, recuerden las bolsas que tenía debajo de los ojos Felipe González, al cabo de varios años de presidente, aunque más grandes las tenía el siquiatra Fernando Jiménez del Oso. Falleció en 2005 y nadie se acordó de él ni de sus programas en televisión. Volviendo al tema, recomendamos siempre llevar una vida tranquila y apacible, leer sólo la letra gorda y así el periódico se hojea en menos de una hora mientras usted saca tiempo para otros menesteres. Hace unos años, los entendidos aconsejaban ver los telediarios de Pedro Piqueras, en Telecinco, aunque se jubiló por la edad: sucesos, cine, lujo, glamour y moda. Uno se sentía relajado en cinco minutos, hasta diría que encantado con la pasarela Cibeles. Eso sí, encontraba usted cualquier cosa menos las noticias del día. En su defecto tenemos ahora los telediarios  finsemaneros de Antena 3, con el sempiterno Matías Prats (con esa cara de niño bueno cuando empezó en el mundillo de la tele, mientras que su padre aparecía serio, con las gafas oscuras y con el bigote, radiando los partidos de fútbol), que también contienen de todo como en botica menos las noticias. Eso es. Él no se complica la vida, da las noticias de pasada y prefiere entrevistar a los viandantes: ¿qué piensa usted del alquiler de los pisos, cuando está por las nubes? ¿Cuántos años necesitan los jóvenes estar trabajando para pagar un piso?, y cosas por el estilo. Se ve que los corresponsales tienen libre los fines de semana y se entretienen con cualquier tema.



Recuerdo que hace más de diez años, Matías Prats se quejó a los espectadores porque no lo dejaron hablar de un tema político en las noticias, el caso es que se ha ido domesticando con el tiempo y, claro, se ha dado cuenta que los fines de semana el personal tiene ganas de viajar, de ir a la playa y que no le calienten la cabeza. Y así vamos. Si quería usted un mundo feliz, con sus bosques, sus animalillos, ballenas con sus ballenatos y todo de color rosa: pues le podía echar un ojo a las noticias de Lorenzo Milá, pero hace tiempo que no se ve en las pantallas a este ecologista, que también presentó las noticias en la 2. Y es que claro, los políticos aseguran que, mientras menos piense la gente, mejor le va al país (y a ellos). Y los medios afines se prestan a las subvenciones. Esta anécdota la leí hace años y ya no sé si es verídica. Estaba un ministro de Franco echando un discurso y uno del público lo interrumpe y le dice: Yo he viajado por toda España y no es así como usted dice. Y le contesta el ministro, que para eso lo nombraron: Pues viaje usted menos y lea más los periódicos.

En fin, recordando a la revista La Codorniz (salió publicada en 1941 y cerró en 1978, cuando ya no había censura), Álvaro de Laiglesia fue uno de los directores y entre sus colaboradores destacaron muchos conocidos: Amilibia, Azcona, Chumy Chúmez, Edgar Neville, Antonio Mingote, Enrique Flórez, Forges, Francisco Umbral, Gila, Goñi, Julio Cebrián y otros.

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viernes, 28 de marzo de 2025

DEDICATORIAS DE LIBROS

 






De cualquier cosa te sacan un libro pero, a veces, nada más leer unas cuantas líneas, o simplemente la dedicatoria, ya te haces una idea: porque la escritura delata al autor tanto o más que si lo viéramos expresarse. Hay dedicatorias, como la de Gerardo Venteo, en un ejemplar de En el corazón dormido del esparto, que te llegan dentro: Para Leandro, porque sé que compartimos la mirada y la memoria de las cosas sencillas y entrañables. En la página anterior, mi prima, Ángeles Domingo García (falleció en 2005), escribió en este libro que me regaló: Para que no te olvides nunca de tus raíces y del Altiplano granadino. Ella fue como una hermana para mí. En el libro Tras la senda del lobo, el autor se deja llevar por la nostalgia: A la memoria de mi entrañable amigo y maestro, Manolín, y en recuerdo de los tiempos en los que tuvimos al lobo como compañero en el monte. El caso es que no dejaron ningún lobo vivo.

Raymond Andrea nos previene en El discípulo y Shamballa: He aprendido mucho escribiendo sobre este tema y usted podrá también aprender leyéndolo, pero necesitará tener un corazón abierto y un espíritu despierto. Le doy mi sincera bendición. Raymond fue Gran Maestro de la antigua y mística Orden de la Rosa-Cruz. El libro Pueblos y gentes de allí abajo pretende ser un homenaje al mundo rural, pero el autor no logra expresarse del todo bien: A mis padres que me facilitaron la libertad de conocer otros horizontes, que tanto me dieron y nunca me pidieron nada, tanto que les hacía falta todo. En Julia & las Islas –un título algo cursi–, se aprecia en la portada a una mujer desnuda tomando el sol en la playa y, al fondo, un faro coronando el monte. La autora se despacha con esta dedicatoria: La casa, de color verde pastel, está cruzando los cañaverales, que une la playa y el mundo. En El valor de la solidaridad se encuentra esta extensa nota del autor: Quiero hacer constar mi profundo respeto y consideración por el trabajo comprometido y silencioso que desde hace siglos vienen realizando las mujeres para alcanzar un trato igualitario ante el dominio socio-cultural de los hombres. Ruego me perdonen si en el uso del lenguaje recurro al genérico masculino por error o por falta de creatividad. Las comas se ve que le producen alergia y, queda claro, a qué público va dirigido el libro. Éste otro se intitula Ahora que sales con él (consejos a las adolescentes), donde podemos encontrar estas bonitas preguntas: ¿Qué hace falta para encontrar y mantener un buen novio? ¿Encontrarás algún día a alguien bastante simpático y chalado que quiera salir contigo?... Deseamos lo mejor de Dios para ti.

En cambio, la autora de ¿Por qué esperar a estar casados?... si ya nos queremos, aclara que los beneficios del libro se destinarán a un Centro de Acogida para mujeres y sus hijos que por diferentes circunstancias, no pudieron esperar y, tras un embarazo no deseado, se encuentran solas. Al abrir un libro de poemas, nos encontramos este derroche de imaginación (sic): ¿Crees en el cielo? No nos lo merecemos. (Conversación oída en una taberna). El escritor jiennense, Juan Eslava Galán, en su novela, Santos y pecadores (Álbum de recuerdos de los españolitos del siglo XX), recoge este epitafio de cuando las cartillas de racionamiento. A doña Petaca Vacía: Falleció en el momento de acabársele los cigarros. Su desconsolado esposo Don Puro; hijos de Chicote y Doña Colilla; hijos políticos Doña Cerilla y Don Encendedor y el reverendo papel de fumar. Suplican a Vds. nos den un cigarro para socorrer a tan desconsolada familia. No se permiten amarraduras. Se suplica un cerillo. El duelo recibe en el estanco



Esta frase me la dedicó el escritor Juan Bustos, que fue columnista de Ideal y Cronista Oficial de la ciudad de Granada, en su libro Un siglo que se va, en 2004: A mi amigo y compañero de inquietudes, con mi incondicional amistad. Y en Versos, canciones y nanas para Nana, la escritora Ayes Tortosa escribe unas letras: Con todo mi cariño, estos versos sin edad. Pero la palma se la lleva la primera novela del  Premio Nobel, Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte. Aquel zagal bravucón y espigado se tiró dos años, con su obra tremendista debajo el brazo, hasta que un editor se lo publicó: Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera. Sin embargo, en la segunda edición de Viaje al Pirineo (1965), don Camilo escribe esta simpática dedicatoria: A mi amigo don Felipe, castellano de Buñol, en el reino de Valencia, viejo artillero que perseguía los conejos a palos.  

En Las Clásicas Poesías podemos leer: Y a mi yerno... / también está dedicado, / porque en todos estos años / que en terminarlo he tardado / ha trabajado al par mío / noche y día sin descanso / corrigiendo ortografía / porque de ella estoy pegado. Esta otra obra se llama Pases y compases y lleva el subtítulo de Verdad, Poesía y Fantasía del Toreo. En el prólogo, el autor asegura que La trascendencia del Toreo va más allá de la Verdad de una desigual lucha entre el hombre y la fiera. En fin, se notan algunos fallos con las letras mayúsculas. El libro Mi vida, lleva el subtítulo Auto-recopilación de hechos y comentarios para una posible biografía, de un tal José Arce, impreso en Madrid en 1957. En las páginas interiores aclara que Se han impreso diez ejemplares en papel registro, numerados del uno al diez. De la asignatura de Educación Política, de tercer curso de bachillerato, conservo Cartas a mi hijo (1965), de Gaspar Gómez de la Serna, donde viene esta cita: Guarda en tu corazón las cosas narradas, pues se apoyan en testimonios tomados de lejos. Avieno: Ora Marítima.



La escritora Concha Espina publicó El Jayón (un drama en tres actos), en 1919.  Copio esta dedicatoria suya, escrita y firmada a pluma, en un ejemplar de esta obra: A Margarita Xirgu la gran actriz, devotamente. Concha Espina. Madrid 1925. El escritor almeriense, Francisco Villaespesa, firma esta dedicatoria a pluma (es muy parecida a la de Concha) en un ejemplar de  su obra, El alcázar de las perlas (1912), que trata sobre la Alhambra: A la gran actriz, Margarita Xirgu, con admiración de un devoto. Villaespesa. Esta leyenda trágica, en cuatro actos y en verso, el autor se la dedica A los insignes artistas María Guerrero y… con todo el agradecimiento y el afecto de Villaespesa. Y unas páginas más adelante se lee: Esta obra fue estrenada con extraordinario éxito por la Compañía Guerrero-Mendoza en el Teatro Isabel la Católica de Granada, la noche del 8 de noviembre de 1911…

El expresidente de la II República, Manuel Azaña, en sus Memorias políticas y de guerra (las escribió durante la Guerra Civil, en el Palacio Real de Madrid) escribe en la dedicatoria un párrafo que he abreviado: No me propongo contarle al público mi vida personal entera (…). Mi designio es otro. Las violentas fortunas de la política me han arrebatado tarde y por breve tiempo. Desquite de la brevedad, su violencia. En El primer manuscrito (con lecturas educativas, género epistolar…), de José Dalmau Carles (1918), puede leerse: Al distinguido compañero y muy querido amigo Antonio Cabrera de las Casas en testimonio de leal amistad y cariñoso recuerdo. El autor. Y finalizo con el Premio Nobel francés, Albert Camus, que le dedicó a su madre la novela El primer hombrecon esta frase: A ti, que no podrás jamás leer este libro. Ella no pudo leer ninguna de sus obras, porque era analfabeta.  José Román, un desconocido maestro de Jaén, autor de A dos voces, tampoco se queda atrás: A mi madre, que me enseñó a descifrar en la vida lo que ella no pudo leer en los libros. En fin, he recogido unas bellas frases de las dedicatorias de libros.

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https://en-clase.ideal.es/2025/03/27/leandro-garcia-casanova-dedicatorias-de-libros/?fbclid=IwY2xjawJTIPVleHRuA2FlbQIxMAABHXghoXy_2MJDqH8wa_Rl7bLrZ6x0p23VXeKDIHgJuHJwxC0oreCeXecneg_aem_7bKzM0D8aVWiVDy5rIyUKA


viernes, 21 de marzo de 2025

SOBRE EL COLEGIO DEL AVE MARÍA

Don Andrés con los niños, en las escuelas
 

Cuando la vida os desparrame recordad estos muros que os cobijaron



Llueve mansamente sobre Granada y hoy es de esos días en que la fina lluvia te levanta la moral. Bajando por la Cuesta del Chapiz, la Alhambra aparece al fondo, como un castillo encantado. ¡Cuántas veces no habré transitado por esta cansina cuesta, en mi época de estudiante! El Colegio del Ave María es como un patio rectangular, con el paisaje de la Alhambra alzándose sobre la arboleda; es aquí donde solía posar para la posteridad don Andrés Manjón. En estas viejas aulas aprendimos a levantarnos cada vez que entraba en clase un profesor y, alguna vez, nos plantamos en el comedor. Hoy, en cambio, el mundo de la enseñanza está en crisis pues los profesores ya no tienen las prerrogativas de antaño. Pero es que tampoco las tenemos los padres.

En aquella terraza la lavandera tendía la ropa, mientras que don Fidel Villar, el profesor de Educación Física, nos advertía de que no quería tiendas de campaña. Esta tarde, parda y tibia, llueve lentamente sobre el patio avemariano. Aquí está la sala de profesores y en esta clase daba Latín don José Cotes. Todavía conservo varios libros de aquella época, aunque el tiempo ha sido implacable con nosotros. En esta aula asistíamos a las clases de Historia, Filosofía y Literatura y, en aquella otra, don Cristóbal nos enseñaba Ciencias Naturales; si queríamos aprobar, teníamos que llevarle como ofrenda una cajica bien surtida de minerales. Aquí da la impresión como si nada hubiera cambiado desde los años setenta. Páginas de periódicos del día cuelgan de los tablones de anuncios del patio, para que los alumnos estén al corriente de los acontecimientos consuetudinarios.

He quedado con el director de la Casa Madre, Antonio Casquet, y, al vernos, caemos en la cuenta de que nos conocemos de antiguo: cuando él cursaba quinto de Bachiller, yo estaba en sexto. El mundo es un pañuelo y hablamos de todo un poco, pues no en vano han pasado treinta y cinco años. Le pido que me enseñe la tumba del padre Manjón: allí, bajo el altar de la capilla y en una sencilla lápida de mármol blanco, con las letras A.M. (Andrés Manjón), descansa en paz el fundador de las Escuelas del Ave María. Éste no es el sepulcro multitudinario de Fray Leopoldo, pues aquí se respira silencio y por las mañanas don Andrés debe de oír sin duda los cánticos de los niños que tanto amó. En la planta de arriba están las habitaciones donde se conservan sus objetos personales: el viejo bonete, raído ya por el tiempo, las sotanas, capas y sombreros que usaba, las plumas con las que escribía pidiendo dinero, incluso una imagen suya a lomos del borriquillo peludo –ambos a tamaño natural–, que diseñó la Asociación de Vecinos del Albaicín y que este año expusieron en el paseo que lleva el nombre del fundador.

Asociación Antiguos Alumnos A.M.

A mí me impresionan estas habitaciones, porque te llevan a otro tiempo, me dice el director. Quiere abrir el museo del Padre Manjón –la mayoría de los granadinos ignora que está enterrado aquí–, pero reconoce que habría que hacer muchas cosas en la Casa Madre. Yo estoy seguro que, después de tantos años, seguiría ganando batallas porque la cosa no está como para tirar cohetes: El colegio tiene su historia y la Delegación de Educación nos lo pone cada vez más difícil, pues este año nos han suprimido dos cursos de Primaria y uno de Secundaria. Ahora tenemos 600 alumnos entre Secundaria y Bachillerato, entre ellos unos 270 internos, de ambos sexos. Con motivo del Centenario del Seminario de Maestros, han organizado durante tres días una exposición de fotos antiguas, que han tenido que desmontar porque hacía falta el aula. Antonio Casquet me las va enseñando en su despacho.

La ausencia de cuadernos se suple con pizarras y pizarrines, dice este pie de foto, donde se observan a unas niñas aprendiendo en el paseo que lleva a las escuelas. Aquí aparece la cueva, que todavía se conserva, donde el padre Manjón se quedó maravillado al ver a la maestra Migas dar clase a unos gitanillos del Sacromonte. Con ellos creó la primera escuela del Ave María, la Casa Madre, en 1889, y luego las extendió por toda España. Con posterioridad, en 1905 fundó el Seminario de Maestros. En otro retrato antológico, de principios del siglo pasado, se ve a un cura con sombrero de teja enseñando las primeras letras y números al aire libre. Todos los niños llevan gorrilla y algunos se protegen del frío con largas bufandas: parecen personajes salidos de una novela de Dickens. Hace un año le enseñé a Antonio Idígoras, maestro impresor de las Escuelas de San Cristóbal, la foto de unos niños que se ensayan en la música. Y va y me dice: Ése que está tocando el tambor, es mi abuelo

En procesión por la Cuesta del Chapiz


Es sublime la instantánea de don Andrés, ya en sus últimos días, acariciando a una gitanilla y rodeado de un enjambre de niños desarrapados. Quizá esta imagen recoja, como ninguna otra, toda su obra. Aquí vemos a los alumnos y profesores, en los años 50, con esta leyenda: Huestes de don Bernardo, San José os ampare y don José os apruebe. Y aquella otra foto cargada de sentimiento: Los gallos del Colegio con la cabeza a pájaros, próximos a dejarnos. Cuando la vida os desparrame recordad estos muros que os cobijaron. En su libro, El maestro mirando hacia dentro (me lo regaló el maestro Antonio Idígoras), el célebre pedagogo precisaba que educar no es transmitir ciencia, sino abrir ventanas, esto es, inteligencias al campo de la verdad... hacer y formar hombres cabales. Por eso, el museo rescatará del olvido la humilde figura del padre Andrés Manjón.

Posdata: De casualidad he encontrado este artículo de 2005, lo tenía completamente olvidado pero merece la pena recordarlo. Quiero tener un recuerdo para mi paisano, Mariano Zambudio, que fue director del Ave María en los años setenta.

Artículo publicado en Ideal en Clase

https://en-clase.ideal.es/2025/03/20/leandro-garcia-casanova-sobre-el-colegio-del-ave-maria/?fbclid=IwY2xjawJJQHhleHRuA2FlbQIxMAABHXoFQSlHTrF4nzodC330mdrK8DJXCnpt5C3JzBPZI7XhEQvxzwdJcaIaMw_aem_VJyfGI-stbXZbMHUrgm43w


viernes, 14 de marzo de 2025

PROBLEMAS EN LA FACULTAD



Claustro de la Facultad de Derecho, de Granada




En 1991, yo estaba trabajando de administrativo en un instituto de enseñanza secundaria  de Martos y aprobé el Acceso a la Universidad para mayores de 25 años, por lo que me matriculé de primero de Derecho en la UNED (Universidad de Educación a Distancia) de Jaén. Quería seguir estudiando y sacar tres cursos de Derecho para preparar unas oposiciones a la Administración. En la UNED había que estudiar todo el libro y asistir a las tutorías en la Facultad de Derecho de Jaén. El caso es que un día conocí a José Calabrús, decano de los abogados de Jaén, que impartía clases de Derecho Romano en  la Facultad. Me aconsejó que me matriculara allí y asistiera a las clases por la tarde, porque era mejor que estudiar por la UNED. Y así lo hice, tengo que decir que este profesor fue de lo mejor que he conocido en la enseñanza. En Derecho Internacional tuve al catedrático Juan Manuel de Faramiñán (lo encontré años después, con motivo del premio que me concedió el Colegio de Gestores de Granada, al mejor artículo periodístico en 2003, de Andalucía Oriental), pero su asignatura era muy extensa y había que dedicarle muchas horas de estudio, por lo que tenía un alto porcentaje de alumnos suspensos. En Derecho Natural nos enseñaban a razonar pero un día en la clase el profesor nos iba preguntando a los alumnos. Yo me había estudiado la lección pero recuerdo que las ideas me iban y venían de la cabeza, en un momento dado sabía las preguntas de la pizarra y en cuestión de segundos se me borraban de la memoria. Desde los veinte años yo no estudiaba y ahora tenía que dedicarle muchas horas (tampoco sabía estudiar), por lo que unido a la vida estresada que llevaba me dieron mareos con los primeros exámenes, hasta conduciendo el coche me entró un mareo. El médico me recetó una medicación fuerte y me fui reponiendo.

Universidad de Jaén


El caso es que trabajaba por la mañana en el instituto, comía y por la tarde iba a las clases de la facultad. Aquí entablé amistad con varios alumnos mayores y nos intercambiábamos los apuntes. Aquello era un sin vivir, del trabajo al estudio y las clases (la Facultad de Jaén estaba a veinte kilómetros), por lo que apenas veía a mi mujer y a los dos hijos pequeños que teníamos. A veces me entraban ganas de llorar porque ya no controlaba la mente, me metía libros de un kilo en la cabeza mientras pasaba buenos ratos en clase con los compañeros. Recuerdo que el profesor de Economía Política nos habló del mérito que teníamos estudiando y trabajando, aunque me suspendió en junio y después me aprobó en septiembre. Algún que otro profesor se quejaba de los alumnos de la mañana, decía que leían el periódico en clase o no ponían la suficiente atención, mientras que nosotros llevábamos una vida sacrificada. Recuerdo que otro profesor me decía que yo escribía bien y no tenía faltas de ortografía, mientras que muchos alumnos solían tener faltas. Y así, en tres años, saqué con becas los tres cursos de Derecho en la Facultad e Jaén. Sin embargo, el profesor de Derecho Civil de tercero me suspendió en un examen trimestral. Fui a su despacho a revisar el examen pero resulta que no lo encontró. Otro día me amenazó delante de los compañeros de clase, cuando le dije que iba a presentar un escrito al rector: Tenga cuidado con quien se juega los cuartos. El escrito se lo entregué al vicerrector y le comenté que en el tablón de anuncios siete alumnas aparecen en la lista de 35 aprobados, pero tienen el examen condicionado por lo que deberán pasar por el despacho del citado profesor. Este profesor era un personaje conocido en Jaén. Al final me examinó de Derecho Civil un tribunal calificador, que presidía el catedrático José González García, y conseguí un aprobado. Ambos habíamos estudiado el bachiller en el Seminario de Guadix, y falleció en 2012.

En 1995 vine a Granada y me matriculé en cuarto de Derecho (en 1996), precisamente mi madre falleció unos meses antes. Yo había salido de Granada en 1976 y varios amigos fallecieron durante esos años, de manera que regresaba casi como un extraño. En la asignatura de Derecho Civil teníamos un profesor joven, a veces nos decía a los alumnos en clase que éramos unos vagos (yo me levantaba a las seis de la mañana todos los días) y otras lindezas por el estilo. El caso es que me suspendió en el examen trimestral y entonces le pedí la revisión del examen. El trato que me propuso era ya un engaño: yo no solicito un tribunal ni reclamo al Defensor Universitario, mientras que el parcial queda condicionado a que apruebe el examen final. Sin embargo, al día siguiente, el profesor comentó en clase (yo no asistí) que le había resultado desagradable la revisión del examen, que le exigí un trato preferente respecto a los alumnos jóvenes y que lo amenacé. Entonces envié sendos escritos al Defensor Universitario y al rector pero todavía estoy esperando las respuestas. Al final no me quedó otra salida que abandonar los estudios de Derecho en 1997. Años después me encontré a este tipo en un acto cultural y lo ignoré. En la facultad se comentaba entonces que lo habían colocado a dedo, por amistad con el jefe de departamento. 

Fachada de la Facultad de Derecho, de Granada 

Fue a mediados de 1924 cuando me encontré en un supermercado de Guadix a un conocido de la Facultad de Derecho de Granada y lo saludé, aunque no me acordaba de su nombre: Sí, yo estaba entonces en la secretaría de la facultad pero ya me jubilé, respondió. Era Alejandro Zubeldía, entonces le conté por encima lo que me pasó con el profesor de Derecho Civil y me dijo: Lo conocíamos, pues también tuvo problemas con varios alumnos pero intervinimos a tiempo. Si me lo hubieras dicho, no te habrías marchado de la facultad. Después de casi treinta años, aquellas palabras generosas fueron como un bálsamo para mí ante tanta frustración. ¿Cuántas veces me habrá repetido mi mujer que siguiera estudiando? Sin embargo, poco hubiera podido hacer ante aquella trama en que se tapaban los unos a los otros. ¿Qué alumno se iba a atrever a pedir la revisión del examen, si después el profesor te acusaba ante tus compañeros de que lo habías amenazado y le habías exigido un trato preferente? O bien te amenazaba él. Los que entonces pedíamos los más elementales derechos a algunos profesores que daban clases de Derecho, pero no tenían la decencia de enseñarte el examen porque sabían que era bueno, tuvimos que abandonar la carrera y salir por la puerta de atrás. Es evidente que en los años noventa la democracia no había llegado a la Universidad y que los alumnos prácticamente no teníamos derecho a nada. Sin embargo, también tengo que decir que en aquellos años impartían clases en la Facultad de Derecho de Granada y estudiábamos sus obras, el filósofo y jurista Nicolás María López Calera y el catedrático y jurista de Derecho Romano, Fermín Camacho. Mientras que en la Facultad de Derecho de Jaén estaban el catedrático y vicerrector de Estudiantes, José González García, y el decano José Calabrús, un hombre bueno.

Artículo publicado en Ideal en Clase

https://en-clase.ideal.es/2025/03/12/leandro-garcia-casanova-problemas-en-la-facultad/?fbclid=IwY2xjawJArHlleHRuA2FlbQIxMAABHVJbkVPk3toyM2M6yh9FmlZTKFNCnrt_a2LVFy5fLuDirZtGdwRhe0MJlQ_aem_Qwq7DaiOTaRyzEw4iN4W1Q